El papa Francisco rechaza la dimisión del cardenal Reinhard Marx/
La Arquidiócesis de Múnich y Freising publicó la carta de renuncia -en alemán, inglés e italiano-, del Cardenal Reinhard Marx dirigida al papa Francisco el pasado 4 de junio, aunque fechada el 21 de mayo,.
En ella, el purpurado argumentaba como razón de su renuncia su responsabilidad en la gestión de los casos de abusos sexuales en la Iglesia en Alemania.
Marx, arzobispo de Múnich y Freising, no es cualquier prelado. Es además de arzobispo miembro del Consejo de Cardenales que asesora al Papa en la reforma de la Curia, coordinador del consejo Vaticano para la Economía y, desde 2012 hasta el año pasado, fue presidente de la Conferencia Episcopal Alemana.
El Cardenal Marx de 69 años aseguró: “Sin duda, estos son tiempos de crisis para la Iglesia en Alemania. Por supuesto, hay muchas razones para esta situación, también más allá de Alemania en todo el mundo, y creo que no es necesario exponerlas en detalle aquí”.
“Sin embargo, esta crisis también ha sido causada por nuestro propio fracaso, por nuestra propia culpa. Esto se ha vuelto cada vez más claro para mí al mirar a la Iglesia Católica en su conjunto, no solo hoy, sino también en las últimas décadas ”, aseguró el Cardenal en la carta al Papa.
“Mi impresión es que estamos en un 'callejón sin salida' que, y esta es mi esperanza pascual, también tiene el potencial de convertirse en un 'punto de inflexión'”, precisó.
Y afirmó que “en esencia, es importante para mí compartir la responsabilidad por la catástrofe del abuso sexual por parte de funcionarios de la Iglesia durante las últimas décadas”.
En la carta, Marx dijo que las investigaciones y los informes de abuso durante los últimos 10 años le demostraron sistemáticamente que había habido “muchos fracasos personales y errores administrativos, pero también fallos institucionales o 'sistémicos’”.
Pero el papa Francisco le dijo no a su hermano en cristo.
Me gusta como terminas la carta: “Continuaré con gusto a ser sacerdote y obispo de esta Iglesia y continuaré a empeñarme a nivel pastoral siempre y cuando lo retenga sensato y oportuno. Quisiera dedicar los años futuros de mi servicio en modo más intenso a la cura pastoral y empeñarme por una renovación espiritual de la Iglesia, como Usted incansablemente lo pide”
Francisco le dice..."Y esta es mi respuesta, querido hermano. Continúa como lo propones pero como Arzobispo de Munchen und Freising. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: “apártate de mi que soy un pecador”, y escuchá la respuesta: “pastorea a mis ovejas”.
Respuesta del cardenal alemán..
Responde "en obediencia" a la invitación con la que el Papa ha rechazado su dimisión y le ha instado a continuar en su encargo: ahora, dice el purpurado, es el momento de cambiar. Volver simplemente a lo de siempre no puede ser el camino para él ni para la arquidiócesis, subraya...
"No contaba -escribe el cardenal Marx - con una reacción tan rápida, ni me esperaba la decisión de que debería continuar en mi servicio”.
Y añade que quedó impactado "por el tono fraternal" de las palabras del Papa, por la percepción de haber sido comprendido en las razones de la petición de dimisión, -una petición que tenía de fondo el drama que vive la Iglesia alemana en materia de abusos
Afirmando que acepta la decisión del Papa, el arzobispo alemán se vincula a lo dicho por éste y subraya la necesidad de "buscar nuevos caminos que recorrer", también considerando una historia de múltiples fracasos, "para anunciar y testimoniar el Evangelio".
Marx reconoce que la decisión del Pontífice "representa un gran desafío" para él y, por tanto, concluye, volver "simplemente" a la agenda de "ayer" no puede ser el camino, ni para él ni para la archidiócesis.
La carta del papa a su hermano Em.mo Card. Reinhard Marx. Textual:
Santa Marta, 10 de junio de 2021
Querido hermano,
ante todo gracias por tu coraje. Es un coraje cristiano que no teme la cruz, no teme anonadarse delante la tremenda realidad del pecado. Así lo hizo el Señor (Fil 2. 5-8). Es una gracia que el Señor te ha dado y veo que vos la querés asumir y custodiar para que dé fruto. Gracias.
Me decís que estás atravesando un momento de crisis, y no sólo vos sino también la Iglesia en Alemania lo está viviendo. Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La política del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual. Los sociologismos, los psicologismos, no sirven. Asumir la crisis, personal y comunitariamente, es el único camino fecundo porque de una crisis no se sale solo sino en comunidad y además debemos tener en cuenta que de una crisis se sale o mejor o peor, pero nunca igual[1].
Me decís que desde el año pasado venís reflexionando: te pusiste en camino, buscando la voluntad de Dios con la decisión de aceptarla fuese cual fuese.
Estoy de acuerdo contigo en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo. Caer en la cuenta de esta hipocresía en el modo de vivir la fe es una gracia, es un primer paso que debemos dar. Tenemos que hacernos cargo de la historia, tanto personal como comunitariamente. No se puede permanecer indiferente delante de este crimen. Asumirlo supone ponerse en crisis.
No todos quieren aceptar esta realidad, pero es el único camino, porque hacer “propósitos” de cambio de vida sin “poner la carne sobre el asador” no conduce a nada. Las realidades personales, sociales e históricas son concretas y no deben asumirse con ideas; porque las ideas se discuten (y está bien que así sea) pero la realidad debe ser siempre asumida y discernida. Es verdad que las situaciones históricas han de ser interpretadas con la hermenéutica de la época en que sucedieron, pero esto no nos exime de hacernos cargo y asumirlas como historia del “pecado que nos asedia”. Por tanto, a mi juicio, cada Obispo de la Iglesia debe asumirlo y preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe?
El “mea culpa” delante a tantos errores históricos del pasado lo hemos hecho más de una vez ante muchas situaciones aunque personalmente no hayamos participado en esa coyuntura histórica. Y esta misma actitud es la que se nos pide hoy. Se nos pide una reforma, que – en este caso – no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia. Y toda reforma comienza por sí mismo. La reforma en la Iglesia la han hecho hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar a sí mismos por el Señor. Es el único camino, de lo contrario no seremos más que “ideólogos de reformas” que no ponen en juego la propia carne.
El Señor no aceptó nunca hacer “la reforma” (permítaseme la expresión) ni con el proyecto fariseo o el saduceo o el zelote o el esenio. Sino que la hizo con su vida, con su historia, con su carne en la cruz. Y este es el camino, el que vos mismo, querido hermano, asumís al presentar la renuncia.
Bien decís en tu carta que a nada nos lleva sepultar el pasado. Los silencios, las omisiones, el dar demasiado peso al prestigio de las Instituciones sólo conducen al fracaso personal e histórico, y nos llevan a vivir con el peso de “tener esqueletos en el armario”, como reza el dicho.
Es urgente “ventilar” esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado. No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos). Nos salvará abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez: “he pecado”, “hemos pecado”… y llorar, y balbucear como podamos aquel “apártate de mi que soy un pecador”, herencia que el primer Papa dejó a los Papas y a los Obispos de la Iglesia. Y entonces sentiremos esa vergüenza sanadora que abre las puertas a la compasión y ternura del Señor que siempre nos está cercana. Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16.
Me gusta como terminas la carta: “Continuaré con gusto a ser sacerdote y obispo de esta Iglesia y continuaré a empeñarme a nivel pastoral siempre y cuando lo retenga sensato y oportuno. Quisiera dedicar los años futuros de mi servicio en modo más intenso a la cura pastoral y empeñarme por una renovación espiritual de la Iglesia, como Usted incansablemente lo pide”
Y esta es mi respuesta, querido hermano. Continúa como lo propones pero como Arzobispo de Munchen und Freising. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: “apártate de mi que soy un pecador”, y escuchá la respuesta: “pastorea a mis ovejas”.
Con fraterno afecto.
FRANCISCO
[1] Existe el peligro de no aceptar la crisis y refugiarse en los conflictos, actitud que termina por asfixiar e impedir toda posible transformación. Porque la crisis posee un germen de esperanza, el conflicto - por el contrario - de desesperación; la crisis involucra… el conflicto - en cambio - nos enreda y provoca la actitud aséptica de Pilato: «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes» (Mt. 27, 24)… que tanto mal nos ha hecho y nos hace.
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