Dialogo entre un
creyente –Francisco- y un no creyente - Scalfari- /FA
Publicado en La Silla Rota 3 de octubre de 2013
· Era un
comunista ferviente, dice Francisco
· Subraya que los
jesuitas fueron, y siguen siendo todavía, la levadura -no la única pero quizás
la más eficaz- de la catolicidad: cultura, enseñanza, testimonio misionero,
fidelidad al Pontífice.
El
papa Francisco en entrevista con el director del diario italiano La Repubblica, Eugenio Scalfari.
Fue
publicada en italiano en la portada del periódico el 1 de octubre de
2013 en
Y curiosamente la
entrevista se publica justo en la misma semana que el papa se reúne con el
Consejo de los ocho cardenales (el C-8),
que tienen dos finalidades en concreto:
i) ayudar en el
gobierno de la iglesia universal y;
ii) estudiar un
proyecto de revisión de la Pastor Bonus,
o sea el funcionamiento de la curia romana.
Dice el papa en la
entrevista que él no es Francisco de Asís, ni tiene su fuerza y su santidad. “Pero
soy el Obispo de Roma y el papa de la catolicidad. (por eso) He decidido como primera cosa nombrar a un
grupo de ocho cardenales que constituyan mi consejo. No cortesanos sino
personas sabias y animadas por mis mismos sentimientos. Este es el inicio de
esa Iglesia con una organización no vertical sino horizontal.”
Este martes 1 de
octubre por la mañana, el grupo comenzó la sesión de trabajo en la biblioteca
del apartamento papal, en el Palacio Apostólico. Los miembros del Consejo empezaron
a analizar la reforma de la Curia, "la relación de los dicasterios con el
Papa, la coordinación entre dicasterios, la función de la Secretaría de Estado:
hay una amplia cantidad de aportes, pero se trata de un trabajo a largo plazo.
No habrá conclusiones rápidas", dijo Federico Lombardi, vocero papal.
¿Como se concretó la entrevista?
El encuentro con
Scalfari se concretó el pasado martes 24 de septiembre, en la residencia de
Santa Marta, después de que el Papa y el fundador del diario La Repubblica protagonizaran un público
intercambio de cartas sobre el diálogo entre creyentes y no creyentes.
Todo inició el 7
de julio con una carta abierta de Scalfari al papa. Después llegó la carta de
respuesta de Francisco que fue publicada en el diario La Repubblica, en la que indica que
"Ahora ha llegado el momento, y el Vaticano II ha inaugurado
justamente la estación, de un diálogo abierto y sin prejuicios que vuelva a
abrir las puertas para un serio y fructífero encuentro".
En una carta
Francisco le dice al periodista no
creyente:
Apreciado doctor Scalfari:
Es con profunda cordialidad que al
menos a grandes líneas quisiera tratar de responder a la carta que, desde las
páginas de La Repubblica, se ha querido dirigir a mi el 7 de julio con una
serie de reflexiones personales, que luego ha enriquecido en las páginas del
mismo diario el 7 de agosto. Le agradezco, en primer lugar, por la atención con
la que leyó la encíclica Lumen Fidei(...)
Por lo tanto, creo que es muy positivo,
no solo para nosotros individualmente, sino también para la sociedad en la que
vivimos, detenernos para dialogar de algo tan importante como es la fe, que se
refiere a la predicación y a la figura de Jesús. Creo que hay, en particular,
dos circunstancias que hacen que este diálogo sea hoy sea un deber y algo
valioso. (la carta
completa en español se puede leer en: http://www.zenit.org/es/articles/texto-completo-de-la-carta-del-papa-al-director-del-diario-la-repubblica
La llamada papal
Algo común ya en el papa Francisco. Recordemos aquella sorprendente llamada
al Padre General de los Jesuitas (Publicado en La Silla Rota, viernes 15 de marzo de 2013). En el mismo sentido ocurrió esta vez. El papa sorprendió y llamó
por teléfono a Scalfari para concretar la cita. Esta se concretó el martes 24
de septiembre de 2013 en la Casa Santa Marta, en un modesta habitación en la
que solo había una mesa y cinco o seis sillas y un cuadro en la pared.
Dice el periodista que a este encuentro le precedió una llamada telefónica
que nunca olvidara mientras viva. “Eran las dos y media de la tarde. Sonó mi
teléfono y se oyó la voz nerviosa de mi secretaria que me dijo: "Tengo al
Papa en línea, se lo transfiero inmediatamente". Me quedé atónito,
mientras la voz de Su Santidad se oía al otro lado de la línea telefónica:
“-Buenos días, soy el Papa Francisco.
- Buenos días, Santidad -digo yo
después-. Estoy emocionado, no esperaba que me llamara.
-¿Por qué emocionado? Usted me escribió una carta pidiendo conocerme en
persona. Yo tenía el mismo deseo y por tanto le llamo para fijar una cita.
Veamos mi agenda: el miércoles no puedo, el lunes tampoco ¿estaría bien el
martes?
Respondí: -¡Perfecto!
- El horario es un poco incómodo, ¿a las 15 horas le va bien? Si no, cambiamos el día.
- Santidad, a esa hora me va
estupendo.
- Entonces estamos de acuerdo, el martes 24 a las 15 en Santa Marta. Tiene
que entrar por la puerta del Santo Oficio.
No sé como terminar la conversación, me dejo llevar y le digo:
- ¿Lo puedo abrazar por teléfono?
- Claro, lo abrazo también yo. Ya lo haremos en persona. Hasta luego.
Esta es gran parte de la entrevista en
español*
P- Santidad, ¿existe una visión única del Bien? ¿Quién la establece?
R- Cada uno de nosotros tiene una visión del Bien y del Mal. Nosotros
debemos animar a dirigirse a lo que uno piensa que es el Bien.
-Usted, Santidad, ya lo escribió en la carta que me
envió. La conciencia es autónoma, dijo, y cada uno debe obedecer a la propia
conciencia. Creo que esta es una de las frases más valientes dichas por un
Papa
- Y lo repito. Cada uno tiene su propia idea del Bien y del Mal y debe
elegir seguir el Bien y combatir el Mal como lo concibe. Bastaría eso para
cambiar el mundo.
-¿La Iglesia lo está haciendo?
- Sí, nuestras misiones tienen ese objetivo: individualizar las necesidades
materiales e inmateriales de las personas y tratar de satisfacerlas como
podamos. ¿Sabe usted lo que es el ágape?
- Sí, lo sé.
- Es el amor por los otros, como
nuestro Señor predicó. No es proselitismo, es amor. Amor al prójimo,
levadura que sirve al bien común. Es amar al prójimo como a ti mismo.
En
una parte de la entrevista el papa dice que “los jefes de la Iglesia a menudo han
sido narcisistas, vanidosos y equívocamente estimulados por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado.
-La lepra del papado, ha dicho exactamente esto. ¿Pero qué corte? ¿Se
refiere a la curia?
- No, en la curia puede haber
cortesanos, pero en su
concepción es otra cosa. Es lo que en los ejércitos se llama intendencia,
gestiona los servicios que sirven a la Santa Sede.
En su complejidad es algo
distinto. Es la que a efectos gestiona los servicios que sirven a la Santa
Sede. Pero tiene un defecto: es
Vaticano-céntrica. Ve y cuida de los intereses del Vaticano, que siguen
siendo, en gran parte, intereses temporales. Esta visión centrada en el
Vaticano descuida el mundo que nos rodea. Yo
no comparto este punto de vista y haré lo que pueda para cambiarlo.
La Iglesia es o debe volver a ser la comunidad del pueblo de Dios y los
presbíteros, los sacerdotes, los obispos preocupados por las almas, al servicio
del pueblo de Dios. La Iglesia es esto, una palabra no sorprendentemente
diferente de la Santa Sede que tiene su propio papel importante, pero que debe
estar al servicio de la Iglesia.
- ¿Usted sintió su vocación (sacerdotal) desde joven?
- No, no muy joven. Tendría que
haber tenido otra ocupación según mi familia, trabajar, ganar algún dinero. Fui
a la universidad. Tuve una profesora de la que aprendí el respeto y la amistad,
era una comunista ferviente. A
menudo me leía o me daba a leer textos del Partido Comunista. Así conocí
también esa concepción tan materialista. Recuerdo que me dio el comunicado de
los comunistas americanos en defensa de los Rosenberg que fueron condenados a
muerte. La mujer de la que le hablo fue después arrestada, torturada y
asesinada por el régimen dictatorial que entonces gobernaba en Argentina.
- ¿El comunismo lo sedujo?
- Su materialismo no tuvo ninguna influencia sobre mí. Pero conocerlo, a
través de una persona valiente y honesta me fue útil, entendí algunas cosas, un
aspecto de lo social, que después encontré en la Doctrina Social de la Iglesia.
- La teología de la liberación, que el Papa Wojtyla excomulgó, estaba
bastante presente en América Latina.
- Sí, muchos de sus representantes eran argentinos.
- ¿Usted piensa que fue justo que el Papa la combatiese?
- Ciertamente daban un seguimiento político a su teología, pero muchos de
ellos eran creyentes y con un alto concepto de humanidad.
El clericalismo no tiene que ver con el
cristianismo
- Es verdad, no soy anticlerical. Pero me convierto en eso cuando me
encuentro con un clerical-, le pregunta Scalfari.
La
responde sonriendo. -Me pasa a mí también, cuando tengo frente a mí a un clerical, me convierto
en anticlerical de repente. El
clericalismo no tiene nada que ver con el cristianismo. San Pablo fue el
primero en hablar a los Gentiles, a los paganos, a los creyentes de otras religiones,
fue el primero que nos lo enseñó.
· Los santos de su devoción: San Pablo, Agustín, Tomás,
Ignacio y Francisco
-¿Cuáles son los santos que usted siente más cercanos a su alma y sobre los
que se formó su experiencia religiosa?
-San Pablo fue el que puso los puntos
cardinales de nuestra religión y de nuestro credo. No se puede ser un cristiano
consciente sin San Pablo. Tradujo la predicación de Cristo a una estructura
doctrinaria que con las actualizaciones de una inmensa cantidad de pensadores,
teólogos, pastores de almas, resistió y resiste después de dos mil años. Después Agustín, Benito, Tomás e Ignacio. Y
naturalmente Francisco. ¿Debo explicarle el porqué?
- De Pablo me ha explicado la importancia del papel que desarrolló, pero
quisiera saber entre los que ha nombrado a quien siente más cercano a su alma.
- Me pide una clasificación, pero las clasificaciones se pueden hacer si se
habla de deportes o de cosas parecidas. Podría decirle el nombre de los mejores
futbolistas de Argentina. Pero los santos...
- Se dice que se "bromea con los bribones" ¿Conoce el dicho?
- Exacto. Sin embargo, no quiero evitar la pregunta porque usted no me ha
pedido una lista sobre la importancia cultural o religiosa sino quién está más
cerca de mi alma. Le contesto: Agustín y Francisco.
- ¿No Ignacio, de cuya orden proviene?
- Ignacio, por comprensibles razones,
es el que conozco mejor que los demás. Fundó nuestra orden. Le recuerdo que de esa orden venía
también Carlo María Martini, muy
querido para usted y para mí. Los
jesuitas fueron, y siguen siendo todavía, la levadura -no la única pero quizás
la más eficaz- de la catolicidad: cultura, enseñanza, testimonio misionero,
fidelidad al Pontífice. Pero Ignacio que fundó la Compañía era también un
reformador y un místico. Sobre todo
místico.
- ¿Piensa que los místicos son importantes en la Iglesia?
- Han sido fundamentales. Una religión sin místicos es una filosofía.
- ¿Usted tiene una vocación mística?
- ¿A usted qué le parece?
- Me parece que no.
- Probablemente tenga razón. Adoro a los místicos; también Francisco por
muchos aspectos de su vida lo fue, pero no creo tener esa vocación, y después
es necesario comprender bien el significado profundo de la palabra. El místico
consigue despojarse del hacer, de los hechos, de los objetivos y hasta de la
pastoralidad misionera y se alza para alcanzar la comunión con las
bienaventuranzas. Breves momentos pero que llenan toda la vida.
-¿A usted le ha sucedido alguna vez?
- Raramente. Por ejemplo, cuando el cónclave me eligió Papa. Antes de la
aceptación pedí poder retirarme por unos minutos en la habitación contigua a la
del balcón que da a la plaza. Mi cabeza
estaba completamente vacía y una gran ansiedad me invadió. Para relajarme
cerré los ojos y todos mis pensamientos desaparecieron, también el de negarme a
aceptar el cargo, tal y como consiente el procedimiento litúrgico. Cerré los
ojos y no vi más ansiedad o emotividad. Llegado a cierto punto, una gran luz me
invadió, duró un momento pero a mí me pareció larguísimo. Después la luz se
disipó, me alcé de una y me dirigí a la habitación donde me esperaban todos los
cardenales y la mesa sobre la que se encontraba el acta de aceptación. La
firmé, el Cardenal Camarlengo lo firmó y después, sobre el balcón anunciaron el
‘¡Habemus Papam!
-Hablábamos de los santos que usted siente como más cercanos a su alma y
nos quedamos en Agustín. ¿Quiere decirme por qué lo siente cercano?
- También mi predecesor tiene a Agustín
como punto de referencia. Ese santo pasó por muchas cosas en su vida y
cambió muchas veces su posición doctrinal. Tuvo también palabras fuertes contra
los judíos, que nunca compartí. Escribió muchos libros y el que me parece más
revelador de su intimidad intelectual y espiritual son las
"Confesiones"; contienen algunas manifestaciones de misticismo pero
no es, como opinan muchos, el continuador de Pablo. Incluso, diría que vio la
fe y la Iglesia de una forma profundamente distinta a la de Pablo, quizás porque
pasaron cuatro siglos entre uno y otro.
- ¿Y Francisco?
- Es grandísimo porque es todo. Un hombre que
quiere hacer, quiere construir, funda una orden y sus reglas, es itinerante
misionero, es poeta y profeta, es místico, se dio cuenta de su propio mal y
salió de él, ama la naturaleza, los animales, la brizna de hierba del prado y
los pájaros que vuelan en el cielo, pero sobre todo,
ama a las personas, a los niños, a los viejos, a las mujeres. Es el ejemplo más
luminoso del ágape del que hablamos antes.
- Tiene razón, Santidad, la descripción es perfecta. ¿Pero por qué ninguno
de sus predecesores eligió su nombre? Y yo creo que, después de usted, ningún
otro lo hará.
- Esto no lo sabemos, no hagamos hipótesis sobre el futuro. Es verdad,
nadie antes que yo lo eligió. Aquí afrontamos el problema de los problemas.
- Jesús, como usted ha recordado, dijo: ama a tu prójimo como a ti mismo.
¿Le parece que esto se ha hecho realidad?
- Por desgracia no. El egoísmo ha aumentado y el amor hacia los demás ha
disminuido.
-Este es el objetivo que nos une: al menos igualar
estos dos tipos de amor. ¿Su Iglesia está preparada para aceptar este reto?
-¿Usted que cree?
- Creo que el amor por el poder temporal es todavía muy fuerte entre los
muros vaticanos y en la estructura institucional de toda la Iglesia. Creo que
la Institución predomina sobre la Iglesia pobre y misionera que usted quiere.
- Las cosas están así, de hecho, y en este tema no se hacen milagros. Le
recuerdo que también Francisco en su época tuvo que negociar largamente con la
jerarquía romana y con el Papa para que se reconociesen las reglas de su orden.
Al final obtuvo la aprobación pero con profundos cambios y compromisos".
-¿Usted deberá seguir el mismo camino?
- No soy Francisco de Asís, ni tengo su fuerza y su santidad. Pero soy el
Obispo de Roma y el Papa de la catolicidad. He decidido como primera cosa nombrar a un grupo de ocho cardenales que
constituyan mi consejo. No cortesanos sino personas sabias y animadas por
mis mismos sentimientos. Este es el inicio de esa Iglesia con una organización
no vertical sino horizontal. Cuando el cardenal Martini hablaba ponía el acento
en los Concilios y en los Sínodos, sabía que largo y difícil fue el camino que
hay que recorrer en esa dirección. Con prudencia, pero con firmeza y tenacidad.
Su opinión sobre la política
- ¿Y la política?
- ¿Por qué me lo pregunta? Ya le he dicho que la Iglesia no se ocupará de
política.
- Pero hace poco usted hizo un llamamiento a los católicos a comprometerse
civil y políticamente.
- No me dirigí solo a los católicos sino a todos los hombres de buena
voluntad. Dije que la política es la primera de las actividades civiles y que
tiene un propio campo de acción que no es el de la religión. “Las instituciones
políticas son laicas por definición y obran en esferas independientes. Esto lo
han dicho todos mis predecesores, al menos desde muchos años hasta ahora,
aunque sea con matices distintos. Creo que los católicos comprometidos en la
política tienen dentro valores de la religión pero también una conciencia
madura y una competencia para llevarlos a cabo. La Iglesia no irá nunca más
allá de expresar y defender sus valores, al menos mientras que yo esté aquí.
Al final de la entrevista, dice Scalfari.
“Nos abrazamos. Subimos la breve escalera que nos separa del portón. Pido
al Papa que no me acompañe pero él lo rechaza con un gesto. "Hablaremos también del papel de las
mujeres en la Iglesia. Le recuerdo que la Iglesia es femenina".
-Y
hablaremos si usted quiere también de Pascal. Me gustaría saber qué piensa
usted de esta gran alma. - Lleve a todos sus familiares mi bendición y pídales
que recen por mí. Piense en mí, piense a menudo en mí.
Nos estrechamos la mano y él se queda quieto con los dos dedos en alto en
signo de bendición. Yo lo saludo desde la ventanilla.
Este es el Papa Francisco. Si la Iglesia se vuelve como él la piensa y la
quiere habrá cambiado una época.”
¡Sin duda!
Scalfari se confiesa abiertamente no creyente, cree que Dios es “una invención
consoladora de los hombres”, pero reconoce estar fascinado por Jesús de
Nazareth, de un lado. Y del otro, el papa Francisco, el hombre que a los pocos
días de su elección se reunió en audiencia con los periodistas y que dio una
"bendición en silencio" como muestra de respeto a los presentes que
no pertenecían de la iglesia católica.
Ahí estaba Scalfari recibiendo la bendición papal. Hoy Francisco lo
sorprendió como a muchos.
En torno a la entrevista sin duda habrá muchas reacciones.
*Traducida del italiano al español gracias
a la agencia católica ACI
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