Revista
Proceso # 2062, 7 de mayo de 2016...
Peña-Calderón,
historia de un amasiato/Álvaro Delgado.
En
una hora y media se selló el destino del país durante dos sexenios. En 2006 –y
en una reunión que define el concepto de “acuerdo cupular y en lo oscurito”–
Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto pactaron el apoyo del PRI mexiquense al
panista en las elecciones presidenciales que estaban por venir, y el respaldo
del michoacano al entonces gobernador del Estado de México para los comicios de
2012. En el libro El Amasiato, el reportero Álvaro Delgado detalla todo lo
relacionado con esa alianza, que abrió la puerta a una guerra y a una nueva era
de corrupción y opacidad. A continuación reproducimos un fragmento de esa obra
editada por Ediciones Proceso, que ya está en circulación.
Eran
cerca de las 10 de la noche cuando, ansiosos, los dos políticos llegaron casi
simultáneamente a la suite del hotel Nikko, en Polanco, sede del cónclave
secreto.
–Hola, Felipe
–saludó Enrique Peña Nieto.
–Qué
tal, Enrique –devolvió Felipe Calderón, tensos los dos.
Faltaban
pocas semanas para la elección presidencial de 2006 y una atmósfera envenenada
se extendía en México. Al encuentro insólito llegaba cada uno con su equipo.
Peña
Nieto, gobernador del Estado de México, iba con Luis Videgaray y Jesús Murillo
Karam. Acompañaban a Calderón Juan
Camilo Mouriño, coordinador operativo de su campaña, y Ulises Ramírez, alcalde
con licencia de Tlalnepantla, artífice de la reunión y del pacto que esa noche
se cerró.
El
miedo a la victoria de Andrés Manuel López Obrador, el candidato de la
izquierda, los convocaba. El priista Roberto Madrazo iba en picada y Peña Nieto
–con apenas 10 meses como gobernador, pero ya diseñada su futura candidatura
presidencial– se unió a Calderón.
Ante
los tres prominentes priistas, Mouriño y Ramírez expusieron –en cinco minutos–
el apremio por los votos en la elección que se preveía cerrada ante López Obrador.
Enseguida Peña y Calderón se reunieron a solas hora y media.
Al
abandonar la suite, ya relajados y sonrientes, ambos informaron a Videgaray y
Murillo Karam, así como a Mouriño y Ramírez, del resultado del pacto: el 2 de
julio, día de la elección, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) del
Estado de México “operaría” para transferirle 200 mil votos priistas a
Calderón, candidato del Partido Acción Nacional (PAN).
“Ahí se definió la Presidencia de la
República”, se ufana Ulises Ramírez cuando narra este episodio histórico,
reservado desde entonces a ese pequeño grupo de políticos, a quienes Peña y
Calderón ordenaron mantener en secreto para siempre.
Ese pacto
secreto definió la Presidencia de la República en 2006 –240 mil votos fueron la
diferencia en la elección–, pero también la de Peña Nieto, en
2012, cuando Calderón saboteó la campaña de la candidata del PAN, Josefina
Vázquez Mota, y operó para el triunfo del priista, también ante López Obrador.
En
la reunión que tuvieron a solas durante hora y media, Peña y Calderón hablaron
también del futuro de Margarita Zavala –mujer de éste y prima política de
Videgaray–, en un contubernio que el entonces gobernador priista honró al
entregar los 200 mil votos prometidos.
“La meta que teníamos en el Estado de México
era sacar 1 millón 500 mil votos y logramos 1 millón 700 mil y cacho. Los 200
mil fueron producto de esa reunión”, ha contado Ramírez, exsenador y actual
diputado federal panista que antes militó en el PRI.
En
la elección presidencial de 2006, Madrazo, candidato del PRI-Partido Verde,
obtuvo sólo 18% de los votos en el Estado de México (1 millón, en números
redondos), mientras López Obrador arrasó con 43% (2 millones 500 mil); Calderón
alcanzó un millón 700 mil sufragios –con los 200 mil que le abonó Peña–,
equivalentes a 31% de la votación.
Un
año antes Peña Nieto ganó la gubernatura con 1 millón 801 mil votos (49% de la
votación total) –casi la misma cifra que obtuvo Calderón–, por 936 mil (25.6%)
de Rubén Mendoza Ayala, candidato del PAN, y 918 mil (25.11%) de Yeidckol
Polevnsky, contendiente por la izquierda.
Enterado
de este contubernio, gracias a dos distintas fuentes del PAN, busqué a Ramírez
para profundizar la información. Sorprendido, obsesivo por saber el origen de
la infidencia, confirmó la veracidad plena del pacto que, subrayó, habían
honrado las partes.
–¿A cambio de
qué? –le pregunté.
–De
proyección política, de fortalecimiento de proyectos.
–¿Fue un pacto
de impunidad?
–No
fue un pacto de impunidad, fue un pacto de gobernabilidad por el bien del país.
Abruptamente
Ramírez corta la charla. Serio, silencioso, niega con la cabeza y los brazos,
las manos como aspas.
2012:
La traición de Calderón
La
campaña del PAN “Peña no cumple” fue un éxito, devastadora para el candidato priista.
Los spots en radio y televisión con esta leyenda lo exhibieron como un
candidato falaz y vulnerable.
Socavaron
también a Peña otros promocionales del equipo de Vázquez Mota, como el que
exhibió los lujos de la hija del líder petrolero Carlos Romero Deschamps, los
nexos de Tomás Yarrington con el narco y la corrupción de Humberto Moreira.
A
diferencia de las más conocidas empresas encuestadoras, que situaron a Peña
permanentemente por encima de los 40 puntos –una constante que sólo explica la
complicidad con el PRI de Mitofsky, GEA-ISA, Parametría, BGC–, el tracking
diario en la casa de campaña de Vázquez Mota pulsaba las variaciones del
electorado.
La
campaña de “Peña no cumple” hizo caer al priista prácticamente un punto cada
semana desde el inicio de la contienda: Del 1 abril a al 5 de junio se desplomó
de 44 a 37 puntos.
En
cambio, en el mismo periodo, López Obrador subió 12 puntos –de 22 a 34– y
Vázquez Mota se vino abajo cinco –de 32 a 27–, siendo que la campaña “Peña no
cumple” era del PAN.
En
seis días, consta en el tracking del PAN, el panorama de la elección
presidencial cambió: el 26 de mayo López Obrador empató en el segundo lugar a
Vázquez Mota –con 29 puntos cada uno–, pero el 2 de junio el candidato de la
izquierda se colocó en un empate técnico con Peña –34 a 37 puntos–, mientras
que la panista caía al tercer lugar con sólo 27.
El
31 de mayo de 2012 el diario Reforma publicó una encuesta que coincidía con las
cifras de la casa de campaña de Vázquez Mota: López Obrador estaba a cuatro
puntos de Peña, mientras la panista se desfondaba.
Las
cifras del tracking de la casa de campaña de Vázquez Mota coincidían con las
encuestas de la Presidencia de la República y eran parecidas a las que mostraba
Reforma.
Y
por eso el 5 de junio, a un mes de las elecciones, ocurrió algo extraño en la
campaña de Vázquez Mota: el PAN retiró los spots que habían dañado severamente
al candidato del PRI –los de “Peña no cumple”–, pero cuyas ganancias eran para
López Obrador.
Desde
los días de la campaña me había llamado la atención el cambio de estrategia. El
IFE hizo bajar el spot contra los priistas –“en el PRI ya no caben los
corruptos, por supuesto que ya no caben porque está lleno”–, pero abruptamente
desaparecieron también los de “Peña no cumple”.
Tras
la derrota, le pregunté a Rafael Giménez por qué se suspendió la exitosa
estrategia y, sin dudarlo, lo atribuyó a una orden de Calderón, para quien era
inaceptable que el beneficiario fuera López Obrador, que se perfilaba para
rebasar a Peña.
Molesto,
el estratega admitió que la suspensión de “Peña no cumple” implicó un punto de
quiebre en la campaña del PAN. “Le estaba haciendo un daño terrible a Peña y
quitarla cuando estaba debajo de los 40 puntos lo revivió por completo”.
–¿Fue
una decisión de Calderón?
–Sí,
aunque no hubiera podido solo. No sé qué responsabilidad puedan tener la
candidata y el coordinador.
–¿Pero
la orden vino de Los Pinos?
–Sí,
pero era una orden que no podía cumplirse sin la ayuda de alguien de acá. Era
imposible que el gobierno diera una orden de bajar una campaña sin que alguien
la ejecutara en la casa de campaña.
Le
pedí a Giménez ser preciso. Se negó. Pasado el tiempo, a finales de 2015, volví
a hablar con él para insistirle sobre la identidad de quien ejecutó en el
equipo de campaña la orden de Calderón.
–¿Quién
paró la campaña “Peña no cumple?
–Gil
por orden de Calderón –reveló Giménez–. A Calderón no le gustaba que
estuviéramos bajando tanto a Peña, porque El Peje estaba a punto de tomar
ventaja.
–¿Entonces
fue a través de Gil?
–Fue
el único que pudo habernos detenido.
Cuando
el PAN retira los spots contra Peña, el 5 de junio, éste inicia la recuperación
que lo llevaría al triunfo un mes después. Vázquez Mota subiría marginal y
temporalmente: Quedaría en tercer lugar.
Margarita:
irrelevante trayectoria propia
Con
sólo una diputación local y otra federal, ambas plurinominales, así como con
cargos burocráticos menores en el PAN, siempre por designación cupular, la
trayectoria política de Margarita Esther Zavala Gómez del Campo es más bien
opaca, y su imagen ha sido fabricada… con recursos públicos.
Desde
que ingresó al PAN, en 1984, nunca nadie ha votado por Margarita ni ella ha
buscado nunca el voto de sus correligionarios y de los ciudadanos. Pudo hacerlo
para presidir el PAN y para ser diputada federal de mayoría, en 2015, pero cree
tener más méritos y aptitudes para el cargo supremo: la Presidencia de la
República.
Justamente
desde la Presidencia de la República se inició la fabricación de la imagen de
Margarita, como parte de los estudios que sobre ella y su marido, Felipe
Calderón, se hicieron a un costó de 12 millones 228 mil 49 pesos, con cargo al
fondo de transición de 2006, que ascendió a 150 millones de pesos y que se
gastaron con voracidad inaudita.
Uno
de los primeros pagos que se hicieron con esos recursos públicos del
fideicomiso para la transición fue para la empresa De la Riva Información
Estratégica, a la que Calderón le encargó hacer una “auditoría de imagen
pública” a su esposa con un objetivo: posicionarla como la primera dama de
México.
Este
estudio, que costó casi 1 millón de pesos –848 mil 994–, estableció la
estrategia para saber cómo vestirse, de qué manera debía comportarse, qué temas
tendría que abordar o evadir en público, y hasta qué imagen tenía que proyectar
en su papel como integrante del PAN.
El
objetivo general del estudio, que aparece en la primera de las ocho hojas del
documento, es preciso:
Obtener
los insight (visión) necesarios para entender cuáles son las expectativas entre
los diferentes segmentos de la población hacia el rol que debe desempeñar la
esposa del presidente. Ello con objeto de desarrollar un catálogo que sirva de
guía para la planeación e implementación de sus actividades y mensajes.
La
empresa propiedad de Gabriela de la Riva buscó el catálogo para el
comportamiento de Margarita Zavala:
-Como
persona: mujer, esposa, madre e hija.
-Como
profesionista: en su actividad política.
-Como
ciudadana: en lo político y en lo social.
La
empresa De la Riva Información Estratégica entregó al equipo de Calderón, en
particular a Alejandra Sota, coordinadora de Imagen y Opinión Pública de la
Presidencia, el análisis de los temas, los tonos y las maneras que debería usar
Margarita en sus discursos, pero también cómo deberían ser los comportamientos
de sus hijos y la familia:
-Rol
de los hijos del presidente a nivel ideal.
-Cuál
deberá ser; qué deberá evitar.
-Qué
representan simbólica y emocionalmente.
Rol
de la familia de la esposa del presidente:
-Cuál
debería ser.
-Qué
representan simbólica y emocionalmente.
El
estudio tenía como objetivo también el papel que debería desempeñar Zavala
luego del desbordado protagonismo en el gobierno de Marta Sahagún, que también
quiso ser presidenta de México.
Así
como Calderón modificó su imagen desde que tomó posesión, Margarita Zavala
Gómez del Campo la modificó en comportamiento, atuendo, arreglo del cabello,
maquillaje y declaraciones que cimentaron su fama de sencillez y discreción, en
un claro contrastante con Marta Sahagún.
Escoltas
y pensión de por vida
El
proyecto político personal de Margarita Zavala Gómez del Campo está financiado
con recursos públicos no sólo por la fabricación de su imagen, sino también por
la tropa a su disposición: un vasto número de elementos del Estado Mayor
Presidencial (EMP) la custodian y son su equipo de apoyo de manera permanente y
vitalicia.
El
último día de su gobierno, el 30 de noviembre de 2006, su esposo reformó el
reglamento del EMP para mantener él y su familia el mismo número de elementos de
ese cuerpo militar que tuvo a su servicio y aun de requerir un mayor número.
“Los expresidentes de la República mantendrán
el mismo número de elementos del Estado Mayor Presidencial que tuvieran
asignados para su seguridad y la de su familia con antelación a la entrada en
vigor del presente decreto. Lo anterior sin perjuicio de solicitar la
autorización a que se refiere la fracción IX del artículo 11 del Reglamento.”
Esta
última fracción dispone que el expresidente y su familia pueden requerir
todavía más militares para su protección.
En
lo que fue la última decisión que tomó antes de entregar el poder a Enrique
Peña Nieto, Calderón también modificó el reglamento del EMP para garantizar a
él y su familia atención médica gratuita en el Centro Hospitalario de ese
cuerpo militar.
Y
todavía más: la reforma de Calderón obliga al EMP a “planear, organizar,
proporcionar y controlar los servicios para garantizar la seguridad inmediata
de los expresidentes de la República y su familia, realizando los análisis de
riesgo correspondientes con el fin de proponer la asignación de efectivos y
demás medios de seguridad para cada caso en particular”.
Estas
reformas del esposo de Margarita Zavala hacen de México un país único en el
planeta en estos aspectos, porque en ningún otro un expresidente y su familia
gozan de tantos privilegios (…)
Igual
que a los familiares que él ordene, Calderón es custodiado por una nube de
soldados del EMP que lo siguen hasta el baño y aun a lugares donde no
requeriría tal despliegue, como entre sus propios correligionarios del PAN en
un lugar cerrado y vigilado.
Eso
hizo Calderón, el 21 de noviembre de 2015, en el Centro Banamex de la Ciudad de
México, donde se celebró la Asamblea Nacional del PAN: al menos 20 militares lo
encapsularon y le abrían paso mientras estuvo en ese lugar, donde el EMP
organizó hasta la toma de fotografías.
Los
soldados organizaron la larga fila de panistas que se tomaron fotografías con
él, mientras su esposa, Margarita Zavala, hacía lo mismo en otra zona del local,
con su respectiva escolta que le pagan los mexicanos.
–¿Qué se siente
andar toda la vida con guaruras, 20 ahorita? –le pregunté ese día.
–Me
siento –cortó la respuesta Calderón con rostro de furia–… otra pregunta…
La
candidata presidencial Margarita Zavala disfruta, además de la numerosa
custodia militar y de servicios médicos gratuitos, de la pensión vitalicia de
su marido que, desde diciembre de 2012, cobra 205 mil pesos cada mes.
Pero
además Calderón –y su familia– cuenta con un equipo de 19 funcionarios a su
servicio que, en conjunto, cuestan a los mexicanos 816 mil 758 pesos mensuales.
Margarita
Zavala, quien jamás ha emitido una opinión sobre estos privilegios, ha sido una
tenaz defensora de las políticas de su marido, en particular de la estrategia
de “guerra” contra el crimen organizado –que incluyó la frustrada negociación
con los cárteles que encomendó al general Mario Arturo Acosta Chaparro–, a tal
punto que desplegó una campaña en su apoyo desde 2007.
Por
ejemplo, en mayo de ese año, encabezó una reunión con las esposas de los
gobernadores, en forma paralela a la asamblea de la Conferencia Nacional de
Gobernadores efectuada en Puerto Vallarta, Jalisco: les pidió apoyar la lucha
contra el narcotráfico en el país desarrollando labores de prevención.
Amante
de la política policiaca y militarista, la aspirante presidencial del PAN, o
por la vía “independiente”, enarbola además la agenda ultraconservadora en
materia reproductiva y sexual, como lo hizo, también desde el inicio del
gobierno de Calderón. l
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