6 feb 2008

La hora de la Nación: Calderón

En la ceremonia del XCI aniverrsario de la Constitución Política de 1917, el presidente Calderón convocó a los Poderes de la Unión, a los tres órdenes de Gobierno, y a la sociedad a un pacto nacional por la legalidad y la seguridad.
Acompañado de gobernadores de todos los partidos políticos, el presidente expresó las palabras de Venustiano Carranza, al afirmar que sólo “acabando con todas nuestras rencillas” y aplicar la obligación de la Ley Suprema se llevará a “vivir la vida tranquila de los pueblos libres, por el respeto a la libertad y al derecho de cada uno”.
El mandatario estuvo acompañado, del secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y del presidente interino del Instituto Federal Electoral, Andrés Albo Márquez.
Ceremonia del XCI Aniversario de la Constitución Política de 1917
Querétaro, Querétaro, 5/02/2008; discurso:
Ciudadano Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Senador Santiago Creel Miranda, Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión.
Diputado Arnoldo Ochoa González, Vicepresidente de la Mesa Directiva de la Honorable Cámara de Diputados.
Señoras y señores, y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Maestro Andrés Albo Márquez, Presidente del Instituto Federal Electoral.
Doctor José Luis Soberanes Fernández, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Honorables integrantes del presídium.
Señoras y señores legisladores.
Señores gobernadores.
Señoras y señores integrantes del Poder Judicial, de los Poderes Judiciales en las entidades federativas.
Señoras y señores presidentes municipales.
Invitados especiales.
Señoras y señores:
Hoy conmemoramos el XCI Aniversario de la Promulgación de la Constitución General de la República. En este mismo recinto, legisladores de ideologías diferentes y provenientes de las distintas regiones del país sesionaron para otorgar al pueblo la Ley Suprema que garantizara sus derechos, que forjara los cimientos institucionales de México y que permitiese dar paso a la convivencia ordenada y armónica entre los mexicanos por la vía de la legalidad.
Aquí se reunieron los constituyentes para establecer un Estado de Derecho que rigiera a nuestro pueblo y cuyo pilar sería nuestra Carta Magna.
Hoy rendimos homenaje a José Natividad Macías, a Francisco J. Mújica, a Heriberto Jara, a Cándido Aguilar, Félix Palavicini, a Alfonso Cravioto, Paulino Machorro, Froylán Manjarrez, Gabriel Rojano, Román Rosas, Arturo Méndez, Jesús Romero Flores y a todos los legisladores de aquél Congreso Constituyente que actuaron con un alto sentido de patriotismo y responsabilidad con la historia.
Aquí, en el Teatro de la República, estos patriotas actuaron con altitud de mira, teniendo plena conciencia de que el bienestar del país estaba por encima de cualquier diferencia ideológica o política, legislaron para el futuro y, al mismo tiempo, retomaron lo mejor de nuestro pasado.
Establecieron en la Ley Suprema las garantías individuales, los principios de igualdad y libertad, el federalismo y la división de Poderes; incorporaron, entre otras cosas, la soberanía de la Nación sobre sus recursos naturales, así como las reivindicaciones sociales enarboladas por los líderes de la Revolución Mexicana.
En este día reconocemos estos principios como nuestro gran legado histórico. El orden constitucional que nos heredaron nuestros antepasados es el patrimonio más importante que tenemos los mexicanos.
La Constitución del 17 es la síntesis de la historia del pueblo mexicano en busca de su organización; es la síntesis del pueblo de México en la búsqueda de un Estado que rigiese nuestra convivencia y nos lleve a un futuro de prosperidad y bienestar.
Honrar a la Constitución es reconocer el pasado que nos formó como Nación y los ideales sobre los que se ha cimentado el país. Es reconocer el proyecto nacional que nos legaron los fundadores y forjadores de la Patria.
En nuestra Carta Magna encontramos los ideales de independencia, soberanía e igualdad, enarbolados por los Insurgentes; así la Constitución del 17 es digna heredera de la de Apatzingán del 14, cuya consigna era lograr que los mexicanos conquistaran para sí la libertad y así dejar de ser súbditos para convertirse en ciudadanos de un país de leyes.
Es también digna legataria de la de 1824, que estableció los lineamientos para un sistema de Gobierno democrático y republicano, regido por los principios de división de poderes, una federación con estados libres y soberanos.
La Constitución del 17 refrendó lo que ahora orgullosamente somos: una República, una República representativa, democrática y federal.
La Ley Suprema también retomó el espíritu liberal de la Constitución del 57 al consagrar las libertades de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa y de enseñanza, así como las garantías de igualdad y legalidad.
La historia nacional está marcada por la lucha de nuestro pueblo por consolidar un pacto social, por la gesta de nuestra Nación para llegar a acuerdos fundamentales y defender el orden constitucional con la fuerza del Estado mismo.
Así, en este día recordamos también con gratitud la lucha de don Benito Juárez por preservar el Estado de Derecho frente a cualquier amenaza.
Como afirmó y creyó siempre el Benemérito de las Américas: la prosperidad de la Nación, decía, sólo puede conseguirse con un inviolable respeto a las leyes.
Reconocemos también en esta fecha la gesta de don Francisco I. Madero, quien se levantó contra la violación continua de la Constitución por parte de la dictadura.
Su sacrificio nos recuerda que los gobernantes somos los primeros obligados en cumplir la ley y que los ciudadanos deben siempre exigir sus derechos.
Sólo preservando el Estado de Derecho avanzaremos en nuestro proyecto de Nación, sólo por la vía de la legalidad nos acercaremos a los sueños e ideales de nuestros próceres.
Por eso, y como ha dicho aquí el señor Gobernador de Querétaro, la suprema razón del Estado, es la ley.
El poder del Estado y del Gobierno que lo representa es el poder la de ley, el poder de la Constitución; la razón del Estado es la Constitución y los valores y principios que sustenta.
Y por eso también son tres las obligaciones fundamentales que protestamos cumplir todos los servidores públicos de la República: la primera es cumplir la ley, la segunda es hacer cumplir la ley, la tercera es mirar en todo por el bien y la prosperidad de los gobernados.
Por ello siguen vigentes las palabras de Carranza, quien al protestar la Constitución de 1917 en este mismo recinto, dijo:
Ahora sólo queda la obligación de ir a la práctica de la Ley Suprema, llevándola en nuestras manos como la enseña que nos hará grandes, justos y respetados entre los demás pueblos de la tierra, que nos traerá la paz y la prosperidad, y que, acabando con todas nuestras rencillas, nos llevará a vivir la vida tranquila de los pueblos libres, por el respeto a la libertad y al derecho de cada uno.
Señoras y señores representantes de los Poderes de la Unión y de las entidades federativas:
Quienes lucharon por darnos un país de leyes, sabían que la única manera de garantizar que nuestra Nación floreciera como República democrática, organizada como Federación y sustentada en un régimen democrático de libertad, era forjando un auténtico Estado de Derecho.
Esto era indispensable para que la ley fuera la mayor garantía del cumplimiento de la voluntad popular.
Por ello, en esta fecha solemne, subrayo que la mejor forma de honrar la Constitución es cumplir sus mandatos, como piedra angular de nuestro Estado de Derecho.
México es, en efecto, un Estado de Derecho porque nuestra Constitución consagra un principio fundamental que consiste en la sumisión del poder a la supremacía de la ley.
Somos Estado de Derecho porque nuestra Nación se sustenta en la separación de los poderes, en el reconocimiento y el respeto irrestricto de los derechos fundamentales, así como en el principio de legalidad que debe observar todo acto de autoridad.
Nadie puede estar por encima de la ley, así lo ordena la Constitución, el poder del Estado está subordinado al orden jurídico vigente, en un ambiente de respeto absoluto a los derechos de las personas y al orden público.
En un verdadero Estado de Derecho las autoridades se rigen y rigen sometiéndose a las leyes. Sin embargo, no basta que exista una autoridad pública sometida a la Constitución y a las leyes que de ella emanan, un verdadero Estado de Derecho exige también la sujeción de los ciudadanos al cumplimiento de las normas.
Los ciudadanos deben ver, en el cumplimiento de la ley, la mayor garantía de los derechos, la sociedad debe sujetar su actuar cotidiano al orden legal. Ésta es la base de una auténtica cultura de legalidad.
En un Estado de Derecho la ley es el máximo referente en todo acto de la autoridad y los ciudadanos; sólo ello puede garantizar que la convivencia social y la vida pública se desarrollen en un marco de orden, respeto y prosperidad, lo que es indispensable para que la sociedad viva tranquila y segura.
Nuestra Constitución es y debe ser el primer instrumento de Gobierno, el mecanismo rector de nuestro sistema político y la mayor salvaguarda de los derechos y libertades de los ciudadanos.
Nuestra Constitución garantiza la unidad de la Patria, fortalece a nuestra democracia como forma de vida, asegura la integridad del territorio, el pacto federal y la fuerza de la identidad nacional.
Por ello reitero que honrar a la Constitución es cumplirla, trabajar en la consecución de los ideales que le dieron origen; honrar a la Constitución es emular el ejemplo de nuestros héroes, quienes ofrendaron hasta la vida en aras de un país de leyes, un México de instituciones.
En su promulgación fue brillante teoría y sólido asidero de la vida colectiva, hoy debe ser práctica sana y generalizada que contribuya siempre a la convivencia pacífica y armoniosa de los mexicanos en la búsqueda del bien común.
Señoras y señores:
El llamado que nos hace la historia es unir fuerzas y trabajar con un elevado sentido del deber, para que los ideales plasmados en nuestra Ley Fundamental cobren vigencia y contribuyan al bienestar de los mexicanos.
El reto de hoy es impulsar el progreso y la prosperidad de la República mediante el cumplimiento irrestricto del orden constitucional, nuestra generación tiene la alta encomienda de luchar por el fortalecimiento del Estado de Derecho para que en México se cumplan los postulados de libertad, igualdad y seguridad jurídica que consagran nuestra Carta Magna.
Debemos hacerlo para que nuestros hijos puedan crecer, estudiar, desarrollarse, ser felices en un país de libertad, en un país seguro y libre de violencia.
Debemos hacerlo para que en nuestra Nación impere el orden, el respeto a los derechos de cada quien y el acceso efectivo a la justicia, para que todo abuso de poder y todo atentado contra la legalidad sean sancionados.
La delincuencia que atenta contra los derechos y contra la seguridad de las familias mexicanas, la corrupción o la impunidad que debilitan el orden público, son males que debemos combatir mediante el cumplimiento de la ley; sociedad y autoridades estamos obligados a conducirnos con apego al marco legal.
En este día de la Constitución, como Presidente de la República hago un llamado a cumplir sus mandatos, este llamado es una convocatoria a formar un frente común por la seguridad de nuestras familias, por las libertades de los ciudadanos, por la prosperidad de México.
Nuestra lucha por un México seguro es una lucha por la legalidad, en la que ninguna autoridad federal, estatal o municipal, ningún miembro de la sociedad puede ni debe quedar excluido.
Todos, todos debemos unir fuerzas para que la ley sea el máximo referente del actuar de las autoridades y de los ciudadanos.
Por eso convoco a los Poderes de la Unión, a los tres órdenes de Gobierno, a la sociedad entera, a un acuerdo por la legalidad y la seguridad.
Desde este recinto, que hace 91 años albergó a la generación de patriotas que dieron a México su Ley Fundamental, hago un llamado a un pacto nacional por la legalidad y la seguridad, un llamado que implica ratificar nuestro compromiso y nuestro deber de cumplir y hacer cumplir la Ley Fundamental.
Nuestro compromiso de someter coincidencias o divergencias al cauce institucional establecido por la Carta Magna.
La Constitución y el Estado de Derecho no deben ser mito esculpido en piedra, sino el ideal que conduzca a la Nación hacia un destino de justicia y prosperidad.
Todos los mexicanos estamos llamados a asumir nuestro papel en la historia nacional y a sumar fuerzas en torno a nuestra delicada tarea de combatir la inseguridad y heredar un país de leyes a las generaciones futuras.
Debemos, en suma, seguir la lucha para hacer prevalecer el orden y combatir a quienes pretenden imponer sus intereses al margen de la ley.
Como lo señalaba el gran liberal José María Luis Mora: la salvación de la República no debe depender de accidentes personales, sino de la imperturbable supremacía de las leyes.
Esta hora de la Nación nos ofrece la posibilidad de llevar a nuestro pueblo hacia un mejor futuro por la vía de la legalidad, seamos la generación de los acuerdos y de la corresponsabilidad.
Seamos la generación que supo construir para el futuro, seamos la generación que supo conducir a México a la prosperidad por los cauces que nos marca la Constitución.

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