2 ene 2012

El Año del Dragón Acuático

El Año del Dragón Acuático/Pedro J. Ramírez, director de El Mundo
Publicado en EL MUNDO, 01/01/12;
Como el que avisa no es traidor, sepan ustedes que este año voy a echar llamaradas de fuego por la boca y agua a presión por la nariz. Avivaré muchos incendios pero contribuiré a apagar otros tantos, no necesariamente los mismos ¿El bombero pirómano? No: el dragón acuático.
Incluyan la decisión de publicar hoy el primer diario español con fecha 1 de enero desde tiempo inmemorial en las dos categorías a la vez: con la información arden los bosques y se sacia la sed. Pero considérenlo un mero anticipo. Mi año nuevo no comenzará sino el 23 de enero y hasta entonces todo será el precalentamiento del boxeador que pelea con su sombra.
Nunca he tenido especial predilección por la cultura oriental y mi color no es el amarillo sino el azul. Tampoco me impresiona mucho que en 2012 el régimen de Pekín vaya a consolidar su estatus de superpotencia. Comprenderán, sin embargo, que lo que pone ante mí el horóscopo chino sea una tentación imposible de resistir.
En primer lugar porque los nacidos entre el 27 de enero del 52 y el 13 de febrero del 53 lo hicimos bajo el signo del dragón y al repetirse esa circunstancia cada 12 años, ahora nos toca exhibir todos nuestros poderes. No es una cuestión baladí: ojo con el dragon power.
Basta acudir a la acreditada página de horóscopos chinos brujitas.net para comprobar que «los dragones son capaces de trabajar en cualquier cosa para demostrar lo que valen, tienen la capacidad de predecir lo que va a suceder y se preocupan de solucionar cuantos problemas surjan». Que nadie se tome pues a humo de pajas mi insistencia en que Orbyt es la puerta de entrada hacia una nueva edad de oro de los periódicos. Ofrecer esa obra colectiva y jerarquizada que es la prensa diaria a cualquier hora, en cualquier lugar del mundo y a través de cualquier dispositivo electrónico es el citius, altius, fortius de la sociedad de la información. Ustedes, los 50.000 suscriptores que hoy nos leen, son los pioneros de algo que se generalizará pronto.
Es cierto que aunque los dragones somos «activos, honestos y afortunados», también somos «impacientes, tercos e intolerantes» (madre mía, yo tengo que luchar contra eso). En todo caso, si acometemos un empeño no lo abandonamos y esto atañe por igual a las investigaciones sobre Blanco, Urdangarin o el 11-M. Pero, atención chicas, porque los dragones somos «gente muy humana y tierna que se entrega por completo al amor».
Tener el privilegio de haber nacido bajo el signo del dragón implica formar parte de una cofradía que incluye a grandes rebeldes como Dalí, Warhol, Kubrick, Lennon, Luther King o el Che Guevara; a escritores inconformistas como Neruda, García Márquez, Cela, Celaya o Buero; a intérpretes de sueños como Plácido Domingo, Rafael de Paula o Shakira o a deportistas del talento y tenacidad de Pelé, Indurain, Drazen Petrovic, Marta Domínguez o Guti. En cuanto a los políticos baste decir que cuatro de los seis padres de la Constitución -Roca, Pérez Llorca, Herrero de Miñón y el añorado Gaby Cisneros- eran dragones del año 40, al igual que los volcánicos Alfonso Guerra y Alejandro Rojas Marcos.
Claro que hay dragones y dragones. Existen de hecho cinco categorías, correspondientes a otros tantos elementos: los de madera, fuego, tierra, metal y agua. Cada 12 años la conjunción astral produce una de esas variedades y así como los de la generación del 40 eran dragones de madera, los de la del 52 somos dragones de agua.
Volviendo a las fuentes de autoridad astrológica, fíjense lo que dicen concretamente de nosotros: «El frecuentemente impetuoso dragón se ve aplacado por el líquido vital que le ayuda a canalizar su entusiasmo y energía. El nativo de un año del dragón de agua es muy talentoso y liberal, siempre abierto a nuevas experiencias e ideas, sobresale en las relaciones públicas y hablando en público». Oh, we, happy few!
Las matemáticas no fallan: puesto que en el horóscopo chino hay 12 animales, equivalentes a nuestros 12 signos del Zodiaco, y cada uno de ellos se subdivide en esas cinco variedades, eso significa que sólo una vez cada 60 años, en la práctica sólo una vez en la vida, se reproduce la conjunción astral exacta de nuestro nacimiento. Y teóricamente se trata del mejor de los augurios.
Pase por lo tanto que Rajoy no haya incluido en su gobierno a González Pons -dragón de madera del 64- pues seguro que reserva para él altos designios. Pero en cambio rondan la temeridad tanto el descarte del siempre útil Federico Trillo, como su caprichoso antagonismo con Rosa Díez en el debate de investidura, pues se trata de los dos más destacados dragones de agua de la clase política.
Ambos estarán conmigo en que ser depositarios oficiales de la buena suerte precisamente en el momento en que vas a cumplir 60 años no induce sino a una especie de retruécano de la zozobra. Yo por de pronto, entre llamarada y llamarada, pienso fijarme bien en donde piso. He de reconocer en todo caso que la reciente experiencia de Esperanza Aguirre apuntala mi confianza pues, aunque ella también es como nosotros de la quinta del 52, su cumpleaños de pasado mañana aún forma parte del año chino que está a punto de concluir bajo el patronazgo del conejo de metal; ¿y quién no firmaría en esa encrucijada crítica de la vida obtener una mayoría absoluta y superar una enfermedad con la contundencia con que lo ha hecho ella?
En el lado contrario de la balanza pesa sin embargo lo ocurrido con Rubalcaba que, siendo de julio del 51, también debía haber sido tocado por la diosa de la fortuna durante los pasados meses. No entraré en esos achaques que él mismo viene haciendo tan estructurales y recurrentes como la barba o la malicia, pero su gran apuesta política no ha podido desarrollarse peor. Sólo alguien perteneciente a la empecinada banda del conejo de metal -Bono acertó, sin saberlo, con lo de la «liebre mecánica»- e incapaz de imaginarse en otra actividad distinta de la intriga puede tener, por cierto, el desparpajo de pretender encarnar ahora el futuro del PSOE después de haber perdido cuatro millones de votos por el camino.
Que tenga cuidado porque Carme Chacón nació en el mismo año del cerdo -con perdón- de metal que Soraya Sáenz de Santamaría y todos los augurios para ellas y sus coetáneos del 71 son razonablemente buenos. Nada comparado desde luego con sus antecesores del 59 y primeros días del 60 que como cerdos de tierra parecen destinados a obtener grandes logros en el 2012. Es el caso de dos miembros del nuevo Gobierno: Luis de Guindos y Ana Mato.
Más vale que esas predicciones del horóscopo chino le sirvan al primero de aliento ante la hercúlea tarea que le espera, pues van a ser los únicos indicadores favorables de los que disponga en mucho tiempo. De momento, el primer ajuste gubernamental ha llevado la consternación por doquier; pero ni aquellos a quienes menos nos gusta que la confiscación tributaria anteceda a las reformas podemos dejar de reconocer que se trata de una respuesta enérgica al repunte del cáncer galopante del déficit. Los mercados nos dirán mañana mismo si vamos por el buen camino y las decisiones de las próximas semanas sobre negociación colectiva o gasto autonómico, si el sacrificio merecerá la pena.
En cuanto a la inesperada ministra de Sanidad hay que consignar de entrada en su haber -y tal vez se deba a la inspiración astral- el acierto de denominar «violencia en el entorno familiar» a la ideologizada «violencia de género» zapateril, provocando la reacción airada de su antecesora. Lástima que Mato no tuviera los reflejos de darle a Pajín la contrarréplica de la casuística, sobre todo estando bien reciente el suceso del bombero madrileño que se suicidó travestido de mujer tras asesinar a su pareja homosexual. Nadie catalogó su crimen como «violencia de género» pero las Bibianas y las Leires lo habrían hecho sin titubeo alguno si el bombero se hubiera quitado la vida vistiendo su machista uniforme reglamentario tras ataviar femeninamente a su víctima. Lástima que la vida rehúse discurrir por los cauces establecidos por el legislador.
Aunque en el Gobierno no hay ningún dragón -y mucho menos acuático- es sorprendente el elevado cupo de quienes van a iniciar el año chino con predicciones favorables. También Pedro Morenés, rata de tierra -con perdón; y en este caso lo digo porque como titular de Defensa también tendría que serlo de mar y aire-, se encuentra en el segmento con mejores augurios dentro de los nacidos bajo el signo de su animal. Digamos que junto a los mentados ministros de Economía y Sanidad tiene un sobresaliente en materia de previsiones de buena suerte.
Pero es que el resto están en el notable. Es el caso de los tigres de metal Wert, Arias Cañete, Fernández y Montoro; de los gallos de fuego Pastor y Soria, del perro de tierra que, dicho sea sin intención alguna, es Gallardón -el mejor acogido por cierto del Gobierno- y de la caballo de fuego Báñez. Todos aparecen en el segundo segmento con mejores perspectivas dentro de los de su signo.
La excepción a la regla es García-Margallo -mono de madera- tal vez porque durante un buen periodo de tiempo su acción diplomática va a tener que estar basada en vender el humo de nuestro propósito de enmienda en materia de disciplina fiscal. Sí, su Gobierno ha recortado 15.000 millones, ¿pero qué pasa con los otros 20.000 y con lo que siga apareciendo bajo las alfombras? Menudo marrón.
Tampoco le son nada propicios los hados chinos al presidente del Congreso, el gallo de agua Jesús Posada, y tal vez eso explique el ridículo falsete de su primer quiquiriquí en el episodio del móvil de Rubalcaba. Al menos en seis ocasiones se reprodujeron imágenes equivalentes en la pasada legislatura sin que Bono prorrumpiera en descalificaciones y amenazas pues no pudo por menos que admitir la prevalencia del derecho a la información.
Vaya chapuza de servicios jurídicos tiene, dicho sea de paso, el Congreso de los Diputados: jamás de los jamases había visto invocar el caso Sullivan versus The New York Times como argumento contra la libertad de prensa. Como su informe sobre Amaiur tenga el mismo rigor que éste sobre los fotógrafos, además del grupo parlamentario, el Tribunal Constitucional va a terminar entregando a los abertzales uno de los leones de bronce como mascota.
El horóscopo chino nos advierte también de que este Año del Dragón va a ser complicado para los tigres de agua y las cabras de fuego. Créanme o no pero Blanco pertenece a la primera categoría y Urdangarin a la segunda. ¿Habrán consultado el Supremo y Anticorrupción esos pronósticos antes de proceder a imputarles graves delitos? No lo creo porque como tan atinada como erróneamente dijo el Rey, «la Justicia es igual para todos». Por cierto que los astrólogos chinos recomiendan al jefe del Estado, buey de fuego del 38, un cuidado moderado de su salud.
¿Y sobre Rajoy qué? ¿Cómo es posible que este horóscopo no incluya auspicios ni favorables ni desfavorables para un cabra de madera del 55 como él? Ya estaba yo pensando que a lo mejor todo esto es una tontería y que más me habría valido empezar el año escribiendo otro tipo de Carta, cuando topé con la siguiente frase: «De todas formas tengan en cuenta que la mejor dirección de cara a este año chino 2012, de acuerdo con el feng shui, es el noroeste».

Puesto que el feng shui era una variedad de la geomancia, sólo accesible al círculo íntimo del emperador, que buscaba la armonía vital mediante la orientación adecuada de palacios y tumbas, esto ya son palabras mayores. Así que, tomen nota: todas las abluciones y ovaciones, todos los ruegos y plegarias deberán hacerse este año mirando a Pontevedra. Pero como algunos servimos más para la crítica que para el halago, a mí se me ocurre de momento que, ya que la subida de impuestos vulnera una de sus más nítidas promesas electorales, debió haber sido Rajoy quien al menos diera la cara el viernes.
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