7 mar 2009

Déjense reconciliar con Dios: obispos de Chihuahua

Bajo el título "Déjense reconciliar por Dios", los obispos de la provincia eclesiástica de Chihuahua, difundieron una carta pastoral en la que enfrentan el problema crucial de la violencia que asola esa entidad.
"Los obispos de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua, conscientes de las tristezas y las angustias que sufre nuestro pueblo a causa de los hechos violentos que han venido sucediendo en estos últimos tiempos, exhortamos a los hombres y mujeres de todas clases sociales y credos, a reconciliarse con su corazón, con los hermanos y con Dios", comienza diciendo el comunicado.
Está firmado por los seis obispos de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua, cuyo metropolitano es el arzobispo de Chihuahua, José Fernández Arteaga, el documento responde, según los prelados, al llanto de tantas personas y de familias enteras, víctimas de la barbarie que se ha desatado en Chihuahua por el "control" de las plazas en el trasiego de drogas.
En su mensaje advierten que "Dios mismo, ante todo esto, se siente profundamente conmovido y afectado en su corazón de Padre. Ante el estado de temor y angustia, decide salvarnos e invitarnos a construir una tierra nueva de libertad y de paz", e invitan a la conversión, a un cambio radical y total de actitudes de todos los involucrados, tanto del gobierno, como de las fuerzas policiacas como de la propia sociedad.Firman monseñor Renato Ascencio León, de Ciudad Juárez, monseñor José Andrés Corral Arredondo, obispo de Parral; monseñor Gerardo de Jesús Rojas López, obispo de Nuevas Casas Grandes; monseñor Juan Guillermo López Soto, obispo de Cuauhtémoc-Madera y monseñor Rafael Sandoval Sandoval, obispo de Tarahumara.
La misiva fue hecha pública el martes 2 de marzo.
Mensaje de Obispos de la P. E. de Chihuahua
“Déjense reconciliar por Dios”A los fieles de nuestra Iglesia y demás personas de buena voluntad.
“En nombre de Cristo les suplicamos: reconcíliense con Dios” (2 Cor 5,20).1. TIEMPOS DIFÍCILES VIVIMOS
Los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Chihuahua, conscientes de las tristezas y las angustias que sufre nuestro pueblo a causa de los hechos violentos que han venido sucediendo en estos últimos tiempos, exhortamos a los hombres y mujeres de todas clases sociales y credos, a reconciliarse con su corazón, con los hermanos y con Dios.
Como pastores, nos duele mirar el llanto de tantas personas y de familias enteras. Como bien sabemos, un cúmulo de sufrimiento y de muerte nos invade. Las cifras hablan por sí mismas. A todo esto, en lenguaje cristiano, se llama “pecado” porque se opone al Proyecto de Dios, destruye lo más sagrado: la vida humana, descompone a la sociedad y se manifiesta en la violencia con sus mil rostros.
Admiramos, también, la fe y fortaleza de nuestro noble pueblo de Chihuahua que quiere vivir en paz, que exige justicia como garantía para que esa paz sea posible, y que anhela y trabaja por un mundo más fraterno.
2. DÉJENSE RECONCILIAR CON DIOSDios mismo, ante todo esto, se siente profundamente conmovido y afectado en su corazón de Padre. Ante el estado de temor y angustia, decide salvarnos e invitarnos a construir una tierra nueva de libertad y de paz. Nos envía a su ser más querido: a su propio Hijo: “Tanto amó Dios al mundo que le envió a su propio Hijo” (Jn 3, 16). Ese “tanto” nunca lo podremos agotar.
Hoy suena la palabra amorosa del Señor Jesús: “Conviértanse”. Es la invitación a un cambio total y radical de actitudes. Ya no podemos negociar con el Mal que hemos dejado entrar, y necesitamos cambiar desde adentro hacia afuera. No es sólo el gobierno, ni los militares, ni las cárceles lo que puede dar solución a lo que pasa. Somos todos, cambiando desde dentro, quienes podemos construir un mundo nuevo. Sólo corazones nuevos harán una sociedad nueva. Y sólo Dios puede, si lo dejamos, cambiar nuestro corazón.
3. EXHORTACIÓN
Sabiendo que, detrás de toda crisis, existe una falta de espiritualidad, invitamos a volver los ojos al Dios de la vida. Ante este Dios presente, no podemos permitir que se siga manchando de sangre nuestra Patria y nuestro Estado. Sólo volviendo los ojos a Dios habrá solución. Dejémoslo entrar a la sociedad, al campo político, a las escuelas y a las familias.
Volvamos a los principios perennes: el respeto a la vida, la dignidad de la persona humana por encima de la búsqueda de dinero, el trabajo legítimo, la legalidad que protege y regula las relaciones de los individuos y la sociedad, la honestidad…
Pidamos para que se abran ventanas a la esperanza, para que exista luz, valor y congruencia en nuestras autoridades, fortaleza en los que han perdido a seres queridos, y audacia en todos para construir un Chihuahua que recupere el respeto y la paz.
A los que están implicados en la violencia, les invitamos a que consideren que la vida no se le puede quitar a nadie. Les gritamos, con corazón de pastores: “Arrepiéntanse y cambien de vida”. Dios está dispuesto a perdonarles, pero este perdón conlleva tener la disponibilidad a dar marcha atrás, a reparar los daños y a retirarse de esta actividad de muerte.
Elevemos nuestra oración confiada y llena de esperanza a Jesucristo Camino, Verdad y Vida de todos, y a María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive, para que sigan cuidando a México y a nuestro Estado de Chihuahua.
Fuente: CEM

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