6 jul 2015

No existen líderes de por vida en la Iglesia…PAPA FRANCISCO

VATICAN INSIDER, 7/ 4/2015
Si el Papa dice que no existen líderes de por vida en la Iglesia
ANDREA TORNIELLI
En julio de 2013, de regreso de Río de Janeiro, Papa Francisco dijo, durante su conversación con los periodistas, estas palabras sobre su predecesor Benedicto XVI: “Cuando él renunció, para mí fue un ejemplo… ¡un grande!”. En agosto de 2014, durante el vuelo de regreso de Corea del Sur, añadió: “Creo que el Papa emérito no es una excepción… Yo creo que el Papa emérito es ya una institución. Usted podrá decirme: ‘¿Y si un día usted ya no querrá seguir adelante?’ ¡Haría lo mismo, haría lo mismo! Rezaré mucho, pero haría lo mismo”.
Ayer, Papa Bergoglio explicó que conviene que todos los servicios en la Iglesia “tengan una caducidad”, y que “no hay líderes de por vida”, porque “el único insustituible en la Iglesia es el Espíritu Santo y el único Señor es Jesucristo”. Habló, en general, sobre los ministerios en la Iglesia y, en particular, sobre los líderes laicos, recordando que lo que cuenta no son las capacidades ni los esfuerzos de los hombres, sus habilidades o sus protagonismos, sino más bien su capacidad para saberse descentrar de sí mismos para ver y confiar en la verdadera “roca”, que es “el único Señor”.

Habló como obispo: los obispos tienen la obligación de presentar su renuncia a los 75 años. Habló como jesuita: el encargo de prepósito general no tiene caducidad, pero el penúltimo “papa negro”, Peter Hans Kolvenbach, renunció. Y habló también como Pontífice, sucesor del primer Papa en la historia de la iglesia que renunció por motivos de edad y rompió un tabú con una decisión difícil, ante la que se habían detenido, después de haber reflexionado, Pablo VI y Juan Pablo II, Juan XXIII y Pío XII.
Aunque sus palabras se referían en particular a los líderes laicos de los movimientos y de las asociaciones, es evidente que Francisco no excluye la posibilidad de seguir las huellas de Benedicto, en el caso de que se diera cuenta de ya no ser capaz de desempeñar un servicio cuyos compromisos y actividades se han multiplicado durante el último siglo, y que ahora incluye también las fatigas de los viajes internacionales.
Bergoglio, cuando todavía era cardenal en Buenos Aires, decidió retirarse a una casa de reposo para sacerdotes cuando dejó la guía de la diócesis. Después llegó el cónclave y tuvo que cambiar sus planes. Lo que no se puede deducir de sus palabras es la decisión de una renuncia programada, ni mucho menos la hipótesis de introducir un papado a tiempo determinado. Si, como Ratringer, sintiera no poder más, “después de haber rezado mucho”, podría tomar una decisión semejante. Una posibilidad, no una decisión ya tomada. Mientras tanto, mañana Francisco parte para su tercer viaje internacional de 2015 (después de Sri Lanka, Filipinas y Bosnia-Herzegovina), que lo llevará a Ecuador, Bolivia y Paraguay. Un viaje intenso, durante el que enfrentará la altitud de La Paz (3640 metros). En septiembre viajará a Cuba y a los Estados Unidos. En noviembre, después del Sínodo y antes de abrir el Jubileo, volará a África. No parece la agenda de un Papa que “ya no puede”.

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