Covid-19: respuesta masiva/ Salomón Chertorivski
REFORMA, 27 Mar. 2020
Se está haciendo tarde. La ventana de oportunidad que tienen los mexicanos se está cerrando en cuestión de horas. Las lecciones del mundo están allí, disponibles, para quien quiera aprender. Esta epidemia va a traer no sólo una crisis sanitaria sino también una económica, ya no del tipo de 2008-2009 sino más parecida a la de 1994, porque suspenderá abruptamente la actividad económica cotidiana de millones. No hay opción: el Estado debe actuar sin complejos, sin ataduras, tratando de salvar la vida de decenas de miles de mexicanas y mexicanos y al mismo tiempo, salvar sus ingresos y sus empleos. Es un doble salvamento que no habíamos experimentado antes.
Quiero llamar la atención de dos movimientos muy importantes: por una parte, sectores empresariales, académicos, profesionales -ayer guardianes de la ortodoxia económica- han modificado radicalmente su postura para exigir una vasta intervención del Estado. Qué bien. Y por otra parte, hay que ver la respuesta de los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y de Europa para darnos cuenta que esta crisis está exigiendo respuestas enormes si queremos evitar, ya no una recesión, sino una depresión, la situación económica más cruenta y de difícil salida.
El gobierno mexicano, sin embargo, nos invita a caminar con ritmo lento, "a su tiempo", dice, mientras los síntomas de ambas crisis se expanden y ensombrecen todo el escenario. El pasado martes, cuando se declara la fase 2 de la contingencia sanitaria, se anuncian, se enuncian, se dicen, unas pocas acciones económicas que repiten la receta ritual de este gobierno: no gastar más, sino reordenar el gasto; reasignar dentro de la misma cantidad de recursos. Los increíbles dogmas del superávit primario y la renuncia a adquirir deuda sobreviven, incluso en una situación de multicrisis, no nacional sino universal. Terquedad a prueba de catástrofes.
Por esa terquedad, no hay nada más importante ahora que crear una poderosa corriente de opinión pública que haga recapacitar al gobierno y que pueda elaborar un conjunto de iniciativas que saquen a flote, rápidamente, la actividad económica de los mexicanos, la de todos los días.
El lunes, un día antes de que se presentara el "no plan" económico del gobierno, el Consejo Consultivo "Pensando en México" presentó una alternativa general para la discusión pública, cuyo centro es convertir al Estado en el pagador de último recurso, siguiendo la feliz frase de Emmanuel Saez. ¿Qué quiere decir esto? Que las pequeñas, medianas y grandes empresas sabrán que el Estado les comprará sus productos o sus servicios (digamos que cubrirá el 75 por ciento) durante las semanas que dure la parálisis en la economía. Esto quiere decir, entre otras muchas cosas, que el Estado solventará los sueldos de los trabajadores hoteleros, líneas de camiones o líneas aéreas, de comercios, restaurantes o estéticas, para que no sea necesario el despido, por un lado, o la interrupción de los ingresos de nuestra gente, por otro. La economía informal, esa que sostiene al 53 por ciento de los trabajadores reales, también debe ser apoyada mediante la entrega directa de recursos líquidos en estas semanas críticas. Efectivamente, se trata de un gran plan para sostener la demanda, como aprendieron de la Gran Depresión los mejores economistas de los años 30 en el siglo 20.
El investigador Jorge Andrés Castañeda fue el encargado de redactar ese documento y calcula que un programa de esta envergadura tiene un costo del 2.6 por ciento del PIB, cuando menos, financiable si el gobierno es capaz de adquirir deuda ahora mismo (porque tenemos las condiciones para ello y porque las tasas están bajando casi a cero) y si admite que no puede guardarse dinero, sino que debe de gastar todo lo que recauda... y todavía más. La situación excepcional no aguanta el superávit y, en cambio, exige gasto, mucho gasto. En esta hora, el mantra religioso de la austeridad debe esperar.
Otros organismos empresariales, partidos, institutos de investigación y gobiernos de los estados han colocado sus propias propuestas, sus propias políticas. Lo más notable es el sentido de urgencia y la demanda por una acción estatal de gran magnitud. El Presidente, su gabinete y todos los demás estamos obligados a elaborar, democráticamente, la acción del Estado más amplia, de varias generaciones. Hay que salir de la polarización y del empecinamiento.
Mañana será, ya, demasiado tarde.
El autor es Presidente del Consejo Consultivo Ciudadano "Pensando en México”....
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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