15 dic 2007

El bar Colosio

Ocurrió en diciembre de 2007,  se discutía la reforma de justicia penal; hubo alcohol en el Senado...
Crónicas, notas y comentarios sobre la última sesión en el Senado.
-EL C. SENADOR RICARDO MONREAL AVILA: Ciudadano presidente. Esta es la última reserva que de mi parte hice sobre el artículo segundo transitorio.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Si usted me lo permite, señor orador, pediría a la asamblea, pediría a la asamblea guarde silencio en respeto al orador que está haciendo uso de la tribuna. Adelante, señor senador.
-EL C. SENADOR MONREAL AVILA: Gracias, ciudadano presidente. Son a veces los efectos etílicos. No, por supuesto que no. Usted sabe por qué lo digo y lamento mucho que esto suceda en una asamblea, en una disposición y en una discusión tan importante, que le tomen tan poca seriedad a la Reforma constitucional. Me da pena, de verdad, que tengan ese tipo de expresiones. 
Y le agradezco, presidente, haya llamado a la asamblea al orden sólo serán cinco minutos y para evitar los improperios, los gritos y los silbidos, le voy a dejar por escrito la propuesta. No sin antes decirles que me avergüenza y me apena este ambiente.

De mi parte, en este último día de sesiones, agradezco su imparcialidad y la de sus vicepresidentes en la conducción que siempre actuaron con tolerancia. Pero lamento mucho este comportamiento, de no toda la asamblea, pero de una gran parte de la asamblea, que lo único que hacen es silbar, aullar y gritar. Le dejo por escrito mi propuesta, presidente. (Aplausos)
Legislan... ¡hasta atrás!, Reforma Pp,
Mientras los senadores hablaban en tribuna, algunos panistas entonaban villancicos
Nota de Claudia Salazar y Claudia Guerrero
Reforma, (15 de diciembre de 2007).-
La última sesión en la Cámara de Senadores se desarrolló en un ambiente festivo, gracias al alcohol.
El senador del PRD Ricardo Monreal denunció que varios legisladores se encontraban en estado etílico durante la discusión en el pleno de los artículos reservados de la reforma de justicia penal, que tuvo lugar la madrugada del viernes. En tribuna y, posteriormente, en conferencia de prensa, se quejó de que varios legisladores no prestaron atención al debate porque no estaban en sus "cinco sentidos" y lamentó que no haya sanción alguna para aquellos que votan leyes en tal estado. Durante la discusión de los artículos reservados sobre la reforma judicial, en el salón Colosio, ubicado frente al salón de plenos, se sirvieron bebidas alcohólicas para los legisladores.
El final de la sesión se desarrolló en medio de risas y un permanente murmullo, especialmente de aquellos que estaban en los escaños de la parte alta del pleno, cerca de las galerías. Hubo un momento en que, mientras los senadores hablaban en tribuna, legisladores del PAN entonaban villancicos. En tribuna, Monreal se quejó ante la Mesa Directiva del estado de algunos de los asistentes y del ambiente en el pleno, luego de que el presidente de la Cámara alta, Santiago Creel, llamara al orden debido a los silbidos que recibía el perredista."Gracias, ciudadano presidente. Son a veces los efectos etílicos. Usted sabe por qué lo digo, y lamento mucho que esto suceda en una asamblea, en una disposición y en una discusión tan importante, que le tomen tan poca seriedad a la reforma constitucional.
Me da pena, de verdad, que tengan ese tipo de expresiones", manifestó el legislador en tribuna.Ayer, en la conferencia de prensa, señaló que cada quien tendrá que asumir su propia responsabilidad frente a los electores."Me siento muy mal cuando hay una asamblea cuyo principal propósito es otro distinto al de legislar, cuando hay poca atención, poco conocimiento de los asuntos que se tratan y cuando en ocasiones se presentan en estados inconvenientes", recriminó.
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Nota de Andrea Becerril en La Jornada, 15/12/2007;
La discusión de la reforma constitucional en materia de justicia y seguridad pública concluyó la madrugada de ayer en el Senado entre silbidos y abucheos de una mayoría que no quería debatir las propuestas de modificación a aquellos artículos que significan retroceso en la protección de garantías individuales y derechos humanos.
Poco después de las 2 de la mañana, el presidente de la mesa directiva, Santiago Creel, tuvo que llamar al orden a la asamblea para que se permitiera hablar al senador perredista Ricardo Monreal, quien agradeció la intervención, pero desde la tribuna dijo muy claro: “son, a veces, los efectos etílicos”.
Se oyó una voz que trató de desmentirlo, pero Monreal le replicó: “usted sabe por qué lo digo, y lamento mucho que esto suceda en una asamblea. Me avergüenza y me apena este ambiente”.
Se refería al desorden y franco relajo que dominó en el recinto durante la larga noche de discusión de la reforma, en la que una parte de los legisladores convirtió en bar el adjunto salón Luis Donaldo Colosio, en el que pudieron beber desde whisky hasta vino tinto, y sólo regresaban al pleno cuando tenían que votar las 28 reservas a siete artículos de la Constitución y un transitorio.
La transmisión del Canal del Congreso permitía ver un salón semivacío, en el que varios perredistas, como Tomás Torres y René Arce, pero sobre todo Pablo Gómez y Ricardo Monreal, subieron una veintena de ocasiones a tribuna para argumentar en favor de enmiendas a los artículos de la Constitución que permiten a la policía allanar domicilios sin orden del juez, así como arraigar a presuntos delincuentes hasta por 80 días, en los que podrán someterlos a todo tipo de presión.
Gómez recordó su experiencia como preso político, a finales de los setenta, y advirtió que ni en caso del peor de los delincuentes se justifica incomunicarlo o privarlo del debido proceso. Monreal recalcó los riesgos de un régimen de excepción, que quita derechos laborales a elementos judiciales y agentes del Ministerio Público, pero todo fue en vano.
Una vez aprobada la reforma en lo general, con 80 votos en favor, 27 en contra y cuatro abstenciones, aunque muchos senadores de PAN, PRI y Verde Ecologista querían retirarse del salón de sesiones, pero no podían hacerlo porque faltaba aún la discusión en lo particular, y la consigna era no dejar pasar ninguna de las modificaciones propuestas por el Frente Amplio Progresista.
“Ya es tiempo de que se dé un debate digno en un asunto tan trascendental, porque lo que han hecho aquí los patrocinadores de estos textos es la callada por respuesta. ¡Es una cosa vergonzosa!”, les reprochó Pablo Gómez.
Parecía una redición del debate –en la pasada legislatura– de la llamada ley Televisa, sólo que ahora, parte de los legisladores con varias copas encima.
Gómez y Monreal insistían en exponer sus argumentos ante el pleno, mientras grupos de legisladores se refugiaban en el salón Alcoholosio, como alguno de ellos llamó a esa sala donde se recibe a embajadores y mandatarios extranjeros. Los “efectos etílicos” comenzaron a notarse; a algunos senadores les costaba trabajo levantarse de su escaño, y muchos decidieron hasta rechiflar a los perredistas.
A Monreal es a quien peor le fue. El panista Rubén Camarillo le gritó desde la parte de arriba del salón de sesiones –donde bromeaba con sus compañeros de bancada: “¡Ya bájate!”, lo que motivó el aplauso y las burlas de los legisladores priístas y panistas que permanecían en el salón.
“Me da pena que tomen con tan poca seriedad la reforma constitucional. Me da pena que tengan este tipo de expresiones”, replicó Monreal.
Las cámaras del Canal del Congreso captaron al senador panista Federico Doring paseando por los pasillos con un vaso de plástico en la mano, bromeando con sus compañeros que permanecían en ese momento en el recinto.
Pasadas las 2 de la madrugada, Monreal subió a tribuna una vez más, pero cuando empezaba a hablar se desató la rechifla. “Pediría a la asamblea que guarde silencio en respeto al orador”, reclamó Creel, quien ya ocupaba la presidencia.
El perredista no dejó pasar la oportunidad. “Son, a veces, los efectos etílicos”, dijo, y le agradeció el llamado al orden y agregó que “para evitar improperios, gritos y silbidos”, dejaría por escrito su última propuesta de modificación, que tampoco fue aceptada, ni siquiera para discutirla.
Antes de bajar lamentó “ese comportamiento, no de toda la asamblea, pero sí de gran parte, que lo único que hacen es silbar, aullar y gritar”.
Creel clausuró la sesión a las 2 de la madrugada con quince minutos. A esa hora regresó a la Cámara de Diputados la minuta de reforma constitucional en materia de justicia penal y seguridad pública.
Ayer, Monreal dijo que no todo está perdido, y que convocará a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), organizaciones no gubernamentales, colegios de abogados, catedráticos y expertos en el tema a enviar cartas a los diputados para pedir que se modifique esa reforma que crea un régimen de excepción y un Estado policiaco.
Sobre los incidentes de horas antes, dijo que cada uno tendrá que asumir su responsabilidad.
La columna Serpientes y escaleras de Salvador García Soto en El Universal 15/12/2007, señala:

NOTAS INDISCRETAS… La escena la describen senadores que estuvieron ahí. Ante el alargamiento de la sesión en la que se discutían las reformas judiciales, luego de que los perredistas decidieron reservar párrafos completos de los artículos 16, 22 y 29 del nuevo Código Penal, varios legisladores estallaron en quejas. “Esto va a acabar tardísimo y yo tengo muy temprano mi vuelo a Nueva York”, se quejó un senador. Un panista lo secundó: “N’hombre, yo tengo todo reservado para España, a ver si no pierdo mi vuelo”. A la preocupación por sus vacaciones en el extranjero siguió otra. “Si vamos a estar aquí tan tarde que traigan algo para comer”, sugirió un senador. Y su petición fue atendida. A las ocho de la noche llegó la cena y, como no se la iban a bajar con agua, llegaron también varias botellas de vino y otras bebidas alcohólicas que empezaron a servirse en el Salón Luis Donaldo Colosio, que fue habilitado como una especie de “bar” a donde los legisladores llegaban intermitentemente a echarse la copita y a brindar, mientras en el salón de plenos seguía la discusión de la reforma judicial. El efecto etílico no tardó en sentirse. Para las 12 de la noche comenzaron las rechiflas a los senadores que subían a tribuna a argumentar en contra de los artículos reservados. Por el bar Colosio se vio muy animados a los panistas Federico Döring y a Humberto Aguilar Coronado; también brindaban efusivos los priístas y no podían faltar los del FAP. En el salón parlamentario convertido en cantina se vio a Dante Delgado y Alberto Anaya. En fin, que en esas condiciones aprobaron una de las reformas más urgentes y sensibles para el país. ¡Salud!..

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