24 abr 2011

Un milagro para Felipe

Un milagro para Felipe
Arturo Rodríguez García
Revista Proceso # 1799, 24 de abril de 2011;
Anunciada como una visita oficial, la asistencia del presidente Felipe Calderón a la misa de beatificación de Juan Pablo II en el Vaticano pone en entredicho la laicidad de su gobierno, no fue informada puntualmente a los senadores y, según expertos, obedece a un interés político.
El pasado 15 de abril, la Presidencia de la República emitió un comunicado que encabezó: El presidente Felipe Calderón realizará visita de Estado a la República del Perú. Sin embargo, cuatro de los cinco párrafos del boletín se ocuparon del viaje al Vaticano, el próximo 1 de mayo.
Intentó justificarlo: “Esta visita es congruente con los principios de laicidad del Estado mexicano y responde a los lazos de amistad y de cooperación existentes entre México y el Estado vaticano. La asistencia del Jefe del Ejecutivo refrenda la profunda cercanía de millones de mexicanos con la figura de Juan Pablo II y la especial vinculación que cultivó entre nuestro pueblo durante su pontificado”.
La Presidencia también respondió un cuestionario de Proceso sobre el fundamento del viaje: “Por la vía diplomática se invitó al gobierno mexicano para asistir a una ceremonia, que conforme a la práctica del Estado vaticano, se realiza con representación gubernamental”.
Acerca de la constitucionalidad de la gira, la oficina presidencial puntualiza que la Santa Sede es un sujeto de derecho internacional con el que se establecieron relaciones diplomáticas desde 1992, y como el presidente es el responsable de conducir la política exterior, esta visita es pertinente. De esta manera, agrega, se contribuye a refrendar los lazos con el Vaticano, cuyas instituciones son importantes para un amplio sector de la población mexicana.
Además, afirma que la visita oficial se sujeta al artículo 25 de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, pues Calderón “realizará una misión diplomática, representando al Estado mexicano al más alto nivel” y observando en todo momento los principios de separación del Estado y las iglesias que establece el artículo 130 constitucional.
 “Por lo anterior –resume la oficina del mandatario–, e independientemente de la naturaleza del evento, la presencia del presidente Calderón se enmarca en las relaciones diplomáticas existentes entre el Estado mexicano y el Estado vaticano”.
Proceso preguntó cómo se fortalecerán los temas de cooperación entre ambos Estados con la visita del 1 de mayo –según se afirma en el comunicado oficial–, pero en esto la Presidencia no fue específica y sólo enlistó dichos temas: desarrollo sustentable, desarrollo, lucha contra la pobreza, desastres naturales, lucha contra la pena de muerte, diálogo interreligioso, y derechos humanos, particularmente de pueblos indígenas, migrantes y personas con discapacidad. También destaca la participación del Vaticano en el foro sobre migración celebrado en noviembre pasado en Puerto Vallarta, así como en la COP-16, realizada en Cancún en diciembre.
La corresponsal de Proceso en Italia, Cynthia Rodríguez, confirmó en la embajada de México que Calderón acudirá con su esposa, Margarita Zavala.
La corresponsal informa que, según la Santa Sede, sólo dos mandatarios habían confirmado su asistencia: el italiano, Giorgio Napolitano, y el polaco, Bronislaw
Komorowski.
Por su parte, Calderón va sin complicaciones: en 2008, con la reforma al artículo 88 constitucional, el presidente puede ausentarse del país sin permiso del Senado cuando el viaje es menor de siete días. No obstante, debe informar a los senadores del viaje y de sus resultados.
Consultado el miércoles 20, el senador Carlos Jiménez Macías, integrante de la Comisión de Relaciones Exteriores, afirma que no se difundió en la cámara ningún informe oficial sobre dicha visita al Vaticano, por lo que, si se envió, se conocerá hasta el lunes 25, ya a punto de que inicie la gira en Perú (el 27 de abril), desde donde Calderón volará a Roma.
En entrevista, el legislador priista advierte que la gira enciende una “luz amarilla” sobre la laicidad, y señala: “Hoy por hoy no se justifica ese viaje (del presidente), pues existen muchísimos problemas en México que reclaman su atención”.
El martes 19, el sociólogo de las religiones e investigador de El Colegio de México, Roberto Blancarte, trató el tema en su columna “Acentos”, del diario Milenio, con el título de Nuestro presidente católico. Ahí explicó que si bien no existe impedimento jurídico para la visita de Calderón, se advierte un problema político: “No es Felipe Calderón acudiendo en su tiempo libre a la misa dominical. Es el presidente de México, en cuanto tal, acudiendo por gusto y sin obligación a una ceremonia de su iglesia”.
Blancarte considera que de esa forma Calderón, “aunque no quiera, o quizás a propósito, está enviando un mensaje a todos, incluyendo a los 20 millones de mexicanos y mexicanas que no son católicos. Y aunque él diga lo contrario, se filtra una desigualdad y una discriminación, inevitable”.
Después el columnista se pregunta: “¿En qué estaba pensando el presidente? ¿No tiene mejores cosas que hacer? ¿No se nos está despedazando el país? ¿No sería mejor que estuviera en San Fernando, Tamaulipas, atendiendo lo que dice preocuparle más? ¿O va acaso al Vaticano en busca de un milagro?”.
No es el único. Para el experto en temas religiosos Bernardo Barranco, el boletín del 15 de abril “es un verdadero desastre, una joya que articula contradicción y ambigüedad, pues jurídicamente es insostenible que un jefe de Estado vaya a una ceremonia religiosa, un evento espiritual, una beatificación”.
En cuanto al milagro, coincide: “Para muchos, Felipe Calderón va al Vaticano en busca de un milagro para el país y para su gobierno”.

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