6 sept 2015

Contra los narcoplantíos la Sedena actúa a ciegas/Juan Veldíaz.

Revista Proceso # 2027, 6 de septiembre de 2015..
Contra los narcoplantíos la Sedena actúa a ciegas/Juan Veldíaz.
En 2007 la responsabilidad de destruir plantíos de mariguana y amapola se le quitó a la PGR y se le dio al Ejército. Y según datos de la Sedena, la destrucción de estos sembradíos se ha triplicado. Sin embargo, esos cálculos fueron obtenidos “al tanteo”, sin metodología ni supervisión. Exfuncionarios de la PGR, especialistas en seguridad y militares en activo confirman lo endeble de las cifras oficiales.
 La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) asegura que desde 2007 –cuando el Ejército se hizo cargo de la destrucción de narcoplantíos– en promedio multiplicó por tres la destrucción de estos sembradíos. Pero no hay pruebas que respalden su dicho. Al contrario.
 Merced a una solicitud de acceso a la información, en julio pasado la Sedena entregó cifras que muestran que la superficie sembrada de droga en el país creció durante el sexenio de Felipe Calderón, y así se ha mantenido hasta mayo de 2015, tras dos años y medio de gobierno de Enrique Peña Nieto.
 Ahora bien, los documentos refieren que la destrucción de plantíos de mariguana y amapola durante este lapso se triplicó desde 2007, cuando los militares se hicieron cargo de esta tarea, que antes correspondía a la Dirección General de Erradicación de Cultivos Ilícitos de la Procuraduría General de la República (PGR).
 Informes de la PGR que abarcan del sexe­nio de Ernesto Zedillo (1994 a 2000) al de Vicente Fox (de 2000 a julio de 2006) muestran que el año en que se alcanzó el mayor número de hectáreas de amapola erradicadas por tierra y aire en todo el país fue 2001, con 5 mil 451; en lo que atañe a los campos de mariguana, fue 1999, con 7 mil 462. En general hubo un alza entre 1996 y 2005, cuando el promedio anual de destrucción de amapola se mantuvo por arriba de las 3 mil hectáreas, mientras que el correspondiente a la mariguana estuvo en más de 6 mil.

 En tanto, la información que se le solicitó a la Sedena fue la cantidad de hectáreas de amapola y mariguana erradicadas vía aérea y terrestre entre enero de 2007 y mayo de 2015. En su respuesta la dependencia no especifica métodos, sólo da cifras de “plantíos y hectáreas erradicadas por mano de obra a nivel nacional del 1 de enero de 2007 al 15 de mayo de 2015”. Y como subtítulo del informe añade: “por personal militar”.
 Según las cifras, en los últimos dos sexenios el Ejército tuvo su año más activo en 2007, cuando destruyó 22 mil 138 hectáreas de mariguana en todo el país; el más bajo fue 2013, con 3 mil 826. En los primeros cinco meses de 2015 iban 2 mil 85 hectáreas erradicadas de esta droga.
 Los documentos refieren que en 2014 se destruyó la mayor cantidad de hectáreas de amapola: 19 mil 505. El más bajo fue 2007, con 11 mil 609. En los primeros cinco meses de 2015, la Defensa Nacional reportó 13 mil 944 hectáreas de esta planta erradicadas en todo el país.
 En comparación con las estadísticas de la PGR, las cantidades de hectáreas de mariguana destruidas por el Ejército se triplicaron de 2001, cuando hubo poco más de 7 mil, a 2007, en que se registraron más de 22 mil. Lo mismo ocurre con las hectáreas de amapola: la PGR reportó el año 2001 como el de mayor destrucción –con poco más de 5 mil–, en tanto que la Sedena asentó que en 2014 destruyó más de 19 mil.
 Del comparativo de documentos se desprende que mientras la PGR contaba con mecanismos de verificación de las superficies erradicadas –registraba número de vuelos y equipo aéreo utilizado, tiempo de vuelo, cantidad de herbicida utilizado, número de plantíos y cantidad de hectáreas, entre otros factores–, el Ejército no aporta datos metodológicos ni especifica, por ejemplo, cuántas hectáreas se destruyeron vía aérea.
 Por correo electrónico y mediante una carta entregada en la dependencia se solicitó una entrevista con el jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, Roble Arturo Granados Gallardo, para aclarar las cifras, pero al cierre de esta edición no hubo respuesta.
 Cifras “infladas”
 Cuando en abril de 2007 la Sedena inició operaciones de erradicación aérea de plantíos ilícitos, recibió 50 helicópteros Bell y ocho aviones Cessna 206. En respuesta a una solicitud de información enviada en la primavera de 2010, la dependencia argumentó que no podía dar a conocer cuántas de esas aeronaves se encontraban operativas, puesto que se trataba de información de “carácter reservado”.
 Añadió sólo que 547 oficiales de la Fuerza Aérea Mexicana habían sido capacitados para operarlas, algo que resultó insuficiente, pues en mayo de aquel año firmó un convenio de colaboración con la dependencia “para proporcionar apoyo aéreo en materia de recursos humanos y materiales para operaciones contra el narcotráfico”.
 En la solicitud de información se le pidió a la Sedena que detallara cuántas hectáreas de amapola y mariguana había erradicado vía aérea desde que se hizo cargo de esas operaciones. La respuesta muestra que en 2007 y 2008, en Durango –el segundo estado donde más amapola se produce y uno de los cinco primeros de mariguana– los plantíos no fueron tocados desde el aire.
 De hecho, en esa entidad la operación de la flota aérea fue reducida al mínimo durante 2009 y el primer trimestre de 2010. Lo mismo ocurrió en Guerrero, primer lugar nacional en producción de amapola y uno de los principales de mariguana, donde no se reportó ninguna hectárea destruida por aspersión aérea.
 La cuestión es que antes de 2007 la PGR mantenía toda una estructura organizada para eliminar sistemáticamente los cultivos ilícitos, y cada año efectuaba operativos en las zonas de Guerrero, Sinaloa, Durango y Chihuahua que solían estar sembradas de estupefacientes.
 Cuando se le quitó esa responsabilidad, se multiplicó la siembra en partes que antes no tenían el problema, dice un piloto de la PGR que durante más de 20 años participó en las labores de erradicación y quien pidió que no se publicara su nombre.
 Después de analizar los documentos que entregó la Sedena con las estadísticas actualizadas a mayo de 2015, el piloto afirma que los números están “inflados”.
 Sería imposible que con los efectivos que tiene el Ejército mexicano asignados a dicha misión se destruya tal cantidad, abunda. “¿Cómo lo miden, qué autoridad judicial da fe si no llevan ministerios públicos? La diferencia que había cuando reportaba la PGR y ahora la Sedena es la buena fe. La PGR reportaba menos porque se apegaba más a la realidad. Tenía navegantes, gente experta que desde el aire podía determinar con precisión la extensión de plantíos. Al navegante le importaba, más que los números, que las dimensiones fueran las reales. Sabía que podía haber problemas legales si alteraba las cifras”.
 En el área de erradicación de cultivos ilícitos de la PGR había personal con 20 a 30 años de experiencia, recuerda. Había ingenieros agrónomos, geógrafos, biólogos, actuarios. Su trabajo técnico era preciso, supervisado por diferentes áreas. Además, realizaban investigación en mecánica de suelos, composición del tipo de plantas que se sembraban de acuerdo con la zona del país, y qué tipo de herbicida era más efectivo.
 En la actualidad, detalla, la flota aérea que la Sedena utiliza para ese fin se compone de seis helicópteros, y está programada la llegada de 14 naves ligeras, lo que sigue dando una cifra muy distante de las 36 que en algún momento funcionaron en la PGR.
 De acuerdo con el piloto hay otro problema: Mover aunque sea a un pelotón de soldados –alrededor de 12 efectivos– requiere de apoyo aéreo, y el Ejército adolece de graves carencias al respecto. Así, por ejemplo, la PGR ha tenido que dar ayuda continua a la base militar de Ciudad Altamirano, Guerrero.
 Hacer la erradicación manualmente implica desplazamientos que duran horas, y además hay que encontrar las brechas por las cuales atravesar los montes. Por eso lo mejor es situar el plantío desde el aire. “Si (los soldados) no tienen apoyo aéreo en amplias zonas del país, ¿cómo le hacen?”, pregunta el oficial de aviación civil entrevistado.
 La cuestión es que 75% de las aeronaves que la PGR cedió a la Sedena se perdió, dice Gerónimo Morales Olivares, exsubdelegado de Erradicación de la PGR. Para él –quien laboró por más de 25 años en la dependencia– hubo dos realidades que los militares enfrentaron cuando llegaron a hacerse cargo de la destrucción de plantíos ilegales: la falta de pericia para operar los equipos y su mentalidad cerrada, cuadrada.
 Basado en su experiencia, dice que un pelotón de soldados podía destruir aproximadamente una hectárea por día, siempre que los plantíos que sumaran esa hectárea estuvieran juntos, algo que no pasaba con frecuencia. “Lo normal era que estuvieran dispersos, eso dificulta el trabajo. En ocasiones el otro plantío se encontraba en el otro cerro, y el traslado por tierra de los soldados tardaba hasta un día”.
 Explica que, en cambio, una pareja de aeronaves podía destruir 10 hectáreas al día, asesorada por técnicos y meteorólogos.
 Él detectó otro problema: La dificultad que representaba el relieve implicó que algunos militares, como no tenían supervisión, “inflaran” las cifras.
 “Se presentaba una constante: los oficiales no saben cuantificar. Para muchos mil metros es una hectárea; a lo mejor no era intencional, pero se equivocaban. No sabían que equivale a 100 metros por 100 metros, que es un cuadrado, es decir, un total de 10 mil metros (cuadrados). En números, la Sedena destruía una tercera parte anual de lo que la PGR destruía. Y sale más barata la destrucción vía aérea que la manual; en su momento se hizo un estudio por rubro. En el Ejército, una vez que se hizo cargo, se dejó de realizar un seguimiento organizado”, dice Morales Olivares.
 El teniente coronel Eduardo Navarrete Montes, oficial de infantería graduado en el curso de Gendarmería en Francia y con cuatro especializaciones en fuerzas especiales en el extranjero, reconoce que en la zona donde se une Chihuahua con Sonora –donde estuvo asignado hasta hace unos años al Batallón 24 de Infantería– la medición de hectáreas erradicadas se realizaba “al tanteo, a ojo de buen cubero”.
 Otro jefe militar entrevistado al respecto, de quien se omite su identidad, admite que el Ejército tiene poco personal para la erradicación. “Los recursos humanos de que disponen no son suficientes para cumplir al ciento por ciento. La capacidad en áreas rurales disminuyó a partir del despliegue en áreas urbanas y fronterizas”.
 Las fuerzas enemigas
 En contraparte, el narco cuenta con una flota aérea numerosa y una gran capacidad operativa. Desde que comenzó el sexenio de Enrique Peña Nieto y hasta mayo pasado, la Sedena reportó el aseguramiento de 53 aeronaves que transportaban droga desde Sudamérica, el Caribe y Centroamérica.
 Los datos, que abarcan de enero de 2007 a mayo de 2015, señalan que durante ese lapso han sido aseguradas en total 40 toneladas de mariguana, 706 kilos de cocaína, 389 de cristal y 15 de heroína. Con el desmantelamiento del aérea de intercepciones aéreas de la PGR, la Sedena y la Secretaría de Marina (Semar) pusieron en marcha el Sistema de Vigilancia Aérea, Marítima y Terrestre, el cual, de acuerdo con los anexos del tercer informe de gobierno de Peña Nieto, opera con medios electrónicos en áreas estratégicas.
 “A través del Centro de Mando y Control del Sistema Integral de Vigilancia Aérea de la Sedena, se coordinaron 416 misiones de vigilancia (en el periodo de septiembre de 2014 a agosto de 2015) y reconocimiento aéreo para localizar aeronaves ilícitas, pistas o áreas susceptibles de aterrizaje clandestino, resguardar instalaciones estratégicas y coadyuvar en operaciones en contra de la delincuencia organizada, haciendo uso de radares terrestres y aerotransportados, plataformas de vigilancia aérea EMB-145 y aviones no tripulados de la Fuerza Aérea Mexicana.” l


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