Bruselas
estrecha el cerco fiscal a las multinacionales tras el ‘caso Panamá’
Impondrá
a las grandes empresas controles similares a los que ahora solo tiene la banca
Claudi
Pérez
El País, Bruselas
10 ABR 2016
Hace
ya un lustro la OCDE anunció el fin de la era del secreto bancario, Europa
inició una cruzada por la transparencia fiscal y el entonces presidente francés
Nicolas Sarzozy declaró “el fin de los paraísos fiscales”. A pesar de las
resonantes declaraciones de los últimos tiempos, los expertos creen que el
balance de ese activismo político es deprimente. Bruselas lanzará su enésima
ofensiva esta semana, a rebufo del escándalo de Panamá: la Comisión Europea
planea obligar a las multinacionales a desvelar toda su información fiscal.
Impondrá a las grandes empresas controles similares a los que ahora solo tiene
la banca.
Los
paraísos fiscales son engranajes básicos del capitalismo financiero. Utilizados
por ricos y poderosos de todo el mundo y combatidos con escaso éxito desde hace
años, están situados en el mismísimo centro de la crisis europea, que en
algunos países ha acabado convertida en una crisis fiscal. Los hay a escasos
kilómetros de la UE (en el Canal de la Mancha, por ejemplo); algunos analistas
denuncian que incluso dentro, en países que acreditan prácticas fiscales que
están al filo de lo permitido: Irlanda, Holanda, Bélgica, Austria y Luxemburgo.
Los 11 millones de datos filtrados por el Consorcio Internacional de
Periodistas revelan que 12 jefes de Estado y de Gobierno y más de 200 políticos
usaban el despacho de Mossack Fonseca en Panamá, con innumerables conexiones al
más alto nivel en Europa. Y han activado una oleada de indignación ciudadana
con consecuencias políticas: un nuevo arreón legislativo en Bruselas que esta
vez, aseguran los líderes europeos, no quedará en agua de borrajas.
La
Unión dispara en varias direcciones, a pesar de que los asuntos fiscales son
muy espinosos: se trata de una competencia nacional y el más mínimo paso
encuentra siempre formidables resistencias. Bruselas asegura que en seis meses
tendrá una lista de jurisdicciones no cooperativas (eufemismo de paraísos fiscales,
a su vez eufemismo de esas lavanderías de dinero sucio o que no quiere pagar
impuestos) y estará en condiciones de imponer sanciones. La Comisión tiene en
marcha varias iniciativas más al hilo del escándalo LuxLeaks, que hace un año
largo descubrió miles de pactos de multinacionales con Luxemburgo por los que
evitan pagar impuestos en otros Estados y acaban pagando menos del 1% en el
pequeño ducado que ha dirigido el jefe de la Comisión, Jean-Claude Juncker,
durante dos décadas.
El
borrador de la última propuesta, que se dará a conocer el martes, obliga a las
multinacionales a proporcionar información país por país de sus beneficios y
dónde pagan impuestos; incluso de cuánta gente emplean en cada lugar, para
identificar las denominadas “empresas buzón”, tapaderas que permiten pagar al
fisco allá donde sea menos oneroso. El refuerzo de los controles será para
empresas con ingresos de más de 750 millones de euros; con esa cifra se
controlarían “aproximadamente el 90% de los beneficios”, según el proyecto.
Bruselas apunta que las multinacionales “tendrán obligaciones de transparencia
fiscal similares a las que ahora existen para los bancos”. Las fuentes
consultadas admiten que la fuerte presencia de entidades financieras europeas
en los papeles de Panamá —tres entidades españolas, Santander, BBVA y Banco
Sabadell, por ejemplo— quita mucha fuerza a ese argumento.
En
una versión anterior de este artículo se citaba erróneamente a La Caixa como
una de las entidades que aparecen relacionadas con los papeles de Panamá.
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