--¿Va a entregar las armas, si se lo piden?
Hipólito da un sorbo de agua. "Cuando mueran los líderes de los Caballeros Templarios, o cuando los tengan en la cárcel", responde.
Deponen armas
si acaban con Templarios
Roberto
Zamarripa/ Enviado
Reforma, La Ruana, Michoacán (4 julio 2013).- Hipólito Mora, un
limonero de 58 años, fundador de las autodefensas michoacanas, advierte que no
entregarán las armas hasta que los líderes de Los Caballeros Templarios estén
muertos o presos.
Pero están
muertos, se le dice. Nazario ("El Chayo") supuestamente fue asesinado
en 2010, por ejemplo.
"Vive, y
no tenga ninguna duda", asegura Mora.
Jefe de la
Policía Comunitaria de La Ruana, poblado de Buenavista Tomatlán, Hipólito Mora
anda con una pistola al cinto y rodeado de seguidores armados.
Los soldados y
la federal no le molestan. La Policía Comunitaria mantiene un retén en la
entrada del pueblo.
Vigila y decide
ante la ausencia de Gobierno civil.
Hipólito cuenta
como una hazaña, algo épico, el surgimiento de la Policía Comunitaria en la
región de la Tierra Caliente michoacana.
Dice que un
grupo de hombres contados con los dedos de su mano iniciaron la revuelta que
expulsó a Los Caballeros Templarios de la región. Sus cómplices en la hazaña
fueron su hijo mayor, un albañil apodado "El Tribilín" y un muchacho
que trabajó para él desde niño y no había manera que le fuera desleal. Armado con
una escopeta hechiza y una pistola calibre 9 milímetros, seguido de unos
cuantos, Hipólito Mora fue un domingo a la Plaza Central de La Ruana (cuyo
nombre real es Felipe Carrillo Puerto, municipio de Buenavista Tomatlán) y
proclamó el surgimiento de la denominada Policía Comunitaria.
"Surgió el
24 de febrero. Y el por qué: debido a tanta extorsión que teníamos por parte de
los Caballeros Templarios. Nos cobraban cuota, como dicen ellos, de todo. Ya no
nos dejaban trabajar", cuenta Hipólito.
--¿Es un grupo
de autodefensa?
--Sí.
--¿Así lo
entiende, como autodefensa?
--Sí, así mero.
Como en
Colombia. Así, más o menos, surgieron las Autodefensas de Carlos Castaño que
derivaron en una de las peores pesadillas de aquel país. Grupos rurales
asociados a los ganaderos, a los agricultores, a pobladores hartos de
extorsiones, asaltos, secuestros, vejaciones. Derivaron en lo mismo que
impugnaban y en algo peor.
Hipólito niega
vínculos con algún cártel, como el de Jalisco Nueva Generación a pesar de las
insinuaciones públicas, del armamento que han portado -de uso exclusivo del
Ejército- de que los personajes que se han enrolado, al igual que los detenidos
en sus primeras incursiones, tienen antecedentes criminales. Más de 40 con
armas de fuego que ni los policías municipales tienen. Empero, el líder de las
autodefensas reivindica a esos presos y pide su liberación.
"Lo he
suplicado, le he dicho al Presidente (Enrique) Peña Nieto que me arrodillo si
me lo pide, pero que me deje libres a cuarenta y tantos comunitarios que tienen
presos de hace más de tres meses, tres meses y medio. Es gente pobre,
humilde... Y no los quieren soltar. Están en Veracruz, Puente Grande, Jalisco,
en Toluca, y creo que algunos hasta en Tamaulipas y es triste que tengan
detenidos a gente honesta. Los detuvieron por las armas que portaban",
alega.
Y reclama por
los servicios prestados: "Les entregamos a 21 halcones o punteros,
Templarios. Al de Seguridad Pública de aquí del municipio de Buenavista, que
llevaba dos temporaditas ahí, estaba cuando estaba Valdo de Presidente, salió
Valdo y siguió ahora que estaba Luis Torres ¿Por qué siguió? Porque era de las
gentes de confianza del Chango (Méndez, líder templario). Era un asesino y yo
lo detuve; se los entregué, vino la Policía Federal, se les tomó declaración a
todos: uno por uno. '¿A qué te dedicas? Soy Templario'. Hay un video. Los
entregué y en menos de 24 horas, ya andaban en la calle. ¿Por qué sueltan a
criminales que ellos mismos aceptan quiénes son?"
Explota:
"Que nos ayude el Gobierno. No quiero hacer daño a nadie, pero que no nos
hagan a nosotros tampoco. Dijo Jesús, 'si me pegas en una mejilla, te pongo la
otra'. Que me perdone Dios, pero yo no soy de esa idea. Si alguien me pone un
chingadazo yo se lo contesto".
A la entrada de
La Ruana, la comunidad más importante de Buenavista de Tomatlán, hay un retén
de la Policía Comunitaria. Lo marcan con anticipación conos naranjas que
angostan el camino y obligan a los autos a bajar la velocidad. Una
"caseta" hecha de palos, ramas y hojas de árboles guarece al grupo
vestido con playeras blancas. Su presencia ahora parece simbólica porque desde
mayo patrullan coordinadamente vehículos del Ejército y de la Policía Federal
con efectivos fuertemente armados. Se toleran. Se saludan.
El puesto de
mando de la Comunitaria está a la entrada del Rancho Los Palmares, un predio
abandonado con algunas vacas encerradas. La explanada es amplia y al fondo está
una casa con aire acondicionado, un enorme refrigerador que guarda huevos, una
papaya y refrescos. En la terraza hay mesas de cubierta plástica con ollas
llenas de aguas de sabores y guisados.
"Este era
un rancho del señor Estrada, un ganadero de por aquí. Huyó porque Los
Templarios extorsionaban y al final le quitaron el rancho. Ya se fueron Los
Templarios y tomamos el rancho como oficina. Si viene el señor Estrada se lo
regresamos", dice Hipólito mientras camina al interior de la casa donde se
desarrolla la entrevista.
Cuenta de las
extorsiones de Los Templarios.
"Cobraban
en las empacadoras de limón; si el limón valía 3.50 el kilo, en las empacadoras
lo pagaban a 2.50. O a 2 pesos. Y ese peso que quedaba, se lo entregaban a
ellos. Este peso que le entregaban a ellos, lógicamente no lo pagaban los
dueños de las empacadoras. Ellos lo cargaban a las cuentas de nosotros, los
productores de limón. ¿Y quiénes resentían? El más pobre que es el cortador de
limón".
--¿Y si no
pagaban?
--Lo mataban a
uno.
--Nada más.
--Sí, ellos no
bromeaban. Ellos llegaban a las casas a la hora que fuera y no les importaba
que estuviera uno durmiendo con su esposa y con sus hijos. Extorsionaban y
mandaban. Hacían justicia por su propia mano.
Voy a poner un
mal ejemplo. Si usted se peleaba con su esposa en su casa, le hablaban a ellos,
iban, a veces les ponían una putiza al matrimonio, o si no una multa... Aquí
hay un río, le llamamos el río Grande. Tiene muchísima arena. Toda la gente si
ocupa arena para construir pisos o casa, íbamos al río. Otras personas tenían
su manita de chango, maquinaria pesada ahí para vender arena. Llegaron al
extremo de apoderarse del río. Ya nadie podía ir a recoger arena ahí. ¡Un río
federal!
--¿Los dueños
de la región?
--Los dueños de
todo Michoacán, no nada más de la región. Lo mismo que hacían aquí con
nosotros, lo hacen en todo Michoacán.
La fundación
Según Hipólito,
el hartazgo lo llevo a fundar la Policía Comunitaria.
En una comida
en Tepalcatepec, municipio vecino de Buenavista, el 9 de febrero, Hipólito
habló con agricultores y ganaderos. "Me llevé unos cuatro amigos míos. Y
ahí fue cuando planeamos. Acordamos con los líderes de allá: 'Si antes del 24
se dan cuenta Los Templarios, nos matan. Hay que tener mucho cuidado'.
Afortunadamente no se dieron cuenta. Se llegó al 24 y lo hicimos un domingo.
Ellos iban a hacer una reunión entre todos los ganaderos, que son como unos
800. Ahí en la reunión les iban a decir '¿saben qué? Hoy es el día, vamos a
hacer esto'.
"Entonces
yo les dije: 'lo voy a hacer primero yo y si el pueblo me responde en cuanto se
levante el pueblo les hago la llamada para que en plena junta les den a
conocer: se acaba de levantar la Ruana y se animen'. Y así lo hicimos. Salió
bien todo, se hizo la llamada, estaban en la reunión (en Tepalcatepec) todos
los ganaderos, y 'se acaba de levantar La Ruana y quieren que lo hagamos
nosotros también ¿se animan?'"
Actos súbitos
primero en La Ruana, luego en Tepalcatepec. Luego en la cabecera de Buenavista
Tomatlán. Mítines en las plazas centrales y la proclamación de guerra contra
los Templarios.
--¿Usted qué
hizo... ?
--Aquí en este
pueblo, en los pueblos chicos nos acostumbramos que si queremos reunir el
pueblo, hay varios carritos que traen su bocina arriba. Entonces queremos
anunciar un evento, o cualquier cosa; lo hacemos por medio de un carro. Fui con
un amigo (que tiene su carrito), y le dije 'pasa esto'. No le comenté de qué se
trataba, porque no se hubiera animado. Le dije 'quiero que anuncies esto, que
se invita a una reunión urgente a todos los habitantes de Carrillo Puerto en el
Jardín principal'. Lo hizo. Después fui a ver a un muchacho que tiene unas
bocinas con su micrófono para hablar. Me dijo 'sí, sí voy', y fue. Me metí a la
casa para prepararme y me avisaron que el jardín estaba lleno. Ya el sonido
estaba. Le dije al muchacho, 'pon música mientras se hace la reunión' y todo, y
sí puso. Pero luego que me habla '¿sabes qué? No sé que pasó, se quitó el
sonido, ya se lo llevaron. Se imaginaron y nos lo quitaron'. Entonces que le
hablo a otro muchacho: '¿sabes qué? Llévame una bocina, aunque sea chiquita,
ahí con qué anunciar'. Sí la llevó. Y ya los que se iban a subir conmigo al
principio, supuestamente se habían unido a mí, se me rajaron, en el último
momento, y ahí yo estaba en mi casa desesperadísimo. Entonces, lo que tuve que
hacer, que agarro a un chamaco que cuando estuvo chico trabajaba conmigo y ahí
estaba de visita. Le dije '¿te animas a hacer eso?' y me dijo 'sí, cómo no'. Le
pongo una camiseta en la cabeza 'para que no te conozcan'. Y había un albañil
que yo sabía que él traía muchas ganas de que hiciera esto y decía 'yo quisiera
que alguien del pueblo se animara a seguirnos'. Lo vi y alguien le dijo 've y
corre con Mora, es el único que se puede animar'. Y platiqué con él una vez y
le dije '¿te animas?' Me dijo, 'el día que se ocupe me avisa'. Pues ese día,
cuando mis amigos me fallaron, que mando un hijo mío, mayor. 'Véte hijo y
búscame al Tribilín (el albañil) y tráemelo'. Y sí, llegó y ya le dije de qué
se trataba y me dijo 'sí, cómo no. Ya te dije, yo no me rajo'. Le dije '¿te
pones una capucha?' y me dijo 'no, así. Déjame ir a la casa por una pistola
nada más'. Tráetela. Y así nos aventamos: con un albañil, un chamaco que había
trabajado un rato conmigo, y que tenemos buena amistad todavía.
--¿Y usted que
arma llevó?
--La que traigo
ahorita. Una 9 milímetros Y una escopeta que ya me robaron, en el mismo
movimiento me la robaron, aquí la raza. Tenía yo cerca de 25, 30 años con ella.
Una hechiza de un tío.
--Pero Los
Templarios traen armas...
--No tenía más
yo. A lo que le tenía terror es a hablar en público. Nunca había hablado en
público.
--No tenía
terror de usar un arma, pero sí de hablar...
-Sí. Le tenía
más terror a hablar que a usar un arma. Yo me confieso. Yo nunca le he tenido
miedo a nada. Nunca he tenido miedo de que me maten.
--¿Qué logró?
--Que se
salieran de aquí Los Templarios, se acabaran las cuotas. Ya vivimos libremente,
podemos ir a donde queramos. Podemos hacer lo que nos de la gana, ya no
podíamos.
--Por qué no lo
hizo por la vía de ser Alcalde...
--Porque no me
gusta la política. Hay mucha corrupción. Toda la gente, casi, se vende por
dinero que le ofrezcan y hacer lo indebido, por agarrar dinero. Y a mí no me
gusta.
--Llegó el
Ejército, la Policía ¿por qué volteó el Gobierno federal para acá?
--Yo necesito
el apoyo del Gobierno. Cuando llegaron aquí, el pueblo me decía que no lo
dejáramos. No confían. Sin embargo, yo soy una persona que tengo criterio
propio, y no me gusta dejarme manejar así fácilmente cuando yo sé que tengo la
razón. Y acepto opiniones, pero yo sabía que tenía que entrar el Ejército. Que
tenía que entrar la Policía Federal. Solos no podemos contra un cártel.
Necesitamos estar unidos gobierno y ciudadanos.
--¿No hay
riesgo de que ustedes puedan convertirse...
--No.
--...Como los
Templarios.
--No. Y fíjese
cómo me le adelanté. No lo hay porque ya lo han intentado. Y yo lo digo
honestamente y con franqueza: mientras yo esté al frente de este movimiento, no
va a entrar ningún cártel.
"No lo voy
a aceptar porque prefiero esto", insiste al momento que el vaso de agua
helada que porta en su mano izquierda lo lleva al piso para sacar de la bolsa
trasera del pantalón su cartera. Abre el estuche y enseña un billete de 50
pesos y uno de 20.
Y cierra:
"prefiero esto, que meterme con un cártel".
--¿A quién
admira?
--A Felipe
Calderón. A Francisco Villa, a Emiliano Zapata y al cura Hidalgo.
Mora curvea su
mano para simbolizar los motivos de admiración por Calderón: "Porque tuvo
los suficientes para enfrentar al crimen organizado. Lo criticaron como me
critican a mí. Tantas muertes y esto, lo otro, lo culparon, pero no fue eso. Lo
que pasó que le puso el dedo en la colita del alacrán. Se molestó y lo picó.
Los demás, nadie se lo ponía. Unos porque recibían y otros porque tenían miedo.
--¿Usted tiene
el antídoto para el alacrán?
--El antídoto
es el gobierno, unido con sus ciudadanos. Ese es, no lo tengo yo.
--¿Va a
entregar las armas, si se lo piden?
Hipólito da un
sorbo de agua. "Cuando mueran los líderes de los Caballeros Templarios, o
cuando los tengan en la cárcel", responde.
--Dicen que han
muerto unos, pero otros dicen que están vivos.
El líder de las
Autodefensas menea la cabeza en sentido negativo y estira el brazo izquierdo y
muestra su muñeca. "¿Cómo se llama esto?", inquiere.
--Reloj, se le
dice.
--¿Está seguro?
Así estoy de seguro de que viven.
"Nazario
(Moreno, alias "El Chayo", líder templario presuntamente asesinado en
2010) vive", y señala con su índice hacia afuera de la casa.
"Vive, y
no tenga ninguna duda", remata.
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