5 ene 2012

Por qué (no) ganará Obama/ Robert J. Samuelson

Por qué (no) ganará Obama/ Robert J. Samuelson, periodista y columnista del Washington Post.
Publicado en EL MUNDO, 05/01/12;
La opinión generalizada en EEUU es ésta: la reelección del presidente Obama está amenazada por la precaria economía y la elevada tasa de paro. Esto es lo que podría suceder: la situación económica mejora de forma gradual, y aunque el paro permanece elevado (por encima del 8%), lo que pesa a nivel político es la sensación palpable de que las cosas van encaminadas. Esto permite a Obama afirmar, como ya hace, que sus políticas están reparando lentamente la catástrofe económica que heredó de los republicanos. A lo cual ellos replican: la retórica y las legislaciones antisector privado por parte de Obama han obstaculizado la recuperación; la Ley de Atención Asequible (Obamacare) y los nuevos reglamentos generan incertidumbres que frenan la nueva contratación; y Obama no ha abordado la proliferación del gasto público federal.


La versión exacta de los acontecimientos que se imponga muy bien puede determinar el resultado electoral. Si Obama convence a los estadounidenses de que él ha marcado el rumbo de una recuperación fortalecida, entonces ganará. Si los republicanos presentan sus políticas como productoras del prolongado estancamiento, ganan ellos. Aunque el debate importa, los resultados reales de la economía -para bien o para mal- van a decidir la impresión de muchos estadounidenses. Y esto va a depender de fuerzas y acontecimientos sobre los que los candidatos tienen escaso o ningún control.

¿Cuáles son entonces los pronósticos para el ejercicio 2012? Muchas previsiones hablan de un crecimiento modesto. He aquí unas cifras de IHS Global Insight, una importante consultora: en EEUU la economía va a crecer al 1,8%, casi al mismo ritmo que en 2011. La nueva contratación crecerá a unos 145.000 contratos mensuales, de forma gradual; es decente pero probablemente no vaya a reducir de forma sustancial la tasa de paro. En la práctica, el crecimiento normal de la población activa y las perspectivas de que algunos trabajadores desanimados empiecen a buscar empleo indican que la tasa de paro (del 8,6% en noviembre) podría alcanzar una media del 8,7%, ligeramente por debajo del 9% de 2011.

Este pronóstico plasma una economía que avanza con muchas dificultades, y de hacerse realidad favorecerá a los republicanos. «El consumidor se enfrenta a demasiado pesimismo para posibilitar una recuperación robusta del consumo: mercado laboral precario, importante endeudamiento, precios que todavía no han tocado fondo, subidas de los precios que han superado el crecimiento de los salarios, y una ausencia de confianza en la capacidad del Estado para mejorar las cosas», reza el informe de IHS.

Pero el pronóstico convencional podría ser demasiado triste. Partiendo de la crisis económica de 2008, las predicciones económicas han quedado en evidencia de forma rutinaria. A estas alturas del pasado ejercicio, eran demasiado optimistas; hoy podrían ser demasiado pesimistas. Múltiples indicadores están superando las expectativas. La cifra semanal de solicitudes iniciales de la prestación por desempleo, que alcanzó su apogeo por encima de los 600.000 nuevos parados, se sitúa por debajo de las 400.000 altas -nivel asociado a menudo a una tasa de paro baja o en descenso-. La construcción aumentó en noviembre el 9,3% con respecto a octubre y un 24,3% con respecto a noviembre de 2010.

Para Obama, la tesitura económica presenta dos enormes ventajas potenciales. En primer lugar, existe una enorme demanda reprimida de casas y vehículos, porque ambos sectores se derrumbaron durante la recesión. La venta de vehículos pesados y ligeros, que en 2004 y 2005 rondó los 17 millones en total, se desplomó en 2009 hasta los 10,4 millones. En 2011, se sitúa en los 12,7 millones según IHS. La caída de la nueva construcción fue todavía más acusada, de unos dos millones de viviendas al año en 2004 y 2005 hasta alrededor de 600.000 en 2011.

En segundo lugar, la deuda del consumidor está descendiendo de forma notablemente rápida. Las familias han amortizado algunas deudas. Otras han sido financiadas; los tipos de interés de muchos préstamos en vigor han bajado. De media, las familias han abonado el 16,15% de su renta en forma de préstamos, alquileres y arriendos durante el tercer trimestre de 2011, según datos de la Reserva Federal. Es el mínimo desde 1993 y a la baja con respecto al máximo del 18,85% del tercer trimestre del ejercicio 2007.

El resultado: más estadounidenses pueden estar en posición de endeudarse para comprar una casa o un coche, dando salida a parte de la demanda reprimida. La compraventa de viviendas podría estar volviendo a la vida. En noviembre, el número de ventas registró su máximo en 19 meses.

En contraste, Europa y China plantean enormes riesgos. En Europa, España e Italia tienen casi 500.000 millones de euros en deuda que vence en 2012, según el Instituto de Economía Internacional. Si no pueden volver a financiarla -si el mercado de deuda pública no renueva los préstamos a tipos de interés asumibles- se enfrentarían a la quiebra o precisarían de rescate. Sea como fuere, Europa se enfrenta a una mayor austeridad y una recesión profunda. Esto perjudicaría a la exportación norteamericana y a la rentabilidad de las multinacionales estadounidenses.

El peligro que viene de China reside en el colapso de su burbuja inmobiliaria que, de tener lugar, redundaría en la quiebra de promotoras, pérdidas en los préstamos de las entidades bancarias y crecimiento económico más lento. Los efectos se contagiarían más allá de China, porque la construcción alimenta su demanda de cemento, aceros, cobre y demás materias primas adquiridas en los mercados mundiales. De nuevo, la exportación estadounidense podría acusar las consecuencias.

Teniendo en cuenta todas las posibilidades, hacer pronósticos electorales en función de la tesitura económica es un ejercicio prácticamente vano. La economía es la baza política de 2012 que puede demostrar ser el triunfo decisivo, si bien accidental.

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