Victoria
pírrica en Venezuela/Carmelo Mesa-Lago es catedrático emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh, autor de numerosos libros sobre economía y política social en América Latina, y finalista al Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales en 2009.
El
País |17 de diciembre de 2013
En
las recientes elecciones para alcaldes en Venezuela, el presidente Nicolás
Maduro revirtió su previa caída en las encuestas para lograr una mayoría
relativa del voto popular: 49% frente al 43% de Henrique Capriles, más el 8%
obtenido por otro partido opositor. Pero debido al enorme peso de los
municipios rurales donde predomina el chavismo, este ganó el 70% de los
alcaldes frente a solo 20% para Capriles que, no obstante, triunfó en Caracas y
otros centros urbanos clave que abarcan la mayoría de los votantes (faltan los
resultados del 10% de los municipios). La abstención fue del 41%, el doble que
en las elecciones presidenciales celebradas en abril.
Maduro
obtuvo el triunfo por su control virtual de los medios de comunicación, el
otorgamiento de poderes especiales por la Asamblea Nacional (aún más que bajo
Chávez), la guerra económica con la ocupación, confiscación y saqueo de
tiendas, la rebaja de precios de entre el 50% y el 70%, la prisión de
comerciantes y la creación de una fiscalía especial contra la usura. Estas
medidas agravarán la crisis, ya que los dueños de negocios no repondrán
inventarios (por los obstáculos a la importación y no ser rentable vender a un
precio menor al costo), lo cual provocará una escasez generalizada de bienes de
consumo. Por todo ello, la política vencedora cortoplacista es pírrica, pues
acelerará el caos económico.
Venezuela
sufre una de las peores crisis económicas en su historia. Según cifras recién
publicadas por la CEPAL, la tasa del PIB por habitante cayó un 0,3% en 2013
(frente a un crecimiento del 4% en 2012), la más baja de América Latina, que
promedió 2,6%. El déficit fiscal global se da oficialmente como 4,3% del PIB
pero representa solo una parte del déficit real, que se estima en el 20%, el
mayor de la región.
La
inflación promedió el 54% anual en noviembre, la mayor de América Latina y
siete veces el promedio regional, provocada por un aumento de 64% en la emisión
monetaria para cubrir el déficit fiscal, inducido a su vez por el enorme gasto
público (un salto del 155% en el empleo estatal y los fuertes subsidios a
empresas públicas), la venta de petróleo a precios inferiores al de mercado a
17 países de Petrocaribe, y la generosa ayuda económica a Cuba.
Venezuela
tiene las mayores reservas de petróleo en el mundo y aquel genera el 98% del
ingreso por exportaciones, pero la producción ha menguado desde 3,3 millones de
barriles diarios en 1999 a 2,5 millones en 2013; de los cuales casi un millón
no genera divisas porque se exporta a China, Cuba y Petrocaribe a cambios de
bienes o servicios. El precio mundial del barril ha caído de un récord de 114
euros en 2008 a 71 euros en 2013, una reducción del 38% en los ingresos
petrolíferos. En 2013, el volumen de las exportaciones se contrajo el 9% (la
mitad del promedio regional), el saldo de la balanza de pagos fue negativo en
2.400 millones de euros, y hubo un flujo negativo de recursos al exterior de
18.200 millones euros, el peor en la región, que tuvo un flujo positivo global
de 2.400 millones. La deuda externa se cuadruplicó entre 2005 y 2013.
En
los últimos nueve años ha habido nueve devaluaciones del bolívar: la última, en
febrero pasado, fue del 32%. Es la moneda más devaluada en América Latina y la
tercera en el mundo. Frente al dólar, el bolívar perdió un tercio de su valor
en 2013, la tasa oficial de cambio es de 6,3, pero su valor alcanza 10 veces
más en el mercado negro.
Las
reservas globales internacionales de Venezuela (el 80% son de oro) ascienden a
15.700 millones de euros en 2013, 27% menos que en 2012 y la mitad de 2008. Las
reservas líquidas han caído a su punto inferior en nueve años: 3.500 millones,
suficientes solo para pagar importaciones de tres meses. A fin de seguir
importando alimentos, el Gobierno se endeuda, pagándolo con bonos en dólares
emitidos por la empresa estatal de petróleos PDVSA; se rumorea que el Banco
Central está negociando la venta de parte del oro de su reserva. La deuda
interna creció en 2013 hasta 44.000 millones de euros y además aumentó la deuda
de PDVSA.
Por
falta de inversión y mantenimiento de la infraestructura, la red eléctrica está
en situación crítica, lo cual provocó en septiembre un apagón que afectó a dos
tercios del país. A pesar de la enorme concentración de poderes en el Gobierno,
hay una ola creciente de violencia y crimen, sin control policial, que ha
convertido a Venezuela en el quinto país más violento del mundo y el tercero
con mayor percepción de inseguridad; los recientes saqueos aupados por el
Gobierno agravarán el clima de descontrol.
En
el plano social, el desempleo en 2013 es de 7,8%, una bicoca para España, pero
entre los tres más altos de Latinoamérica y superior al promedio de 6,3%. El
salario medio real (ajustado a la inflación) ha declinado desde 2007, pero los
militares han gozado de aumentos salariales superiores a la inflación para
asegurar su lealtad. Los programas sociales de Chávez lograron reducir la
pobreza del 49% al 27% en 2002-2008, pero esta aumentó a casi 30% en 2011 y
Venezuela fue uno de los dos países en la región que sufrió un incremento. El
Gobierno estableció controles de precios que provocaron una severa escasez de
productos básicos, como leche, arroz, harina de trigo, aceite, medicinas, papel
higiénico, pasta dentífrica y piezas de repuesto para coches. En junio pasado,
Maduro anunció el racionamiento de 20 productos, aunque pronto lo suspendió
debido a la fuerte crítica popular. Encuestas de noviembre mostraron que el 73%
de los venezolanos era pesimista sobre el futuro económico del país, 20 puntos
más que cuando Maduro fue elegido presidente en abril.
Después
del triunfo, Maduro anunció una ofensiva para implementar más recortes de
precios y profundizar la revolución socialista. Sin embargo, para hacer frente
al descalabro económico tendrá que tomar medidas drásticas y dolorosas, que
evitó e incluso desmintió antes de la elección. Se vaticinan las siguientes:
—
La décima devaluación del bolívar, la más drástica, que reducirá aún más el
poder adquisitivo del pueblo, en particular el de personas con bajos ingresos.
Aumento del precio de la gasolina y posiblemente del IVA, y disminución del
gasto público. Si no se toman estas medidas se desatará la hiperinflación.
—
Implementación del racionamiento, forzado por los recortes de precios y saqueo
de tiendas con el consiguiente desabastecimiento, las estrictas regulaciones a
la importación (70% de los bienes necesarios se importan) y la altísima tasa de
cambio en el mercado negro.
—
Recorte de la exportación de petróleo subsidiado a Petrocaribe. En realidad ya
sucedía así: Guatemala abandonó el pacto porque Venezuela le subió la tasa de
interés por el pago diferido del petróleo y el porcentaje de lo que se paga en
90 días; República Dominicana y Honduras reciben cuotas menores a las pactadas.
Es probable un incremento de la exportación de petróleo a China e India, con
consecuencias adversas para los países caribeños.
El
recorte del comercio y la ayuda a Cuba sería racional, pero esta juega un papel
político crucial en Venezuela. No obstante, el volumen comercial entre los dos
países se desaceleró desde un aumento del 37% en 2011 a solo el 5% en 2012; y,
según la CEPAL, las exportaciones de servicios profesionales cubanos, que van
mayormente a Venezuela, perdieron dinamismo en 2013.
La
gran paradoja es que Cuba está introduciendo reformas estructurales para
descentralizar la economía, despedir mano de obra estatal innecesaria, expandir
el sector privado, eliminar servicios gratuitos, subsidios a las empresas y
gastos sociales no sostenibles, mientras que Venezuela se encamina en la
dirección opuesta, que fracasó en Cuba.
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