Leonardo Boff:
«Con Francisco diálogo continuo aunque a distancia»
El
teólogo de la liberación alaba a Ratzinger: «Al irse pensó en el bien de la
Iglesia»
MARCO
BARDAZZI
Vatican Insider, TURÍN
«Hay
que alabar a Ratzinger». ¿Perdone? ¿No es usted el ex-franciscano Leonardo
Boff, adversario histórico del cardenal Joseph Ratzinger? ¿No fue usted quien,
cuando fue elegido Papa, dijo que con Benedicto XVI llegaba «el invierno de la
Iglesia»? Se dibuja una sonrisa entre la barba blanca de Boff y no se necesita
mucha perspicacia para entender que en la Iglesia de Francisco se están
evaporando incluso los conflictos teológicos en los que se vio involucrado el
Vaticano desde los años setenta.
Claro,
el escritor brasileño hace un homenaje al Papa emérito sobre todo porque se
hizo a un lado. De cualquier manera sus palabras para Ratzinger son solamente
palabras de aprecio. Y no es la única sorpresa que reserva uno de los
protagonistas de la teología de la liberación, arrellanado uno de los sillones
del hotel, después de haber participado en la iniciativa “Torino Spiritualità”.
Hace no mucho tiempo habría sido difícil imaginar que un autor con el perfil de
Leonardo Boff pudiera ser considerado como “asesor” del Pontífice. Sin embargo
es justamente lo que Papa Francisco está haciendo con él, según lo indica el
mismo Boff: se escriben y dialogan mediante una amiga en común de la Argentina.
-Usted
dice que Benedicto XVI merece ser alabado. ¿Por qué?
_Cuando
leyó el informe sobre los escándalos en la Iglesia, entendió que ya no tenía la
fuerza física, psicológica ni espiritual para afrontar un problema de esta
gravedad. Humilde y sinceramente, con valentía, según mi opinión, renunció.
Quiso pensar más en la Iglesia que en sí mismo.
-Ustedes
tuvieron una relación difícil en el pasado, sobre todo desde que el cardenal
Ratzinger, en 1984, abrió un “proceso” en su contra...
-Éramos
amigos, es una persona extremadamente elegante, fina, nunca alza la voz.
Siempre ha mostrado un gran respeto hacia mí. El problema es que, cuando se
convirtió en prefecto, se reveló demasiado “alemán”. Yo predicaba una Iglesia
que promueve la libertad en la sociedad. Ratzinger lo entendió como un discurso
protestante. Me decía: “Así habla Lutero”. Y yo replicaba: “Pues bien,
escuchémoslo: desde hace 500 años la Iglesia no escucha bastante a Lutero”.
-Usted
ahora tiene muchas esperanzas en Papa Francisco. ¿Por qué?
-Porque
antes de hacer la reforma de la Curia hizo la del papado. Normalmente uno es
elegido Papa y asume todos los ritos del poder. Él hizo todo al revés, siguió
siendo el que era y está acostumbrando a todos a cambiar según su tradición
personal.
-¿Qué
le sugiere el nombre que eligió Bergoglio?
-Mucho
más que un nombre, Francisco es un proyecto de Iglesia y de mundo. Una Iglesia
en la pobreza y humildad humanas. La atención que el Papa tiene por los pobres
viene de esta intuición, propia de América Latina. Hay que recordar que viene
de otro tipo de Iglesia y de teología, es la tradición de la teología del
pueblo argentina. Él se define como un Papa peronista y justicialista.
-Usted
pide la apertura de un Concilio Vaticano III para reformar la Iglesia. ¿Este
Papa logrará hacer el cambio que usted espera?
-Es
muy inteligente. No quiere presidir la Iglesia monárquicamente, sino
colegialmente. Por este motivo eligió a ocho cardenales de todos los
continentes que harán con él la reforma de la Curia y que guiarán a la Iglesia
colegialmente. Creo que ha llegado el momento, como le escribí porque me pidió
una opinión.
-¿Dialoga
con el Papa? ¿Cómo?
Tenemos
una amiga en común en la Argentina. Hablan todos los domingos, se hablan a
menudo. Yo le mando algunas cosas a ella y él me pide otras.
¿Qué
es lo que ha aconsejado al Papa?
-Por
ejemplo que todas las Iglesias, sobre todo la católica, son occidentales y
serán cada vez más accidentales. Vamos hacia una nueva fase de la humanidad que
será globalizada. La Iglesia no ha encontrado un sitio en este proceso, pero es
hora de definirlo con las demás Iglesias. Las diferencias doctrinales son
pequeñas e incluso las Iglesias protestantes aceptan a un Papa que no domina,
sino que se convierte en referencia simbólica del cristianismo, como fenómeno
histórico y memoria de Jesús.
Si
piensa en su relación con la Iglesia, los enfrentamientos, la salida de la
orden franciscana, ¿se arrepiente de algo?
Dejé
la función institucional de sacerdote, pero no de teólogo. Cambié trinchera,
pero no lucha. Y en Brasil nunca he tenido conflictos con la Iglesia. Sigo
siendo teólogo en las comunidades de base. Y yo celebro, hago bautismos,
matrimonios todos los sacramentos, cuando no hay un sacerdote. Los obispos lo
saben y me dicen: “Sigue adelante”. Me siento bien en este papel de laico. A
final de cuentas, Jesús no era sacerdote.
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