La estatua del C. Presidente en Atlacomulco, amaneció hecha pedazos!.. fue derribada y decapitada..
¡Qué gachos!
Se desconoce quién pudo llevar a cabo ese atentando...
La estatua no duró ni tres días completos....
https://www.facebook.com/fred.alvarez1/videos/1960252297481197?locale=es_ES%2F
La efigie fue mandada a hacer por el morenista Roberto Téllez Monroy, quien hasta ese día aún era el alcalde del municipio, toda vez que dos días después dejó el cargo, ya que perdió la reelección...
La obra fue elaborada por artesanos del municipio de Tlalpujahua, Michoacán y tuvo un costo de 50 mil pesos. Elaborada con cantera rosa y 1.80 metros de altura..
Desde su inauguración el monumento causó polémica, sobre todo porque fue colocada en el municipio de Atlacomulco, considerado como “la cuna del priismo”.
Hasta donde sabemos AMLO ha declarado en varias ocasiones estar en contra del culto a la personalidad.
Incluso ha dicho "En mi caso, tengo escrito en mi testamento que no quiero que se use mi nombre para nombrar ninguna calle, no quiero estatuas, no quiero que usen mi nombre para nombrar una escuela, un hospital, nada absolutamente". O sea, es claro...El Alcalde morenista puso una estatua sin consentimiento del Presidente...
Se vio muy lambiscón...; y perdió 50 mil pesos. Lástima...El tema será nota.., incluso llegará a la mañanera.. De repente me acordé de la estatua del presidente Miguel Alemán que por muchos años estuvo en CU, y era blanco de ataques estudiantiles
Pero esa es otra historia..
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Templo Mayor/ REFORMA
ENTRE las elecciones de junio, la dizque revocación de mandato, el debate de la contrarreforma eléctrica y las conferencias mañaneras, 2022 será oootra vez el año del Presidente. Así que, en lugar de hablar de Andrés Manuel López Obrador, hoy es buen día para reflexionar sobre todo aquello que está sucediendo en el mundo y que México se está perdiendo por estar inmerso en la grilla diaria.
EL PROBLEMA con el futuro es que no espera, trae prisa, es implacable y no se le puede decir: "Espera tantito que estamos transformando el país". Ahí está, por ejemplo, el caso de los autos eléctricos. En otros países, la revolución de este mercado está con el acelerador a fondo. Tesla pasó de ser un locura de Elon Musk, a vender casi un millón de vehículos sólo en 2021. Y a eso hay que sumar que las grandes marcas tradicionales, desde la antiquísima Ford, hasta la alemana BMW, pasando por la mismísima Ferrari, han terminado por ponerse las pilas, literalmente hablando. En el caso de México, la entrada de los autos eléctricos está a medio voltaje, por la falta de infraestructura para los usuarios y la falta de certidumbre para las empresas.
OTRO TEMA en el que el país tendría que haberse metido de lleno hace tiempo es el de la transformación digital financiera. ¿Por qué? Nomás de entrada porque significa inclusión (llevar servicios bancarios a quienes han sido marginados), accesibilidad (no requiere andar construyendo sucursales del Banco del Bienestar por todos lados) y seguridad (tanto pública como financiera). Las empresas fintech se han echado al hombro este proceso, teniendo al gobierno no como un promotor, sino como un mero observador y, en algunos casos, de plano un lastre.
EN LO QUE se refiere a la política, en la mayor parte del mundo lo que se ve son nuevos equilibrios. Se acabó la hegemonía de los viejos y grandes partidos. Hace apenas unas semanas, Angela Merkel dejó el poder en Alemania y no lo hizo heredando el trono. Su sucesor, Olaf Scholz, tuvo que tejer alianzas de todos sabores y colores. Nada de mayoriteos al estilo San Lázaro. Pero para eso se necesita un partido en el poder que entienda la necesidad del diálogo y una oposición que tenga propuesta y representatividad. En México hacen falta ambas cosas.
LOS ANTERIORES son sólo tres ejemplos de las oportunidades que puede tener el país en 2022. Retos y dudas, por supuesto que hay. El asunto es no tenerles miedo, sino hacerles frente. Que este sea un año de nuevos comienzos y no de nuevas confrontaciones. Ojalá que lo escuche quien lo tenga que escuchar.
FELIZ AÑO y no abuse del recalentado.
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El esperanzador 2022/Jorge Ramos Ávalos
en REFORMA, 01 Ene. 2022;
Si el 2020 fue el año maldito, el 2021 fue el de la desilusión (como cualquiera que promete más de lo que en realidad puede dar). Aun así, apuesto por un 2022 esperanzador.
La pandemia ha matado a más de cinco millones de personas y contagiado a otros 287 millones, más que toda la población de Brasil, Paquistán o Indonesia. Si la variante Delta era rápida, Ómicron lo es más y amenaza con extenderse a todo el planeta. Pero mi esperanza para el año nuevo está en la ciencia y en que el ser humano, al final de cuentas, hace cualquier cosa para sobrevivir.
Por eso hoy insisto en lo positivo. Aquí está mi lista, incompleta y muy subjetiva, de lo mejor del 2021, incluyendo un par de lecciones:
· Las vacunas. Este fue el año de los nerds. Gracias a muchos científicos estamos vivos. De manera creativa y desafiante varias compañías en todo el mundo desarrollaron en tiempo récord las vacunas contra el coronavirus. Es un verdadero éxito de la humanidad. Si te pusieron la vacuna contra la polio, ¿por qué no ponerse la del Covid?
· Las Olimpiadas. Aun sin espectadores, no hay nada más fascinante que ver a atletas en el máximo de su capacidad y talento. Los Juegos Olímpicos de Tokio fueron, también, un ejemplo de perseverancia. Se realizaron un año después de lo que estaban programados. Pero se realizaron.
· Los Bítles. Los que crecimos con los Beatles hemos tenido el mejor regalo posible: el documental Get Back. Rescata en ocho horas el increíble proceso creativo de la banda de Liverpool antes de su última presentación en 1969. Quedé fascinado con la manera en que vemos cómo surgió la canción Let It Be. Y desmitifica los muchos rumores de por qué se separaron. Casi lloré al final del documental, como si los Bítles -como les decíamos en mi adolescencia en México- se acabaran de separar.
· El mejor libro del año fue, para mí, El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Un libro "sobre la invención de los libros en el mundo antiguo" no puede ser más apropiado para un momento en que la pandemia nos tiró a un sillón a leer. El trabajo investigativo de Irene es espléndido. Me quedo con una cita: "La invención de los libros ha sido tal vez el mayor triunfo en nuestra tenaz lucha contra la destrucción. A los juncos, a la piel, a los harapos, a los árboles y a la luz hemos confiado la sabiduría que no estábamos dispuestos a perder".
· La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). Qué emoción ver a 50 mil personas, cada día, perderse entre pasillos llenos de libros. Hay algo casi mágico cuando la gente se reúne para discutir ideas y palabras. Es, sin duda, de lo mejor de México.
· El Premio Nobel de la Paz a dos periodistas. Ante los asesinatos de tantos periodistas -por ejemplo, ya van 25 desde que López Obrador tomó posesión- es muy importante destacar la labor de los que luchan por la libertad y por decir la verdad. La filipina María Ressa y el ruso Dimitri Muratov han arriesgado su vida -y se la siguen jugando- para reportar sobre los regímenes autoritarios donde viven.
· El trabajo no es lo más importante. El sueño de trabajar desde casa se volvió, a veces, una maldición. Hay días en que ya no aguantamos más estar en la sala/oficina/gimnasio/guardería/cine. Pero ha cambiado, para siempre, el mundo laboral: semanas más cortas y flexibilidad para escoger el lugar y las horas de trabajo. Como lo escuché en un reportaje de la radio NPR, los tres principales enemigos de trabajar en casa son: la cama, la televisión y el refrigerador. Aunque no está tan mal tener libres los viernes y los lunes. Al final de todo, el trabajador es el nuevo jefe.
· La casa es todo. Los que mejor han sobrevivido esta pandemia viven en hogares saludables y con familias que favorecen la convivencia, independientemente del espacio, los recursos económicos y el vecindario. Tenemos -qué bueno- menos paciencia con las personas y las cosas que nos hacen perder el tiempo. Con tanta muerte a nuestro alrededor, apreciamos más y acariciamos cualquier pedacito de vida.
Si el 2021 fue desilusionante y, a pesar de todo, tuvimos vacunas, Olimpiadas, Bítles, FIL, grandes libros, periodistas valientes y redescubrimos nuestro entorno, entonces el 2022 nos tiene que llenar de planes. Además, un año con Mundial de Futbol no puede ser malo.
@jorgeramosnews
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Annus horribilis/ Jorge Volpi
en REFORMA, 01 Ene. 2022
De plano nos negamos a aprender cualquier lección: desdeñamos la prudencia y optamos por la desconfianza, el egoísmo, el rencor
Si 2020 fue el año de la sorpresa, la incredulidad, la incertidumbre, la ansiedad, el duelo, la sobrevivencia y, al cabo, la esperanza -el mundo entero trastocado de principio a fin por la pandemia de Covid-19 desde su expansión desde China hasta la aparición de las primeras vacunas-, 2021 ha terminado por ser aún peor: uno de los más lamentables de la historia reciente, marcado por un ritmo en staccato, de pequeños avances y constantes retrocesos, y que queda sellado, sobre todo, por nuestra voluntaria renuncia a aprender algo de la conmoción previa. Un año espantoso que cierra, de nuevo, con la metafórica inestabilidad de la variante Ómicron, que anuncia una era de contagios al por mayor aun si los síntomas del mal -al menos para los vacunados- se anuncian relativamente más suaves.
Pese al cúmulo de tragedias acumuladas -millones de muertes que empiezan a olvidársenos-, 2020 nos invitó a reflexionar sobre lo que hemos hecho con el planeta, a revisar nuestras prioridades individuales y sociales, a observar las apabullantes desigualdades que nos rodean, a poner nuestro mayor empeño en enfrentar y contener la amenaza y a imaginar, en medio del caos, un nuevo futuro posible. 2021 ha sido, en cambio, un desperdicio: echamos por la borda las oportunidades y promesas que se nos abrieron al final del año pasado y, como si la pandemia hubiera sido un inconveniente menor y ya superado, preferimos abrazarnos con todas nuestras fuerzas al pasado, obstinados en la nostalgia y la resistencia a rectificar.
En El Invencible (1964), Stanislaw Lem imaginaba un planeta gobernado por unos cristales capaces de embrutecer a cualquier forma de vida que se les cruzara en el camino. No he encontrado mejor -y más lúcida- metáfora de nuestro tiempo: el virus allí, reproduciéndose y mutando enloquecidamente, y nosotros empeñados en creernos superiores y en seguir los mismos modelos de siempre. No sólo ha sido que, asumiéndonos invulnerables gracias a las vacunas -acaparadas por los países ricos y distribuidas a cuentagotas en los pobres-, nos hayamos lanzado febrilmente a recuperar el tiempo perdido, sino que de plano nos negamos a aprender cualquier lección: desdeñamos cualquier prudencia y optamos por recuperar la desconfianza, el egoísmo y el rencor que juramos dejar de lado tras sobrevivir al 2020. La revolución mundial que debimos acometer tras la aparición del virus y que debió cambiar nuestros hábitos de consumo tanto como nuestros afectos, nuestra relación con el medio ambiente tanto como nuestras filiaciones políticas, quedó postergada sin remedio. Preferimos enroscarnos en nosotros mismos y seguir siendo quienes éramos en vez de arriesgarnos a repensarlo y reinventarlo todo.
Para empezar, los demonios de la sinrazón que quedaron derrotados por su arrogancia o imprudencia -con Trump como modelo de tantos clones regionales- se muestran a punto de regresar: la pandemia no parece habernos tornado más sensatos. Una vez que se nos anunció que volveríamos a la normalidad, olvidamos sus engaños y repoblamos nuestros hormigueros. La última Matrix acierta en su siniestro diálogo final: la mayor parte de nosotros prefiere la "nueva normalidad" -la píldora azul- a conocer el horror que provocó la pandemia y que sigue preservando el sistema de desigualdad que nos define: ese neoliberalismo de vigilancia que todo lo devora y, con particular saña, a quienes más presumen oponérsele.
México no es la excepción: mientras López-Gatell -nuestro protagonista local de Don't Look Up- nos sigue impulsando a mirar hacia otra parte, la virulencia multiplicada de Ómicron toca ya a nuestras puertas. Y, entretanto, el Presidente continúa pensándose infalible e inmune a la crítica en un desierto donde los opositores se dedican a demostrar, día con día, que son aún menos confiables que él. Se acaba, por fortuna, este annus horribilis: al menos esta vez nada permite prever que el próximo vaya a ser mejor.
@jvolpi
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CJNG y tren transístmico
LINOTIPIA / Peniley Ramírez
en REFORMA,
El desarrollo de los trabajos estaba gravemente afectado. Había bloqueos de comunidades, reclamos sociales y vandalismo. Había delincuentes del Cártel Jalisco Nueva Generación, que robaban, amenazaban, secuestraban a los empleados. Los contratistas compraban los materiales a sobrecosto. La Guardia Nacional no había llegado para proteger los bienes ni a los trabajadores.
Lo anterior ocurrió entre enero y marzo de 2021 en el Ferrocarril Transístmico, un proyecto prioritario del gobierno obradorista. El Ferrocarril pretende conectar los puertos de Coatzacoalcos, en Veracruz, y Salina Cruz, en Oaxaca, para aumentar en 11 veces el transporte de carga en esa región y revitalizar la economía. El proyecto consiste en la modernización de más de 300 kilómetros de vías de tren que se construyeron desde el Porfiriato. Conectarán la costa que da al Golfo de México con la que mira al Pacífico y construirán parques industriales.
La construcción ha tenido irregularidades, de las que se sabía muy poco hasta ahora. Los detalles de esta crisis, incluida la presencia de Jalisco Nueva Generación, están en un informe de 62 páginas que obtuve vía transparencia. El 20 de abril de 2021, el director general del proyecto presentó el informe al Consejo de Administración.
En el tramo 2, la rehabilitación de las vías ni siquiera había comenzado. Hubo bloqueos en las comunidades de Donají, San Juan Guichicovi, Ubero, Palomares. Una organización que conocen como Ucizoni lideraba los reclamos. Pedían hospitales, universidades, puentes, pagos de derechos por el paso de los trenes, calles y carreteras.
Las comunidades de Chivela, Nizanda, Rincón Viejo y Estación Mogoñé, en el Tramo 3, exigían demandas agrarias. Bloquearon las vías y detuvieron los trabajos. En el Tramo 4, habitantes del ejido Comitancillo, El Jordán e Ixtepec pedían empleos, caminos, calles y que se limpien las cunetas.
La Guardia Nacional llegó poco después, cuando los contratistas dijeron a Palacio Nacional que no podían trabajar así. Sindicatos charros, les llamó Andrés Manuel López Obrador a quienes impedían los trabajos. "Ahora ya está la Guardia Nacional y ya se puede trabajar, pero era terrible lo que sucedía en Oaxaca", dijo el Presidente a mediados de diciembre. No habló de Jalisco Nueva Generación.
Obtuve también una serie de diez auditorías al proyecto. Muestran que durante 2020 hubo un retraso de más de 60% en los trabajos para corregir la curva de las vías y hacer la conexión al puerto de Salina Cruz. Hubo sobrecostos, pagos a empresas que no habían entregado su documentación, maquinaria y material de construcción abandonado junto a las vías.
Meses más tarde, notificaron a una empresa de Querétaro que le rescindirían el contrato. Después de eso, le autorizaron varios convenios para extender sus servicios. Los auditores señalaron ambas irregularidades y que la empresa aún debía 880 mil pesos al gobierno, por sobrecostos y retrasos.
Así fue también el 2020, dice otro informe del director del proyecto: inseguridad, protestas, empresas que incumplieron los tiempos de trabajo. Los auditores hallaron que se habían contratado servicios millonarios desde 2019, cuando ni siquiera se había asignado presupuesto al proyecto. En enero de 2020 contrataron a los proveedores para los cinco tramos de la construcción, antes de que se tramitaran los permisos ambientales.
Algunas observaciones se solventaron, pero cuatro de las más graves terminaron en denuncias, que los auditores presentaron en octubre. Mientras estos casos se investigan, o no, el proyecto avanza, bajo control de la Marina y la Guardia Nacional, como una de las obras de las que se podrá obtener muy poca información vía transparencia, tras el acuerdo firmado por el Presidente para sus proyectos prioritarios.
En Oaxaca, los habitantes de las comunidades dicen que no se ha hecho una consulta indígena, que el proyecto les ha traído más violencia y explotación, que no están de acuerdo. He visto en otras ocasiones informes oficiales que señalan dificultades para liberar derechos de vía o conflictos con alguna comunidad. Nunca vi uno que dijera, de forma tan explícita, que un grupo criminal controla esas zonas de Veracruz y Oaxaca.
@penileyramirez
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El garrote penal llamó a la puerta/Sergio García Ramírez
El Universal
Un acto autoritario nos salvó de otro, dirigido contra un bastión de la democracia. Ambos pusieron en claro la íntima condición de la autoridad: entre el arrebato iracundo y el freno estratégico, que se complementan. Aquí me he ocupado del aparato penal del Estado. En las democracias, se despliega con moderación. Es el último recurso de control. En los regímenes autoritarios, el gobernante opera “con el código penal en la mano”.
En tiempos recientes avanzó la tendencia al uso moderado de la ley penal (otra cosa es el abuso de quien atropella a mansalva). Pero esa tendencia se retrajo, pese a reformas plausibles llevadas a la Constitución. En ésta también aparecieron ciertos engendros del autoritarismo: reducción del estándar de garantías para el inicio del procedimiento penal (confesada por el legislador, en pie de guerra contra lo que llamó “hipergarantismo”), prisión preventiva oficiosa y otros disparates que ensombrecen el sistema penal. En algún caso, la Suprema Corte ha frenado la expansión de los engendros, pero muchos se conservan en la ley suprema y acechan las libertades de los ciudadanos.
Recientemente, el Congreso de la Unión se lanzó a regular ciertos aspectos de la prisión preventiva oficiosa, entre ellos los vinculados a los procesos electorales (Diario Oficial del 19 de febrero de 2021). Estas novedades oscurecieron la ley penal y abrieron nuevas posibilidades al autoritarismo, que se despliega con fruición cuando el poder se concentra sin frenos y contrapesos. Si soplan vientos dictatoriales, nuestros derechos quedan a la intemperie. ¡Cuidado!
Digo esto, porque persiste la tentación de utilizar la vía penal para satisfacer pasiones políticas y “resolver” conflictos que deben correr por otro cauce. El presidente de la Cámara de Diputados presentó ante la Fiscalía General una denuncia contra miembros del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, solicitando la persecución penal de éstos con alegatos banales que no resisten el menor análisis. Esta gestión represiva --muy reveladora-- sería irrelevante e incluso pintoresca si no proviniera de quien ocupa el cargo que detenta el denunciante.
Se pretendió mover la maquinaria penal del Estado para intimidar y reprimir la legítima actuación de los funcionarios electorales. Es obvio que las discrepancias --que son intensas-- pueden animar el debate político y llegar ante instancias judiciales, como ha ocurrido. Pero también lo es que las imputaciones infundadas siembran desconcierto, difaman y oscurecen os procesos políticos, que ya han tropezado con el autoritarismo de quienes incumplen su deber y obstruyen el buen desempeño de las funciones del Instituto.
Hubo múltiples reacciones contra esa pretensión persecutoria. El Consejo General del INE rechazó los infundios. Lo mismo ocurrió en otros foros públicos y profesionales. La Barra Mexicana. Colegio de Bogados instó a preservar el Estado de Derecho y descartar las vías penales para acosar a quienes cumplen su deber y actúan con legitimidad. Y finalmente, el exabrupto del denunciante se disolvió con otro acto de autoridad, de gran calado: el presidente de la República “desalentó” al legislador. Sin embargo, este desaliento estratégico no oculta el ánimo persecutorio radical del poder político, que aguardará otra oportunidad para lanzarse a la caza de sus adversarios.
Ojalá que el año 2022 restablezca el imperio de la legalidad y la cordura, desechando tentaciones autoritarias que dañan al país y a sus instituciones. Ojalá, aunque parece improbable que la caída de una hoja del calendario modifique vicios manifiestos que tienen profunda raíz. Ojalá, que significa “quiera Dios”, aunque bastaría con que lo quisiera la nación.
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