La madurez de la Reina/ Daniel Berzosa es abogado y doctor europeo por la Universidad de Bolonia.
ABC, Jueves, 15/Sep/2022
Hoy, 15 de septiembre, la Reina Doña Letizia cumple cincuenta años. Es Reina consorte de España desde el 19 de junio de 2014, cuando Don Felipe VI se convirtió en Rey. Hasta ese día, por su matrimonio con el entonces Heredero de la Corona el 22 de mayo de 2004, fue Princesa de Asturias, la tierra en la que, feliz coincidencia, nació.
El constituyente de 1978 quiso institucionalizar la posición del Rey e introdujo de forma innovadora el término 'Corona', con el ánimo de que no nos adhiriéramos a tal o cual monarca, sino que viéramos en la institución real esa función y valor de simbolizar la unidad y permanencia de la nación y el Estado. Pero está claro que, en cada reinado, es una persona concreta quien encarna la Corona. Los demás miembros de la Familia Real y, secundariamente, de la familia del Rey gravitan y adquieren su rol, deber y sentido públicos en torno al Rey. Y su primer colaborador familiar parece razonable que sea la Reina consorte o el consorte de la Reina (términos que dispone y distingue el artículo 58 de la Constitución).
No cabe ninguna delegación de funciones, competencias y facultades constitucionales del Rey en el consorte real. Este solo las ejerce automáticamente «por mandato constitucional y siempre en nombre del Rey» en los supuestos de la regencia; única circunstancia en que la Constitución se las asigna. Dado que el refrendo opera de manera exclusiva para los actos del Rey que emanan de las funciones, competencias y facultades que le atribuye la Constitución, solo si una Reina consorte o un consorte de la Reina es regente sus actos estarán sometidos a tal exigencia. Fuera de ese eventual, singular y temporal estatus, revela ignorancia en la materia hablar de refrendo en cualquier acto en el que participe el consorte real.
En el amplio campo de las necesidades y preocupaciones de la sociedad, y en apoyo de la labor del Rey, no hay ningún óbice, pues, que impida a la Reina consorte o al consorte de la Reina desplegar por indicación o anuencia de aquel cuantas tareas se estimen pertinentes para complementar la misión constitucional del monarca de servicio a España y a sus ciudadanos.
Doña Letizia ha trabajado muy activamente y con perseverancia hasta convertirse en la gran Reina consorte que es. Es un hecho que se ha consagrado a preservar la continuidad de la Corona y la monarquía parlamentaria. Destaco dos valores significativos. Por un lado, apoya al Rey en su dimensión pública, acompañándolo a los actos oficiales que se determinan, dentro y fuera de España. Por otro lado, junto a Felipe VI, ha construido una estabilidad familiar, con sus valores afectivo, emocional, social y político; y está muy pendiente de la formación y el día a día de la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofía, la generación que viene. Todo lo cual redunda en beneficio de la institución real, cuyas funciones son ejercidas –nunca se olvide– por personas.
En el ámbito de la educación, está especialmente involucrada en la sensibilización de las cuestiones relacionadas con la mujer; la formación entre los seis y los dieciséis años; la adquisición de hábitos saludables desde la primera infancia (principalmente en la alimentación, la actividad física y el desarrollo de habilidades sociales); el fomento de la lectura y la comprensión lectora; y la promoción y el apoyo a la formación profesional. En sanidad y su investigación científica, se ha volcado en quienes padecen cáncer, enfermedades raras y cualquier clase de discapacidad; y, muy importante, en sus familias. Desde 2010, es presidenta de honor de la Asociación Española contra el Cáncer y, desde 2014, de Unicef España.
Desde abril pasado es Defensora para la Salud Mental de la Infancia y la Adolescencia de esta última organización para todo el mundo. Mantiene distintos vínculos con los Ejércitos y la Armada, la Guardia Civil y la Policía Nacional. Participa en las celebraciones de las Fuerzas Armadas, y ha amadrinado y entregado banderas nacionales a unidades de Tierra, Mar y Aire, y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, entre otras actividades.
La Reina Doña Letizia es una persona inteligente, fuerte, comprometida, eficaz y valiente. Se ha convertido en un activo significativo al servicio de la Corona y la monarquía parlamentaria, que es decir al servicio de España y los españoles. Entre otras cosas, ha contribuido a abrir el campo de visión y cuidado, ya de por sí ingente y mutable, a nuevas tendencias y corrientes de la sociedad y opinión pública nacionales.
Doña Letizia supo, comprendió y aceptó antes del «sí, quiero» que, al casarse con el Príncipe heredero, se casaba también con España y sus ciudadanos. Desde aquel 1 de noviembre de 2003, cuando se anunció su compromiso matrimonial con Don Felipe. Aquel día, la futura Reina declaró: «Entiendo la sorpresa que ha causado esta decisión a casi todos; pero es una decisión madura, fruto de reflexiones muy intensas y, sobre todo, con el peso y la solidez del profundo amor que nos tenemos, y del proyecto común que iniciamos.
Desde muy joven soy periodista y hasta los 31 años que tengo ahora he ejercido mi profesión con ganas, con ilusión, con fuerza. De esa misma manera, afronto lo que ahora iniciamos con responsabilidad, con ilusión y con vocación de servicio a los españoles». Inmediatamente antes, el Príncipe de Asturias había señalado: «Y, además, como Heredero de la Corona, tengo la seguridad de que Letizia reúne todas las cualidades y capacidad necesarias para asumir las responsabilidades y las funciones como Princesa de Asturias y como futura Reina de España».
La Reina Doña Letizia ha cumplido con creces con todo ello, día sobre día, problema sobre problema, alegría sobre alegría, en estos casi diecinueve años transcurridos, de los cuales dieciocho años han sido de matrimonio, diez años de Princesa de Asturias y ocho años de Reina de España, con los que llega de forma espléndida a sus primeros felices cincuenta años. Y que sean muchos más.
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