5 abr 2011

Marisela Morales

Bienvenida una procuradora
Jorge Fernández Menéndez
Columna Razones /
Excélsior, 5 de abbril de 2011
En estos días, desde la designación de Marisela Morales Ibáñez como nueva procuradora general de la República, nombramiento que deberá ser ratificado por el Senado esta misma semana, hemos leído infinidad de versiones sobre las razones del mismo: algunos han recordado su trabajo con José Luis Santiago Vasconcelos, otros su cercanía con Genaro García Luna, unos dicen que con el Ejército, muchos han insistido en que llega al cargo con el aval de Estados Unidos después del reconocimiento que recibió el 8 de marzo pasado de Michelle Obama y de Hillary Clinton, en Washington, como una de las mujeres más valientes del planeta.
Todo eso tiene una parte de verdad y mucho de especulación. Pero lo cierto es que Marisela Morales, que no es una mujer mediática, que lleva años trabajando en temas del crimen organizado, llega a la PGR por sus propios méritos, porque ha sabido remar incluso con fuertes traiciones internas ahí y con varios procuradores, porque tiene el perfil que requiere la PGR en estas circunstancias. Arturo Chávez, que llegó tan cuestionado a la PGR y que trabajó con dignidad en esa posición, había sido procurador en un contexto muy claro: llegó a la PGR de la mano con el nombramiento de Fernando Gómez Mont en la Secretaría de Gobernación. Chávez y Gómez Mont son amigos, habían trabajado juntos en el mismo despacho durante años, se conocían perfectamente y la idea presidencial era tener una suerte de mancuerna entre Gobernación y la Procuraduría que rompiera con el doble conflicto que se había presentado en el pasado, por una parte entre la SSP y la PGR, entre García Luna y Eduardo Medina Mora, pero también entre la PGR y Gobernación, porque muchos veían, no sin razón, a Medina Mora, ahora embajador en la Gran Bretaña, como un buen prospecto para la Segob, más que para la Procuraduría.
Obviamente, las cosas no se dieron así y, ratificada la confianza presidencial, que perdura hasta el día de hoy y no dudo que dure todo el sexenio, en Genaro García Luna (todo mandatario quiere dejar una suerte de legado: el presidente Calderón, en el campo de la seguridad, lo más sólido que podrá dejar como legado institucional es la construcción de la Policía Federal), llegaron Gómez Mont a Gobernación y Chávez a la PGR. El experimento fracasó con rapidez: la coordinación que se esperaba no se dio, los estilos no eran complementarios, sino incluso antagónicos en las formas y en el fondo, sobre todo en la relación con las fuerzas políticas y los gobernadores. Pero también con otros factores de poder: uno de los temas que más lastimó la operación interna estuvo relacionado con la forma en que se llevaban las averiguaciones previas en contra de grupos como el SME o el sindicato minero o con organizaciones que tenían en su haber multitud de denuncias que no terminaban de prosperar, la mayoría de las veces a causa de razones políticas.
Y tampoco estaba avanzando con profundidad, quizá por causas objetivas pero muy lejos del ritmo que le quería imprimir el presidente Calderón, la reforma de los ministerios públicos y de la Procuraduría General de la República.
El hecho es que se fue Fernando e inevitablemente se tenía que ir Arturo Chávez y así ocurrió. Su salida estaba decidida desde los primeros días de marzo, pero se retrasó porque era necesario llegar a acuerdos para su reemplazo con los principales grupos del Senado, y me imagino que también con las contrapartes estadunidenses. El reconocimiento a Marisela en Washington sirvió precisamente como un mensaje imposible de disimular, mas también como una forma de recordarle a las fuerzas políticas locales el tipo de respaldo con el que llegaría Morales a la PGR.
¿Por qué tiene el perfil adecuado para el momento Marisela Morales? Primero porque el mayor desafío para el sistema de procuración de justicia en este país es el crimen organizado y pocos conocen del tema mejor que la nueva procuradora. Segundo, porque no tiene mancha alguna de sospecha y porque mantiene buena relación con las tres grandes áreas de la seguridad: el Ejército, la Marina y la Secretaría de Seguridad Pública. Sobre todo en estos ámbitos, la clave será que la PGR se mueva al ritmo de esas dependencias, que son las que operan y que recurrentemente se quejaban de que la Procuraduría se quedaba atrás. Tercero, porque, como hemos dicho, tener respaldo y reconocimiento del gobierno de Estados Unidos en estos temas es decisivo y Morales lo tiene. Cuarto, porque es también un reconocimiento (que por ejemplo nunca recibió Santiago Vasconcelos) a los hombres y a las mujeres que han hecho su carrera, dentro de la institución, en el área más compleja, más peligrosa y a la que más intenta permear el crimen organizado. Y, quinto, aunque es algo que quizá no debería verse como una cuestión de género, pero el solo hecho de tener por primera vez en la historia una mujer como procuradora general de la República debería ser un motivo de satisfacción.
PD: La columna publicada ayer fue la que se publicó el 4 de marzo pasado. Por error, se repitió este 4 de abril, una disculpa a todos nuestros lectores.

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