Diaconisas de la Iglesia primitiva son una posibilidad a estudiar; papa Francisco
Por
Andrea Tornielli
VATICANO,
12 May. 16 / 11:20 am (ACI/Vatican Insider).- El Papa Francisco ha afirmado que
puede retomar el estudio sobre el diaconado femenino en la iglesia primitiva.
Habló del tema durante la audiencia con la Unión Internacional de Superioras
generales (UISG) en el Vaticano. El tema no es nuevo y ha sido propuesto una
vez más en tiempos recientes.
Según
una tradición antiquísima, el diaconado venía dirigido “no al sacerdocio, sino
al ministerio”. Existen algunos testimonios de la historia sobre la presencia
de las diaconisas, tanto en la Iglesia occidental como en la oriental. Los
testimonios se refieren también a ritos litúrgicos de ordenación. El punto que
se debería profundizar es qué tipo de figura ministerial eran, cuáles eran las
funciones que desarrollaban en la comunidad. La posición del magisterio
considera el diaconado como el primer grado del ministerio de la ordenación
sacerdotal y lo reserva sólo a los
hombres así como los dos grados sucesivos, el presbiterado y el episcopado.
Al
estar de acuerdo en instituir una comisión de estudio sobre el diaconado
femenino en la Iglesia primitiva, Francisco quiere verificar y ver cómo
actualizar aquella forma de servicio, sabiendo que las diaconisas permanentes
pueden representar “una posibilidad para el hoy”. En los inicios del cristianismo
existía una diaconía femenina (de la que habla San Pablo) y se ha documentado
que en el siglo III en Siria existían las diaconisas que ayudaban al sacerdote
en el bautizo de las mujeres. Un papel que se recoge en las Constituciones
apostólicas del siglo IV, que hablan de un tipo de rito de consagración,
distinto sin embargo de la diaconía masculina.
Algunas
formas de servicio de diaconía femenina se institucionalizaron hace cierto
tiempo, por ejemplo en la diócesis de Padua (Italia) por iniciativa del entonces
obispo Antonio Mattiazzo. Se trata de mujeres que, a pesar de no vestir hábito
religioso, emitieron votos de obediencia, pobreza y castidad. Se consagraron
como “colaboradoras apostólicas diocesanas”.
El
papel y labores de esta nueva forma de servicio se explicaron en su tiempo en
la diócesis: “Es una forma de diaconía femenina inspirada en el Evangelio. Las
colaboradoras apostólicas asumen la diaconía apostólica como proyecto de vida
acogido, probado y orientado por parte del Obispo”. Entre las labores a las que
están llamadas están el anuncio de la Palabra, la educación en la fe, las obras
de caridad al servicio de los pobres, la distribución de la comunión, la
animación de la liturgia o la gestión de las estructuras como escuelas e
institutos.
El
Papa Francisco ha hablado más de una vez sobre la necesidad para la Iglesia
Católica de valorizar el papel de la mujer, pero siempre ha evitado presentar
esta valorización como una forma de “clericalización” de las mujeres. “Es algo
que no sé de dónde ha salido –dijo en diciembre de 2013, en la entrevista con
La Stampa a propósito de unas declaraciones sobre mujeres cardenales- Las
mujeres en la Iglesia deben estar valorizadas, no ‘clericalizadas’. Quien piensa
en mujeres cardenales sufre un poco de clericalismo”.
En
septiembre de 2001, el entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de
la Fe, Joseph Ratzinger, junto con los cardenales Medina Estévez, (Prefecto del
Culto divino) y Castrillón Hoyos (prefecto para el Clero) firmaron una breve
carta, aprobada por el Papa Wojtyla, en la que se afirmaba que “no es lícito
poner en acto iniciativas que en cualquier modo pretendan preparar candidatas
al orden sacerdotal”. El texto se refería al orden diaconal como sacramento y
primer grado del sacerdocio.
Nuevos
estudios sobre el diaconado femenino en la iglesia de los primeros siglos, su
papel y deberes confrontados con el diaconado masculino, podrían abrir nuevas
posibilidades y nuevas formas de servicio consagrado más allá de las órdenes
religiosas femeninas ya existentes.
“La
Iglesia necesita que las mujeres entren en el proceso de toma de decisiones.
También que puedan guiar un departamento en el Vaticano”, ha afirmado el Papa
Francisco respondiendo, a seis preguntas que le hicieron durante el encuentro
con 900 religiosas de todo el mundo.
En
el Aula Nervi, explicó que “la Iglesia debe incluir a las consagradas y laicas
en la consulta, pero también en las decisiones, porque se necesita su punto de
vista. Y este papel creciente de las mujeres en la Iglesia no es feminismo,
sino corresponsabilidad y un derecho de todos los bautizados: hombres y mujeres”. El Papa también subrayó que “muchas
mujeres consagradas son ‘mujercitas’ más que personas involucradas en el
ministerio del servicio. La vida consagrada –añadió- es un camino de pobreza,
no un suicidio”.
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