De cruces y jornadas/Sylvia Teresa Manríquez
IColumna “Voltear la hoja"
Hace algún tiempo visité la población de “El Adivino”, municipio de Mazatán, Sonora. Era un 3 de mayo y había celebración. Había tres grandes cruces en lo alto de una loma.
Prepararon sonajas con bules o guajes y botes de aluminio. Las muchachas en procesión subieron la cuesta, algunas iban descalzas porque habían hecho alguna manda. Unos pasos para adelante y otros para atrás al ritmo de la caminata y de los matachines.
En muchos pueblos sonorenses esta es una tradición importante. Llegan los ausentes desde otras ciudades, se les recibe con algarabía para celebrar a la Santa Cruz. En el sur del estado yaquis y mayos practican ceremoniales; en el altar mayor de las iglesias luce la Santa Cruz, multitud de veladoras y flores. Cantos, rezos, baile de pascolas que inician el dos de mayo, juegos pirotécnicos que dan forma a un castillo.
Devoción, tradición y fiesta en una fecha en la que los albañiles y trabajadores de la construcción también agradecen la fortuna de tener trabajo colocando una cruz adornada con flores en el lugar donde realizan sus labores.
Pase lo que pase en nuestro entorno, la fe ofrece el espacio para la celebración. Olvidan los problemas mientras agradecen lo que se tiene, se pide por la salud, la prosperidad y por supuesto, por el trabajo.
La celebración del Día del Albañil precisamente en el Día de la Santa Cruz, provoca la reflexión en la importancia de este oficio y, que, como se construyen nuestras viviendas y edificios, así se forjan desde abajo los cimientos de nuestra vida en sociedad.
El tres de mayo es una fecha para celebrar todos con el mejor de los ánimos, porque ¿Qué sería de Sonora, de México, sin ese ejército de mujeres y hombres que como los albañiles dan la batalla diaria en una realidad cada vez más difícil?
II
Me gusta visitar San Luis Río Colorado porque se está convirtiendo en un polo cultural de nuestro estado. Llegué para ser testigo y participe del esfuerzo de un grupo de ciudadanos que creen que el fomento a la cultura es buen camino para avanzar.
Cada año el Doctor Rubén Meneses y el equipo que coordina muestran que en la frontera norte hay mucho más que problemas, y las Jornadas Binacionales Abigael Bohórquez son la prueba.
Es cierto que no se otorgan los mismos apoyos que antes, pero para quien cree fervientemente en el quehacer cultural y artístico esto no es un impedimento para organizar unas jornadas que ya van en su edición número veintiséis.
Lo importante, dice el Doctor Rubén Meneses, es realizarlas independientemente de si hay o no apoyos inmediatos. En esta ocasión se contó con el respaldo del
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, FONCA, a través de un proyecto de coinversión, lo que implica la participación de terceros a través de aportaciones económicas o en especie. Esta modalidad permitió que los organizadores pudieran recibir a creadores, literatos y académicos el 27 y 28 de abril.
En esta ocasión se habló sobre el cine y la literatura, lo chicano, lo fronterizo y lo mexicano; por segunda vez se otorgó la Medalla Abigael Bohórquez reconociendo la trayectoria de la escritora y cantante de jazz Rosina Conde.
Dice el Doctor Meneses que el encuentro tiene la intención de unir ambos lados de la frontera (Sonora-Arizona), y provocar la fusión entre lo académico y lo creativo, permitiendo que se expanda el sentido mismo del encuentro: unir.
Una cualidad importante es acercar a las y los escritores a las escuelas y el cereso de san Luis Río Colorado, haciendo posible que los creadores aporten calidez y experiencia, y a su vez aprendan de este contacto con estudiantes
sanluisinos.
Más que cansancio se observa entusiasmo, emoción, en las personas que organizan estas jornadas culturales. Algo que se contagia y que nos hace pensar que, aun en condiciones difíciles, adversas, la cultura se abre camino.
@SylviaT Correo: sylvia283@hotmail.com
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