2 may 2008

Arnaldo Córdova y Héctor Aguilar

Entre amigos:
Intercambio de misivas en El Correo Ilustrado de La Jornada
De Arnaldo Córdova a Héctor Aguilar Camín; 2/05/2008:
No estoy seguro de entender qué quiere decir Héctor Aguilar Camín cuando me revira que “el centro de un debate fértil sobre petróleo no es privatizar o no”. La cuestión es precisamente ésa, no porque lo propongamos nosotros, sino porque es el asunto que proponen las reformas de Calderón. Que polarice no le debería extrañar a mi amigo. Ya estamos polarizados, nos han polarizado.
No sé por qué Héctor no entiende lo que es “no privatizar”. Como lo dije en mi artículo, queda claro que privatizar es pasar del patrimonio público bienes que van a dar a manos de privados. No privatizar es no hacerlo. Tampoco por qué vuelve a plantear el asunto de los privados en su relación con Pemex. Le dije en mi artículo que hay muchísimas cosas que a Pemex le conviene más que se las hagan los privados, pero mediante contrato de servicios y pago acordado. Luego afirma que la clave no es si se debe contratar a privados, sino “dónde y cómo”. Obvio.
Por lo demás, estoy perfectamente de acuerdo con mi amigo en que uno de los mayores problemas de nuestra empresa nacional es la corrupción que la devora. Me pregunta si los contratos del sindicato con la empresa son públicos o privados. Hay un contrato colectivo de trabajo; lo demás no puede saberse y él debe entender el porqué.
Me queda claro que Héctor sabe perfectamente de qué se trata todo, pues me dice: hay “que hablar de ‘renacionalizar’, de ‘rexpropiar’ o ‘desprivatizar’ Pemex” (estas palabras suyas deberían decirle que ese asunto sí está en el centro); “hay que erradicar a los contratistas hijos de la corrupción y la opacidad”; se necesita hacer transparente a la empresa y dotarla de “un consejo de administración independiente” (aunque no sé qué entiende por eso), obligado a una permanente “rendición de cuentas al Congreso”, hay que informar del “destino de los excedentes petroleros”, rematando con que “lo primero que hay que garantizar es que Pemex sea una empresa transparente, verdaderamente pública”. A mi querido Héctor no podrá ocultársele que todos esos temas ya nos han polarizado y lo seguirán haciendo sin remedio.
Con mi afecto y mi amistad indeclinable.
Arnaldo Córdova
De Aguilar Camín a Arnaldo Córdova; 30/04/2008;
Tomo nota de las precisiones de Arnaldo Córdova sobre el significado jurídico de “privatizar” (La Jornada, 27/4/08). No puedo honrar su invitación a una discusión jurídica, pues carezco de calificaciones para ello.
Lo que puedo decir es que, en mi opinión, el centro de un debate fértil sobre Pemex y el petróleo no es privatizar o no. Entre otras cosas porque “privatizar” no es una palabra simple, como queda de manifiesto en el análisis del propio Arnaldo. Polariza el debate en bandos inconciliables. Esta palabra ambigua crea polos adversarios. Cada quien entiende con esa palabra lo que quiere entender.
Por mi parte, no entiendo muy bien lo que se dice con “no privatizar” cuando se habla de Pemex, una empresa cruzada de arriba abajo por contratistas y proveedores privados. (Por cierto: ¿los contratos del sindicato con la empresa, son públicos o privados?) En aras de la congruencia habría que hablar de “renacionalizar”, “rexpropiar” o “desprivatizar” Pemex.
¿Pero hay que desprivatizar Pemex? ¿Los contratistas y proveedores de Pemex son indeseables por el hecho de ser privados? ¿Hay que erradicarlos por ser privados? Mi opinión es que no. Si eso fuera posible, sería absurdo. Hay que erradicar a los contratistas hijos de la corrupción y de la opacidad, por ser caros y malos, y por colaborar no a la eficiencia sino a la ineficiencia de Pemex.
La pregunta clave para mí no es si debe haber o no contratos y proveedores privados en Pemex, sino dónde y cómo. La respuesta obvia es donde convenga para que Pemex sea la empresa eficiente que no es.
¿Cómo garantizar que “lo que convenga” no termine en la opacidad, la corrupción y la ineficiencia que caracterizan hoy a Pemex? Haciendo transparente a la empresa, con todos los mecanismos a la mano: un consejo de administración independiente, rendición de cuentas al Congreso, publicación en Internet de las operaciones de la empresa, el destino de los excedentes petroleros, etcétera.
La opacidad, la corrupción y la ineficiencia son los verdaderos enemigos de Pemex, no los contratos privados. Por eso, lo primero que hay que garantizar es que Pemex sea una empresa transparente, verdaderamente pública.
Éste es el tema central, en mi opinión. Ni el diagnóstico gubernamental ni su iniciativa de ley lo abordan con claridad. Ojalá el debate pueda llevarlo al centro del ruedo y, en su momento, al centro de la nueva ley.
Para Arnaldo, mi respeto y mi cariño.
Héctor Aguilar Camín

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