9 nov 2009

Ramírez Acuña


Ramírez Acuña un vil y vulgar calumniador/ Felipe Moreno
Lunes 9 de Noviembre de 2009)
Quien acusa, siempre tiene la obligación de probar o comprobar sus aseveraciones; esa es una máxima en el terreno de la ley o el simple derecho.
La semana pasada el efímero Secretario de Gobernación del Presidente Felipe Calderón y actual Presidente de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados, el jalisciense Francisco Ramírez Acuña afirmó ante los reporteros que cubren la fuente en la Cámara baja el termino de los llamados "chayos"; impugnación directa que provocó la ira e indignación de todos aquellos hombres y mujeres dedicados al noble y difícil oficio del periodismo político. Y es que, tratar con las bestias corruptas que nos gobiernan, nunca ha sido sencillo y menos en la Cámara de Diputados donde se encuentran todos los especímenes de nuestra geografía política y obvio de todos los llamados partidos políticos.
Sin duda, Francisco Ramírez Acuña acusa y demuestra ignorancia, falta de conocimiento total en la materia y, una vez más, el porque dejó de ser secretario de Gobernación durante los primeros meses del nuevo y genocida gobierno que a la fecha lleva en su cuenta un poco más de 15 mil cadáveres sembrados por todo el territorio nacional; más los que se acumulen en los próximos tres años.
Hablar del "chayo" sin conocimiento tiene sus riesgos, señor Ramírez Acuña; por lo mismo es necesaria una rectificación de sus dichos o la comprobación de los mismos, antes de quedar como un vil y vulgar calumniador. Porque, si es cierto que en la Cámara de Diputados se reparte dinero a los reporteros, primero habrá que ver quien lo da y quien es el que se lo queda, dado que esas supuestas dádivas no han llegado a los hombres y mujeres que cubren esa fuente informativa para sus múltiples medios de comunicación.
En este espacio de reflexión política y ante la llegada del panismo a la Presidencia de México ya apuntábamos cual sería la nueva relación Prensa - Gobierno, y después de casi nueve años de panismo parece no nos equivocamos. Así que, como un breviario político o un recordatorio reproducimos aquel artículo dedicado a Vicente y Marta o al panismo en general.
La "nueva" relación prensa - gobierno ¿con Fox o con Acción Nacional?
La modernidad y los cambios tienen que ser parejos, ningún sector de la sociedad puede sustraerse a los nuevos tiempos que estamos viviendo. Ni siquiera el relativo a los medios de comunicación. En este contexto, la relación Prensa - Gobierno debe sufrir una brusca sacudida. Su estado es tan lamentable que incluso se torna enfermizo. A nadie conviene esta situación de aparente libertad, más ficticia que real.
Desde sus orígenes, en las épocas cardenistas, las oficinas de prensa del Gobierno Federal, ideadas para controlar los flujos informativos y difundir las acciones meritorias del régimen, comenzaron a sufrir una rápida metamorfosis. Lo que pretendió ser un mecanismo de control y suministro informativo, de pronto adoptó otras modalidades realmente inverosímiles. Por esas dependencias comenzó a pasar todo. Las nóminas se abultaron considerablemente, hasta llegar y convertirse en una pesada maquinaria burocrática cuya única función era proporcionar un boletín informativo que, en muchas ocasiones, contenía todo menos información.
Alrededor de estas oficinas de Prensa se han tejido las historias más increíbles y sorprendentes. Se habla de verdaderos " magos y genios " del manejo informativo. Se han calumniado y deshecho honras, como también, es cierto, algunos han llegado a amasar verdaderas fortunas familiares.
En el pasado mediato, hombres como Humberto Romero, Fausto Zapata, Amado Treviño, Francisco Galindo Ochoa y Rodolfo Landeros, entre muchos otros, dejaron testimonio de prolíficas historias sobre ese vicio que todos dicen saber, pero que muy pocos conocen, el mal llamado "chayote".
Esta tradición tiene dos orígenes. Uno en alusión a una secretaria llamada Rosario que trabajó en la secretaría particular de la Presidencia de la República, al lado de Humberto Romero. De ahí que, de cariño y en recuerdo a su memoria se le recuerde como "chayo". La otra, deformada por la costumbre, se refiere estrictamente a esa verdura espinosa que por lo mismo le causa escozor a quien la toca.
En otros años no sólo fue permitido este "método de control", también fue alentado y, al amparo del poder público, muchos hombres dedicados al noble oficio del periodismo acumularon cuantiosas fortunas, casas, yates, concesiones, gasolineras, ranchos, haciendas, placas de taxi, etcétera.
El espíritu del periodismo se deterioro rápidamente y la función de informar comenzó a trastocar sus principios fundamentales llegando a violentar la misma ética del periodista.
El periodismo debe ser preciso y objetivo. Se había llegado al punto de que muchas cosas se ocultaban detrás de una gigantesca montaña que no dejaba pasar ni los rayos del sol. No se trata de relatar una historia de villanos, héroes o traidores. Era esa la costumbre que marcaba la época.
Los que instrumentaron la medida y los cautivados consideraron - en su tiempo y momento- que esa fórmula debía prevalecer en las relaciones Prensa - Gobierno. Pero, por ese sendero fueron creciendo matorrales. Poco a poco la maleza cubrió el camino hasta hacerlo verdaderamente intransitable. Hoy, un alguien debe limpiarlo.
Pocos intentos se han hecho. Nadie se atreve siquiera a tocar el tema, ni siquiera en privado. Pareciera que nadie es capaz de enfrentarse a semejantes tabúes, esa hidra es algo verdaderamente impenetrable. ¿Cómo tocar algo tan vergonzante y peligroso? ¿Qué dirá la opinión pública cuando se entere que el gobierno otorgaba canonjías y otros estímulos a los dueños de los medios y sus representantes, fueran estos de Prensa escrita, Radio o Televisión?
En otros tiempos, esta forma de "hacer política" fue el pan de todos los días. Así se hizo y así fue aceptada, incluso por los mismos lectores o receptores. Sólo como un dato cultural, cabe hacer mención que durante las épocas echeverristas y lopezportillista estos métodos llegaron a su clímax. Las prebendas que fueron otorgadas a los medios durante un sexenio como el diazordacista llegaron a ser catalogadas como "increíbles". Los "embutes" a los periodistas superaron considerablemente a los famosos " cañonazos " del General Álvaro Obregón de los años 30. Esto fue a todos los niveles, sin importar estratos ni ideologías.
Estos usos y costumbres, comenzaron a sentir un sensible decremento recién llegado el sexenio de Miguel de la Madrid. A partir de ahí, la frase que hizo famosa el expresidente José López Portillo: " no te pago para que me pegues " comenzó a ser sustituida por otra que ahora reza " - entre los representantes de los medios - " no te pago y no me pegues".
Pero, al margen de frases y palabras, durante el sexenio de MMH el control comenzó sobre oficinas de prensa y sobre medios impresos y electrónicos. Quizá en ese intento delamadridista por profesionalizar el uso y manejo de la información uno que otro falló, como parece ser el caso de Miguel González Avelar, quien, según dijo el columnista Ángel Viveros del periódico " El Financiero " en esos años, "González Avelar manejaba una cuenta especial en la desaparecida secretaría de Programación y Presupuesto". El columnista deja entrever que González Avelar se beneficio de ella. Si esta versión es cierta, el duranguense es uno de los publirrelacionistas más ricos del sistema político de México.
La relación entre los jefes de prensa y los periodistas se ha deteriorado, da la apariencia de un enfermo desahuciado que terminará por desencadenar mayores males y quizá provoque una "epidemia" de la cual no se salvaran ni las nuevas generaciones. Jóvenes que piensan que el periodismo es una mina de oro o una panacea que les resolverá infinidad de problemas, sobre de tipo individual.
Tanto pecaba el funcionario que repartía como el periodista que recibía la canonjía. En este medio hay buenos y malos, no se trata de relatar historias o decir que hombres como Francisco Galindo Ochoa, Fausto Zapata, Humberto Romero y otros fueron "buenos jefes de Prensa" por sus " excelentes relaciones" con los medios, y que otros no fueron tan eficientes por no ser proclives a los estímulos y recompensas. Simplemente, debe aceptarse como una realidad superada, en donde las acciones y decisiones de un Presidente o cualquier servidor público se dieron así, sin engaños ni mentiras.
El tocar el tema y modificación de la relación Prensa - Gobierno, en estos momentos es para el rescate de la dignidad perdida por muchos medios y periodistas que han caído en el abuso de practicar vicios hasta el exceso, usos y costumbres que no benefician a México y menos a su proceso histórico en la llamada era del tercer milenio.
La relación Prensa - Gobierno debe dejar de ser perversa. Tal y como hoy lo estamos viendo con la difusión de conversaciones privadas para cubrir fines políticos. Los verdaderos profesionales de la actividad periodística no podemos seguir " nadando " en esas "supuestas albercas desbordantes de riqueza", que en la mayoría de las veces no existen, bien porque nada de lo que se dice es cierto y sólo es producto de la fantasía; o porque sólo son parte de una serie de estrategias y tácticas de aquellos chantajistas que se dicen llamar " controladores de medios ", los que hacen creer a un funcionario, sea gobernador o cualquier político; el tener una capacidad sobrada para manejar periodistas. Estos tipos y tipas, llegan con su víctima y le dicen que es necesario otorgarle favores a "ciertos" periodistas para mejorar o fortalecer su "deteriorada" imagen. Como si todo en la prensa escrita, fuera eso, un simple negocio.
En esta profesión nadie controla a nadie, la noticia es noticia por si misma. Buena o mala vale lo mismo. No tiene un precio comercial y eso lo sabe mejor que nadie uno que es dueño de un medio de comunicación, aquel que contrata profesionales para que estén a su servicio.
Es cierto, en este sexenio se han derribado barreras y desechado practicas que en otros tiempos fueron persecutorias. Hoy existe una mayor apertura. El presidente de la República - Ernesto Zedillo- ha sido objeto de severas críticas, en la mayoría de las veces injustas o equivocadas. Ha dejado de ser el personaje intocable, igual cosa ha pasado con los hombres que dirigen las fuerzas armadas; dos nichos verdaderamente impenetrables.
En otras épocas, las simples críticas a un primer mandatario hubieran provocado el cierre del periódico como fue el caso del " Tabloide ", el " Zócalo ", el periódico ABC en Baja California, o el escándalo internacional que provocó la intervención del periódico " Excelsior " en los años 70, donde fue desmembrada su cooperativa, en forma exógena, para lanzar de ahí al periodista Julio Scherer García.

El paso de Manuel Alonso, Otto Granados , José Carreño Carlon, Carlos Salomón Cámara y Fernando Lerdo de Tejada por la Dirección de Comunicación Social de la Presidencia marcó la última de las épocas. La más cruel y lapidaria para la prensa critica de México. Y así, mientras se atacaba a los medios críticos, en Los Pinos se seguía solapando y "subsidiando" a ciertos "periodistas", todos ellos "amigos o compadres del Presidente". Para ellos, siempre hubo todo, sin límites ni limitaciones. Y aunque se dice que se dio un "cambio", sólo se trato de un poco de maquillaje. El contratismo no se acabó, tampoco la "picada de ojos"; los "proyectos especiales", el contubernio con los jefes de prensa en los estados de país, menos todavía la conocida "ordeña de sobres".
En muchos otros casos las oficinas de Prensa sólo sirvieron para abultar las carteras y chequeras de uno que otro "ayudante" de comunicación social y uno que otro "publirrelacionista". Nombres, habemus
Al amparo de esas famosas oficinas de Prensa surgieron personajes sui géneris. El caso más notorio apareció en los años 70, se trata de Juan José (a) " El pelón " García de Haro, quien comenzó abusando de la confianza del periodista Guillermo Cantón Zetina, - de quien era una especie de ayudante - al utilizar su nombre para esquilmar políticos, cobrar en varias nóminas del gobierno federal, gestionar prestamos del ISSSTE y tramitar otras concesiones.
Este mismo personaje, quien después pasó por varias oficinas de Prensa, abusó de su suerte y de muchos políticos, entre ellos el ex gobernador hidalguense Adolfo Lugo Verduzco. Este mismo personaje rompió record en cuanto a su cinismo. Así es, cuando opto por cambiar su humilde morada en la colonia Juárez, donde vivía en un cuarto de azotea, no lo hizo de manera discreta, se mudó a una de las colonias más suntuosas de México: al conjunto habitacional San Ángel Inn.
Para entonces su fama ya era pública. Al no poder justificar esa esporádica bonanza, organizó un cóctel en el conocido restauran Angus en la Zona Rosa, para anunciarle a sus amigos su proverbial suerte: "se había sacado el premio mayor de la lotería"... Como este ejemplo, hay cientos o quizá miles en el sistema político de México. Sólo es cosa de enumerarlos.
El caso de Miguel Lerma Candelaria quien junto con Everardo Espino obtuvo la autorización del expresidente José López Portillo para distraer algunas partidas del Banco Rural, dedicadas al crédito agrario y favorecer a columnistas y editorialistas, según relata ampliamente en su libro " Cosas de Familia " el periodista Julio Sherer García. Esos recursos, además de los publicados, fueron destinados para comprar despachos, automóviles, casas y todo tipo de obsequios para "periodistas".
A veces es inexplicable como periodistas y jefes de Prensa que antes llevaban un estilo de vida normal y hasta modesto en algunos casos, de la noche a la mañana hayan cambiado de estilo de vida y de pronto aparezcan como vecinos en colonias residenciales de gran lujo, a donde nunca imaginaron llegar.
A contrario sensu, encontramos casos como el del "Guero" Téllez, el del propio Manuel Buendía, Renato Leduc, y más reciente el caso de don Luis Seiries, quien murió prácticamente en la pobreza.
Pero así y como hay tiempo y mundo para la ostentación, también existen periodistas que viven de forma sencilla y de su trabajo.
Quizá en estos tiempos de cambio, la nueva relación Prensa - Gobierno sea como deba ser o siga siendo como ha sido, a modo de los dueños de los medios y sus sabuesos. Aunque no se descarta que uno o más representantes de estos especimenes desaparezca.
Estos son momentos de definición, se hace periodismo o se hace política. Esperemos que lo dicho en esta materia - Prensa - Gobierno - no se quede en papel y en falsas posturas de honestidad. De una vez por todas se debe terminar con esa enfermiza relación y con el manejo discrecional de recursos que en otros años sólo sirvieron para apoyar frustrados propósitos políticos.
El cambio debe llegar y más ahora que supuestamente estarán en "el poder" los pragmáticos y "honestos" hombres del Pan - Gobierno.

Al respecto y como corolario sobre este penoso asunto del "chayo" en la Cámara de Diputados anunciado por Ramìrez Acuña, queremos hacer una pegunta en abierto al Presidente de la República y a su ex secretario de Gobernación en relación al último asunto que tuvo que solucionar el finado Juan Camilo Mouriño Terrazo con un importante medio de comunicación y donde pudiera llegar a existir un importante daño patrimonial para la nación y también una fuerte evasión de impuestos, dado que una parte de los tiempos oficiales en materia de Radio y Televisión obedece a los llamados tiempos fiscales. Y, lo señalamos únicamente como referencia a las últimas palabras pronunciadas por Francisco Ramírez Acuña, dado que todo ese "error" o escamoteo en materia de tiempos oficiales ocurrió o se dejó pasar deliberadamente durante el paso de Ramírez Acuña por la Secretaría de Gobernación y teniendo a su lado a su actual comunicador en la Cámara de Diputados Juan María Naveja, en ese entonces subsecretario de dicha dependencia. Un hecho real y totalmente comprobable ante la autoridad judicial que, si lo vemos en el terreno que tocó recientemente el jalisciense Ramírez Acuña, sì que fue un súper "chayo" o dàdiva a favor de un importante medio de comunicación y que Juan Camilo Mouriño Terrazo tuvo que "apechugar" y solucionar.
En términos económicos, el asunto oscilò o rascò los mil millones de pesos de condonaciòn. El concesionario no pagò ni siquiera el 10 por ciento de los tiempos oficiales omitidos.

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