Los símbolos del Adviento
Ayer domingo 28 de noviembre comenzó el Adviento, es decir, el camino de la espera hacia la Navidad, y cuyo símbolo más reconocible es la corona iluminada por cuatro velas.
Se enciende una vela durante cuatro semanas para descubrir símbolos y significados.
La corona de Adviento -dice Vatican News-, al parecer apareció por primera vez entre los luteranos alemanes en el siglo XVI, pero fue introducida incluso más tarde, en 1839, por el pastor protestante Johann Hinrich Wichern, quien fue uno de los fundadores de la “Home Mission”, la Misión Doméstica, un movimiento pionero en Alemania relacionado con la pastoral urbana.
La primera corona era una gran rueda de madera con muchas más velas, veinte pequeñas para los días de semana y cuatro para los domingos. Más tarde, esta tradición típica de las iglesias protestantes alemanas fue adoptada también por las iglesias católicas. Al principio sólo se encontraba en lugares eclesiásticos, pero con el tiempo entró en los hogares de todo el mundo.
El Adviento, las velas y los días de espera
Se dice que los niños del orfanato dieron la idea al pastor Wichern. Esos niños no dejaban de preguntarle cuántos días faltaban para la Navidad. Y efectivamente, con sus velas que se encienden cada domingo, la corona de Adviento marca el paso del tiempo. ..
La corona de Adviento ayuda a hacer visible el tiempo de espera y de llegar a estar juntos. Su forma circular hace referencia al principio y al final, alfa y omega, dentro de la eternidad y la unidad. Un giro que siempre vuelve y que lleva, en sí mismo, la perfección divina. Es un símbolo del amor infinito del Señor.
Ramas de pino y abeto
En pleno invierno, la naturaleza desvanece sus colores, pero resplandece con sus plantas siempre verdes, que no se marchitan. Por ello, la corona está hecha de ramas de pino y abeto para recordarnos la vitalidad y la esperanza.
Velas
En la familia reunida le corresponde encender las velas al más pequeño. Hoy en día, la mayoría de ellas son rojas, el color típico de la Navidad, pero si se quiere seguir el tiempo litúrgico, las dos primeras deben ser de color violeta y la tercera de color rosa, como las vestimentas de los sacerdotes. La eventual, y menos común, quinta vela para el día de Navidad debería ser blanca.
El color violeta recuerda el significado original y más profundo del Adviento, que originalmente consistía en prepararse para la Navidad mediante el ayuno y la penitencia, mientras que el rosa alude a la alegría y el blanco a la pureza absoluta de Jesús, la luz del mundo.
La primera vela
Se enciende al comienzo de la primera semana de Adviento..
El papa Francisco habló durante el rezo del ángelus sobre el primer domingo de Adviento que se celebra este domingo 28 de noviembre.
En el Evangelio de la liturgia de hoy, se habla de la venida del Señor al final de los tiempos. “Jesús anuncia acontecimientos desoladores y tribulaciones, pero precisamente en este punto nos invita a no tener miedo. ¿Por qué? ¿Porque todo irá bien? No, sino porque Él vendrá. Jesús volverá. Lo ha prometido”, aseguró el Papa.
Y recordó que “precisamente en los momentos en que todo parece acabado, el Señor viene a salvarnos” y animó a “esperarlo con alegría incluso en medio de las tribulaciones, en las crisis de la vida y en los dramas de la historia”.
El Papa afirmó que en el Evangelio el Señor explica cómo “no dejarse absorber por las dificultades, los sufrimientos y las derrotas”, que es a través de la “vigilancia” que según el Papa Francisco “está ligada a la atención” y significa no permitir “que tu corazón se vuelva perezoso y que tu vida espiritual se ablande en la mediocridad”.
Por eso alertó del peligro de ser un "cristiano adormecido", “sin ímpetu espiritual, sin ardor en la oración, sin entusiasmo por la misión, sin pasión por el Evangelio”.
Y animó a estar atentos “para no arrastrar nuestros días a la costumbre, para no ser agobiados por las cargas de la vida”.
Durante el comentario del Ángelus, el Papa invitó a preguntarse qué pesa a mi espíritu y cuáles son “las mediocridades que paralizan, los vicios que me aplastan contra el suelo y me impiden levantar la cabeza”. También alentó a estar pendiente de las cargas que pesan sobre los hombros de los hermanos.
“Estas preguntas nos hacen bien, porque ayudan a guardar el corazón de la acedia, que es un gran enemigo de la vida espiritual. La acedia es esa pereza que nos sume en la tristeza, que nos quita la alegría de vivir y las ganas de hacer. Es un espíritu maligno que ata al alma en el letargo, robándole la alegría”, aseguró.
Para evitar esta situación el Papa animó a añadir “un ingrediente esencial: el secreto para ser vigilantes en la oración” porque “es la oración la que mantiene encendida la lámpara del corazón. Especialmente cuando sintamos que nuestro entusiasmo se enfría, la oración lo reaviva, porque nos devuelve a Dios, al centro de las cosas. Despierta el alma del sueño y la centra en lo que importa, en el propósito de la existencia”.
“Incluso en los días más ajetreados, no descuidemos la oración. La oración del corazón puede ayudarnos, repitiendo a menudo breves invocaciones. En Adviento, acostumbrémonos a decir, por ejemplo: "Ven, Señor Jesús". Repitamos esta oración a lo largo del día: ¡el ánimo permanecerá vigilante!”, aseguró.
Además pidió a los presentes en la plaza de San Pedro del Vaticano a repetir tres veces esta oración: “Ven. Señor Jesús”.
Y animó a pedir a la Virgen María que nos acompañe en el camino del Adviento porque “ella esperó al Señor con un corazón vigilante”.
Fuente Vatican News, y Aci-prensa.
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