SESIÓN SOLEMNE DE LA H. CÁMARA DE SENADORES, CELEBRADA EL JUEVES 27 DE OCTUBRE DE 2011.
PRESIDENCIA DEL CIUDADANO SENADOR JOSÉ GONZÁLEZ MORFÍN
-EL C. SECRETARIO GÓMEZ NUCAMENDI: Les solicito ponerse de pie, para recibir al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. (Todos de pie)
(Aplausos al entrar al Salón de Sesiones el señor Presidente de la República)
-EL C. SECRETARIO GÓMEZ NUCAMENDI: Favor de tomar asiento.
-EL C. PRESIDENTE GONZÁLEZ MORFÍN: Con fundamento en el artículo 100 de la Ley Orgánica del Congreso General, y el artículo 9° del Reglamento de la Medalla de Honor Belisario Domínguez, damos inicio a la Sesión Solemne, a fin de realizar la entrega de este galardón y el diploma correspondiente.
-EL C. SECRETARIO GÓMEZ NUCAMENDI: Se les solicita ponerse de pie, a efectos de rendir los Honores de Ordenanza al Presidente de la República.
(Todos de pie)
(Honores de Ordenanza)
Sírvanse tomar asiento.
-EL C. PRESIDENTE GONZÁLEZ MORFÍN: Damos la bienvenida al señor Presidente de la República, licenciado Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.
Al Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. (Aplausos)
Al diputado Emilio Chuayffet Chemor, Presidente de la Cámara de Diputados. (Aplausos)
Al licenciado Leonel Godoy Rangel, gobernador del estado de Michoacán. (Aplausos)
Al licenciado Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del Distrito Federal. (Aplausos)
A la señora Margarita Zavala, esposa del señor Presidente de la República. (Aplausos)
Al señor secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora. (Aplausos)
Agradezco la presencia de los señores diputados federales, de los distinguidos miembros del Poder Ejecutivo Federal, de los representantes de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del estado de Chiapas, del presidente municipal de Comitán, Chiapas.
Reconozco y agradezco, también, la presencia de los distinguidos ciudadanos y ciudadanas que con anterioridad han recibido la Medalla de Honor Belisario Domínguez, y que nos acompañan hoy en esta Sesión Solemne.
Todos, honran hoy, con su presencia, al Senado de la República.
Solicito a la Secretaría, proceda a pasar lista de honor.
-EL C. SECRETARIO GÓMEZ NUCAMENDI: ¡Senador Belisario Domínguez!
¡Presente!
-EL C. PRESIDENTE GONZÁLEZ MORFÍN: ¡Murió por la Patria, en defensa de la libertad!
Solicito al senador Ericel Gómez Nucamendi, secretario de la Mesa Directiva, dé lectura a la histórica proclama del doctor y senador Belisario Domínguez, correspondiente a la XXVII Legislatura del Senado de la República.
-EL C. SECRETARIO GÓMEZ NUCAMENDI: Con su permiso, señor presidente.
Proclama del senador Belisario Domínguez.
Señor Presidente del Senado: Por tratarse de un asunto urgentísimo para la salud de la Patria, me veo obligado a prescindir de las fórmulas acostumbradas y suplicar a usted se sirva dar principio a esta sesión tomando conocimiento de este pliego y dándolo a conocer en seguida a los señores Senadores. Insisto, señor Presidente, en que este asunto debe ser conocido por el Senado en este mismo momento, porque dentro de pocas horas lo conocerá el público y urge que el Senado lo conozca antes que nadie.
SEÑORES SENADORES: Todos vosotros habéis leído con profundo interés el informe presentado por don Victoriano Huerta ante el Congreso de la Unión el 16 del presente.
Indudablemente, señores Senadores, lo mismo que a mí, os ha llenado de indignación el cúmulo de falsedades que encierra ese documento. ¿A quién se pretende engañar, señores? ¿Al Congreso de la Unión? No, señores, todos sus miembros son hombres ilustrados que se ocupan de política, que están al corriente de los sucesos del país y que no pueden ser engañados sobre el particular. Se pretende engañar a la Nación Mexicana, a esta noble Patria que confiando en V. Honradez y en vuestro valor, ha puesto en vuestras manos sus más caros intereses.
¿Qué debe hacer en este caso la Representación Nacional?
Corresponder a la confianza con que la Patria la ha honrado, decirle la verdad y no dejarla caer en el abismo que se abre a sus pies.
La verdad es ésta: Durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se ha hecho nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la república es infinitamente peor que antes: La Revolución se ha extendido en casi todos los Estados: Muchas Naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase despreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa entera de la República amordazada o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y por último, el hambre y la miseria en todas sus formas amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada Patria.
¿A qué se debe tan triste situación?
Primero y antes que todo, a que el pueblo mexicano no pueda resignarse a tener por Presidente de la República a don Victoriano Huerta, al soldado que se amparó del poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la Presidencia fue asesinar cobardemente al Presidente y Vicepresidente legalmente elegidos por el voto popular, habiendo sido el primero de éstos quien colmó de ascensos, honores y distinciones a don Victoriano Huerta, y habiendo sido él igualmente a quien don Victoriano Huerta juró públicamente lealtad y fidelidad inquebrantable.
Y segundo, se debe esta triste situación a los medios que don Victoriano Huerta se ha propuesto emplear para conseguir la pacificación. Esos medios ya sabéis cuáles han sido: Únicamente muerte y exterminio para todos los hombres, familias y pueblos que no simpaticen con su gobierno.
La paz se hará, cueste lo que cueste, ha dicho don Victoriano Huerta. ¿Habéis profundizado, señores Senadores, lo que significan esas palabras en el criterio egoísta y feroz de don Victoriano Huerta? Esas palabras significan que don Victoriano Huerta está dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres todo el Territorio Nacional, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de nuestra patria, con tal que él no abandone la Presidencia ni derrame una sola de su propia sangre.
En su loco afán por conservar la Presidencia, don Victoriano Huerta está cometiendo otra infamia: Está provocando con el pueblo de los Estados Unidos de América un conflicto internacional en el que, si llegara a resolverse por las armas irían estoicamente a dar y a encontrar la muerte todos los mexicanos sobrevivientes a las amenazas de don Victoriano Huerta; todos, menos don Victoriano Huerta ni don Aureliano Blanquet, porque esos desgraciados están manchados con el estigma de la traición, y el pueblo y el ejército los repudiarían llegado el caso.
Esa es en resumen la triste realidad. Para los espíritus débiles parece que nuestra ruina es inevitable, porque don Victoriano Huerta se ha adueñado tanto del poder, que para asegurar el triunfo de su candidatura a la Presidencia de la República en la parodia de elecciones anunciadas para el 26 de octubre próximo, no ha vacilado en violar la soberanía de la mayor parte de los Estados quitando a los Gobernadores constitucionales o imponiendo Gobernadores militares que se encargarán de burlar a los pueblos por medio de farsas ridículas y criminales.
Sin embargo, señores, un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la Representación Nacional y la Patria está salvada y volverá a florecer más grande y más unida y más hermosa que nunca.
La representación Nacional debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta, por ser él contra quien protestan con mucha razón, todos nuestros hermanos alzados en armas y de consiguiente por ser él quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos.
Me diréis, señores, que la tentativa es peligrosa, porque don Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz que asesina sin vacilación ni escrúpulo a todo aquél que le sirve de obstáculo: ¡No importa, señores! La Patria os exige que cumpláis con vuestro deber aún con el peligro y aún con la seguridad de perder la existencia. Si en vuestra ansiedad de volver a ver reinar la paz en la República os habéis equivocado, habéis creído las palabras falaces de un hombre que os ofreció pacificar a la Nación en dos meses, y le habéis nombrado Presidente de la República, hoy que veis claramente que este hombre es un impostor inepto y malvado, que lleva a la Patria con toda velocidad hacia la ruina. ¿Dejaréis por temor a la muerte que continúe en el poder?
Penetrad en vosotros mismos, señores, y resolved esta pregunta: ¿qué se diría de la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso nombrara piloto a un carnicero que sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al Capitán del barco?
Vuestro deber es imprescindible, señores, y la Patria espera de vosotros que sabréis cumplirla.
Cumpliendo ese primer deber, será fácil a la Representación Nacional cumplir los otros que de él se derivan, solicitándose en seguida de todos los jefes revolucionarios que cese toda hostilidad y nombren sus delegados para que de común acuerdo elijan al Presidente que deba convocar a elecciones presidenciales y cuidar que éstas se efectúen con toda legalidad.
El mundo está pendiente de vosotros, señores miembros del Congreso Nacional mexicano, y la Patria espera que la honréis ante el mundo evitándole la vergüenza de tener por Primer Mandatario a un traidor y asesino.
FIRMA SENADOR DOCTOR BELISARIO DOMÍNGUEZ POR EL ESTADO DE CHIAPAS.
"Nota: Urge que el pueblo mexicano conozca este discurso para que apoye a la Representación Nacional; y no pudiendo disponer de ninguna imprenta, recomiendo a todo el que lo lea que saque cinco o más copias, insertando también esta nota y las distribuya a sus amigos y conocidos de la capital y de los Estados. ¡Ojalá hubiera un impresor honrado y sin miedo!"
Septiembre 29, de 1913
-Es cuanto, señor presidente. (Aplausos)
-EL C. PRESIDENTE GONZÁLEZ MORFÍN: Muchas gracias.
Se concede la palabra, al senador Carlos Navarrete Ruiz, a nombre de la Cámara de Senadores.
-EL C. SENADOR CARLOS NAVARRETE RUIZ: Muchas gracias, senador presidente.
Ciudadano Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
Ciudadano diputado Emilio Chuayffet, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Ciudadano ministro Juan Silva Meza, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Ciudadano Marcelo Ebrard, Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
Ciudadano Leonel Godoy, gobernador constitucional del estado de Michoacán.
Ciudadano Francisco Blake, secretario de Gobernación.
Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Señoras, Margarita Zavala y Celeste Batel.
Distinguidas invitadas e invitados a esta Sesión Solemne…
Ciudadanas senadoras y senadores de la República, desde 1954, el Senado ha entregado la Medalla Belisario Domínguez a Mujeres y Hombres que se han distinguido por sus aportaciones a la República.
Hace unos días los integrantes de esta Cámara, por unanimidad acordamos entregar esta medalla a un hombre que merece el reconocimiento del Senado de la República por su sobresaliente trayectoria como servidor público e impulsor de la democracia mexicana.
Cuando en 1913 nuestro país vivió bajo la negra noche de la usurpación, Victoriano Huerta, un Senador de la República se atrevió a levantar su voz y a riesgo de su vida denunció el golpe de estado y el asesinato del Presidente Madero y del Vicepresidente Pino Suárez, el Senado Mexicano no olvidó este pasaje histórico y decidió instituir la Medalla Belisario Domínguez.
Entregarle este día a Cuauhtémoc Cárdenas es honrar la memoria del Senador Belisario Domínguez, y es también un acto de reconocimiento a la actuación y a la trayectoria, a la aportación que Cuauhtémoc Cárdenas le ha dado a México.
La transformación política de nuestro país llevada a cabo en los últimos 25 años es mérito de muchos mexicanos, entre ellos de manera destacada, de Cuauhtémoc Cárdenas, la pluralidad que hoy existe y la alternancia en el ejercicio del poder que se abrió paso desde 1989 en las entidades y se concretó en el año 2000 en la Presidencia de la República no se puede explicar sin las grandes jornadas que protagonizaron millones de mexicanos entre los cuales, de manera destacada se encuentra nuestro hoy galardonado.
Basta con revisar la trayectoria de su vida para comprender por qué está hoy aquí con nosotros.
Heredero de un apellido querido y respetado por muchos mexicanos este hombre ha actuado con personalidad propia. Desde muy joven acompañó al General Lázaro Cárdenas por los caminos de nuestra patria, pronto conoció las desigualdades que México arrastraba y aprendió el ejemplo del General, escuchar, y actuar con un profundo honor a México.
Formado en nuestra Universidad Nacional, ejerció su profesión de ingeniero en el sector público y pronto asumió responsabilidades que lo llevaron a ocupar importantes cargos, como Senador, Subsecretario y Gobernador de Michoacán.
Hombre formado en las ideas progresistas, heredadas de los principios de la Revolución Mexicana, supo estar a la altura de lo que su país y los tiempos nuevos le exigían, sin perder nunca de vista que la defensa de la nación requiere de convicciones firmes, de solidez en los principios y valentía para asumir responsabilidades.
Entendió el momento histórico que le tocó vivir y asumió los retos que le tocaba enfrentar, lo hizo sin rencores ni odios, sólo armado de su convicción de que México necesitaba pasar a una nueva época donde los votos se contaran y se respetaran y en donde la democracia fuese parte de la vida pública nacional.
En momentos difíciles para la nación actuó con sentido de estado, alejado de las aventuras y de las tentaciones, conocedor de la historia, supo valorar lo que significaba para un país como el nuestro abrir nuevos capítulos de violencia en la disputa por el poder, y en esos momentos decisivos, Cuauhtémoc Cárdenas supo conducir a millones de mexicanos por un camino más largo y difícil en el marco constitucional, pero alejado de los atajos que con facilidad pueden llevar al precipicio.
México ha tenido muchos hombres públicos que han actuado como jefes de facción o de partido, pero pocos, muy pocos han actuado con una visión de hombres de estado, y Cuauhtémoc Cárdenas es uno de ellos.
Por eso el Senado de la República y la pluralidad de sus grupos parlamentarios han decidido honrarlo con esta medalla, esta distinción es un reconocimiento a la trayectoria, a la actitud, a la responsabilidad de un hombre que hoy ya es parte de nuestra historia.
Partidarios y adversarios hoy reconocen la estatura política de este hombre que ha contribuido a que en México la lucha por el poder se mantenga en los cauces de la legalidad y del a paz, para que los hombres y mujeres de nuestro país puedan defender sus convicciones con plena libertad y las expresiones políticas puedan luchar por ejercer el poder en un marco constitucional y con reglas aceptadas por todos en las cuales sólo los ciudadanos deben ser quienes determinen quién ejerce los cargos de elección popular.
Honrar honra, las senadoras y los senadores de las fuerzas políticas representadas en esta Cámara, pueden sentirse satisfechos de haber tomado la decisión de otorgar esta medalla a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, una vez más el Senado de la República da muestra de lo que es capaz de construir en la pluralidad y en el respeto.
Muchas gracias. (Aplausos)
-EL C. PRESIDENTE GONZALEZ MORFIN: Gracias Senador Navarrete.
Solicito atentamente a todos los presentes ponerse de pie para el acto de entrega de la medalla de honor Belisario Domínguez y del Diploma que acredita al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como miembro de la orden Mexicana de esta presea.
(Todos de pie)
(Se hace entrega de la Medalla y del Diploma)
(Aplausos)
-EL C. SECRETARIO GOMEZ NUCAMENDI: Sírvanse tomar asiento.
-EL C. PRESIDENTE GONZALEZ MORFIN: El Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano hará uso de la tribuna, en consecuencia tiene la palabra el Ingeniero Cárdenas.
-EL C. ING. CUAUHTEMOC CARDENAS SOLORZANO: Agradezco profundamente a todos los miembros de la Sexagésima Primera Legislatura de este Senado de la República, la alta distinción de la que me hacen objeto el otorgarme la Medalla de Honor Belisario Domínguez.
Agradezco a los integrantes de la Comisión de la Medalla su dictamen.
Agradezco y saludo con respeto la presencia de los Ciudadanos Presidente de la República, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y Presidente de la Honorable Cámara de Diputados.
Del Ciudadano Gobernador de Michoacán.
Del Ciudadano Jefe de Gobierno del Distrito Federal.
De la Señora Margarita Zavala.
De los ciudadanos integrantes de la Junta de Coordinación Política y de la Mesa Directiva, de este Senado de la República; de todos los ciudadanos senadores, de los representantes de los medios, y de todos quienes aquí nos acompañan.
Agradezco de manera particular a los integrantes de la fracción del Partido de la Revolución Democrática, en esta Cámara del Congreso, así como a las organizaciones y personas que propusieron mi nombre a la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez; para que esa condecoración me fuera concedida este año.
Recibo la Medalla de Honor Belisario Domínguez reconociendo, sin falsa modestia, el debido cumplimiento del mandato que tiene el Senado de la República para seleccionar a quien se otorga esta condecoración, y la recibo también y, sobre todo, en nombre de todos aquellos que en lo tengo de vida han luchado y luchan en México por el rescate y pleno ejercicio de la soberanía nacional; por la igualdad, la democracia y la justicia teniendo en la memoria muy especial a los 600 luchadores caídos en este esfuerzo entre 1988 y 1997, cuyos crímenes permanecen en su casi totalidad impunes, a quienes sólo se puede honrar manteniéndose firme en la lucha a la que ellos entregaron sus vidas.
Recibir la Medalla de Honora Belisario Domínguez entraña aceptar el compromiso de tomar ejemplo de la digna conducta y la lucha valiente que libró el insigne legislador chiapaneco a favor de la vigencia plena del estado de derecho, anteponiendo la fidelidad de los principios y el cumplimiento del deber, a cualquier otra consideración.
Así cuando Belisario Domínguez reclama la representación nacional, cumplir con su “deber” aun con el peligro y aun con la seguridad de perder la existencia y deponer de la Presidencia de la República al usurpador Victoriano Huerta, tenía cabal conciencia del peligro al que quedaba expuesto.
Anticipó el anuncio de su sacrificio, sabía que su ejemplo sería trascendente porque sabía también que son más las buenas que las malas conciencias y que la razón y el derecho acaban siempre por imponerse a la barbarie y a la arbitrariedad.
Entre las razones para concederme la Medalla de Honor Belisario Domínguez, correspondiente a este año, se ha hecho mención a mi contribución a la transformación democrática de nuestro país.
Debo decir al respecto que he sido uno más en un esfuerzo colectivo que ha estado llevando a cabo la parte mayoritaria del pueblo mexicano, sobre la que recae todo mérito.
El deterioro de las condiciones de vida y un exclusión social crecientes, el desorden prolongado de la economía y una conducción política entreguista llevaron a diversos sectores de mexicanos a reclamar un cambio de rumbo para el país.
Así se generó una vigorosa movilización popular de gran amplitud política y social, que si bien en 1988 no logra echar abajo el fraude e imponerse pacíficamente y democráticamente en la coyuntura electoral, sí logró que a partir de entonces el pueblo mexicano tomara conciencia que la participación política, la organización popular y el voto ciudadano, la observancia estricta de la ley y la vía pacífica, constituían los caminos para el cambio profundo sólido del país.
A pesar de una fuerte hostilidad oficial contra la oposición progresista y democrática, de numerosos fraudes mayores y menores que siguieron al de 1988, y ver caer a compañeros por el solo hecho de su actitud opositor. El esfuerzo que ….y decidido que sin desmayo se mantuvo vivo por todo el país, más las nuevas presiones sociales y políticas, provocadas por la agudización de la crisis económica cuando se produce el llamado error de diciembre, condujeron a crear una autoridad electoral autónoma, a que en 1977 los ciudadanos lograran finalmente imponer respeto a su voto, y así se abriera el paso para que se perdiera la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, que significó una efectiva separación de poderes y terminó con la dependencia que ejercía el Ejecutivo sobre el Legislativo.
Abrir los medios de información a la oposición política, a elegir al Jefe de Gobierno del Distrito Federal, a llegar a su fin en el año 2000, el régimen de partido de Estado dominante, y se consolidara como una realidad de vida democrática, la posibilidad de alternancia en el ejercicio del poder.
Pero la democracia, lo sabemos bien, no consiste sólo en respetar le voto ciudadano y los resultados de elecciones constitucionales, la democracia y sus alcances es mucho mayor y más amplio, democracia es igualdad; igualdad para todo en el ejercicio de los derechos consagrados en las leyes y en las oportunidades de mejoramiento, igualdad en los acceso a la educación y a la cultura, a la salud y a la seguridad social, a la vivienda y a servicios públicos de calidad.
Igualdad en la calidad de vida en las diferentes regiones del país, en grandes ciudades y en poblados pequeños; igualdad para México en su relación con otras naciones.
La democracia para desarrollarse a plenitud requiere de la vigencia plena del Estado de Derecho, que la autoridad cumpla estrictamente con la ley y la haga cumplir, sancionando los abusos, poniendo fin a las impunidades y dando ejemplo para que todos cumplamos con estas obligaciones, garantizándonos al mismos tiempo que todos podamos “simplificar” cabalmente nuestros derechos, requiere, igualmente, de paz pública y seguridad familiar e individual, condiciones indispensables para el desarrollo de una sana y fructífera convivencia social.
Y sólo en la democracia, entendida en su sentido más amplio, puede tener lugar un crecimiento económico independiente y sostenido en el largo plazo, sustentable social y ambientalmente, y generarse al mismo tiempo un progresivo mejoramiento social, y que sólo en la democracia pueden realmente compartirse con equidad los beneficios del progreso.
Democracia también es participación, participación hoy para ganar nuevos espacios a la expresión directa del sentir ciudadano, respecto a la confirmación o revocación de mandatos, a leyes y medidas de trascendencia mayor y amplia proyección, cuya reglamentación, por cierto, debe establece condiciones que razonablemente puedan cumplirse y que hagan posible alcanzar los objetivos pretendidos por las nuevas formas de consulta.
Participación en otras escalas, en aquellas decisiones que nos afectan, como trabajadores en un centro laboral, en nuestra calidad de usuarios de servicios públicos o de consumidores de productos básicos, como residentes de un barrio, una ciudad y un municipio.
Participación, entonces, en cómo se organiza el trabajo en el entro laboral y cómo se reparten los beneficios que derivan de los incrementos en la productividad, en cómo deben moverse las tarifas y el mejoramiento de la calidad de los servicios públicos, la regulación de precios de productos indispensables, la determinación de prioridades para mejorar los ambientes en los que residimos y realizamos nuestra convivencia cotidiana.
Hoy el pueblo de México, en mayoría, reclama recuperar las condiciones para desarrollarnos en democracia, porque, repito, la democracia no es solo la electoral, en la que ciertamente se ha avanzado, aunque debe avanzarse aún más.
Es preciso reconocer que la sociedad mexicana es actualmente una de las más desiguales en el mundo, que en los tiempos recientes la pobreza se ha incrementado desmedidamente, que el crecimiento económico es insuficiente y sectorial, y regionalmente desequilibrado, que hoy se tiene el desempleo más elevado de los últimos años, que a pesar de esfuerzos que merecen reconocimiento, la inseguridad aumenta.
Se registran en el último lustro más de 50 mil muertos en condiciones violentas y la delincuencia organizada ha establecido presencia en territorios cada vez más extensos, extorsionando a productores, poniendo en riesgo la actividad económica y alterando gravemente la convivencia social.
Este no es el México que la mayoría de los mexicanos queremos, y este no es ni puede ser el destino fatal de nuestra patria. México y los mexicanos no sólo aspiramos, sino que considerando nuestras dimensiones territorial y demográfica, el potencial de nuestros recursos naturales y las estructuras productivas y de servicios existentes, estamos ciertos de poder tener otras condiciones de vida y otras perspectivas para el desarrollo, pero para ello es indispensable que desde el Estado se instrumenten políticas con el claro propósito de recuperar un desarrollo de amplias repercusiones sociales.
El cambio empieza porque haya voluntad política en los funcionarios y en las instituciones responsables de las decisiones en materia de políticas del Estado, habrá que ver si la hay en el futuro inmediato, pero suceda lo que suceda, habrá que insistir en que la situación prevaleciente resulta insoportable e inadmisible, que genera tensiones y eleva los riesgos de mayor descomposición y atraso, que el cambio es realizable y que es indispensable empezar ya a caminar hacia delante.
La economía mexicana puede crecer a los ritmos necesarios para satisfacer las necesidades de la población, de empleo, de ingreso, alimentación, servicios públicos, , pero no crecerá si se continúa con la observancia rigurosa de los consensos de Washington.
Así se ha concentrado la riqueza en pocos, se ha disparado la desigualdad y el desempleo, provocando la desindustrialización, el desastre productivo del campo y acrecentando la dependencia, al dejar los mercados mexicanos para ser abastecidos por productores extranjeros y al dejar como opción única para millones de mexicanos ofrecerse como mano de obra barata, laboral y políticamente desprotegida a la economía norteamericana.
Conocedores de estos temas, señalan con bases sólidas, que aún en las condiciones actuales de prolongado rezago económico es posible dar el… hacia una nueva política de crecimiento, que empiece por sustentarse en una reforma fiscal integral, en este caso articuladora de otras reformas, como la laboral y la de la seguridad social, una reforma que no se limita a lo tributario, que tenga como objetivo central desarrollar un auténtico estado de bienestar a partir también de instrumentar una política social articulado con la económica que tenga como meta fundamental lograr una equitativa redistribución del ingreso.
La nueva política económica, además de construir y fortalecer instituciones públicas fundamentales para el fomento del desarrollo y de estimular el crecimiento de una banca comercial realmente mexicana y vigorosa, debe plantearse la orientación de las inversiones a las actividades productivas, en especial a las consideradas estratégicas, a la industrialización y recuperación productiva del campo, así como a la educación, la capacitación y la investigación científica y tecnológica, previendo la inversión del Estado cuando la privada sea omisa en aquellas áreas indispensable para la reactivación.
La reforma laboral necesaria no puede ser como lo demandan sectores retrógrados, sólo la flexibilización para facilitar el despido.
Una verdadera reforma laboral debe considerar ciertamente el promover mayor movilidad de acuerdo a las transformaciones que ha observado el mundo del trabajo como efecto de los acelerados y amplios avances tecnológicos y la globalización de la economía, pero debe igualmente tomar en cuenta tanto los avances logrados en años de lucha en los derechos laborales como los esquemas modernos y adecuados de protección y, por otro lado, la necesidad de dar transparencia al manejo de los recursos sindicales y garantizar de modo efectivo los derechos de asociación y de negociación colectiva.
La seguridad social debe ser de carácter universal, sin vínculo con el puesto de trabajo y garantizar, además del acceso al cuidado de la salud, pensión y seguro de desempleo, los recursos con los que cuente el país actualmente permite, aún en las condiciones de escaso crecimiento actuales, de contarse con voluntad política, universalizar la seguridad social.
Las formas de combate a la delincuencia se han mostrado insuficientes. No basta con el enfrentamiento directo; no basta con el descabezamiento de bandas y las múltiples aprehensiones de delincuentes, que de inmediato recrear nuevos liderazgos y reconstituyen sus fuerzas. Y pensar que la delincuencia es un fenómeno autónomo sin ligas con lo económico, lo financiero, lo político, lo social o lo internacional.
En la democracia la seguridad y la justicia son asuntos de la autoridad civil.
El combate contra la criminalidad organizada debe librarse por un cuerpo específicamente creado y preparado para ello, al que debiera evaluarse y supervisarse por medio de mecanismos externos de carácter civil.
Las fuerzas armadas, por lo tanto, no deben seguir expuestas a riesgos derivados de una función que no les corresponde, y fortalecerlas como el cuerpo que resguarda y garantiza la integridad de la nación.
Un combate eficaz contra la delincuencia entraña un combate igualmente eficaz y decidido contra la corrupción y la impunidad, así como el saneamiento de los cuerpos judiciales, mediante acciones que principalmente emprenda el Poder Judicial en su condición de ente autónomo; y por el otro lado, abrir oportunidades de educación, empleo, acceso a la cultura y esparcimiento sano a la juventud, instrumentar políticas preventivas, dar seguimiento a las corrientes del dinero sucio y demandar en ello la colaboración de las instituciones bancarias, mejorar la investigación o lo que hoy llaman inteligencia, mejorar la coordinación y exigir reciprocidad en las acciones internacionales vinculadas al tema y librar el combate de acuerdo a un plan concebido con visión integral, pendiente de formularse, con metas, tiempos responsables de cada actividad al que se pueda dar seguimiento en sus avances e incumplimientos, mediante una efectiva rendición de cuentas.
Los tiempos electorales nos han alcanzado, los partidos políticos con seguridad se preparan para dar cumplimiento a las exigencias legales del proceso que ha iniciado, entre ellas las de registrar sus respectivas plataformas electorales.
Por otro lado, de hecho, han comenzado ya dentro de cada partido los procesos para la selección de los candidatos que habrán de contender en la próxima elección presidencial.
En ambos casos, de partidos y potenciales candidatos, los ciudadanos esperamos conocer las propuestas que concretamente nos hagan para esta elección y para estos tiempos de la nación.
Estoy cierto que los mexicanos en mayoría esperamos que nos presenten sus propuestas de cómo se puede llevar a cabo el cambio de las actuales situaciones de deterioro social, rezago económico, dependencia, inseguridad y violencia que se están viviendo, que nos digan por dónde ven soluciones viables a los problemas que todos los días nos agobian.
También que con franqueza, la franqueza que debe haber en la vida democrática, nos digan si alguien así lo pensara, que es destino ineludible seguir en el tobogán por el que ha estado resbalando el país en los últimos tres decenios.
Quiero pensar que en las políticas principales, económicas, social, educativa, internacional, de combate a la inseguridad y a la delincuencia, en las plataformas los distintos partidos y las ideas de potenciales candidatos presidenciales se encuentran puntos comunes, independientemente de sus discrepancias, ¿por qué?
Más allá de proseguir con los procesos internos que deben cumplir requisitos y tiempos legales, como decisión política que bien puede tomarse, no se abre un diálogo para identificar coincidencias respecto a lo que debe hacerse hacia delante.
¿Por qué no se empieza al interior de cada partido con la identificación de las visiones que comparten quienes hoy aglutinan simpatías distintas?
¿Por qué no pensar que propuestas que concentren coincidencias puedan alcanzar el respaldo de mayoría ciudadanas y por qué no pensar que pueda establecerse un compromiso común de partidos y candidatos presidenciales para llevar a cabo en los próximos seis años aquello que se comparte con el impulso y esfuerzo común de todos aquellos que coinciden?
Belisario Domínguez, médico, humanista, fundador de los periódicos Chiapas y El Vate, en los que lleva a cabo un periodismo combativo en defensa de su Estado, fundador del club democrático de Comitán y crítico de la dictadura porfiriana, Presidente Municipal de Comitán, senador suplente y senador en funciones, representando a su estado natal con gallardía y valor civil, fue en todos los tiempos y en todas sus actividades hombre de una sola línea, congruente en sus ideas, discurso y conducta, que a todo antepuso el respeto a la palabra empeñada y el cumplimiento del deber.
Este ejemplo que hoy recordamos, reconocemos y exaltamos en el Senado de la República, nos obliga a actuar en consecuencia.
Muchas gracias. (Aplausos)
-EL C. PRESIDENTE GONZÁLEZ MORFÍN: Muchas gracias ingeniero. La Mesa Directiva, en nombre del Senado de la República, les solicita que puestos de pie guardemos un minuto de silencio a fin de honrar la memoria de los miembros de la Orden Mexicana de la Medalla Belisario Domínguez, que han fallecido, muy sentidamente a la memoria también de Miguel Ángel Granados Chapa, recientemente fallecido y miembro de la Orden.
(Todos de pie. Un minuto de silencio)
- EL C. PRESIDENTE JOSE GONZALEZ MORFIN: A nombre del Senado de la República deseo expresar nuestro agradecimiento al Ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, licenciado Felipe Calderón Hinojosa.
Al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ministro Juan Silva Meza.
Y, al Presidente de la Cámara de Diputados, Diputado Emilio Chuayffet Chemor, así como a todos nuestros distinguidos invitados por su asistencia a esta Sesión Solemne.
Una vez que se rindan los honores al Titular del Poder Ejecutivo, se solicita al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano; al Ministro Juan Silva Meza; al Diputado Emilio Chuayffet; al licenciado Leonel Godoy se trasladen al Muro de Honor de la Medalla “Belisario Domínguez”, a fin de develar el nombre del galardonado.
Asimismo se solicita a nuestros invitados nos acompañen al Patio Central para las Guardias de Honor ante la estatua del Senador Belisario Domínguez.
Se les solicita ponerse de pie a fin de entonar nuestro Himno Nacional.
(TODOS DE PIE)
(SE ENTONA EL HIMNO NACIONAL)
- Se levanta la Sesión Solemne.
- Se solicita a las compañeras y compañeros senadores y senadoras permanecer en este recinto para continuar con nuestra Sesión Ordinaria, muchas gracias a todos nuestros invitados.
(A P L A U S O S)
(SE LEVANTO LA SESION A LAS 11:50 HORAS)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario