11 feb 2011

Víctimas y periodismo

Víctimas y periodismo/Jorge Fernández Menéndez


La información debe ser precisa, cierta, verosímil: No se vale, ni con las personas ni con las instituciones, jugar al rumor o a las profecías cumplidas.

Excélsior, 11 de febrero de 2011;

En el programa que hacemos en televisión con Bibiana Belsasso, que se llama Todo Personal, decimos que en el poder y en la política todo, absolutamente todo, es personal. Y es verdad, cuando se dice que un ataque en términos de poder no se hace en forma personal se suele estar mintiendo, eso incluye, por supuesto, a los medios que juegan cada vez más como espacios de poder. Como decía a los periodistas el redactor jefe del Detroit Free Press y autor de Absence of Malice, Kurt Luedtke (gracias a mi amigo Fred Álvarez que me envió el texto): “De sus juicios discrecionales penden reputaciones y carreras, sentencias de cárcel y precios de mercaderías, espectáculos de Broadway y suministros de agua. Ustedes son el mecanismo de la recompensa y el castigo, los árbitros de lo justo y de lo injusto, el ojo incansable del juicio cotidiano. Ya no moldean, simplemente, la opinión pública, sino que la han suplantado”.


Por eso, la información, sobre todo la que determina reputaciones y carreras, la que forma la opinión sobre la personalidad de los personajes públicos, debe ser precisa, cierta, verosímil: no se vale, ni con las personas ni con las instituciones, jugar al rumor o a las profecías cumplidas. Lo recuerdo porque el infundio del supuesto alcoholismo del presidente Calderón es eso: una infamia que nació con el rumor que manejó un periodista que se ha equivocado en muchas de sus apuestas profesionales en los últimos años y que hace ya algunos años inventó que el Presidente era alcohólico y que incluso, aunque usted no lo crea, que se habían hecho remodelaciones en Los Pinos para construir un bar donde los miembros del primer círculo presidencial se echaban sus copas. Me llamó para preguntarme si tenía información al respecto y le dije que era ridículo. Sin embargo, esa “información” se publicó. Pero no pasó nada, porque se dijo que no era personal, que era sólo un rumor. Pero su grupo de amigos, y muchos que buscaban revancha por los resultados electorales de 2006, lo siguieron manejando, se le hizo crecer, se le utilizó como campaña en internet, se le llevó sin ninguna razón aparente a la Cámara de Diputados y, quizás como parte de todo ese andamiaje, finalmente se exigió que el rumor fuera confirmado o desmentido. De cualquier forma se le convierte en nota. Me parece vergonzoso: es todo lo contrario de lo que debe ser un buen trabajo periodístico.

Porque, además, me consta, como a muchos otros comunicadores, que es un infundio que no tiene base alguna en la realidad. En mi caso conocí a Felipe Calderón en 1989, en el suplemento Página Uno del unomásuno, del que entonces yo era director y un muy joven Felipe Calderón comenzó a ser un asiduo colaborador. Desde esa época, hace más de 20 años, seguí su carrera, conocí a su familia, nos tocó, como todo periodista y todo político, coincidir en algunas cosas y disentir en otras. Me tocó, junto con Germán Dehesa, al que tanto seguimos extrañando, presentar, poco antes de las elecciones de 2006, un libro de Felipe Calderón y en aquella oportunidad dije lo mismo que estoy diciendo ahora: se puede o no estar de acuerdo con Calderón, ese es un terreno político, pero es un hombre cabal, honesto y sin vicios.

Lo he visto muchas veces, antes y durante su Presidencia, y puedo refrendar lo anterior. Y sé que ningún comunicador ha sido testigo de una situación inconveniente.

Todo eso lo sabía y lo vivía también una amiga cercanísima de la familia Calderón Zavala, también periodista, tan cercana que su hijo era cuidado muchas veces por Margarita. Pero en 2006 se sintió traicionada por el resultado electoral en un contexto donde, como muchos, había tomado partido con absoluta claridad. Estaba en su derecho, pero entonces la amistad de antaño se convirtió en un conflicto donde todo se volvió personal. Y el periodismo se transformó en otra cosa: al rumor que se sabía que era falso se intentó convertirlo en información.

¿Cuántas preguntas, cuántos debates falsos se podrían crear utilizando rumores, sobre todo tipo de personajes públicos, incluidos los comunicadores que los convierten en información? El conflicto entre Carmen Aristegui y MVS es un conflicto entre particulares, donde juegan otros intereses, otras perspectivas, otros juegos políticos y personales, que me parece que no pasan por la libertad de expresión. Ellos decidirán cuál es su futuro.

También les decía Kurt Luedtke a sus periodistas, que “hay hombres y mujeres buenos que no se presentan para cargos públicos, temerosos de que ustedes descubran sus puntos flacos, o se los inventen. Muchas personas que han tenido tratos con ustedes desearían no haberlos tenido. Ustedes son caprichosos e imprevisibles, son temibles y temidos, porque no hay manera de saber si esta vez serán honrados y exactos o no…”

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