21 mar 2008

Natalicio del Benemérito


El Presidente Calderón en la Ceremonia del CCII Aniversario del Natalicio del Benemérito de las Américas, Benito Juárez. Viernes, 21 de MarzoDiscurso:
Ciudadano Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Senador José González Morfín, Vicepresidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores.
Respetables descendientes de don Benito Juárez.
Invitados especiales.
Integrantes del presídium.
Señoras y señores:
El día de hoy la Nación entera rinde homenaje a uno de los más grandes hijos de nuestro pueblo, don Benito Juárez.
Un día como hoy, hace 202 años, nació en Guelatao este hombre que a la postre sería uno de los padres fundadores del México de leyes y de instituciones que nos ha sido legado y cuyo pensamiento universal lo ha hecho ser considerado el Benemérito de las Américas.
La historia nacional tiene inscrito su nombre en sus páginas más brillantes, pues consagró su vida a forjar una Nación en la que imperara la justicia, la igualdad y la libertad.
Juárez fue el gran artífice de la República, fue el más férreo defensor de las instituciones que hoy dan sustento a la vida nacional.
Gracias a él, y a una extraordinaria pléyade de liberales, nuestro pueblo pudo construir una Patria de libertades y derechos, de orden y de respeto.
Formado en el derecho y en la filosofía, él sabía que la Independencia de México no era suficiente para convertirnos en una verdadera Nación, sino que necesitábamos leyes que tuviesen al ciudadano como principio y como fin, para ser, así, un país más libre, más justo e igualitario.
Juárez escribió que la ley siempre había sido su espada y su escudo. Su profunda visión de Estado le permitía comprender que no podríamos ocupar un lugar entre las naciones libres, si manteníamos las instituciones y estructuras sociales del pasado, de la era colonial.
Siendo Gobernador de Oaxaca, Benito Juárez se opuso al caudillismo de Santa Anna, argumentando que un sistema democrático y eminentemente liberal, como el que nos rige, tiene por base esencial la observancia estricta de la ley; ni el capricho de un hombre solo ni el interés de ciertos grupos de la sociedad, forman su esencia.
Así, junto a una generación de liberales impulsó la Constitución del 57 y las Leyes de Reforma. Fue precisamente aquí, en Palacio Nacional, símbolo vivo de la historia Patria, donde vivió y donde también promulgó la Constitución de 1857, que buscaba la conformación de un Estado moderno y vigoroso, mediante el respeto pleno a las libertades individuales.
En esa Constitución se consagraron principios fundamentales como la libertad de pensamiento y de expresión, de prensa y de asociación; se consagró la garantía de igualdad, el derecho de petición, la no retroactividad de la ley, el principio de legalidad y la prohibición de contratos que cancelaran la libertad del hombre.
Esta Carta Magna también estableció la libertad económica y del trabajo, proclamó la defensa de la propiedad y la prohibición de los monopolios. Se trataba de una Constitución liberal, no sólo en lo político, sino también liberal en lo económico.
Juárez llegó a la Presidencia en momentos sumamente difíciles y de zozobra, en la Guerra de Reforma; desde allí, su primera consigna fue respetar y hacer respetar la Constitución y a las instituciones de la República.
Él, claramente sostenía que el Primer Gobernante de una sociedad no debe tener más bandera que la ley.
Ante la invasión del Imperio de Napoleón III, Juárez defendió el interés nacional con elevado sentido patriótico; sin recursos mantuvo en funciones al gobierno y en la adversidad se mantuvo incólume en su anhelo, que era el anhelo de toda su generación, de consolidar una Nación de orden y de paz.
Con este ideal como causa, Juárez portó con gallardía la Bandera Nacional en su andar itinerante por el territorio para proteger nuestra soberanía y la vida misma de la República ante la invasión extranjera y la traición.
A su regreso a la capital, después de haber derrotado al invasor y haber afirmado la vigencia de la Ley de la República, el Benemérito dejó en claro que la fuerza de la ley es superior a la fuerza de las armas y legó al mundo la consigna de que: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
Como escribiera de él don Francisco I. Madero: Juárez era la encarnación de la ley, el representante genuino de la legalidad.
El Presidente Juárez sabía que la única manera de garantizar que nuestra Nación floreciera como una República organizada como Federación y sustentada en un régimen democrático de libertades, era forjando un auténtico Estado de Derecho.
Gracias a la República de leyes que nos legó Juárez, es posible la convivencia plural, pacífica y democrática.
Gracias a la vigencia de la ley es posible la discusión libre de las ideas y la toma de decisiones de las instituciones democráticas.
Gracias a la ley es posible el diálogo y sólo puede oponerse al diálogo quien tiene miedo a las ideas.
Para él, escribió don Andrés Henestrosa, el poder tenía el límite de la justicia y no había justicia posible sin ética; las leyes eran sagradas porque expresaban la altura máxima de una aspiración moral y de paz colectiva.
Por ello, hoy el llamado que nos hace la historia es a unir fuerzas y trabajar con un elevado sentido del deber para que los ideales plasmados en nuestra Constitución cobren plena vigencia y contribuyan al bienestar de los mexicanos.
Hoy el mayor reto es impulsar el progreso de México por la vía de las instituciones y de las leyes que nuestros más insignes próceres, como el Presidente Juárez, nos legaron.
Debemos impulsar el progreso de México y la prosperidad de nuestro pueblo, haciendo que los más nobles ideales de nuestra Patria, expresados en la ley, se cumplan en beneficio de todos.
Nuestra generación tiene la alta encomienda de luchar por el fortalecimiento del Estado de Derecho para que en México se cumplan los postulados de libertad, igualdad, seguridad jurídica, que nos consagra la Carta Magna.
Debemos hacerlo para que nuestros hijos puedan crecer, vivir, desarrollarse y ser plenamente felices en un país de libertades, en un país seguro y libre de violencia.
Debemos hacerlo para que en nuestra Nación, en ella imperen el orden, el respeto a los derechos de cada persona y el acceso efectivo a la justicia.
El alto deber de garantizar y de actuar en la legalidad, aplica por igual a partidos políticos, gobiernos y ciudadanos.
Quien ignora la ley y las instituciones de la República, ofende la memoria de Benito Juárez.
Señoras y señores:
El ejemplo de Juárez reclama de todos los actores políticos y sociales, grandeza para imponer justicia, nobleza para privilegiar los intereses comunes sobre los individuales, así como responsabilidad y generosidad en el ejercicio de nuestros deberes.
Construyamos un México más próspero, siguiendo la senda de legalidad, rectitud y patriotismo por la que condujo su vida Juárez.
Como lo señaló el propio Henestrosa, Juárez vive, su pensamiento político es actual y vigente; él pensó y trabajó para todos los hombres, de todos los tiempos y en cualquier lugar que nacieran.
Así que, viva el Presidente Juárez.
Qué viva el México de libertades y de instituciones que nos legó.
Y qué viva México.
Muchas gracias.
Fuente: Presidencia de la República.

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