7 sept 2014

‘Don Neto’: la posible liberación que alerta a EU y México

‘Don Neto’: la posible liberación que alerta a EU y México/J. JESÚS ESQUIVEL
La posible liberación que alerta a México y Washington/J. JESÚS ESQUIVEL
Revista Proceso # 1975, 6 de septiembre de 2014;
Por una decisión judicial, hace poco más de un año Rafael Caro Quintero –quien purgaba una condena de 40 años por el asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena– quedó libre. Y se escondió. Ese fallo enfureció a Washington, al punto que sus presiones obligaron a la Suprema Corte a ordenar la recaptura del exlíder del Cártel de Guadalajara con fines de extradición a Estados Unidos. Ahora se prevé que ocurrirá lo mismo con un coacusado y exjefe de Caro, Ernesto, Don Neto, Fonseca, mientras que en aquel país ya se toman medidas para impedir que, de salir anticipadamente de prisión, quien fue considerado Capo de Capos se desvanezca en el aire.
 WASHINGTON.- Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, exlíder del Cártel de Guadalajara, saldrá de la cárcel en las próximas horas o días. Para evitar otro conflicto con Estados Unidos, el gobierno de Enrique Peña Nieto le pidió al de Barack Obama que aliste una nueva solicitud de extradición “viable” para volver a detener –“con fines de extradición”– al otrora llamado Capo de Capos.


“Fonseca Carrillo saldrá muy pronto de la cárcel. Es cuestión de horas o de días. Esto ya se lo comunicó el gobierno de México al Departamento de Justicia (estadunidense) a fin de que prepare una solicitud de extradición para que inmediatamente que Fonseca Carrillo ponga un pie fuera de prisión, las autoridades lo vuelvan a detener ahora con fines de extradición”, afirma a Proceso un alto funcionario del gobierno de Estados Unidos.

“Está claro que el gobierno de México no quiere que se repita un incidente de sorpresa ni para ellos ni para nosotros como el que se dio con la liberación de Rafael Caro Quintero y que provocó una fricción en la relación de los dos países”, agrega el funcionario, quien adelantó la información a este semanario con la condición de no revelar su nombre ni la dependencia federal en la cual trabaja.

La madrugada del 9 de agosto de 2013 Caro Quintero –acusado en 1985 por el gobierno de México del secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique, Kiki, Camarena Salazar– salió libre del Penal de Puente Grande, luego de que el Segundo Tribunal Unitario del Tercer Circuito de Jalisco diera luz verde al amparo interpuesto por el narcotraficante –causa penal 82/25-II– con el argumento de “sobreseimiento” del caso.

La liberación de Caro Quintero –quien fundara el Cártel de Guadalajara junto con Don Neto y Miguel Ángel Félix Gallardo– enfureció al gobierno de Obama, en especial a la agencia antidrogas estadunidense (DEA), porque el gobierno mexicano no les avisó y además nada pudieron hacer para evitar que el exprisionero se escondiera, consciente de que Estados Unidos volvería a solicitar su aprehensión con una nueva solicitud de extradición.

Hasta la fecha esa solicitud no ha sido presentada oficialmente, aun cuando ya está formulada y sustentada en nuevas acusaciones de lavado de dinero.

“En coordinación con la DEA, el Departamento de Justicia ya trabaja en la ­imputación de nuevos cargos contra Fonseca Carrillo para que no pueda ampararse contra la extradición con el argumento de que ya cumplió su condena por el asesinato de Kiki Camarena. Las nuevas acusaciones podrían ser por otros homicidios y por lavado de dinero de la venta de drogas en Estados Unidos”, explica el funcionario estadunidense.

Presión y cabildeo

El día que fue puesto en libertad Caro Quintero, en Jalisco corrió el rumor de que se haría lo mismo con Don Neto.

Ese día José Luis Guízar, abogado de Fonseca, afirmó que familiares de su cliente le habían dicho que el Segundo Tribunal Unitario del Tercer Circuito emitiría un fallo a su favor, como lo hizo con Caro Quintero. Sostuvo en ese momento que el Consejo de la Judicatura tomaba en cuenta que Don Neto “ya es grande de edad y que padecía serios problemas renales”, lo cual había deteriorado seriamente su estado de salud y justificaba su liberación.

En la ficha criminal que tiene la DEA sobre Don Neto se afirma que nació en 1942. Capturado por el Ejército mexicano el 7 de abril de 1985 en Puerto Vallarta, fue sentenciado el 29 de junio de 1988 a 40 años de cárcel, acusado de delitos contra la salud y por su participación en el asesinato de Kiki Camarena. En marzo de 1989 el Primer Tribunal Unitario ratificó la sentencia.

El órgano jurídico que el año pasado ordenó la liberación de Caro Quintero sustentó su fallo en el “error procesal” del caso, pues consideró que Kiki Camarena “no era un funcionario diplomático” de Estados Unidos.

Los jueces del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal –ante los cuales Caro Quintero interpuso su amparo– José Félix Dávalos, Lucio Lara Martínez y Rosalía Isabel Moreno Ruiz justificaron su decisión a favor del acusado señalando que la presencia en el territorio mexicano de Camarena como agente de la DEA era una violación a la soberanía mexicana, pues no estaba acreditado ante la Secretaría de Relaciones Exteriores como diplomático de Estados Unidos.

Este argumento es y fue válido. Camarena, como agente de la DEA en esos años y por las restricciones que imponía en ese momento el gobierno de México a los agentes antinarcóticos estadunidenses, no podía ser acreditado como diplomático.

El 9 de agosto de 2013, cuando Caro Quintero quedó en libertad, en un comunicado de prensa la DEA expresó su “profunda decepción” por la decisión judicial tomada en Jalisco.

Desde que quedó libre Caro Quintero –el gobierno de Peña Nieto ya admitió desconocer su paradero–, el gobierno de Obama no dejó de presionar al sistema judicial mexicano para revocar el fallo que favoreció a quien fuera uno de los máximos líderes del Cártel de Guadalajara y con ello darle más fuerza a la solicitud de extradición que presentará cuando éste sea ubicado.

El 6 de noviembre de 2013, y en clara demostración de la efectividad del cabildeo y presión del gobierno de Estados Unidos sobre el de México, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) invalidó el fallo del tribunal en Guadalajara y ordenó la detención inmediata, con fines de extradición, de Caro Quintero.

La decisión de la SCJN sienta un precedente jurídico por el cual Don Neto, si sale libre, podrá volver a ser detenido inmediatamente. Para cuando esto ocurriera, el Departamento de Estado ya le habría entregado a la Secretaría de Relaciones Exteriores la solicitud de extradición del capo.

“No se podrá escapar como lo hizo Caro Quintero. El que el gobierno de México avisara con anticipación que Fonseca Carrillo quedará libre no sólo permite evitar que se repitan los errores, sino que demuestra el gran nivel de cooperación que hay ahora entre los dos países”, enfatiza el funcionario estadunidense que adelantó la información a Proceso.

Ante la Corte Federal del Distrito Centro de California, el gobierno de Estados Unidos mantiene abierta una causa criminal contra Fonseca Carrillo por los delitos de secuestro y asesinato de un agente federal, chantaje, conspiración para cometer crímenes violentos y asistencia para sobornar, conspiración para secuestrar a un agente federal y asistencia para dañar la seguridad y sociedad de Estados Unidos.

La DEA califica a Don Neto como un “hombre peligroso” y por cualquier aviso que lleve a su captura (en Estados Unidos) la Oficina del Comisario Federal ofrece una recompensa a discreción del gobierno.

Don Neto no figura en la lista de los cinco delincuentes internacionales más buscados por la DEA, honor que sí le cabe a Caro Quintero, quien aparece en el puesto número uno.

No obstante Ernesto Rafael Fonseca Carrillo sí ocupa un lugar, por orden alfabético de su apellido, en la lista de los más buscados por la DEA en Los Ángeles.

Otros homicidios

Aunque el funcionario estadunidense que adelantó a este semanario la noticia de la eventual liberación de Don Neto, se negó a proporcionar detalles de la nueva causa judicial en su contra –para que no pueda evitar su nueva detención–, el hecho de que mencionara que podría ser acusado del homicidio de “otras personas” hace pensar que se tratará del caso de seis ciudadanos estadunidenses asesinados por el Cártel de Guadalajara en relación con el caso Camarena.

El 2 de diciembre de 1984 –según el relato de exagentes judiciales mexicanos que integraban la escolta de Don Neto y actualmente son testigos protegidos del gobierno de Estados Unidos para el caso Camarena–, los ciudadanos estadunidenses y testigos de Jehová Dennis y Rose Carlson y Benjamin y Pat Mascareñas, quienes repartían propaganda religiosa, fueron secuestrados, torturados y asesinados por haber sido catalogados (sin serlo) como agentes de la DEA (Proceso 1919).
Lo mismo ocurrió con los otros dos ciudadanos estadunidenses, también confundidos con agentes federales antinarcóticos: Alberto Radelat y John Walker, secuestrados, torturados y asesinados por el Cártel de Guadalajara el 30 de enero de 1985
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“Aquí el único gallo soy yo”/J. JESÚS ESQUIVEL
El asesinato del agente de la DEA Kiki Camarena y las secuelas del caso, a partir del cual el crimen organizado se hizo presente en la escena mexicana, son desmenuzados en La CIA, Camarena y Caro Quintero, amplia y documentada investigación periodística de J. Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en Washington. Aquí se adelanta el capítulo “Narco y farándula” del libro, que será presentado oficialmente esta semana por editorial Grijalbo.
 Sara Cosío Vidaurri Martínez era una de las jovencitas más populares de los centros nocturnos y restaurantes caros de Guadalajara cuando Rafael Caro Quintero y sus colegas dominaban el negocio del trasiego de drogas en México.

Hija del secretario de Educación Pública de Jalisco, César Octavio Cosío Vidaurri, y sobrina de Guillermo Cosío Vidaurri, exgobernador de la entidad y expresidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la capital mexicana, Sara supuestamente fue secuestrada por Caro Quintero, quien se la llevó con él a Costa Rica. Cuando fue detenido el capo mexicano, Sara estaba acompañándolo en esa finca a las afueras de San José.

“Sarita no era tan bonita como se decía –sostiene José 2, quien conoció de cerca a esta mujer–, más bien Rafael Caro Quintero se encaprichó con ella. Era medio gordita, a decir verdad. Pero fue cuento eso de que la secuestró, ella andaba con él por la buena. Era igualita de caprichosa que Rafael, hija de ricos, al fin.”

“Caprichosa como Caro Quintero…”; ¿qué quiere decir?

En el tiempo que la andaba conquistando, Caro Quintero le regaló un carro blanco convertible, un Ford Continental que los Tierra Blanca le fueron a entregar a Sara a su casa. Pero no lo quiso, lo regresó con los mismos Tierra Blanca.

Extrañamente, Rafael no se enojó; me pidió a mí que le llevara nuevamente el carro a Sarita. Le llevé el carro a la muchacha, quien vivía en la casa del papá. Dejé el carro en la casa, estacionado. Luego salió ella y lo quemó, le echó gasolina y lo quemó. Eso ocurrió a finales del año 1984.

El carro que quemó Sara era uno especial que encargó Rafael a la agencia Ford Country Motors de Guadalajara, que era de los hermanos Cordero Stauffer. A esos mismos hermanos Caro Quintero en 1984 les compró 300 Grand Marquis. Se los pagó con dinero en efectivo que les entregó en un portafolios, Gárate y yo lo acompañamos a comprarlos. La agencia de coches estaba en la avenida Unión y Paseo de Las Águilas. Los Grand Marquis que compró costaban 1 millón 700 mil pesos cada uno.

Los dueños de la agencia le preguntaron a Caro Quintero de qué color quería los carros, y él les respondió que eso valía madres, que los quería para su gente y para regalarlos a los políticos, jefes de la policía y del Ejército, eso les dijo.

Por cierto, a [Sergio] Espino Verdín le llevaron uno de color azul que no le gustó mucho. Todo esto pasó poquito después de que mataron al Doctor, el medio hermano de don Ernesto Fonseca Carrillo.

¿Por qué hasta la fecha se dice que Caro Quintero tenía con él, a la fuerza, a Sara Cosío?

Tal vez porque la familia de ella se encargó de que la historia se contara de esa manera. El que se oponía a la relación era su papá. Rafael conoció a Sara en una fiesta. Ese día hablaron mucho y pasaron mucho tiempo juntos.

La segunda o tercera vez que Caro Quintero la vio fue en un restaurante de Ernesto Fonseca Carrillo que se llamaba Lido. Era una casa antigua convertida en restaurante, frecuentado por las personalidades del gobierno y de la alta sociedad de Guadalajara.

Cuando la vio en el Lido, ella andaba acompañada supuestamente de un pretendiente. Rafael iba a matar a ese muchacho por esa causa; no lo mató porque se lo pidió Sara. En el restaurante el mismo Rafael le puso unos madrazos y lo echaron para fuera. Ahí presionó un poquito más a Sara.

¿Caro Quintero era muy mujeriego?

Sí.

¿Quién era más, Caro Quintero o Fonseca Carrillo?

Rafael, aunque don Ernesto no tenía malos gustos. Por su cama y sus fiestas pasaron muchas mujeres, artistas como Marcela Rubiales, a quien en muchas ocasiones la llevaron para que cantara en las fiestas que hacía el cártel.

A las artistas don Ernesto las atendía muy bien, les pagó mucho dinero, les compraba joyas y se quedaban con él los días que duraran sus fiestas. Nunca las trató mal, aunque un día se le adelantaron a Fonseca Carrillo y por poco pasa algo grave.

¿Cómo que se le adelantaron? ¿Quiénes?

Su medio hermano, el Güerón. Fue una vez que hicieron una fiesta en el restaurante Uno. El Güerón se llevó a la cama a una de las artistas y por poco lo matan. Don Ernesto ordenó que lo quebraran, no sé por qué no lo mataron.

El testigo protegido, e identificado para este trabajo como José 1, fue a quien Fonseca Carrillo asignó para matar al Güerón por el asunto de la artista en el restaurante Uno.

A esa fiesta –relata– fueron a cantar Marcela Rubiales, Zoila Flor y Jimena, quienes eran las que casi siempre iban. Les pagaba por lo menos 1 millón de pesos por cada fiesta y les daba muchas joyas.

En la fiesta del restaurante Uno, el Güerón se llevó a Jimena mientras tocaba la banda El Recodo de Cruz Lizárraga, el viejo. Esta banda siempre iba a sus fiestas. No faltó quien le fuera con el chisme a don Ernesto y se encabronó.

Luego luego me mandó llamar. Me dijo: “Quiero que me traiga amarrado a ese cabrón, y si no quiere, chínguelo, mátelo”. Intenté calmarlo, pero no pude. “Déle piso, le estoy ordenando”, me machacó don Ernesto.

Le ordenó a su yerno, Andrés Toussaint, que me acompañara, pero cuando nos separamos de la mesa donde estaba don Ernesto, convencí a Andrés de que se regresara a calmar a su suegro mientras yo buscaba al Güerón.

Me hice pendejo un rato en el restaurante pensando que se le iba a pasar el coraje a Fonseca Carrillo, pero nada. Me volvió a llamar para preguntar si ya le había dado piso al Güerón. Le contesté que no lo encontraba. Se enojó más, me advirtió que si no cumplía sus órdenes al que le iban a dar piso era a mí. “Aquí en mi casa el único gallo soy yo. El único que pisa a las gallinas en este rancho soy yo”, gritó don Ernesto delante de todos.

Entonces fue cuando mandó a otros compañeros a que me ayudaran a buscar al Güerón. Fui directamente a uno de los cuartos del restaurante donde ya sabíamos que estaba y abrí la puerta. El Güerón se enojó, me reclamó que por qué lo interrumpía y Jimena, desnuda, comenzó a llorar porque nos vio ahí, con los cuernos de chivo en la mano.

Le dije al Güerón que su hermano había ordenado que le diera piso por haberse llevado a la cantante a la cama. Se espantó el Güerón, lo calmé, le aconsejé que se brincara la barda que daba al estacionamiento del restaurante y que se pelara en un coche, que con Andrés intentaríamos calmar a don Ernesto. El Güerón no esperó más, se peló y dejó a Jimena encuerada en la cama.

¿Qué le dijeron a Fonseca Carrillo?

Que el Güerón ya no estaba, que cuando llegamos al cuarto Jimena estaba sola. No se le bajaba el enojo, me dijo que tenía que matar a alguien para desquitar su coraje. Le amarramos a uno, no recuerdo a quién, y lo mató. Ya después se le pasó el enojo. Fonseca Carrillo cuando se encabronaba no respetaba ni a su familia.

¿Qué otras artistas asistían a las fiestas de Fonseca Carrillo o de Caro Quintero?

Varias, Beatriz Adriana, quien era comadre de Miguel Ángel Vielma, el Negro Vielma. Las artistas los visitaban incluso estando presos en el D. F.

¿Quiénes?

Marcela Rubiales, pero me contaron algunos de sus escoltas que estaban con Caro Quintero en la cárcel, en el Reclusorio Norte, que a una fiesta que duró tres días fue la misma Lola Beltrán a cantarles.

¿Se enteraba de esto la esposa de Fonseca Carrillo?

Claro, pero eran esposas, no una sola esposa. Ellas estaban en su casa y no les faltaba nada. Eso sí, nadie debía ni siquiera decirle nada a las mujeres de don Ernesto.

¿Por qué?

Porque incluso si se les quedaban mirando, al mirón le podía costar la vida. Era un insulto. Por ejemplo, una día fuimos a Puerto Vallarta a ver a una mujer que tenía allá. La mujer tenía un cuerpo escultural. Por esa mujer muchos jefes de la policía y de los militares le tenían envidia.

A esa mujer un amigo que vivía en Vallarta le echó las flores. El pendejo se metió a la frecuencia de los radios Yaesu, que se usaban en ese tiempo, y habló de la mujer. Fonseca Carrillo lo escuchó y le ordenó a Lorenzo Harrison que fuera a Vallarta a partirle la madre. Le dices que la próxima vez que hable de mi vieja lo matamos al hijo de su puta madre.

Harrison se fue a Vallarta y se llevó a uno que le decíamos el Pollo, quien era uno de los pistoleros que formaban el grupo de los Dormidos. Pero Harrison no le pegó al hombre, le dijo a qué iba y le pidió 50 mil pesos para no pegarle.

¡Lógico!, el tipo aceptó pero le pidió a Harrison una semana para darle el dinero; como era amigo, Harrison aceptó, pero a la semana que fue a cobrar ya lo estaba esperando la judicial del estado. Y lo levantaron, fue cuando mataron al Pantera o el Carnes Asadas, a Harrison lo hirieron en una mano y con una Uzi le metieron un tiro en una rodilla para que no volviera a caminar.

J33 recuerda a otros músicos o artistas de esa época que asistían a las fiestas de los jefes del cártel de Guadalajara:

“Los Cadetes de Linares, Broncos de Reynosa, Paulino Vargas, Carlos y José; les pagaban para que compusieran sus corridos.

“A Vicente Fernández una vez lo llevaron a huevo a una de esas fiestas –dice J33– […] seguido lo invitaban pero nunca quiso ir. Esa vez, en las fiestas de octubre de Guadalajara, lo dejaron que terminara de cantar en el palenque y a fuerza lo llevaron a la fiesta que había en una casa de Caro Quintero. ‘Miren, señores, yo aquí les canto lo que quieran. Pero eso del vicio no, yo soy tequilero. No quiero drogas’, les advirtió […] A don Ernesto no le gustaba mucho Vicente Fernández, él era de banda, pero a Caro Quintero sí.”

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