Debate mediático: Segio Aguayo-Soberanes-Alvarez Icaza.
El miércoles 28 de noviembre Segio Aguayo, escribió en Reforma:
¡Hagan cancha!/Sergio Aguayo Quesada
Publicado en Reforma, 28/11/2007;
La pluralidad enriquece. Ése debiera ser el criterio del Senado de la República para seleccionar a dos nuevos integrantes del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Horroriza constatar cómo se arrasan los derechos en nuestro país. Indigna el escaso compromiso y/o la ineficacia de buena parte de los organismos públicos encargados de protegerlos. Si dilapidan potencial y presupuesto es porque les preocupa más congraciarse con el poderoso y por esa indolencia absurda de los legislativos que debieran vigilarlos. La CNDH es un caso paradigmático porque, pese a ser el ombudsman más rico del continente, es timorata frente a los abusos.
Cuán paradójico resulta que la CNDH brillara cuando más la controlaba el régimen. Carlos Salinas ordenó su creación en 1990 pero la entregó con grilletes que no le impidieron a Jorge Carpizo hacer una gestión notable. Posicionó el tema y dio batallas memorables apoyándose en un equipo de primer nivel (entre otros, Rosario Green, Miguel Sarre y Rodolfo Stavenhagen -este último en el Consejo Consultivo).
El actual presidente, José Luis Soberanes, tomó posesión en 1999 en la víspera de la alternancia federal. En lugar de engrandecer la presencia y autoridad moral de la CNDH ha sido el pastor de su empequeñecimiento. Poco queda de su energía original y actualmente está enfrentada con buena parte de la comunidad nacional interesada y es vista con suspicacia por algunos de los principales organismos internacionales que observan, con azoro y curiosidad, cómo una institución puede ser rica e intrascendente.
Pese a la frecuencia de este tipo de críticas, el Senado de la República nunca ha ordenado una auditoría independiente e integral sobre lo hecho y dejado de hacer por un organismo receptor de miles de millones de pesos. Han permitido que sobre la CNDH cayeran unas persianas oscuras que impiden saber lo que pasa en sus entrañas. Eso ha llevado a diversas instituciones académicas y sociales a desviar parte de sus escasos recursos al monitoreo de un organismo que enfrenta varias demandas por su falta de transparencia.
La CNDH tiene un Consejo Consultivo de 10 personas que debiera dictar los lineamientos generales e informarse de lo que hace su presidente. Cuesta trabajo saber qué hacen porque las actas de sus reuniones son tan escuetas que ni siquiera identifican a los asistentes ni a los aviadores. La revisión de esos documentos deja la impresión de que estamos ante un cuerpo colegiado pasivo que acata la voluntad del presidente.
Una excepción es su reacción a la polémica decisión de Soberanes de interponer una acción de inconstitucionalidad contra las reformas aprobadas por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal en materia de interrupción voluntaria del embarazo. El acta de la sesión del 10 de julio pasado identifica las opiniones de los consejeros y se puede apreciar su potencial creativo. Se confirmó que no fueron consultados, que tienen opiniones diferentes sobre ese tema y que Soberanes tenía la autoridad legal para actuar de esa manera.
Al consejo le falta pluralidad. En estos días la Comisión de Derechos Humanos del Senado, presidida por Rosario Ibarra, está seleccionando a dos nuevos miembros con un procedimiento innovador. A diferencia de años anteriores las reglas son claras y las audiencias públicas. Así sabemos que buscan reelegirse las consejeras Paulette Dieterlen Struck y Patricia Kurczyn Villalobos, ambas distinguidas profesoras de la UNAM (la primera es del Instituto de Investigaciones Filosóficas, la segunda de Investigaciones Jurídicas). Sin poner en duda su calidad intelectual es dudoso el interés de Patricia Kurczyn la cual, según las actas, sólo participó en tres de las 11 sesiones de este año. Es probable que en estos momentos se estén beneficiando de la tradicional cargada de los centenares de organismos civiles que la CNDH convida a unas reuniones millonarias organizadas en playas de moda. En esta ocasión el Senado debería verificar su representatividad.
Si nos apegamos al criterio de la pluralidad las dos consejeras no deben ser reelectas. La UNAM ya está sobrerrepresentada porque hay otros cuatro consejeros de esa institución: Ricardo Pozas Horcasitas, Fernando Serrano Migallón, Juliana González Valenzuela y Miguel Carbonell Sánchez. El consejo podría enriquecerse con representantes de la izquierda y la derecha sociales. Con eso en mente me parecen particularmente atractivas las candidaturas de Pilar Noriega y Ricardo Sepúlveda. Ambos se formaron en la Escuela Libre de Derecho aunque sus vidas profesionales luego tomaron rumbos diferentes.
En 1980, cuando nadie hablaba de derechos humanos en México, Pilar Noriega ya los defendía. Y así ha seguido con un compromiso tan indudable como una legitimidad fortalecida porque su candidatura fue gestada en un proceso deliberativo de múltiples organismos. Al final fue postulada por 32 organizaciones representativas. Su incorporación al consejo incluiría a un sector tradicionalmente excluido.
Estaría luego el sector conservador. Ricardo Sepúlveda es un joven abogado afiliado al PAN quien se distingue por su disposición al diálogo, su tolerancia hacia la diversidad y su independencia. Tiene experiencia porque durante el sexenio pasado estuvo encargado en la Secretaría de Gobernación de armar el Programa Nacional de los Derechos Humanos, que si naufragó en los últimos años de Fox fue porque a éste sólo le interesaba violar los derechos políticos del Peje.
Desde 1999 el Senado ha integrado un consejo al gusto de José Luis Soberanes. Algunos nombramientos fueron acertados, otros fueron un fiasco. Para fortalecer la pluralidad es tiempo de que le hagan cancha a otros sectores representativos.
Dos días después la CNDH envía la siguiente réplica. ese mismo día Aguayo responde:
Réplica: Aclara la CNDH
Reforma, 30/11/2007:
Sr. Director:
Para conocimiento de los lectores agradeceré a usted dar cabida en las páginas de Reforma al siguiente comentario y aclaración: - En contraste con lo que opina Sergio Aguayo en su artículo del pasado 28 de noviembre, las reglas para el nombramiento de consejeros de la CNDH son claras y públicas no de ahora, sino desde hace varios lustros. De tal manera, quien revise ésta o cualquiera de las convocatorias anteriores advertirá que con requisitos muy semejantes han aspirado a ser integrantes del Consejo Consultivo quienes lo han querido y han aceptado el procedimiento establecido para tal efecto por el Senado de la República.
- Hace cuatro años, y aunque su candidatura no obtuvo voto alguno, el propio Aguayo fue propuesto para incorporarse a ese órgano de la CNDH. Hoy, para manifestar su aquiescencia hacia dos personas que, con todo su derecho, él considera las idóneas, el articulista pide que le "abran cancha" y revela -con algo más que el título de su artículo- su proclividad a descalificar lo que no le parece y a denostar a quienes no comparten su orientación en cualquiera de las materias de las que suele opinar como experto.
- En cuanto a las invocaciones del autor del artículo al concepto de sociedad civil, me parece insostenible que se confunda el todo con las partes. Habría que recordarle que la sociedad civil es hoy mucho más compleja y variada que el grupo de las 12 organizaciones a las que desde hace muchos años pertenece o con las que simpatiza y apoya el señor Aguayo como únicos interlocutores válidos hacia y desde la CNDH, y cuya transparencia y vocación democrática no parecen ser su carta de presentación, a juzgar por la insuficiente información que ofrecen de sí mismas y de los casos y causas que defienden.
- Con el desgastado argumento del alto presupuesto que el Congreso autoriza a la CNDH -de cuyo ejercicio se rinden cuentas de manera puntual y permanente, tal y como también se informa en www.cndh.org.mx- Aguayo embiste de nuevo a la CNDH, pero pierde de vista que en ése, que es uno de los aspectos que tanto le ocupan, el organismo público local para la defensa de los derechos humanos en el Distrito Federal registra una proporción mucho mayor de empleados y de presupuesto para cada persona atendida.
- Sorprende, finalmente, que quien se ha dicho defensor del derecho a la equidad de género proponga sin más que los espacios ocupados durante cinco años por dos mujeres consejeras se renueven designando a un hombre para uno de ellos.
Agradezco mucho su atención y lo saludo con respeto.
Atentamente,
Licenciado Jorge Elliot Rodríguez,
Secretario particular del presidente de la CNDH.
Respuesta del Columnista
¡Qué carta tan confusa!
La columna que provocó a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) fue construida sobre tres ejes:
1. Considero que la CNDH ha sido ineficaz, timorata y opaca... y tengo información para demostrarlo.
2. El Senado ha sido corresponsable de esta situación ... y dispongo de la evidencia para fundamentarlo.
3. Este año la Comisión de Derechos Humanos del Senado dio un viraje y está eligiendo a dos nuevos integrantes del consejo con reglas claras y procedimientos transparentes... y por eso los felicité y me permití respaldar a dos candidatos. Habría más candidaturas merecedoras del honor; una de ellas es la de Raúl Ramírez Baena de Baja California.
Considero confusa la carta de la CNDH porque...
1. Se pone a defender los procedimientos que siguió el Senado para nombrar a los funcionarios de la CNDH. La Cámara alta no necesita a la CNDH para responder a mis textos.
2. Guarda silencio sobre críticas muy concretas. Nada dice sobre la sobrerrepresentación de la UNAM en su Consejo Consultivo o sobre los millones gastados en eventos realizados en playas de lujo para ONG que luego inundan de cartas el Senado para apoyar a las y los candidatos de la presidencia de la CNDH.
3. En lugar de ello intenta descalificarme, para lo cual invoca hechos sin relación alguna con lo que yo escribí. Por ejemplo, ¿en qué rincón de su mente fraguó esa extraña asociación entre mi columna y el número de empleados y el presupuesto de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal?
Modifico, por esa carta, mi opinión sobre la CNDH de José Luis Soberanes. Tal vez su ineficacia, opacidad y tibieza se engendraron en una confusión original sobre lo que significa defender víctimas en un país que se esfuerza por ser democrático.
Sergio Aguayo Quezada
El sábado 1 de diciembre, el vocero de la CDHDF envía una carta y compara cifras enambas instituciones autónomas:
Carta / Precisa cifras CDHDF
Reforma, 01/12/2007;
Sr. Director:
El artículo "¡Hagan cancha!" de Sergio Aguayo Quezada, publicado el miércoles pasado en Reforma, generó una pronta respuesta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), buscando descalificar al reconocido analista político.
Sorprende que para ello la CNDH aluda al trabajo de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF). Dice la carta del secretario particular del titular de la CNDH: "...el organismo público local para la defensa de los derechos humanos en el Distrito Federal registra una proporción mucho mayor de empleados y de presupuesto que cada persona atendida".
En ese sentido, solicitamos a usted la publicación de las siguientes cifras que permitirán a las y los lectores de Reforma formarse una mejor opinión:
Año 2007
Presupuesto
CDHDF: 242 millones 172 mil 486 pesos.
CNDH: 800 millones 964 mil 174 pesos.
(Nota: para el 2008, la CNDH recibirá 866 millones de pesos, habiendo pedido 984 millones de pesos).
Año 2006
Quejas tramitadas
CDHDF: 8 mil 55.
CNDH: 6 mil 895.
Del total de quejas tramitadas por la CNDH, mil 109 le fueron remitidas, debidamente integradas, por la CDHDF. Es decir, el 16.8 por ciento del trabajo que reporta, se realizó en nuestras oficinas.
Personas atendidas
CDHDF: 38 mil 284.
CNDH: 30 mil 555.
Personal
CDHDF: 541 (mandos medios y superiores, fuerza de trabajo y honorarios).
CNDH: 541 servidores públicos (mandos medios y superiores, sin contabilizar fuerza de trabajo ni honorarios).
La comparación que hace la CNDH con respecto a cómo explicar el presupuesto, vinculando personal con personas atendidas no es la correcta, pero aún así, arroja la siguiente cifra.
CDHDF: personal y personas atendidas (38 mil 825), a cada uno le corresponderían 6 mil 237 pesos con 53 centavos.
CNDH: personal y personas atendidas (31 mil 96), a cada uno le corresponderían 25 mil 757 pesos con 78 centavos.
De nuestra parte, señor Director, es claro que servimos a la ciudadanía y a ella le rendiremos cuentas. Ni entablaremos ni aceptaremos falsos debates que afectan la credibilidad de las instituciones. Las y los mexicanos esperan de instituciones como las nuestras una férrea defensa de sus derechos humanos, no peleas pagadas con dinero público.
De antemano, agradezco su atención.
Hugo Morales Galván,
director general de Comunicación Social de la Comisión de Derechos Humanos del DF.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
2 dic 2007
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