30 jul 2010

El secuestro de Diego

El secuestro de Diego/Carmen Aristegui F.
Reforma, 30-Jul-2010;
Del conjunto de hipótesis que se podían plantear en torno al secuestro de Diego Fernández de Cevallos, la mayoría se han desechado. De entre las dos más fuertes, prevalece la de un secuestro, sí económico, pero con trasfondo ideológico-político. La otra línea hipotética abierta es la de un secuestro con fines de intercambio de personas. Esta línea se ha debilitado por las más recientes informaciones. Hay que decir, sin embargo, que los supuestos de la hipótesis ahora debilitada no han quedado clarificados con suficiencia por las autoridades. Se llegó a pensar que a Fernández de Cevallos se le había llevado en respuesta a la detención de Ignacio Coronel, uno de los principales capos del cártel de Sinaloa, en un operativo realizado en Jalisco horas antes del secuestro de Fernández de Cevallos. Se pensó que podrían los delincuentes plantear al gobierno un intercambio de rehenes. En esos mismos días se detuvo y liberó -también en cuestión de horas- a la ex esposa de El Chapo Guzmán en medio de un enorme operativo realizado en Culiacán, mismo que terminó con un brevísimo comunicado oficial en el que se anunciaba la liberación de la señora, simple y llanamente "con las reservas de la ley". Detener a la madre de los hijos de El Chapo para liberarla en sólo algunas horas lo único que dejó tras de sí fue una espesa estela de dudas. Era la misma semana en que Felipe Calderón hacía la primera y única visita de Estado que tendrá con el gobierno de Obama. Calderón fue recibido con severas críticas de la prensa estadounidense -que incluyeron reportajes de la Radio Pública Nacional- que lo acusaban de instrumentar una estrategia con claro sesgo a favor del cártel de El Chapo Guzmán. Las fechas, el contexto y la simultaneidad de estos elementos -amén del hermetis- mo oficial- hicieron posible imaginar que el gobierno mexicano, necesitado para su visita de demostrar que no tenía tal sesgo, pudo haber realizado estas acciones para intentar sacudirse la sombra de la acusación.
Hasta ahora ninguna voz oficial ha confirmado ni desmentido esta versión de ese operativo. Sólo el secretario de Gobierno de Jalisco habló del suceso, sin después confirmar pero tampoco desmen- tir el sentido de sus declaraciones. Apenas hace unos días, Proceso dedicó su portada precisamente a Nacho Coronel, a quien ubicó como un "capo en ascenso". El artículo de Ricardo Ravelo daba cuenta de informaciones sobre el poder adquirido por el capo, lo que hace suponer a la DEA y al FBI que podría crear su propio cártel en corto tiempo. En 20 años, informan las fuentes de Ravelo, se convirtió en el cuarto hombre más importante del cártel de Sinaloa (el más poderoso del país y de Latinoamérica). Es claro que las críticas al gobierno de Calderón sobre su presunta inacción y protección a este cártel lo han sometido a una presión internacional cada vez mayor.
La hipótesis fortalecida de un secuestro económico pero realizado por motivaciones político-ideológicas contó en estos días con mayores elementos para sostenerse. El periodista José Cárdenas publicó el viernes pasado, en El Universal, información de alto nivel, donde informaba que los plagiarios son un grupo guerrillero extremista asentado en la zona del Bajío y dependiente del ERPI. Un fin de semana después, Cárdenas recibió en su cuenta "el boletín #2" cuyo remitente dice "misteriosos desaparecedores", una carta por Fernández de Cevallos -fechada el 10 de junio, aniversario de la matanza de estudiantes de 1971- y una segunda fotografía sosteniendo el número 1751 de Proceso del 23 de mayo de 2010. La portada muestra la foto del "jefe Diego", y el contenido se refiere a la "historia negra" del ex legislador. La carga crítica de la revista, implacable, parece haber sido utilizada como una señal -sin responsabilidad para Proceso- del signo político e ideológico de esta acción.
De último momento, justo al terminar este artículo, la noche de ayer, el Ejército anunció la muerte de Ignacio Coronel en un operativo militar realizado en Zapopan, mismo lugar donde habría ocurrido el operativo nunca confirmado ni desmentido horas antes del secuestro del ex legislador.

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