12 ago 2010

El Presidente Calderón con la CONAGO

El Presidente en el Diálogo por la Seguridad con Gobernadores
Señoras y señores representantes de la sociedad civil que han atestiguado y participado en estos diálogos.
Señoras y señores:
Los he convocado, y agradezco mucho su presencia, porque el país pasa por un momento particularmente difícil y desafiante en materia de seguridad, no sólo por la ola de violencia generada por los criminales en su actuar contra otros grupos, contra la autoridad y sus instituciones, y lo más preocupante, contra los ciudadanos, sino porque también se está registrando un importante crecimiento en la comisión de delitos que mayor y más frecuentemente lastiman a los ciudadanos: el robo, el secuestro y la extorsión.
La única manera en que podamos no sólo enfrentar, sino resolver este desafío, es formando un frente común. Está claro que ni los estados ni la Federación, si actuáramos de manera aislada, podríamos resolver ese asunto y menos si estamos confrontados. Se requiere la participación de todos, sin excepción y sin titubeos.
A lo largo de las últimas dos semanas me he reunido con organizaciones de la sociedad civil, empresariales, religiosas, con expertos en la materia, con medios de comunicación, con comunicadores, con las fuerzas políticas y con los Poderes Judiciales, tanto de la Federación como de los estados, a fin de entablar un diálogo franco y constructivo que nos permita revisar y consolidar una política de Estado en materia de seguridad y de justicia.
El combate al crimen exige la participación coordinada de todos, especialmente de las autoridades que hoy estamos aquí reunidas y que tenemos una corresponsabilidad constitucional en la lucha contra la delincuencia.
Una política de Estado requiere de todas las voces, requiere que aprendamos de nuestras experiencias, y que juntos encontremos un camino común para dar solución a este gravísimo problema. Es ahí donde radica el más alto valor de estos diálogos.
Gracias a la participación de múltiples actores, hoy contamos con una visión más amplia y con mayor información del fenómeno delincuencial.
Pero, sobre todo, y quizá lo más importante, es que debe haber una nueva actitud de parte de todos los actores involucrados en este tema; una actitud de cooperación y de apertura para encontrar vías eficaces, novedosas, una conciencia clara de corresponsabilidad y, lo más importante, una actitud de confianza en que juntos sí podemos ganar esta lucha.
La reunión del día de hoy, como es evidente, tiene una importancia cardinal, por la responsabilidad constitucional y legal de quienes asistimos a ella. Porque está en nuestras manos la posibilidad de responder, o no, al reclamo más importante que los mexicanos tienen sobre nosotros hoy en día.
De nosotros depende, por ejemplo, que las policías estatales y la Federal se dediquen a proteger a la población y a perseguir a los delincuentes, o que sean motivo de preocupación en sí mismas y, a veces, hasta de temor por parte de la población.
El trabajo que realicemos puede garantizar que los mexicanos cuenten con Ministerios Públicos profesionales, respetables, respetados, que consignen debidamente a los presuntos delincuentes ante la justicia, y logren sentencias condenatorias que pongan fin a la impunidad que hoy agravia, como pocas cosas, a los ciudadanos.
En nuestras manos está, también, que las familias que han perdido a un padre, en un secuestro o en un asalto; que han perdido su patrimonio por la extorsión, que han perdido a un hijo en las garras de las drogas y, sobre todo, que han perdido la confianza en nuestra capacidad para resolver los problemas, tengan una esperanza renovada.
También debemos demostrar que los políticos somos capaces de superar el reto que enfrentamos por vivir en una República Federal y que sabremos, desde luego, coordinarnos debidamente.
Que somos capaces de ser autocríticos con nuestras acciones, y superar nuestros impulsos políticos primarios, para dar una respuesta eficaz a los problemas reales de los ciudadanos.
Mi mayor interés es escucharles, con la mente abierta y con la plena disposición de conocer sus puntos de vista, sus experiencias y sus propuestas.
Es claro que de nuestra capacidad para aplicar con efectividad y de manera coordinada una política común, y de nuestra decisión, honradez y liderazgo, dependen la paz y la tranquilidad futura de las familias mexicanas.
Por lo pronto, quiero reiterar ante ustedes lo que a mi juicio ha ocurrido en el país o en algunos lugares de la República, y que puede explicar, en parte, la evolución en el comportamiento del crimen.
Durante décadas, el crimen organizado centró su acción únicamente en el narcotráfico; es decir, en el trasiego de droga hacia los Estados Unidos y en algunas actividades cercanas, como en el contrabando.
Se trataba de un negocio de bajo perfil, donde la clave del éxito para el criminal era el no ser visto ni por los ciudadanos, ni por la autoridad. Sin embargo, desde mediados de los años 90, tuvo lugar un cambio en el modelo de negocio de las organizaciones criminales en México.
Sea porque los productores de droga en Sudamérica comenzaron a pagar a sus socios mexicanos en especie, o sea más bien por el mero crecimiento del poder de compra de nuestra economía, que desde la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio llegó a crecer, de poco menos de tres mil dólares anuales de ingreso per cápita, a más de 10 mil dólares en 2008, el hecho es que los criminales comenzaron a ver en México un mercado creciente, un mercado joven, un mercado con gran capacidad de compra, y capacidad de compra creciente.
Por eso dejaron de ser meros traficantes; es decir, meros exportadores de droga, y comenzaron a buscar un mercado de consumo entre los jóvenes mexicanos.
Esta expansión de la delincuencia, este cambio en su operar, conllevó a su vez cambios operativos y logísticos muy importantes:
Primero. Pasó de ser una actividad centrada en rutas y en logísticas lineales hacia Estados Unidos, básicamente de control de puntos de frontera, a ser una actividad de control territorial completo. Es decir, junto con el control de rutas y de puntos fronterizos para traficar estupefacientes, que era la clave del negocio tradicional del narcotráfico, los criminales buscaron, además, el control de plazas y el control de mercados, lo cual significa control de pueblos y ciudades al interior del país.
En consecuencia, y aquí viene un segundo cambio, pasó de ser una actividad de bajo perfil que se supone no se metía ni con la autoridad, ni con la gente, y pasó a ser una actividad abierta, violenta y desafiante.
Ahora, además de un punto de cruce en la Aduana para controlar su tráfico, para controlar su nueva actividad; es decir, sus tienditas, sus puntos de venta en antros, centros nocturnos, restaurantes, los criminales se avocaron a controlar pueblos y ciudades.
Esto provocó un cambio de dimensión en su actividad. De ser un control lineal, a la búsqueda de un control territorial de su campo de acción.
Un tercer cambio. Es que su presencia, de ser una presencia limitada a puntos fronterizos y a rutas de tráfico, se extendió territorialmente a prácticamente todo el país, como ocurre con cualquier negocio de distribución en el consumo.
Esto, a su vez, los llevó, como he dicho, a dejar su bajo perfil: el no meterse con nadie, el no ser vistos, a tratar de dominar a la autoridad a través de la cooptación o de la intimidación: la ley de plata o plomo.
En consecuencia, el crimen organizado se volvió violento, agresivo, desafiante y amenazante hacia la autoridad y hacia los ciudadanos.
Una vez hecho del control de una población determinada, su comportamiento, a su vez, evolucionó hacia el que ha tenido el crimen organizado en todo el mundo y en sus diversas manifestaciones; es decir, hacia el llamado control de plaza, entre comillas; el asumirse dueños de la plaza, también entre comillas, que implicó el cobrar cuota o piso a otros grupos criminales: de robacoches, de traficantes de piratería, de contrabandistas, de ladrones y vendedores de gasolina robada a PEMEX, de expendedores de alcohol adulterado, de traficantes de personas y de todo tipo de delitos en una comunidad determinada.

Más pronto que tarde, el cobro de piso a otros criminales derivó hacia el cobro de cuotas de protección o de no agresión a los ciudadanos. Esto le llevó a otro cambio en la estructura criminal; es decir, ahora pasó de ser una actividad, no sólo, y en algunos casos ni quisiera principalmente dedicada a las drogas, sino una actividad orientada a exaccionar a los ciudadanos y a la sociedad; es decir, orientada hacia las extorsiones, hacia las amenazas y hacia los secuestros.

Éste es otro cambio medular. Comenzó el crimen a meterse con los ciudadanos, con sus vidas, pretendiendo apoderarse así del fruto de su trabajo. Se consolidó en México, en esta década y media, lo que la teoría describe o define en grandes rasgos como lo que es el crimen organizado; es decir, es aquel que a través de la violencia o la amenaza busca apoderarse de las rentas lícitas o ilícitas en una comunidad.

Este cambio en la manera de actuar de las organizaciones criminales tomó por sorpresa a unas debilitadas estructuras institucionales, particularmente en estados y municipios, y en todo el país. A su vez, el debilitamiento institucional de la autoridad en todos los órdenes, el poder de intimidación que los criminales, a través de una política deliberada de terror hacia sus adversarios, hacia la autoridad y hacia la población, provocó, en muchos casos, la intimidación, y de ahí a la parálisis o a la semiparálisis en la acción policiaca, ministerial y judicial en algunos puntos del país.

Con ello, proliferaron, también, en muchas regiones delincuentes que aún sin vínculos, y aún sin contacto con el crimen organizado, actúan con gran impunidad, creciendo apresuradamente la comisión de los delitos que más agravian al ciudadano.

Crece así el robo, el delito más cometido en el país, con más de 80 por ciento de los casos; la extorsión, particularmente la telefónica, que se realiza de manera masiva aprovechando la tecnología de telecomunicaciones existente; el secuestro y el homicidio común.

Se trata de una tendencia creciente del fenómeno delictivo, que hay que detener cuanto antes y por todos los medios lícitos al alcance del Estado, a través de todos sus Poderes, de todos sus órganos y de todos sus niveles de Gobierno.

El diálogo en el que hoy participamos, debe contribuir a fomentar una actitud de corresponsabilidad, hoy, que la ciudadanía nos está exigiendo mayor transparencia y, sobre todo, mayor eficacia en la lucha por la seguridad.

Quiero compartir también con ustedes algunos de los principales planteamientos que se han hecho aquí, en esta reunión, y que agruparía en cuatro preocupaciones fundamentales:

Primero. La importancia de fortalecer el entramado institucional en todos los Poderes públicos, pero particularmente en los diversos órdenes de Gobierno, orientado hacia el mejoramiento y profesionalización de las instituciones policiacas, ministeriales y judiciales en todo el país.

Éste, me parece, señoras y señores Gobernadores, el factor crítico para el éxito en nuestra tarea. Si logramos tener 32 policías y Procuradurías estatales muy confiables, eficaces, a través de su depuración y fortalecimiento, e incluso, si es necesario, desde su reconstrucción completa, partiendo de cero.

Y todavía mejor. Si logramos un compromiso similar del Poder Judicial, habremos dado el paso definitivo para alcanzar la victoria en esta lucha por la seguridad de los mexicanos.

Segundo. La necesidad de redoblar esfuerzos en materia de prevención del delito, particularmente a través de políticas públicas que brinden oportunidades educativas, recreativas y culturales, desde luego oportunidades de trabajo, para jóvenes y adolescentes, universo en el cual el crimen centra su actividad, tanto para provocar adicciones y, en consecuencia, clientes y, prácticamente, esclavos entre estos jóvenes, y también para reclutar carne de cañón, sicarios, jóvenes que entregan a la violencia sin el menor escrúpulo, y que en su mayoría pierden la vida.

La carencia de estas oportunidades los hace vulnerables, no sólo a las adicciones, sino también los hace presa de un reclutamiento criminal, un reclutamiento irresponsable, que es la característica más violenta y más desalmada de la delincuencia.

Aquí, la labor de las entidades federativas en materia de generación de oportunidades de educación, particularmente media y superior; de oportunidades recreativas, y de oportunidades de trabajo, así como la prevención de las adicciones y su tratamiento, es fundamental.

Tercera. La demanda de contar con sistemas eficaces de evaluación y control de la política de seguridad. Me refiero a la construcción de espacios, para que sean los propios ciudadanos, no sólo nosotros mismos, los ciudadanos, quienes nos ayuden, a las autoridades de los tres órdenes de Gobierno, a identificar lo que funciona y lo que no funciona, a que nos hagan propuestas para mejorar, y a que nos exijan cuentas del cumplimiento de nuestros compromisos.

Y cuarta. La creciente exigencia de definir con claridad corresponsabilidades en las tareas de seguridad en los niveles Federal, estatal y municipal. Corresponsabilidad a la que nos obliga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos a los tres órdenes de Gobierno.

A lo largo de los diálogos también hemos coincidido en la necesidad de compartir una visión estratégica en materia de combate a la delincuencia, así como en la urgencia de actuar en un solo frente que cierre los espacios al crimen.

En especial, ha existido por parte de los participantes una definición política fundamental que debemos refrendar, por obvia que sea. Esa decisión fundamental, es que el Estado, y por él me refiero a los tres órdenes de Gobierno y a los Poderes de la Unión, el Estado tiene como tarea combatir al crimen con toda su fuerza y con todos sus medios.

Y se trata de una causa que debemos compartir y reafirmar quienes intervenimos en la vida pública, sea política, económica o social del país, y en particular a quienes tenemos responsabilidad de gobernar a nivel Federal, estatal y municipal.

Ustedes, los Gobernadores de la República, tienen un papel fundamental en la construcción de una política de Estado, una política que puede y debe impulsar la acción de todos. Ustedes tienen la fuerza política, tienen la capacidad de influencia y de decisión para que en este momento, que es crucial, nuestras decisiones nos lleven al éxito.

Son la pieza clave en la agenda de transformación institucional que requiere nuestro Pacto Federal en materia de seguridad. Por eso pienso que es momento de asumir responsabilidades compartidas, y que no llegaremos a ningún lado, si la energía que tenemos la usamos para culparnos unos a otros, o evadir esa responsabilidad.

A lo que estamos asistiendo, señoras y señores, es a un cambio de modelo criminal, que demanda nuevos esquemas institucionales a nivel Federal y a nivel local. Sé muy bien, también, que el fenómeno criminal varía de estado a estado. Sé también que las capacidades institucionales, sea por el tamaño, capacidad económica, ubicación geografía, son también distintas entidad por entidad.

Ustedes, los Gobernadores, juntos con los Alcaldes, lo saben y conocen muy bien la manera particular en que los delincuentes actúan en sus territorios. Son conscientes también, estoy seguro, de los cambios que debemos realizar.

Por lo mismo, necesitamos la concurrencia de niveles de Gobierno en la República. La naturaleza Federal de nuestro pacto político nos demanda, con mayor razón, una política de Estado en materia de seguridad que trascienda partidos, ideologías, coyunturas, niveles de Gobierno y periodos de Gobierno. Una política de Estado que trascienda a una Administración específica.

Lo reitero. Esa no es, ni puede ser una lucha del Presidente únicamente, ni es una lucha únicamente contra el narcotráfico. Es una lucha contra el crimen organizado y contra toda expresión criminal que pretende apoderarse de la vida de los ciudadanos.

Requerimos una política de Estado que nos permita fortalecer el poder público, en cualquiera de sus expresiones, frente a la criminalidad.

Qué podemos hacer para contribuir a este objetivo desde el ámbito estatal. Eso es fundamentalmente la pregunta que nos hacemos y que debemos responder en estos diálogos y en otras instancias de deliberación democrática.

Qué podemos hacer desde el ámbito Federal. Esa es una pregunta que también hacemos y que ha tenido diversas respuestas en estos foros.

Hoy, que la delincuencia amenaza la seguridad y la tranquilidad de los mexicanos; hoy, que la sociedad nos exige a todos acciones precisas y contundentes, intensifiquemos nuestro trabajo para lograr ese propósito.

En particular, finalmente, les pido que pongamos especial atención en los siguientes aspectos fundamentales.

En primer lugar. Quiero convocarlos e invitarles a que fomenten con su liderazgo y apoyen decididamente la realización de este tipo de Diálogos por la Seguridad, con los ciudadanos y con las organizaciones de la sociedad civil, en cada una de las entidades federativas.

Se trata de una oportunidad inmejorable para contar con un diagnóstico claro sobre la situación en seguridad pública, que provenga de la sociedad, quien es la que está sufriendo la inclemencia del crimen.

Se trata de que a partir de la experiencia de quienes participen, pueda fortalecerse la política de seguridad que están aplicando cada una y cada uno de ustedes en sus respectivas entidades y, desde esa experiencia, poder revisar y fortalecer la estrategia nacional.

En esta lucha todos somos corresponsables, y la forma mejor de asumir esta responsabilidad es fomentando la participación de los sectores, para que sus demandas y sugerencias sean atendidas por la autoridad que corresponda.

Apoyemos Diálogos por la Seguridad con la sociedad civil, en cada entidad federativa.

En segundo lugar. A casi dos años de su firma, evaluemos con sinceridad el cumplimiento de nuestros compromisos establecidos en el Acuerdo para la Seguridad, la Justicia y la Legalidad. Este Acuerdo es un compromiso que hicimos ante la sociedad mexicana y que representa no sólo una base sustancial para acercarnos al México de paz y tranquilidad que deseamos, sino una oportunidad para demostrar que no sólo somos capaces de llegar a acuerdos, sino que como Estado mexicano tenemos la fuerza y la voluntad para cumplirlos.

En tercer lugar. Y como se ha dicho, empeñémonos en fortalecer nuestras instituciones de seguridad y de justicia, que, por mucho, son nuestra mejor arma para fortalecer la lucha contra el crimen.

Necesitamos mejores policías, mejores cuerpos policíacos, que ojalá puedan estar formados por jóvenes más preparados, por profesionistas, y más comprometidos por México. Tanto por el perfil que se requiere, como por el riesgo que implica, también necesitamos fortalecer los ingresos y las condiciones de vida de los elementos que están avocados a la protección de los ciudadanos.

Reclutémoslos bajo criterios estrictos. Necesitamos, también, una profunda renovación de las capacidades de las Procuradurías y de los Ministerios Públicos.

Hoy, más que nunca, tenemos que contar con instituciones de justicia y de seguridad pública confiables y profesionales, capaces de responder con eficacia al enorme reto que enfrentamos.

En cuarto lugar. Quiero pedirles su compromiso y su apoyo para el trabajo que realizan en algunas entidades las Fuerzas Federales: el Ejército, la Marina y la Policía Federal.

Hoy, hay decenas de miles de efectivos desplegados en entidades federativas que participan en el combate al crimen organizado, que se enfrentan todos los días a estas bandas delincuenciales, y que trabajan con valentía para ofrecer seguridad a los ciudadanos que ustedes gobiernan.

Es vital que su actuación cuente con una coparticipación operativa eficaz, y especialmente con un claro soporte en la opinión pública por parte de los liderazgos que ustedes representan.

Debe quedar claro a las familias que compartimos, Gobierno Federal y entidades, un objetivo y una responsabilidad común, que es su seguridad.

Hoy espero que compartamos en esta mesa las opiniones y las propuestas, también las críticas de cada uno de ustedes en materia de seguridad. Y espero que podamos escuchar y aprender de los éxitos que cada uno de ustedes ha tenido en sus respectivas entidades frente a este flagelo.

Enfrentamos una problemática muy grave y sin precedentes, pero no es más grave que el Estado Mexicano. No es más grave que la fuerza de los ciudadanos. No es más fuerte que la fuerza de nuestros ciudadanos. No es más grande que la exigencia y el anhelo de las familias mexicanas, de vivir en paz.

No es más grande, tampoco, que la capacidad que el Estado tiene, con el apoyo de los ciudadanos, y con sus recursos, para enfrentar estos problemas.

Estamos aquí, porque en quienes nos reunimos hay la voluntad para enfrentar esta lucha, porque la estamos dando con el compromiso y responsabilidad que la sociedad y la ley nos demanda.

Es verdad que hemos tenido diferencias, pero también es cierto que la sociedad nos reclama resolverlas y llegar a acuerdos que redunden en un mejor y mayor beneficio para todos.

Ratifico la apertura del Gobierno Federal, la mía en lo personal, para escuchar sus ideas y planteamientos, que nos lleven a forjar, como estoy seguro lo haremos, una política de Estado en materia de seguridad y de justicia en beneficio de los ciudadanos.

Quedo atento a sus comentarios, y muchas gracias por su atención.
***

Señoras y señores Gobernadores.
Más que unas palabras protocolarias de clausura, sí me gustaría comentar y esbozar, así sea provisionalmente, un punto de vista muy rápido, inicial, provisional, de las muchas y muy valiosas aportaciones y propuestas que ustedes han hecho en este tema.
Desde luego que comparto la idea de que necesitamos dar resultados y que la sociedad nos los está exigiendo a todos por igual, independientemente de los criterios competenciales que en materia legal o constitucional podamos tener. La verdad es que tenemos que responder. Y reitero mi convicción: o lo hacemos juntos, o no habrá respuesta posible que pueda satisfacer a los ciudadanos.
Comparto, también, en una afirmación elemental, de que con todo y el enorme tamaño de la problemática en México, los ciudadanos que quieren vivir en paz, que trabajan honestamente, que hacen su esfuerzo todos los días, que llevan a esos niños a la escuela, son y somos muchísimos, millones y millones más, que los que tienen sometidos o pretenden someter, más bien, a nuestras comunidades, y tenemos que descubrir la fuerza de esa realidad. Y esa fuerza estriba, precisamente, no sólo en la coordinación de los gobiernos, que es el valor que estamos buscando, sino estriba, también, en el valor de la ciudadanía y de las organizaciones que representan a la ciudadanía.
Un punto muy importante que creo que es materia de consenso, es la imperiosa necesidad del fortalecimiento institucional al que nos hemos referido. El Gobernador de Nuevo León decía que es urgente elevar la potencia de las policías locales, y totalmente de acuerdo. Y también coincido en la imperiosa necesidad de que esa elevación de fuerza, de potencia, ese fortalecimiento, vaya acompañado con las capacidades y recursos que se requieren hacer. Para lo cual yo quiero plantearles, de veras, la propuesta de que busquemos un entendimiento con los propios legisladores. Porque, en honor a la verdad, también, muchas veces los criterios de asignación de gasto salen como una resultante de los factores sectoriales interesados en las determinaciones del Presupuesto.
Por otra parte, sí se requiere, en materia presupuestal, un énfasis particular en el tema de seguridad, no sólo a nivel nacional y en el Presupuesto Federal. Por supuesto que, de hecho, lo ha habido y lo debe de seguir habiendo. Y no sólo un mayor apoyo para que se dé este fortalecimiento institucional a nivel local. Yo creo que debemos de encontrar la manera de que haya y que encontremos la manera de que eso vaya acompañado de un cumplimiento, por ejemplo, de los compromisos que tenemos.
Por ejemplo, el establecer estos Centros de Control de Confianza. Cuánto cuestan, cuánto cuesta pagarles a los polígrafos. Cuánto cuesta establecer sus instalaciones.
Si encontramos, por ejemplo, esas estimaciones y cómo verificar que se cumplan; porque es importante que los recursos se apliquen. Creo que podemos avanzar.
Cuánto necesitamos fortalecer a policías, que ya estén investigados, que estén, por lo menos mandos, corroborados en el Control de Confianza. Entonces, cuánto necesitamos pagarles para que, verdaderamente, estén trabajando para los ciudadanos. Hagámoslo bajo ese criterio.
Y también, me permito sugerir, respetuosamente, que a nivel local se den también readecuaciones internas, independientemente del tamaño de los presupuestos, porque, efectivamente, aquí se ha mencionado el Presupuesto Federal; que, efectivamente, hemos hecho un especial énfasis en fortalecer seguridad pública, particularmente porque queremos, necesitamos construir una nueva policía confiable, Federal. Hemos reasignado recursos hacia esta materia.
En materia local, yo creo que hay que hacer un esfuerzo similar, porque si bien se mencionaba aquí, hay un 34 por ciento de incremento nacional, que es todavía menor al incremento que se ha registrado en las entidades federativas entre 2005 y 2010, del volumen total de recursos; es decir, debemos no sólo, creo que vale la pena, no sólo responder a incrementos en seguridad pública, acorde con incrementos generales, sino buscar, incluso, mayores reasignaciones en esa materia.
Capacidad técnica, inteligencia, mayor armamento. Y tomo nota de las puntualizaciones que han hecho varios de los Gobernadores. Una necesidad muy importante, efectivamente, es enfatizar la política social, la política preventiva.
Creo que un reto que ha surgido el día de hoy es, qué vamos a hacer con esos jóvenes, la llamada generación Ni-Ni, que ni estudian, ni trabajan; y que son, efectivamente, el campo fértil que está, probablemente, atrás del potencial que están adquiriendo los criminales, no sólo para el crimen organizado que, efectivamente, los reclutan y los mandan por delante, literalmente, a morir. Porque es, precisamente, el grueso de la población que está falleciendo en los enfrentamientos entre delincuentes, y entre éstos con la autoridad; sino, también, para los delitos del orden común, que han crecido de manera exponencial, y que son cometidos por una población cada vez más joven.
Aquí se han hecho algunas propuestas puntuales que creo que vale la pena comentar. El tema de revisar el régimen legal del uso de drogas en México, como he señalado, está abierto en una democracia plural, como la tenemos los mexicanos, y es importante que las propuestas se den con seriedad y profundidad, aquilatando, en su justa dimensión, los argumentos.
Coincido en que las políticas de prevención del delito deben fortalecerse, y en ellas debemos incorporar a los ciudadanos. Yo, por ejemplo, veo que hay una enorme capacidad de organización social y cívica, ciudadana, en muchas entidades federativas.
Yo sugiero, respetuosamente, que utilicemos esa capacidad organizativa para que los ciudadanos mismos también se comiencen a organizar en rancherías, en comunidades, en cabeceras municipales, en barrios, en colonias, en ciudades. Tenemos que construir lo que algunos de ustedes dijo, esta inteligencia ciudadana, esta red de información cívica y ciudadana, que nos permita contribuir en la eficacia de la lucha contra el crimen.
Un gran consenso también, es el mando único estatal, que es el consenso del Consejo de Seguridad Pública. Sí, ya se instaló la Comisión que se acordó en ese Consejo. Ya se tiene un borrador que, no sé si se puso a disposición también de los integrantes.
-SECRETARIO JOSÉ FRANCISCO BLAKE MORA: Sí, señor Presidente.
-PRESIDENTE FELIPE CALDERÓN HINOJOSA: Hay un borrador con, básicamente, dos opciones que estudian los integrantes de la propia Comisión. La inteligencia policial, el Presupuesto, son temas que he mencionado.
También el Gobernador de Baja California habló de prevención y combate al delito en sus distintas vertientes, de participación ciudadana, de actividades deportivas y recreativas, de desarrollo de educación, de la necesidad de profesionalizar al Ministerio Público y la procuración de justicia; la infraestructura penitenciaria también fue un tema que se comentó por varios de ustedes.
Efectivamente. De acuerdo con la propia tradición y legislación existente en México, hasta hace no muy poco tiempo, los centros penitenciarios eran centros estatales y ahí concurrían presos federales y estatales, por décadas, y no sé si por siglos, incluso. Hasta que se construyó el primer penal de alta seguridad en el Altiplano, en el Estado de México, comenzó esta vertiente de los penales nacionales.
Yo estoy de acuerdo que tenemos que hacer un esfuerzo mucho mayor y la Federación mucho más comprometida en ese empeño.
Pido, por ejemplo, que ojalá en el Congreso nos pudieran dar facultades, a la hora de la asignación presupuestal, para poder decidir, cuanto antes, la construcción de penales adicionales. Un proceso en el que ya estamos inmersos, pero que la regulación en materia de asignaciones y licitaciones, impugnaciones a las licitaciones, ha retrasado o puede retrasar, más bien, de acuerdo con el programa, estos penales. Sí podemos actuar, y nos permiten un margen de mucho mayor agilidad, creo que podremos llegar, si no a tiempo, porque estamos tarde ya en esta cita, sí con mayor prontitud a este tema.
El otro es el seguimiento de las acciones y mediciones puntuales. En honor a la verdad, es importante que la evaluación salga de contexto político-electoral, así lo asumo y lo comparto, pero que no se pierda.
Y yo los invito a que, de veras, nos evalúen los ciudadanos, fuera de criterios políticos y electorales; que los ciudadanos nos digan estás bien esto, estás mal en esto; vas avanzando en esto, no vas avanzando en esto; tu compromiso era éste, y lo cumpliste; o tu compromiso es éste, y no lo has cumplido.
Por eso, la importancia de que abramos este ejercicio a la sociedad y lo compartamos con los ciudadanos, con la opinión pública, con los medios de comunicación.
La Gobernadora Amalia García habló de la relación con Estados Unidos, lo hizo también el Gobernador de Sinaloa. Vamos a seguir exigiendo corresponsabilidad también de los americanos, que siguen siendo el primer consumidor de drogas en el mundo.
Y nuestro problema está muy asociado a que tenemos un vecino que es el principal consumidor, y que todos quieren venderle su droga a través de nuestra puerta o nuestra ventana.
Y que también son el principal proveedor de armas del mundo. Y un dato nuevo, que no mencioné, por cierto, es que en el 2004 en Estados Unidos se permitió ya la venta libre de armas, y ese ha sido el factor que les ha dado potencia, logística y armamento a los criminales. Y tenemos que seguir exigiendo que eso no ocurra.
Cortar flujos financieros. Ya hay una nueva disposición sobre el manejo de dólares, y vamos a presentar pronto una nueva estrategia contra el lavado de dinero, que implica también, les anticipo, disposiciones sobre el manejo de efectivo, para lo cual se necesita que ustedes la conozcan, y ojalá nos puedan ayudar a sensibilizar la imperiosa necesidad de que esto se concrete y que se establezca en ley.
El nuevo Sistema de Justicia Penal. Ayer lo dialogamos con los Ministros de la Corte, Consejeros, Procuradores locales, Magistrados locales. Es un problema serio en la medida en que se presente algún retraso, o en la medida en que se seamos poco cuidadosos en evitar fisuras o lagunas que propicien impunidad con el nuevo sistema.
De ahí la importancia de que, no sólo en la consideración presupuestal, sino en la operativa y, sobre todo, en las consideraciones de prioridad de las señoras y señores Gobernadores, a este tema lo elevemos jerárquicamente en nuestro rango de atención.
Porque, efectivamente, hay gran expectativa sobre el tema del nuevo Sistema de Justicia Penal, pero también puede constituir un tropiezo si no lo sabemos aplicar a tiempo, y aplicar bien.
Tomo, por supuesto, puntualmente, y aquilato en todo lo que vale el llamado del gobernador Moreira, de dejar atrás nuestras diferencias, enterrarlas, como dijo él, y trabajar unidos para restablecer la tranquilidad y la seguridad de las familias mexicanas.
De esto es básicamente de lo que se trata el construir una política de Estado, que esté por encima de diferencias, que sí tenemos, y que además, en honor a la verdad, también será muy difícil, y yo pienso que incluso no deseable, que desaparezcamos, sino simplemente que se conduzcan en el marco de respeto democrático.
Respeto que yo he ofrecido a todas y a todos por igual. Respeto también, que pido, que exijo, no sólo por mí, o por lo que sea yo, sino por las instituciones que todos representamos. De manera tal que, con mucho gusto, hay esa voluntad del Gobierno Federal de construir en común.
Porque el problema es así, de fondo. O lo enfrentamos juntos, y sabemos caminar hacia el mismo lado, o México estará en gravísimo peligro para las generaciones futuras, por la amenaza criminal. Es tiempo ahora. Y quiero decirle a todos los mexicanos que estamos a tiempo para enfrentar y para derrotar a la criminalidad.
Sé también el trabajo que se está haciendo y he recibido la propuesta que usted menciona para articular, precisamente, con mayor eficacia nuestros esfuerzos conjuntos.
Comparto, también, lo que se ha dicho por parte del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, de la importancia, del valor de la educación, de cómo proponernos una meta específica para dar un salto en materia educativa para esos jóvenes entre los 15 y los 25.
Y aquí, nuevamente, mi insistencia es: Yo me comprometo a explorar las capacidades presupuestales a nivel Federal, pero les pido que dialoguemos de manera ya más precisa con alguna Comisión, o con algunos de ustedes, para ver qué específicamente, qué fuente de recursos presupuestales podemos tener para financiar este salto, este cambio de dirección, incluso, en materia educativa.
Yo veo claramente que de aquí salen, por lo pronto, dos o tres, por lo menos, prioridades presupuestales. Fortalecimiento institucional, policíaco, ministerial; probablemente habrá que pensar en el Judicial, a nivel Federal y local.
Dos. Fortalecimiento educativo y de oportunidades deportivas y recreativas para los jóvenes.
Y tres. Me atrevería a decir, prevención y tratamiento de adicciones; es decir, asumir este problema como un problema de salud, con mucho mayor seriedad de lo que hemos hecho. Y vaya que hemos aumentado estos presupuestos, pero tenemos que hacerlo mucho más.
Si logramos generar en las señoras y señores diputados y legisladores la plena conciencia de estas prioridades, y la necesidad de relocalizar recursos presupuestales, o buscar nuevas fuentes de ingreso para financiar estas partidas, creo que todos saldremos ganando.
Y me permito sugerir que dejemos en manos, por ejemplo, de instituciones que evalúan la eficacia de los programas y las políticas públicas, para ver de cuáles podríamos, quizá, tomar algunos recursos para orientarlos a estos que, indudablemente, son de extrema prioridad.
También comparto el punto de vista del Gobernador de Chihuahua, de la importancia de generar la red de inteligencia civil. Fue usted quien lo mencionó. La investigación sociológica del comportamiento de pandillas y bandas criminales juveniles que, efectivamente, están en el centro de nuestra preocupación. Y una propuesta que habrá que valorar, igual, la hizo el Gobernador Moreira, de valorar la reparación del daño a familiares de las víctimas del crimen.
Afectar los flujos de recursos al crimen organizado, como dijo el licenciado Ebrard. Efectivamente, a eso va orientada la política contra el lavado de dinero que queremos compartir con ustedes. Detener el crecimiento a adicciones y de la violencia, y eso la política social hacia los jóvenes y educativa, especialmente, que con tanta insistencia se ha hecho.
Coincido con todos en que tenemos que generar más empleo. Este año ha habido buenos resultados: 565 mil nuevos empleos formales, netos, pero no bastan, dada la pérdida que tuvimos con la recesión internacional.
Pero, también, mi reflexión es ésta: El mejor estímulo que podamos darle a la inversión y a la generación de empleos en el país va a ser dar señales claras a los mexicanos y al mundo, y a los inversionistas de que estamos enfrentando el serio problema de seguridad.
Mientras el problema de seguridad, distorsionado o no, nítido o presa de desinformación o compulsión imputable a nosotros, siga siendo una variable que impacta la imagen de México, difícilmente podremos acelerar los índices de inversión y de empleo. Y creo que se puede corregir si trabajamos juntos a partir de ahora.
Me parecen muy interesantes las propuestas del Gobernador Toranzo, sobre todo, detectar y una legislación que castigue el espionaje y la infiltración, los llamados Halcones, creo que Nuevo León y San Luis ya han hecho avances en ese sentido, y creo que debemos avanzar en ello.
Los protocolos de instancias de seguridad. La verdad, amigas y amigos, parte del problema, según lo he visto, es que se han empalmado nuestras tareas. Es decir, se pudiera decir que el robo, el homicidio, el secuestro, la extorsión, son delitos de orden común. Ah, pero también estamos viendo claramente que se empalman porque cada vez incide más la presencia del crimen organizado, que es delito Federal. Y lo peor que nos puede ocurrir es que éste sea, perdónenme la metáfora futbolística, es que sea un balón que está contra nuestra portería, dentro de nuestra área, y que ninguno de los dos trate de atajarlo, porque no tenemos claridad, como dijo el Gobernador Toranzo, de a quién le corresponde.
Sé que eso pasa en nuestras cadenas de mando, allá abajo, en la operación. Que mientras, si es un asunto Federal o es local, finalmente el delincuente pasa por en medio de los dos, y afecta a la ciudadanía.
Yo creo que aquí tenemos que jugar todos a parar ese balón, entre los dos o entre los tres. Y de eso se trata: de que haya, por supuesto, más coordinación.
Comparto la idea de fortalecer el armamento de las corporaciones estatales. Le he dado instrucciones a la Secretaría de la Defensa para así hacerlo; y creo que lo que hay que hacer es acelerar los mecanismos, otra vez, de Control de Confianza, que nos aseguren que un arma de alto poder, que le damos a un elemento policiaco, se la estemos dando para cuidar a los ciudadanos, y no para cuidar a los delincuentes, como, de hecho, desgraciadamente llega a ocurrir.
Y ya he mencionado algunos cometarios del Gobernador Aguilar Padilla. Comparto con el Gobernador Granier Melo la idea de tener una estrategia para la frontera Sur. Efectivamente, es un punto logístico, clave, de los criminales.
Ahora la delincuencia organizada se ha desplazado también, sobre todo en materia de trata de migrantes, a los que secuestran y exaccionan; al tráfico de drogas, al tráfico de armas también, y sí requiere una atención y un impulso particular y especial.
Ya he compartido el tema de los CERESOS. Sí queremos hacer más CERESOS Federales, por lo menos una docena de ellos, que, quizá no sirvan a nuestras Administraciones, pero sí a los que vienen: Pero sí requeriré mucho mayor agilidad administrativa para poderlos poner en práctica. Estamos trabajando en ello.
Que el diálogo trascienda y se genere, se traduzca en resultados. Esa también es, no sólo mi propuesta y mi anhelo, sino mi compromiso, señor Gobernador Peña: Sí necesitamos que mañana mismo las comisiones que están, tanto en la CONAGO, como en el Consejo Nacional de Seguridad Pública, funcionen.
Un paso que debemos dar, por ejemplo, es revisar cómo vamos en los compromisos del Acuerdo por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad, porque cuando se cumplan esos dos años, la sociedad nos lo va a exigir, los medios nos van a hacer cuentas de lo que hacemos. Es mejor que nosotros trabajemos en estos días para ver cómo vamos en esos compromisos, y para cumplir o terminar aquellos que están, incluso, a punto de cumplirse.
Creo que es una manera de traducir en hechos, precisamente, este diálogo.
La otra. Es trabajar con la ciudadanía entidad por entidad federativa, para ver eso.
Ya he mencionado la parte de los recursos. Mi sugerencia respetuosa es que no sólo crezcan al ritmo o, lamentablemente, por debajo de lo que han crecido las transferencias a estados, sino que podamos hacer un cambio cualitativo dentro de los propios paquetes presupuestales que se aprueban en los Congresos locales, para darle a la seguridad, también a nivel local, la dimensión clave y de desafío que tiene para todos nosotros en el país.
Comparto, ya he dicho, la tarea de humanizar la frontera, como dijo el Gobernador Sabines; y, desde luego, la coordinación que hemos tenido, desde luego, con Chiapas en éste y con muchos otros temas. La clave es que sigamos actuando coordinados.
No quiero ya más abusar del tiempo de ustedes. Se me han escapado muchos temas que han mencionado, pero simplemente quiero asegurarles que estamos tomando nota puntual de cada uno de ellos, y les pido que actuemos en ese sentido.
Me sumo al reconocimiento que ustedes hacen al Ejército, a la Marina de México, a la Policía Federal, por la enorme valentía, valor que han tenido para enfrentar a criminales tan poderosos y tan cruentos, como son los que, por desgracia, asolan a nuestro país.
Qué bueno que hoy se refrende que nuestras Fuerzas Armadas tienen el respaldo de las instituciones de la República, porque ese respaldo es necesario para ellos, para las Fuerzas Armadas, para la Policía Federal.
Pensemos en los soldados, en los policías y en los marinos que están ahí, en el frente de batalla, oyendo todos los días reproches y señalamientos, cuando ellos están arriesgando la vida.
Y lo mismo, lo extiendo a los muchos policías estatales y municipales que han fallecido y que se han llevado, ciertamente, la peor parte, por parte de la criminalidad. Es necesario revalorar lo que hacen nuestra fuerza pública, los elementos policiacos de cualquier nivel y los elementos de las Fuerzas Armadas. Valorarlo socialmente y valorarlo, también, económicamente.
Ya he compartido la necesidad de que replanteemos, incluso presupuestalmente, estos temas, pero para ello necesito que lleguemos a acuerdos a nivel de Gobernadores y Presidente de la República o Secretarios de Estado del ramo, para poder, por lo menos, articular, en el Congreso de la Unión, la imperiosa necesidad de elevar los recursos para estos temas, que reitero: fortalecimiento institucional, policiaco, ministerial y judicial; educación media superior y superior, y prevención y tratamiento de adicciones, entre muchos, muchos otros.
Finalmente, refrendo y celebro que nos estemos poniendo de acuerdo para actuar juntos, que la palabra corresponsabilidad no sólo sea una palabra, así esté inserta en el artículo específico de la Constitución de la República, sino sea, verdaderamente, voluntad y un compromiso que cumplamos en hechos entre todos.
Yo espero, estoy seguro, confío, que a partir de ahora, a partir de la evaluación que hagamos de nuestros compromisos, y retomo lo que dijo el Gobernador Torreblanca, tal vez sí valga la pena hacer una evaluación de lo que hemos hecho y de lo que tenemos que hacer.
Quizá, valorémoslo, si, conforme al marco del cumplimiento de los dos años del Acuerdo por la Seguridad, que podamos decir a la sociedad con honestidad: esto hemos hecho, esto falta por hacer.
Pero, en cualquier caso, confío, insisto, en que esto pueda ser el inicio de una nueva época, que le dé a los mexicanos la esperanza en que México será mejor y será más seguro, como yo estoy seguro que será mejor y será más seguro; y nos dé a los Gobernantes nuevamente la confianza, nos permita recuperar la confianza que, con toda razón, los ciudadanos pierden cada día que no ven en nosotros los resultados a los que tienen absoluto derecho.
Les agradezco mucho su participación.
Y seguiremos trabajando por el país y por cada una de las entidades federativas.

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