Caso Wallace La
misteriosa gota de sangre/ANABEL HERNÁNDEZ
Revista Proceso
# 1962, 7 de junio de 2014
Como
todo el caso Wallace, la versión oficial del secuestro y asesinato de Hugo
Alberto también es endeble. La prueba principal del supuesto homicidio es una
gota de sangre que no podría pertenecer a la víctima, pues empata con el ADN de
un hombre que no es su padre biológico, como lo demuestra su primera acta de
nacimiento. Esa gota de sangre –tal vez perteneciente a una mujer– a partir de
la cual se construyó el caso, pudo haber sido sembrada meses después de los
hechos denunciados por Isabel Miranda.
La
gota de sangre que fue la prueba pericial clave en el caso del supuesto
secuestro y homicidio de Hugo Alberto Wallace Miranda, y la cual se dio por
buena pues coincidió con los ADN tanto de la señora María Isabel Miranda Torres
como de José Enrique Wallace Díaz, es ahora la misma que podría sepultar las
conclusiones de la Procuraduría General de la República (PGR).
Desde
el principio, Miranda Torres dio al Ministerio Público información falsa. En su
declaración del 23 de julio de 2005, a pocos días del supuesto asesinato de su
hijo, afirmó: “Contraje matrimonio con el señor Enrique Wallace Díaz el año de
1968 con quien procreé dos hijos de nombres Hugo Alberto Wallace Miranda y
Claudia Wallace Miranda”. Se trataba de establecer que el padre biológico de Hugo
Alberto era Wallace Díaz.
En
febrero de 2006 la gota de sangre fue encontrada por la entonces
Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada
(SIEDO) en el departamento de la calle Perugino, el cual no había sido
custodiado por la PGR durante medio año. El ADN de esa sangre coincidió con el
de Wallace y Miranda; la conclusión fue que su hijo había sido secuestrado y
asesinado en ese lugar el 11 de julio de 2005.
Pero
la declaración de Miranda Torres difiere de la registrada en documentos
oficiales, y eso echa por tierra la prueba pericial del supuesto delito.
Según
el acta de matrimonio número 76, asentada en el libro 16, en el Juzgado 20
correspondiente a la delegación Coyoacán, Miranda Torres y Wallace Díaz se
casaron en septiembre de 1978, no en 1968. En el acta quedó registrado que
vivían en lugares distintos; él comerciante, ella dedicada al hogar. Firmaron
como testigos Miriam Wallace, hermana de José Enrique, y Roberto, Guadalupe y
Fausto Miranda, hermanos de María Isabel.
De
acuerdo con la propia acta de nacimiento de María Isabel Miranda Torres y la
primera acta de nacimiento de su hijo, ella es pariente de Jacinto Miranda
Jaimez, quien se halla anotado como padre de Hugo Alberto.
Al
comparar estos datos, incongruentes unos con otros, la paternidad de la
supuesta víctima aparece como falseada; en consecuencia, el resultado de la
prueba de ADN no podría demostrar el homicidio de Hugo Alberto.
Según
los documentos publicados en este semanario (Proceso 1961), Hugo Alberto,
nacido el 12 de octubre de 1969, tenía dos actas de nacimiento cuando
supuestamente ocurrió su asesinato: la primera, de enero de 1970, emitida en el
Distrito Federal con los apellidos Miranda Torres; la segunda, de noviembre de
1975, expedida en Texcoco, Estado de México, con los apellidos Wallace Miranda.
En
los registros oficiales de la Secretaría de Gobernación (Segob) el acta de
nacimiento de Hugo Alberto Miranda Torres fue utilizada en 2010 para tramitar
una Clave Única de Registro de Población.
Esa
información no ha sido desmentida por la Segob.
Una
“pequeña trampa”
Proceso
obtuvo nueva información relacionada con el acta de nacimiento de Hugo Alberto
Miranda Torres –quien es la misma persona que Hugo Alberto Wallace Miranda–
expedida en la delegación Milpa Alta el 15 de enero de 1970.
Jacinto
Miranda Jaimez quedó registrado como padre de Hugo Alberto y María Isabel
Miranda Torres aparece usando el nombre de Isabel Torres Romero y aumentándose
la edad (declaró tener 21 años, pero tenía 18).
El
de Isabel Torres Romero se armó a partir del nombre de su abuela paterna,
Isabel. El primer apellido es el de su abuelo materno, Torres. Romero es el
primer apellido de su abuela paterna.
No
era la primera vez que Miranda Torres hacía una “pequeña trampa”, como dice
Martín Moreno en su libro Caso Wallace, con prólogo de la propia Miranda
Torres: en el capítulo “Isabel” narra cómo hizo para hacerse pasar por una
persona de 18 años y no de 14, que tenía realmente, para conseguir empleo:
“En
la Universidad Motolinía estudió Comercio. Gracias a la mecanografía y a una
pequeña trampa en sus documentos oficiales, tuvo su primer trabajo a los 14
años en la aseguradora La Territorial. En sólo tres meses ya era secretaria del
director general”, dice el libro, el cual no especifica en qué consistió la
“trampa en sus documentos oficiales”.
En
el acta de nacimiento de María Isabel Miranda Torres –expedida el 27 de
diciembre de 1951 y de la cual este semanario tiene copia– se señala que nació
el 27 de mayo de 1951 en Huasteca 319, Distrito Federal; en este documento se
refleja su edad real y no pudo ser el que presentó para conseguir empleo siendo
menor de edad.
Pero
con el nombre de Isabel Torres Romero, María Isabel Miranda Torres sí pudo
simular que tenía cuatro años más. De ahí la diferencia de edades entre Miranda
Torres y Torres Romero, la madre de Hugo Alberto según una de sus actas de
nacimiento.
Hugo
Alberto no fue registrado con el apellido Wallace Miranda hasta los seis años,
el 19 de noviembre de 1975, siete meses después del nacimiento de su hermana
Claudia; ella nació en abril de ese año y fue registrada de inmediato.
Enrique
Wallace estuvo casado con María Guadalupe Magallanes. Cuando conoció a Miranda
Torres, Hugo Alberto ya había nacido.
Jacinto
Miranda Jaimez, quien aparece en la primera acta de nacimiento como padre de
Hugo Alberto, y María Isabel Miranda Torres, eran parientes. Esa podría ser la
razón por la cual ella se cambió el nombre y la edad.
Pese
a que se ha citado en varias ocasiones a José Enrique Wallace a ampliar su
declaración sobre el caso de Hugo Alberto, ya que él fue el primero en
denunciar su desaparición ante la procuraduría capitalina, hasta la fecha no lo
ha hecho aunque incluso se emitió una orden de arresto por desacato a los
citatorios.
El
9 de noviembre de 2006, ante el juez y cuando le pidieron que revelara el
paradero de Enrique Wallace, Miranda Torres afirmó que desconocía dónde se
encontraba: “En virtud de que por cuestiones personales, familiares y de
seguridad nos separamos por mutuo acuerdo, esto fue debido a los problemas
derivados del secuestro de nuestro hijo Hugo Alberto Wallace Miranda, por lo
que en la actualidad no convivo con él y desconozco dónde pueda ser
localizado”, dijo.
No
obstante, en 2012, cuando estaba en campaña por la jefatura de Gobierno de la
Ciudad de México bajo las siglas del PAN, Miranda Torres se presentó en varios
actos acompañada por Wallace.
Testimonios
ignorados
La
PGR dice haber recogido una muestra de sangre de Hugo Alberto Wallace Miranda
en el departamento 4 de Perugino 6, en la colonia Extremadura Insurgentes, el
14 de febrero de 2006, meses después del supuesto secuestro y homicidio. Esa
muestra fue examinada por peritos de la Dirección General de Coordinación de
Servicios Periciales de la PGR, y cuando se comparó con la muestra de ADN de
Miranda Torres y el supuesto padre biológico José Enrique Wallace, resultó
positiva.
Como
María Isabel Miranda Torres había hecho creer que José Enrique Wallace era el
padre biológico, la prueba se dio por buena para declarar que sí había ocurrido
el homicidio, como la propia Miranda Torres había declarado a la PGR con base
en una supuesta investigación que dice haber realizado ella misma ante la
negligencia de las autoridades.
En
el informe de la perito Yanet Rogel Montes, fechado el 20 de marzo de 2006, se
señala que la muestra corresponde a un cromosoma de mujer (XX). Pero la misma
perito declaró el 10 de julio de 2006 que había cometido un “error de dedo” y
el cromosoma era XY (hombre). Y afirmó que la muestra tenía una seguridad casi
de cien por ciento con los perfiles genéticos de Wallace y Miranda.
Por
cierto, la pareja Wallace-Miranda tuvo una hija en 1975.
De
acuerdo con la declaración de la perito, el documento de análisis de la muestra
de sangre es un informe y no un dictamen, pues la muestra de sangre recogida en
el departamento nunca fue confrontada con una muestra de ADN de Hugo Alberto
Wallace Miranda.
Rogel
señaló en su declaración ministerial: “Un informe es un documento emitido por
el perito donde se entregan resultados, pero no existe un análisis de
comparación o de confronta con otras muestras biológicas, mientras que el
dictamen es un documento que emite el perito donde también se entregan
resultados pero existen elementos de confronta con otras muestras biológicas”.
Dentro
de esta maraña de incongruencias e irregularidades, la pregunta es cómo la
Procuraduría General de la República –responsable de la averiguación previa del
supuesto homicidio de Hugo Alberto, la PGR/SIEDO/UEIS/146/2005– pudo haber
permitido que en el caso se introdujera o sembrara una prueba falsa.
Además,
la dependencia ignoró los testimonios que obran en la causa penal 35/2006-II,
en la cual cuatro vecinos del edificio de Perugino 6 –Jesús Noel Montano
Gainza, Emmanuel Sánchez Ledezma, Raúl Carvallo Thome y Karla Fabiola Sánchez
Cadena– declararon ante el Ministerio Público que entre la noche del 11 de
julio de 2005 y la mañana del día siguiente no escucharon ningún ruido extraño
ni se percataron de ningún hecho violento en el inmueble.
La
PGR tampoco hizo caso de las declaraciones ministeriales de cuatro personas
allegadas a Hugo Alberto Wallace –Carlos Colorado Martínez, cuidador de la casa
donde vivía; Rodolfo Munguía López, su empleado; Isabel Neri Lujano, empleada
doméstica, y su exnovia Vanessa Bárcenas Díaz– quienes reconocieron que la voz
grabada en un mensaje dejado en el teléfono 55 52 08 15 12, de José García
Sepúlveda, el 1 de noviembre de 2005 a las 3:28 de la mañana, meses después de
ocurrido el homicidio, correspondía a la de la presunta víctima.
El
agente del Ministerio Público responsable del caso desde un inicio fue Braulio
Robles Zúñiga, adscrito a la Unidad Especializada en Investigación de
Secuestros, quien estuvo relacionado con el homicidio de Guillermo Vélez
Mendoza en 2002, por el cual la PGR fue condenada en 2006 a pagar una
millonaria indemnización por haberlo torturado hasta la muerte tras acusarlo falsamente
de cometer un secuestro.
1 comentario:
Cada vez es mayor la utilidad de las pruebas de ADN en los diferentes ámbitos ayudando a solventar y aclarar muchas situaciones. Saludos.
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