25 dic 2009

Los pecados de la iglesia católica

Otros dos obispos irlandeses renuncian tras el informe sobre abusos sexuales a menores
Cuatro religiosos han dejado su cargo por las agresiones entre 1974 y 2004
EFE - Dublín - 25/12/2009
Otros dos obispos irlandeses han anunciado que presentarán su renuncia al Papa Benedicto XVI, lo que eleva a cuatro el número de religiosos que dejan su cargo tras la publicación del informe oficial que denunció abusos sexuales a niños en el seno de la Iglesia.
Los obispos Eamonn Walsh y Raymond Field, los dos únicos obispos auxiliares que prestan servicio en la archidiócesis de Dublín, dijeron que habían comunicado su decisión al arzobispo Diarmuid Martin. Walsh ha sido obispo auxiliar en la archidiócesis de Dublín desde 1991, mientras que Field ocupó su puesto en Dublín en 1997.
"Nuestra esperanza es que nuestra acción ayude a traer la paz y reconciliación de Jesucristo a las víctimas y supervivientes de los abusos sexuales a menores. De nuevo, nos disculpamos ante ellos", han afirmado en un comunicado difundido el jueves por la noche.
Al igual que el obispo Jim Moriarty, que dimitió el miércoles, ambos prelados habían dicho que el informe mostraba que ellos no habían hecho nada malo. Moriarty admitió que debería haber desafiado la "cultura imperante" que permitió que tuvieran lugar delitos contra niños.
La semana pasada, el obispo Donal Murray fue el primero que dimitió desde que se publicó el informe, que señaló que los responsables de la Iglesia de Irlanda, país de mayoría católica, habían encubierto durante 30 años abusos sexuales generalizados a niños por parte de algunos sacerdotes.
El texto, publicado el 26 de noviembre, indicaba que la archidiócesis había estado más preocupada por proteger la reputación de la Iglesia que en salvaguardar a los niños y había ocultado "de forma obsesiva" los abusos a menores entre 1974 y 2004.
La Iglesia católica irlandesa ocultó los abusos sexuales a menores durante décadas
Un informe judicial revela la connivencia de la policía y la Fiscalía con cuatro obispos de Dublín
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PATRICIA TUBELLA - Londres - 26/11/2009
Tan sólo medio año después de que Irlanda divulgara horripilantes pormenores sobre abusos sexuales a menores perpetrados por miembros del clero católico, las conclusiones de un nuevo informe oficial revelan la connivencia entre la jerarquía eclesiástica y las autoridades del Estado -incluidas la fiscalía y la policía- para proteger a los curas pederastras. El ministro de Justicia irlandés, Dermot Ahern, ha admitido este jueves que las propias autoridades facilitaron el encubrimiento de los casos pero, sobre todo, se desprende de la investigación que la iglesia antepuso la defensa de su reputación frente a la protección de niños vulnerables que estaban a su cuidado.
El documento presentado por Ahern se centra en las alegaciones de abusos contra 46 sacerdotes de la archidiócesis de Dublín y abarca el periodo comprendido entre 1975-2004. La jerarquía católica encubrió sistemáticamente las denuncias para eludir el escándalo, y para ello contó con el apoyo del establishment irlandés y de su atávico servilismo hacia la iglesia. En lugar de informar a las autoridades sobre las denuncias de tremendas agresiones, los superiores de esos sacerdotes optaban por trasladarlos de parroquia en parroquia, donde acababan hallando a nuevas e inocentes víctimas. Aunque el informe exime de responsabilidades al actual arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, sí apunta directamente a la responsabilidad de varios de sus antecesores, entre ellos los prelados John Charles McQuaid , Dermot Ryan y Kevin Mcnamara, los tres ya fallecidos. También implica a Desmond Conell, hoy retirado, quien no permitió hasta finales de 1995 que se canalizaran las denuncias contra 17 sacerdotes, si bien las reiteradas quejas recibidas afectaban entonces al menos a 28 clérigos de su diócesis.
Ilustrativa de la participación policial en el encubrimiento es la historia de un pequeño de 11 años objeto de abusos. Un sacerdote acudió a denunciar las agresiones sufridas por Andrew, pero los agentes, en lugar de emprender una investigación, plantearon el asunto ante la jerarquía eclesiástica, lo que supuso el punto final del caso. El ministro Ahern ha reconocido que "en algunos casos, y debido a acciones u omisiones, algunas personas que buscaron ayuda no siempre recibieron el nivel de respuesta y protección que debió garantizarles la An Garda Siochána (policía de irlanda)".
La indignación que ha suscitado el "Informe de la Comisión de Investigación sobre la Archidiócesis Catlótica de Dublín" obedece primordialmente la participación de los poderes públicos en un sistema que buscaba proteger a la iglesia por encima de todo. Los irlandeses ya habían asistido con horror al relato sobre los abusos sexuales de sacerdotes a menores, recogido en un documento que vio la luz el pasado mayo. El Informe Ryan, elaborado por la comisión investigadora de abusos a menores, es un catálogo de sistemáticas tropelías, de agresiones físicas y verbales cometidas por sacerdotes, monjas y personal seglar a lo largo de más de sesenta años. Una pesadilla que afectó a miles de niños y que tuvo su escenario en instituciones estatales gestionadas por la iglesia. La congregación de los Hermanos Cristianos, responsable de gestionar esos centros, ya ha prometido desembolsar 145 millones de euros en concepto de reparación.
El responsable de la cartera de Justicia ha animado a quienes conozcan más casos de esa naturaleza a que acudan a la policía para que "los agresores puedan ser llevados ante la justicia". El informe no recoge los nombres de las víctimas ni de los agresores para no invalidar futuros procesos. El ministro ha tenido que disculparse en nombre del Estado por su inacción o directamente complicidad, aunque ha insistido en que la cruda realidad que reflejan sus setecientas páginas no debería ensombrecer "el trabajo de miles de sacerdotes honrados", empezando por aquellos que persiguieron e intentaron denunciar tales abusos.
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La Iglesia de Irlanda conocía el abuso "endémico" en sus escuelas
W. OPPENHEIMER - Londres - 21/05/2009
Tras nueve años de pesquisas y más de 2.000 testimonios, una investigación ha concluido que la cúpula de la Iglesia católica irlandesa conocía el abuso "endémico" al que eran sometidos los 35.000 niños que entre los años cincuenta y 1os ochenta se acogieron a sus instituciones. El actual líder eclesiástico, el cardenal Sean Brady, expresó ayer se declaró ayer "profundamente apenado y avergonzado por el hecho de que estos niños sufrieran de manera tan horrorosa en nuestras instituciones". El informe "documenta un vergonzoso catálogo de crueldad; el abandono, el abuso físico, sexual y emocional perpetrado contra niños", admitió.
El informe, elaborado por la Comisión Investigadora de los Abusos de Niños, puesta en marcha en 2000 tras un aluvión de denuncias de abusos cometidos por los religiosos de la Iglesia católica irlandesa en el pasado, concluye que funcionarios eclesiásticos alentaron palizas rituales y protegieron de forma sistemática a sus miembros pedófilos para que no fueran detenidos, todo ello rodeados de "una cultura al servicio del secretismo".
Los cinco tomos del informe documentan un rosario de abusos físicos y emocionales. Los abusos sexuales en muchas de las instituciones eclesiásticas, una red de reformatorios, escuelas industriales y casas de trabajo, sobre todo en las de chicos.
Las escuelas estaban gestionadas de manera severa, con un régimen de disciplina irracional y opresivo que afectaba a los niños, pero también incluso a los empleados que trabajaban en ellas.
Más pecados
Los niños pasaban hambre y en muchas escuelas la alimentación era inadecuada, incomestible y mal preparada. Muchos testigos hablan de que estaban constantemente aterrorizados por las palizas, en las que se les intentaba causar el mayor daño posible.
El recuerdo de la película Las hermanas de la Magdalena, de Peter Mullan, es inevitable. En ese filme de 2002 se recogían los castigos físicos, humillaciones, el hambre y la miseria a que eran sometidas cientos de muchachas en los conventos irlandeses de la Magdalena. La historia tenía una base verdadera. La película levantó ampollas en la Iglesia que, sin embargo, ayer reconoció pecados incluso más horrorosos.

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