11 feb 2024

El papa Francisco y el Presidente Javier Milei

El papa Francisco y el Presidente Javier Milei se abrazaron el domingo en la Basílica de San Pedro en un encuentro de fe y política..; fue el primer encuentro entre el Papa argentino y Milei, que una vez llamó "imbécil" al Pontífice por defender la justicia social. 


El Presidente, que se sentó a la derecha del Papa en el altar principal durante el acto, se inclinó y dio al Papa un gran abrazo cuando Francisco se acercó en silla de ruedas al final del servicio.

"Muchas gracias...!!!", escribió Milei en Instagram junto a una foto del abrazo.

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“¿Te cortaste el pelo?”, “¿Le puedo dar un beso?”: cómo fue el saludo entre Milei y el Papa que selló la “pax”

El lenguaje corporal, el abrazo y el beso en el que se fundieron los dos pareció marcar una reconciliación tras las tensiones

Elisabetta Piqué, CORRESPONSAL EN ITALIA

La Nación, 

ROMA.- La “pax” que venía a buscar Javier Milei después de los agravios y los epítetos irreproducibles que en los últimos años le dedicó al máximo jefe de la Iglesia católica llegó este domingo, 24 horas antes de la audiencia oficial prevista para mañana. Ocurrió cuando se dio el tan esperado saludo entre los dos en la Basílica de San Pedro, al final de la ceremonia, que se esperaba formal, pero que superó todas las expectativas. Entonces Milei y el papa Francisco se fundieron en un abrazo impactante, que lo dijo todo. Y tuvieron un breve intercambio, marcado por sonrisas, una conexión evidente entre los dos y el clásico humor porteño de Jorge Bergoglio, arma que suele utilizar para superar incomprensiones y tensiones y comenzar nuevos procesos.

“¿Te cortaste el pelo?”, fue lo primero que dijo el Papa, sonriente, al ver por primera vez al mandatario famoso por su cabellera desordenada y patillas, mientras se estrechaban las manos, tal como pudo verse en imágenes publicadas por el medio católico norteamericano EWTN, en las que pueden oírse partes del diálogo que se dio en ese momento.

Evidentemente emocionado y quizás descolocado por esa pregunta, Milei le contestó al Papa: “Me emprolijé”. Y le preguntó: “¿Le puedo dar un beso?”. Francisco, de 87 años, le contestó enseguida, sin dudar: “¡sí, hijo, sí!”. En ese momento Milei se abalanzó sobre él, que estaba sentado en su silla de ruedas y lo abrazó con fuerza, como si se tratara de un hijo pródigo.

“Es un gusto verte y gracias por venir, vos que sos medio (judío), que Dios te bendiga”, le dijo a continuación el papa Francisco, cariñoso como un abuelo, siempre sonriente y en tono totalmente distendido e informal, demostrándose listo para iniciar un diálogo constructivo, como dijo recientemente en una entrevista, en la que por segunda vez le bajó el tono al pasado de insultos, diciendo que es normal que se digan ciertas cosas en campaña.

A su turno también Karina Milei, la hermana del primer mandatario, secretaria General de la Presidencia, vestida de riguroso negro, también pidió permiso para darle un beso al Pontífice, que por supuesto accedió. “Gracias por recibirnos”, le dijo la alta funcionaria. “Gracias por apoyarlo a él”, le contestó Francisco, mirándola a los ojos seriamente, demostrando estar muy al tanto del crucial papel que juega ella, “el jefe”, como la apodó su propio hermano.

Cuando la canciller, Diana Mondino, también pasó a saludar con un beso, el Papa pareció decirle, también con gestos, y como le acotó Milei, que estaba detrás, que había que “tener mucha muñeca, dada la aspereza del otro lado”. Pero no se entendió si eso fue dicho en el marco de un contexto de política internacional -y el viaje recientemente hecho a Israel-, o de coyuntura interna. “Dios es más grande”, comentó entonces Francisco, levantando los brazos, con la sonrisa siempre intacta y despidiéndose con su clásico “recen por mí, que yo rezo por ustedes”. Y diciendo “hasta mañana”, en referencia a la audiencia oficial prevista para este lunes a las 9 de la mañana en el Palacio Apostólico.

Lo cierto es que ese “body language” (lenguaje corporal), el abrazo y el beso en el que se fundieron los dos -considerados hasta ahora en cierto modo adversarios, enemigos o polos opuestos-, fue una imagen que valió mucho más que mil palabras. Y una señal de que, quizás, el demorado viaje a la Argentina, una asignatura pendiente, está más cerca que nunca. Porque, aunque fue muy breve ese saludo, fue emotivo. Se dijeron sin decir muchas cosas y hubo conexión, cercanía, disposición a una nueva fase.

El “miracolo” (milagro) de algún modo pareció provocarlo Mama Antula, la primera santa argentina, que con su canonización dio pie a la visita de Milei. El mandatario libertario tuvo una excusa para viajar a Roma y concretar esa “pax” añorada no sólo por él, que dijo públicamente haberse arrepentido por haber ofendido al “argentino más importante de la historia”, sino por buena parte de los argentinos.

En el saludo posterior a la ceremonia, en efecto, con ese abrazo se dio la cicatrización de una herida abierta, la superación de la famosa “grieta”, que también se había formado a raíz de esas misas de desagravio organizadas por curas villeros durante la campaña electoral. Entre los argentinos presentes en la ceremonia, por lo bajo todos hablaban de la esperanza de una nueva etapa, de diálogo, de unidad, de un viaje “sanador” del Papa a su tierra.

Por eso, si algunos tenían dudas en cuanto a este primer cara a cara de mañana entre los dos mandatarios con ideas de política-económica en las antípodas en cuanto a cómo enfrentar el flagelo del hambre y la pobreza, este primer encuentro fue una muy buena señal. Aunque nadie excluye que probablemente en ese cara a cara, que será a solas y tendrá lugar en la Biblioteca del Palacio Apostólico, sin flashes de por medio, el Papa podrá expresarle la misma preocupación manifestada por los obispos argentinos, alarmados por el aumento de la pobreza, el hambre, los comedores sin fondos, la alta inflación, la devaluación, etc, Jorge Bergoglio también escuchará los planes del flamante presidente. Un outsider de la política que cree que si está allí es porque “las fuerzas del cielo” lo quisieron, que tiene un mandato para cumplir y que Francisco escuchará con atención porque sabe, además, que es alguien que le ha devuelto a parte de los argentinos la esperanza de un futuro distinto, mejor.

Francisco escuchará con esa buena predisposición que tiene y tuvo con todos los mandatarios de su atribulada madre patria, que necesita diálogo, unidad, serenidad, y a quien intentará ayudar a salir adelante, más allá de cualquier diferencia ideológica. Como siempre el Pontífice -“pontifex” puente-, apuntará a superar lo que divide y buscar lo que une, por el bien de todos.

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Mama Antula fue una mujer laica del siglo XVIII que cuidaba a los pobres y ayudaba a mantener la espiritualidad jesuita con vida en Argentina después de que la orden religiosa, a la que pertenece el Papa, fuera expulsada.

Muchos argentinos acudieron a la canonización, que se convirtió en una fiesta argentina en Roma. Milei saludó a seguidores en los bancos a su entrada en el tempo y posó para fotos antes de la liturgia, mientras que mujeres argentinas en particular rendían homenaje a una santa que desafió las normas para las mujeres de su tiempo para difundir su fe.

En su homilía, Francisco elogió a Mama Antula como modelo de caridad e instó a los fieles a tocar de verdad las heridas de los pobres, igual que Jesús superó el miedo y el prejuicio para tocar las heridas de los leprosos.

Mama Antula, que nació como María Antonia de Paz y Figueroa, es una figura venerada por los argentinos, una mujer que dejó atrás una vida de privilegio para difundir la espiritualidad jesuita en Argentina después de la orden fuera expulsada de las colonias españolas. Es especialmente reverenciada por las mujeres argentinas como modelo de fuerza e independencia en una época en la que las opciones de las mujeres en la vida se reducían al matrimonio o entrar en un convento.

El actual arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, dijo que sería un error pensar que Mama Antula está solo siendo elevada ahora porque el Papa es un jesuita argentino.

García Cuerva recordó que el proceso empezó en 1905, y que fue el Papa Benedicto XVI quien la colocó en la vía cuando la declaró venerable en 2010.

"Es un don de Dios, que el Papa Francisco - Papa argentino, un Papa jesuita - pueda canonizarla. Pero Mama Tula es santa más allá de Francisco", declaró.


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