Revista
Proceso
# 2065, 29 de mayo de 2016..
Este año
empieza a definirse el 2018/CARLOS ACOSTA CÓRDOVA
El
próximo domingo 5 de junio, una tercera parte de los ciudadanos del país están
llamados a las urnas. Y lo que decidan definirá el escenario para la siguiente
elección presidencial. “En un sistema donde todavía es muy relevante el
clientelismo, el control regional sí importa para ganar”, admite Luis Carlos
Ugalde, quien fuera presidente del IFE y desde ahí convalidara la llegada al
poder de Felipe Calderón. En entrevista, explica además problemas centrales que
lastrarán la vida democrática del país: el fracaso de las últimas dos reformas
electorales, la inútil centralización para organizar comicios y la ridícula
fiscalización que hoy se aplica a las campañas.
Tenía
en mente el exceso de gastos –muy evidente, pero no constatado oficialmente– de
las campañas de 2102, principalmente del PRI y su candidato presidencial,
Enrique Peña Nieto.
Se
le concedió la reforma al PAN, promovida por su entonces dirigente Gustavo
Madero, a cambio de apoyar la reforma energética de Peña Nieto.
Ugalde
dice que esa historia es pública: “El PAN dijo que para que hubiera reforma
energética –la que proponía Peña Nieto– se le tenía que dar la electoral al
PAN, y que ésa significaba la centralización de los órganos electorales en un
Instituto Nacional Electoral. Eso lo dijo el PAN, y lo repetía y lo repetía.
Eso es público, eso no es secreto”.
Es
más, continúa, “recuerdo haber platicado en 2014 con un distinguido senador del
PRI; decirle que me parecía incorrecto legislar una reforma electoral que
claramente era una ruta equivocada a la centralización. Y me dijo: ‘Una buena
reforma energética bien vale la pena por una mala reforma electoral’. Ésa era
la visión. La forma de hacer las cosas.
“Y
fue un cambalache muy barato para el PAN; bueno, más bien un cambalache
inútil. Yo le he dicho a panistas: ‘Ustedes pudieron haberle sacado al
gobierno la mejor reforma electoral de la época moderna de México. Pero en
lugar de haber sacado una gran reforma, sacaron cacahuates’.
“Se
equivocaron: aprobaron un monstruo burocrático que no creo que cambie las
cosas, y desperdiciaron un momento histórico, porque el gobierno quería tanto
la reforma energética que hubiera dado todo por lograrlo, y eso significaba
darle al PAN la reforma electoral que hubieran pedido; tenían al gobierno
hincado y desperdiciaron la oportunidad.”
–Pero
es un hecho reconocido que los gobernadores, los alcaldes y los demás poderes
locales, económicos y políticos, controlan a los órganos electorales locales, y
había que pararlo –se le comenta.
–El
problema no es el diagnóstico, sino la solución. Por supuesto, los gobernadores
siguen controlando. Influyen de manera indebida en la equidad de las elecciones
locales en México. Y esto es un fenómeno que empezó a ocurrir a mediados de la
década pasada, que se ha incrementado, porque los gobernadores cooptan los
órganos electorales, desvían recursos públicos para pagar campañas; a través de
los medios de comunicación locales distorsionan las coberturas a favor de su
partido. Claro que ocurre, y cada vez más.
“Y
como un día me dijo un gobernador, burlándose de la reforma de 2014: ‘Luis
Carlos, ¿tú crees que porque designen a los consejeros electorales en la Ciudad
de México vamos a dejar de poder tener control sobre ellos?’, se carcajeó y me
hizo una señal con la mano (junta y separa el pulgar y el índice) diciendo:
‘Esto genera el control político’, aludiendo al dinero.”
De
esa forma, si los consejeros electorales se quieren salir del redil, el
gobernador les recorta el presupuesto y van a tener que pedirle el favor.
De
hecho, ese problema de la falta de presupuesto está sucediendo en muchas
entidades, al grado de que el propio consejero presidente del INE, Lorenzo
Córdova, ha tenido que llamar a varios mandatarios para conminarlos a no
escamotear los recursos.
El
otro problema, dice Ugalde –quien creó y dirige Integralia Consultores– es que
“el control político de los gobernadores pasa por el manejo del dinero sin
control”.
“Que
el INE organice las elecciones de la Ciudad de México, o que el INE designe a
los consejeros locales desde la Ciudad de México no tiene nada que ver con el
poder real, que es el dinero, el control sobre muchos medios de comunicación;
el control sobre estructuras de movilización clientelar.
“Lo
que yo trato de decir es que los gobernadores de todos los partidos ejercen un
control político indebido en elecciones, en la vida pública en general. La
pregunta es, ¿cómo solucionas esto?
“Seguimos
viviendo el mismo proceso en este año y el año pasado, y lo vamos a seguir
viviendo, porque el tema, el problema de fondo, se llama dinero, dinero y
dinero. Y cuando no haya control sobre el dinero, que no lo hay, el problema va
a persistir.”
Fiscalización:
el cambio urgente
–La
reforma de 2014 le agregó 74 atribuciones al INE, 53 de ellas relacionadas con
las elecciones locales. ¿Usted qué le quitaría para hacer más fluido el trabajo
de la institución, que hoy parece asfixiarse con tantas tareas? –se le
inquiere.
–Sin
pensarlo mucho, toda la grasa regulatoria, que es mucha, y eso significa un
proceso de desregulación; no se debe regular el contenido de los spots, que
cada quien diga lo que se le pega la gana, y si hay calumnia, que se combata
por la vía civil.
“Dos:
el INE debe dejar de estar dedicado a fiscalizar las campañas de todo el país,
pues no tiene la capacidad. Es más, la fiscalización como está concebida hoy es
bastante irrelevante, porque revisan sólo una porción de lo que ocurre en la
realidad. Buena parte de las transacciones de las campañas no se reportan a la
autoridad, no pasan por el sistema financiero o bancario.
“Es
más, lo que una campaña gasta a veces ni siquiera es conocido en la campaña,
muchos pagos para promover a un candidato ocurren por terceras personas,
empresas, gobernadores. Muchas campañas son pagadas por gobernadores de otra
entidad.
“Entonces,
¿cómo vas a fiscalizar los gastos reales de una campaña si muchos de esos
gastos ocurren fuera de esa entidad, por otras personas, por otras empresas? A
veces, quizá el candidato ni siquiera sabe quién está pagando muchos de los
servicios. Entonces se tiene que modificar el enfoque de la fiscalización.
“La
solución es cómo controlas el dinero, generas contrapesos a los gobernadores,
haces que los congresos locales vuelvan a funcionar, combates la corrupción de
los cabildos y de los ayuntamientos, combates la creciente corrupción de muchos
medios de comunicación que viven del erario y se dedican a extorsionar
campañas, y solucionas la práctica creciente antropológica-cultural de la venta
del voto, donde comunidades se asocian para exigir dinero a los candidatos en
campaña.”
Y
explica: “Lo que hay que hacer de manera urgente como país, creo yo, es atacar
el problema central, el cáncer fundamental de las elecciones en México, que es
el dinero; el financiamiento corrupto de las campañas, en donde las campañas
para gobernador cuestan en ocasiones ocho o 10 veces más que lo que la ley
permite. ¿De dónde sale ese dinero? Del gobierno, del estado, de empresarios,
de coyotes, de gente que quiere obtener permisos, de contratistas. Y en
ocasiones, aunque no creo que muchas, del crimen organizado.
“Ése
es el problema central. Cuando requieres mucho dinero para acceder a un cargo
público generas dos problemas: uno es la complicidad, porque necesitas
conseguir gente que te pague la campaña… Antes de que gobiernes, ya eres
cómplice de todos los que te pagan la campaña, incluido el gobernador de tu
estado. Y el segundo es el pago, porque tienes que pagar cientos de millones de
pesos que debes, y ahí empieza el problema de corrupción en la obra pública, en
permisos, en contrataciones.”
Concluye:
“Entonces, corrupción y complicidad es lo que está en el centro no sólo de los
procesos electorales, sino de la política mexicana. Si no atacamos ése, que es
el problema central, todo lo demás es secundario”. l
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