Por JASON HOROWITZ
The New York Times, 5 de septiembre de 2018:
El arzobispo Carlo Maria Viganò en una misa en Chicago en 2014 Credit Foto del pool por Charles Rex Arbogast
ROMA — En medio de un creciente clamor para que el papa Francisco responda a las impactantes acusaciones de su antiguo embajador en Washington, que incluyen encubrimiento de abusos y mentiras sobre una reunión con una destacada opositora al matrimonio entre personas del mismo sexo, el pontífice se ha dedicado a ensalzar las virtudes del silencio.
En su homilía del 3 de septiembre en el Vaticano, Francisco señaló: “Con las personas que no tienen buena voluntad, con las personas que tan solo buscan el escándalo, que tan solo buscan la división, que solo buscan la destrucción, incluso dentro de las familias: silencio y oración”, concluyó el papa.“La verdad es humilde, la verdad es silenciosa”, añadió, y concluyó con esta oración: “Que el Señor nos dé la gracia de discernir cuándo debemos hablar y cuándo debemos callar”.
Desde que las acusaciones sacudieron por primera vez a la Iglesia el 26 de agosto, Francisco ha optado por el silencio.
El arzobispo Carlo Maria Viganò, exnuncio del Vaticano, acusó al papa de haber estado al tanto de los abusos sexuales cometidos por el cardenal estadounidense Theodore McCarrick en contra de seminaristas años antes de que el abuso se hiciera público. Viganò también dijo que Francisco eliminó las sanciones que su predecesor, Benedicto XVI, había impuesto al cardenal. Todavía no se ha comprobado que sea cierto.
El día en que se publicó la explosiva carta, los periodistas preguntaron si las acusaciones eran ciertas.
“Yo no diré una palabra sobre eso”, indicó Francisco a bordo del avión papal, durante el viaje de regreso de Irlanda. “Creo que el comunicado habla por sí mismo, y ustedes tienen la capacidad periodística suficiente para llegar a las conclusiones. Es un acto de fe. Cuando haya pasado el tiempo y ustedes tengan las conclusiones, quizá hable más”.
Es evidente que no ha llegado ese momento. Benedicto y otros funcionarios del Vaticano que tal vez conozcan información que podría aclarar el misterio, de una u otra forma, han seguido el ejemplo del papa. Este silencio ha dificultado llegar a cualquier tipo de conclusiones.
Sin embargo, si con la reflexión sobre la dignidad del silencio Francisco pretendía que sus críticos también contuvieran sus palabras, no parecía muy probable que alguien escuchara esas plegarias.
Viganò no ha dado ninguna señal de querer dar marcha atrás en su campaña pública para obligar a renunciar al papa, y sus aliados conservadores en Estados Unidos y Roma han hecho resonar dudas acerca del pontífice desde sus púlpitos, los medios de comunicación católicos conservadores y las plataformas de redes sociales.
El papa ya se había lamentado de este ecosistema en el que con frecuencia imperan las hostilidades en abril, cuando escribió con vehemencia en una exhortación apostólica sobre el tono del discurso en la blogósfera católica conservadora.
Francisco advirtió que “también los cristianos pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet”, y citó ejemplos de difamación en algunos medios católicos. “Allí se manifiesta con descontrol que la lengua ‘es un mundo de maldad’ y ‘encendida por el mismo infierno, hace arder todo el ciclo de la vida’”.
No obstante, quizá el mismo Francisco haya facilitado ese enorme incendio.
De acuerdo con sus críticos, ha provocado a los conservadores al ignorar las tradiciones de la Iglesia; además, su estilo de liderazgo motivó a un crítico a titular su libro acerca del pontificado de Francisco El papa dictador.
Por su parte, los partidarios del papa interpretan los francos desacuerdos y exabruptos extraordinarios en contra de Francisco como una consecuencia de la frustración de los conservadores, quienes no están acostumbrados a no tener el control, además de que el papa les ha dado mucha más libertad que sus predecesores recientes incluso a los críticos más acérrimos.
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El papa Francisco saluda al cardenal Theodore McCarrick, exarzobispo de Washington, en una reunión de varias fes en Nueva York en 2015. Credit Jin Lee-Pool/Getty Images
El cardenal Raymond Burke, funcionario estadounidense del Vaticano y dirigente global de los tradicionalistas que critican a Francisco, fue orador en una reunión celebrada en abril, en Roma, cuyo tema fue la confusión reinante en el pontificado de Francisco.
En su discurso sobre los límites de la autoridad papal, Burke, quien es experto en la ley canónica, argumentó que si un papa no actúa de conformidad con la revelación, las Escrituras y la tradición de la Iglesia, “los fieles deben rechazar” sus acciones. Aunque no mencionó de manera específica a Francisco, señaló que la autoridad papal no es cuestión de “magia, sino que se deriva de su obediencia al Señor”, por lo que las acciones de un papa “hereje o pecador” son “inválidas”.
Viganò se sentó en una de las primeras filas durante ese evento y, al parecer, se tomó a pecho el mensaje. Si bien no ocultaba en privado su aversión por Francisco y la dirección que le había marcado a la Iglesia, hacer declaraciones públicas en su contra no se compara en absoluto. Quienes han hablado con él desde hace algunas semanas afirman que no tomó la decisión a la ligera.
“Es un diplomático que aprendió toda la vida a permanecer callado”, explicó Marco Tosatti, el periodista conservador que le ayudó a redactar la carta en la que acusa al papa. “Además, al hacerlo quebrantó un juramento”.
Precisamente gracias a que habló con tal apertura, Viganò se aseguró de evitar cualquier tipo de censura. Si ahora castigara al arzobispo, Francisco provocaría especulaciones de que tiene algo que ocultar.
En vez de eso, Francisco se ha conformado con el apoyo de algunos obispos estadounidenses y un ejército de católicos progresistas activos en línea. Su teniente más activo, Antonio Spadaro, editor de la revista jesuita La Civiltà Cattolica, ya ha acusado en el pasado a algunos obispos católicos conservadores de dañar a la Iglesia por confabularse con evangélicos estadounidenses para promover intereses políticos.
Gran parte de las críticas a Viganò se han basado en este aspecto, y los partidarios del papa consideran que cualquier respuesta solo serviría para darles más material a los críticos que no tienen ningún interés real en la verdad, sino que tienen como objetivo explotar la crisis de los abusos sexuales para desacelerar los planes de Francisco.
El domingo, Spadaro sumó al sacerdote retirado y exvocero papal Federico Lombardi a las filas de la revista, que recibe la aprobación de la Secretaría de Estado de la Santa Sede antes de publicarse. Lombardi de inmediato se involucró de lleno en el enfrentamiento; ese mismo día, emitió un comunicado en el que afirma que Viganò le ocultó al pontífice que había organizado una reunión privada en 2015 con Kim Davis, la funcionaria del juzgado de Kentucky que se convirtió en símbolo nacional entre los oponentes al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, el papa ha permanecido en silencio y prefiere dejar que el Evangelio hable por él.
“Jesús responde con silencio a ‘quienes querían expulsarlo de la ciudad’”, dijo durante la misa del lunes, y añadió que Jesús opta por “el silencio que vence”.
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