25 sept 2011

Veracruz: lo peor del PRI

Veracruz: lo peor del PRI/Ricardo Alemán
Columna Itinerario Politico; Excélsior, 25 de septiembre de 2011
 Si los adversarios del PRI y de Enriqe Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, quisieran iniciar una campaña para exhibir la peor cara de los gobiernos tricolores, seguramente elegirían como el más cuestionable de los ejemplos, al gobierno de Veracruz. ¿Por qué?
Porque les guste o no a los tricolores, el nuevo mandatario veracruzano, el señor Javier Duarte, ha resultado un verdadero peligro para la ciudadanía de esa entidad, para la democracia mexicana y, por si hiciera falta, es mucho más que “un chivo en cristalería”, para el PRI.
Sobran ejemplos de que el señor Javier Duarte es un mandatario locuaz, intolerante, nada democrático, represor, ignorante y, para mala suerte de los aspirantes presidenciales Peña Nieto y Beltrones, cree tener dotes para ser aspirar al gabinete presidencial del PRI.
Muertos que no mueren.
Pero la gota que derramó el vaso —en los pocos meses de gestión de Duarte, y los muchos desatinos de sus colaboradores—, es que apenas el pasado viernes se aventó la puntada de negar lo que a todas luces es una realidad incuestionable; que el estado de Veracruz se ha convertido en el nuevo teatro de la violencia y el crimen.
Pero el locuaz mandatario no se quedó en eso, sino decretó que en Veracruz no hay violencia, que no permitirá que ese estado sea visto como una entidad violenta y hasta negó que, por segundo día consecutivo,aparecieran cuerpos de personas muertas, cuando la autoridad federal corroboró el macabro hallazgo.
Lo que nunca dijo es que —según versiones federales oficiales—, en realidad ordenó esconder los cuerpos de la segunda tanda de muertos, y para ello sometió a toda la prensa local y pretendió sobornar a los medios nacionales. Incluso, el propio senador Beltrones hizo la denuncia.
Pero vamos por partes. El pasado miércoles, fueron tirados —en la zona turística de Boca del Río—, los cuerpos de 35 personas, supuestos integrantes de la banda criminal de Los Zetas, que habrían sido ejecutados por uno de los brazos armados del “Cártel del Chapo”; Los Matazetas. El escalofriante hallazgo alarmó no sólo a los mexicanos, sino al mundo entero, sobre todo porque los cuerpos fueron tirados a solo 50 metros de la sede de la Cumbre de Procuradores de Justicia, que se llevaría a cabo a partir del jueves.
Cuestionado durante meses por desafortunadas y locuaces declaraciones, el gobernador Duarte quiso reivindicar sus dichos, pero “le salió más caro el caldo que las albóndigas”.
Pocas horas después de que los 35 cuerpos fueron tirados en la vía pública, dijo que todos habían sido identificados; todos eran delincuentes y poco faltó para que justificara que fueron asesinados, por andar en el mal camino; por ser delincuentes.
Luego de la torpeza inicial, el mundo se le vino encima. Fue tal el tamaño de su desatino, que debió ser desmentido por el procurador estatal, Reynaldo Escobar Pérez, a quien habría reprendido y amenazado con que pronto lo echará del cargo.
Censura y represión.
Cuando Veracruz y los veracruzanos no se reponían del impacto —y en medio de una verdadera sicosis social que se vive por la inseguridad en la capital y en el puerto—, el mismo jueves aparecieron entre 11 y 14 cuerpos más de personas que, de igual manera, fueron tirados en la vía pública, en distintos puntos del Puerto y Boca del Río.
La información de los nuevos hallazgos la dieron autoridades federales que revelaron “santo y seña” de los lugares donde el Servicio Forense local recogió los cuerpos.
Sin embargo, cuando reporteros enviados de distintos medios nacionales acudieron por imágenes, llegaron policías de la Agencia Veracruzana de Investigación (AVI), golpearon a los periodistas, les quitaron sus equipos —cámaras fotográficas y de video, además de grabadoras de voz—, y los obligaron a borrar todo lo que habían grabado. ¿Por qué?
El escándalo pudo llegar a redacciones nacionales, sin embargo, a nivel local, policías de la AVI y enviados del gobierno de Duarte, habrían visitado los medios locales, para recuperar todo lo que pudiera haber existido de la segunda tanda de cuerpos tirados; imágenes y audios.
El mismo viernes, durante la clausura de la Cumbre de Procuradores, el gobernador Duarte retó a los periodistas a que dieran a conocer la fuente de la información sobre los 11 y/o 14 asesinados, luego de los 35 aparecidos el miércoles.
Resulta curioso que minutos antes, durante la clausura del encuentro con los procuradores de todo el país, el gobernador Duarte decretó que no permitiría que se encasille a Veracruz, como a otros estados, por la violencia.
Otra torpeza declarativa. ¿Por qué?
Porque por decreto, el genio de Duarte prohibió la violencia. ¿Y dónde queda la transparencia, la responsabilidad estatal con la verdad, con la libertad de expresión, con la libertad de los medios? ¿Por qué a punta de pistola borró las evidencias de la realidad?
¿Gobierno solapador?
El de Duarte queda retratado como un gobierno represor, nada democrático, autoritario y mentiroso.
Van dos perlas más.
La noche del pasado miércoles, una vez que los 35 cuerpos de personas tiradas en Boca del Río fueron llevados al Forense, la señora Rocío Velázquez denunció a periodistas de medios nacionales que su hijo, Alan Michel Jiménez, de sólo 15 años, estaba entre los 35 muertos.
Relató que el 14 de septiembre, en la colonia Playa Linda, a su hijo se lo llevó la patrulla 717; que ella subió a la patrulla para impedir la detención. Desde entonces buscó a su hijo, pero lo encontró junto con los 35 cadáveres.
¿Qué quiere decir eso? Que la propia policía de Veracruz y/o la de Boca del Río, levantó a algunas de las personas que luego fueron ejecutadas.
¿Y que ha dicho de eso el gobernador Javier Duarte? Nada, también se niega esa realidad.
Más aún. Autoridades federales se quejaron de que los videos de las cámaras que debieron captar las imágenes de los responsables de girar los cuerpos de 35 personas, desaparecieron durante horas, luego se dijo que eran imágenes parciales y, al final, se entregó material inservible. ¿Por qué la policía escondió ese material? ¿A quién solapa el gobernador Duarte?
Joven muerta.
No es todo. Ayer sábado, aparecieron los restos de Gabriela Arlene Benítez, de 17 años, desaparecida hace tres meses en Xalapa, y cuya búsqueda movilizó a todo Veracruz. ¿Y qué hicieron las autoridades estatales para esclarecer la desaparición y ahora el crimen? Nada. Si Peña Nieto y Beltrones se descuidan, el PRI como el de Duarte, podría ser el PRI que regrese en 2012.

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