Migue de Santa María era un liberal veracruzano,: jarocho; y depues fue legislador y diplomático, muy cercano al libertador Bolivar...
Columna Diputado 501
Tomado de Unidad Parlamentaria, 26 de junio
EL PRIMER MEX(I)COLOMBIANO/Antonio TENORIO ADAME
Aunque la historia no se repite, también es cierto que después de la epopeya del héroe por lo general sucumbe; sin embargo, él vuelve a renacer.
Por eso al ponderar la hazaña del Che Guevara como impulsor del “hombre nuevo” de América Latina, desde la discronía del sentimiento, éste floreció también durante la independencia, como correspondió a la grandeza de espíritu de Miguel de Santa María.
POR LA NEGATIVA
Quien fuera natural de Veracruz, 1789, donde aprendió sus primeras letras, para después residir en Tehuacán y asistir a la Escuela de Latinidad, luego en el Colegio de Letrán, de la ciudad de México, estudió Artes y en el Seminario conciliar, teología y jurisprudencia, disciplinas en las que obtuvo altas distinciones por su aplicación al estudio. A los 19 años, en desacuerdo con el servicio militar partió a España, ahí obtuvo el título de Abogado.
Las Cortes de Cádiz le dieron oportunidad de ingresar al mundo parlamentario como secretario del diputado por Coahuila, Texas, don José Miguel Ramos Arizpe; dos eventos marcan su paso por las Cortes, la relación de amistad e identidad profunda con Fray Servando Teresa de Mier, así como también con Lucas Alamán; entre ambos persiste la diferencia ideológica, sin llevar al margen el afecto que se mantiene con el respeto a disentir.
En cambio con Mier, la relación amistosa es de total hermandad, llevada a los extremos de compartir los mayores riesgos; juntos mantienen retos de financiamiento a la expedición militar de Mina, en 1816 en Filadelfia, aportar 100 mil pesos.
Posteriormente, Santa María no logra desembarcar en Veracruz por lo que continúa su fuga a Jamaica, donde se encuentra con Simón Bolívar, a quien aún logra aportar financiamiento para comprar armas y, a la vez, darle el instrumento fundamental para comprender la dimensión continental de la América por despertar, al entregarle el libro de Historia de la Revolución de México, de Fray Servando, lo que da lugar a enriquecer el relato de ese sueño que sustenta Latinoamérica; desde ese estrado escribe Bolívar las Cartas de Jamaica.
A diferencia de Colón que no entendió al lugar que llegaba ni el momento que significaba otra tierra donde se abría un nuevo ciclo civilizatario, los contenidos de dos pensadores de la liberación continental creaban un nuevo pensamiento, un manantial donde brotaba el ideario y proyecto de liberación de América Latina.
Las tareas libertarias encontraron acomodo en el ámbito de los nuevos poderes emergentes, de manera principal en la participación de los Congresos, puestos en plural porque comprendieron tanto a Colombia como a México; no deja de ser una acción admirable.
Por lo que se refiere al primero su vinculación se inició al momento del asalto de Santa Marta y Cartagena, en 1819.
Después de la toma de Santa Marta y al convocarse al Congreso de Cúcuta, se le eligió diputado por dicha provincia. Recibió también el nombramiento de diputado suplente por la provincia de Antioquía, que no aceptó.
POR LA AFIRMATIVA
Terminado el Congreso se dedicó por un tiempo a actividades periodísticas. Colombia le recibía y aceptaba como ciudadano, sin trabas ni regateos, se le acogía como un luchador por la libertad de Colombia de siempre.
A punto de que México independiente proceda a nombrar a su nuevo gobernante, Santa María es designado, en 1821, por Bolívar, con la responsabilidad de Plenipotenciario en representación del Gobierno Colombiano: celebró un Tratado de Paz y Alianza entre México y Colombia y otro de Comercio; preparó el ambiente para el Congreso de Panamá, y a través de Alamán, logró el envío de los representantes mexicanos a esa reunión.
La autopromoción de Agustín de Iturbide para su coronación abrió la brecha de diferencias alcanzando su máxima confrontación, pero a su vez en sentido contrario se propició la identidad y la alianza con los adversarios de Iturbide; desde luego, Fray Servando, Miguel Ramos Arizpe, José Miguel Guridi y Alcocer, Carlos María de Bustamante, en consecuencia la pugna asume un conflicto personal directo para propiciar su expulsión del país sin conseguirlo, ya que Santamaría establece amistad con Antonio López de Santa Ana , quien al sublevarse con el Plan de Casa Mata derribó a Iturbide, quien tuvo que salir al exilio.
En la conspiración contra Iturbide, de agosto de 1822, estuvieron implicados diputados, a pesar de que la conjura no se dio en el Congreso sino quien la promovía era Luis Iturribarria, editor del periódico republicano El Hombre Libre; Juan Bautista Morales, el coronel Tomás Castro. El teniente Anastasio Zerecero y el ministro de Colombia ante el Imperio, Miguel Santa María.
El activismo político de nuestro personaje fue tan intenso que se le conocía como “el inquieto”, y en virtud de su investidura diplomática, optó por solicitar licencia a Bogota, misma que se le concedió en 1828.
Al apartarse de la política su talento creativo deriva a tareas intelectuales, entre ellas la traducción de los Sermones de Hugo Blair, llegando a publicar tres series. También se le adjudica la autoría de un periódico donde se publica Informe Secreto al Pueblo Soberano.
Agotada su intensa participación abre su retiro en Francia, se dedica a la creación literaria y a la reflexión personal en un ámbito más tranquilo.
Pese a todo la jubilación no había aún llegado, el levantamiento mexicano de 1834 tocó sus puertas con el nombramiento de plenipotenciario, pero ahora por México ante su Majestad Británica, primero, y luego ante el Rey de España.
PARA EFECTOS CONSTITUCIONALES
La cúspide de su labor diplomática fue solicitar y obtener el reconocimiento de México como Nación independiente el 28 de diciembre de 1836, con la firma del Tratado definitivo de paz y amistad entre la República mexicana y su Majestad Católica.
El Tratado fue suscrito por el ministro de México don Miguel de Santa María y el de España don José María Calatrava.
Un Tratado que fue aprobado por unanimidad por el Congreso de México sin que la noticia alcanzara a conocerla , ante la circunstancia siempre precoz de la muerte que llegó con anticipación a Madrid, el 23 de abril de 1837.
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