Verdadero
cambio: legalizar/Jorge G. Castañeda
Reforma 12
Abr. 12;El pasado 8 de abril, los expresidentes Cardoso, Gaviria y Zedillo publicaron un nuevo artículo sobre el tema de las drogas en América Latina. En el mismo tenor que sus pronunciamientos anteriores, pero con mayor precisión y de manera más explícita, reiteran que "cuarenta años de inmensos esfuerzos no lograron reducir ni la producción ni el consumo de drogas ilícitas [...] frente a la ineficacia y las consecuencias desastrosas de la guerra contra las drogas [reconocido] el fracaso de la estrategia prohibicionista y la urgencia de abrir un debate sobre políticas alternativas".
Hablan ya de regular la mariguana como el alcohol y el tabaco. Felicitan a los presidentes de Guatemala, Colombia y Costa Rica por empezar a proponer opciones y hablan de las experiencias recientes: "Europa en materia de salud pública y reducción de daños; experimentos médicos de algunos estados de Estados Unidos con usos medicinales de la marihuana; la movilización de los sectores empresariales y de la comunidad científica, y la expectativa de los jóvenes...".
Junto con posiciones igual o
más explícitas de otros ex mandatarios como Fox, intelectuales como Fuentes y
Vargas Llosa, se suman un número creciente de voces, encabezadas por los
presidentes Juan Manuel Santos, Otto Pérez y Laura Chinchilla, de que esto no
funciona.
En el caso estrictamente
mexicano un grupo de empresarios y académicos de Monterrey ha adoptado
definiciones muy claras, así como México Unido Contra la Delincuencia que
organizó un foro de gran repercusión sobre este tema a mediados de febrero.
Pero la consecuencia más importante es que empieza a cambiar el discurso de los
políticos en activo, quisiera referirme a los casos más importantes: Josefina
Vázquez Mota y Enrique Peña Nieto. Hace
un par de días JVM anunció que tendría una nueva estrategia para la lucha
contra la delincuencia. Dijo, hasta donde entendí, que manteniendo al
Ejército en las calles y sin pactar con el narco concentraría los recursos y
esfuerzos en combatir la violencia que afecta a la gente, en particular
secuestro, extorsión, asalto en vía pública y en domicilio. Esto es un cambio tácito a la estrategia de Calderón que concentró
recursos y prioridades en el combate al narco sin importar el costo.
En un mundo ideal de recursos
ilimitados es factible combatir tanto al narco como a los delitos que afectan a
la sociedad; incluso en algunos casos pueden ser los mismos individuos quienes
hacen ambas cosas. Pero ante los recursos limitados de México esto no es
posible. Decir, como hace JVM, que va a concentrar los recursos en combatir la
delincuencia que afecta a la gente, aunque
ella no lo vea o entienda así, implica desconcentrar los recursos de la guerra
contra el narco. Desconcentrar los recursos de la guerra contra el narco
significa "dejar pasar la droga" a Estados Unidos. Y si no se
legaliza es fomentar la cultura de la ilegalidad e impunidad; como nadie quiere
hacer eso llegamos a la recomendación de los expresidentes: cambiar la ley y
adaptarla a la realidad.
Peña Nieto en su libro, sus
artículos en El Universal y en su breve ensayo publicado en Reforma ha dicho
lo mismo: va a concentrar el esfuerzo en combatir los delitos, homicidios,
extorsión, secuestro que afectan a la gente.
Es lo mismo que varios hemos
dicho desde hace 5 años: el que escribe, Rubén Aguilar, Héctor Aguilar Camín,
la revista Nexos, MUCD y muchos otros. Pero hacerlo en un contexto de escasez
de recursos significa concentrar a las fuerzas del Estado en proteger a la
ciudadanía o en combatir al narco. Pensar que se pueden hacer ambas cosas es
una ingenuidad o peor, una tontería. Qué bueno que Vázquez Mota y Peña Nieto
hayan dado un paso, consciente o inconsciente, incipiente o de gran alcance,
retórico o sustantivo que nos aleja de la hecatombe de Calderón.
www.jorgecastaneda.org;
jorgegcastaneda@gmail.com
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