20 may 2014

Los obispos en visita Ad limina en Roma/


Los obispos en visita Ad limina en Roma/Fred Alvarez. 
Publicado en La Otra Opinión, 19 de mayo de 2014
  • Francisco lamentó la “violencia que aflige a la sociedad mexicana”, empero, precisó que a la iglesia “no compete (...) adoptar medidas políticas, que sobrepasan el ámbito pastoral...”
  •  El discurso fuerte fue de Robles Ortega, presidente de la CEM.
Jorge Mario Bergoglio, más conocido como Francisco, recibió este lunes 19 de mayo a  alrededor de 80 obispos de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), encabezados por su presidente, quienes participan - del 12 al 31 de mayo- en la visita “ad limina Apostolorum”*.

El papa jesuita los recibió en el Palacio Apostólico del Vaticano y les entregó un discurso por escrito, el cual prefirió no leer, en cambió, pronunció unas breves palabras improvisadas y después saludó de mano a los obispos, a cada uno de los cuales les regaló una medalla de bronce.
Francisco dijo estar preocupado por México, sobretodo por los problemas que afronta  tales como la violencia, el narcotráfico, la migración y por tanto:  la muerte de inocentes. Por eso les pidió a los obispos mexicanos pidió permanecer siempre con el pueblo y “negociar con Dios” por la gente. 
En su mensaje aseguró haber “aprendido mucho” de su encuentro, señaló que en diversos sectores mexicanos se viven “problemas serios” pero reconoció que la Iglesia allí “está consolidada sobre fundamentos muy fuertes”.
En su discurso escrito, el papa agradece las palabras del Cardenal José Francisco Robles, arzobispo de Guadalajara y Presidente de la CEM quien “me ha dirigido en nombre de todos, como testimonio de la comunión que nos une en el auténtico anuncio del Evangelio.
Y de inmediato recordó un fragmento de su predecesor Benedicto XVI en su despedida de México aquel 26 de  marzo de 2012:  “En estos últimos años, la celebración del Bicentenario de la Independencia de México y del Centenario de la Revolución Mexicana ha constituido una ocasión propicia para unir esfuerzos en favor de la paz social y de una convivencia justa, libre y democrática. A esto mismo los animó mi predecesor Benedicto XVI invitándolos a “no dejarse amedrentar por las fuerzas del mal, a ser valientes y trabajar para que la savia de sus propias raíces cristianas haga florecer su presente y su futuro”.
Agregó que “la historia de México no puede entenderse sin los valores cristianos que sustentan el espíritu de su pueblo. No es ajena a esto Santa María de Guadalupe, Patrona de toda América, que en más de una oportunidad, con ternura de Madre, ha contribuido a la reconciliación y a la liberación integral del pueblo mexicano, no con la espada y a la fuerza, sino con el amor y la fe.”
Subrayó que hoy “las múltiples violencias que afligen a la sociedad mexicana, particularmente a los jóvenes, constituyen un renovado llamamiento a promover este espíritu de concordia a través de la cultura del encuentro, del diálogo y de la paz.
A los Pastores –dijo- no compete, ciertamente, aportar soluciones técnicas o adoptar medidas políticas, que sobrepasan el ámbito pastoral; sin embargo, no pueden dejar de anunciar a todos la Buena Noticia: que Dios, en su misericordia, se ha hecho hombre y se ha hecho pobre, y ha querido sufrir con quienes sufren, para salvarnos. La fidelidad a Jesucristo no puede vivirse sino como solidaridad comprometida y cercana con el pueblo en sus necesidades, ofreciendo desde dentro los valores del Evangelio.”
Dijo que él conoce “de vuestra preocupación por las víctimas del narcotráfico y por los grupos sociales más vulnerables, y del compromiso por la defensa de los derechos humanos y el desarrollo integral de la persona.”
Concluyó su discurso rogándoles que lleven su saludo al pueblo mexicano. “(Y) Pidan a sus fieles que recen por mí, pues lo necesito. Y también les pido que le lleven un saludo mío, saludo de hijo, a la Madre de Guadalupe. Que Ella, Estrella de la nueva evangelización, los cuide y los guíe a todos hacia su divino Hijo. Con el deseo de que la alegría de Cristo Resucitado ilumine sus corazones, les imparto la Bendición Apostólica.”

Discurso fuerte del Presidente de la CEM
Poco antes del discurso de Francisco, tomó la palabra don José Francisco Robles Ortega, quien dijo las cosas por su nombre. Denunció los flagelos que hieren el alma de México, incluyendo la falta de solidaridad política, la corrupción galopante y las profundas divisiones en diversos sectores de la sociedad..
Ante el papa Francisco, señaló que el pueblo de México junto con su gobierno buscan darse las estructuras adecuadas para un desarrollo justo y sustentable para todos. Pero reconoció la “extendida y endémica pobreza en un gran sector de la población, con todo lo que esto conlleva: ignorancia, enfermedades, abandono del campo, emigración a la ciudad y al vecino país del norte”.
 Describió el sufrimiento de muchos migrantes que a menudo son víctimas de atracos, extorsión, violaciones y muertes. También se refirió a la presencia y actividad del narcotráfico, que ha causado profunda división, muchas muertes, daños a la salud física de la juventud y a la salud moral de las familias, que ha sido causa además de la ruptura del tejido social.
Si bien sostuvo que el pueblo mexicano ama la convivencia, y práctica la solidaridad y la hospitalidad, lamentó “las hondas divisiones en algunos sectores de la sociedad, provocadas muchas veces por intereses de partidos políticos y grupos de poder que no buscan el bien común sino su propio beneficio”.
 Según el cardenal Robles Ortega a la base de estas “obscuras realidades” está la “arraigada cultura de la corrupción, la impunidad y la ambición desmedida”.
La cultura de la muerte:
Agregó que "no obstante que somos un pueblo que ama, celebra y canta a la vida, -dijo- tenemos que lamentar como se ha ido enseñoreando la cultura de la muerte, manifestada en una falta de respeto a la sacralidad de la misma vida; no sólo en las muertes violentas y crueles del crimen organizado, sino también en la mentalidad abortista de algunos sectores, muchas veces impulsada por políticas de agenda que atentan contra nuestra conciencia, la soberanía de nuestra nación y directamente contra el santuario de la vida, la familia".
Reconociendo que el pueblo mexicano ama la convivencia, y práctica la solidaridad y la hospitalidad, se lamentó de "las hondas divisiones en algunos sectores de la sociedad, provocadas muchas veces por intereses de partidos políticos y grupos de poder que no buscan el bien común sino su propio beneficio".
Manifestó que a la base de estas obscuras realidades, está la arraigada cultura de la corrupción, la impunidad y la ambición desmedida. La ausencia de la cultura de la legalidad, del compromiso social, de la corresponsabilidad ciudadana, la pérdida de la conciencia de la moralidad de los actos y las omisiones, "en fin, la realidad del pecado".
Precisó que en la carta Pastoral “Del encuentro con Cristo a la solidaridad con todos” del año 2000, "se marcan las líneas pastorales por donde hemos caminado en estos casi catorce años, teniendo como objetivo que el encuentro con Jesucristo vivo, se convierta en un camino permanente de conversión, para reafirmar la comunión eclesial y para propiciar la solidaridad y la misión, de manera que podamos responder a los desafíos actuales que enfrenta la nación y la Iglesia en México".
También señaló que, "padeciendo en carne propia, juntamente con nuestro pueblo, el grave problema de la inseguridad, la delincuencia organizada y la violencia, en 2010 publicamos la Carta Pastoral “Que en Cristo Nuestra Paz México tenga vida digna”, en la que como pastores analizamos las causas y los mecanismos de estos lamentables males,  y apuntamos posibles caminos de solución".
Hizo notar que, ante la emergencia educativa que evidencia el cambio de época, los obispos mexicanos emitieron el documento “Educar para una nueva sociedad”, en el que, reconociendo que la presencia de la Iglesia en la educación, a pesar del contexto jurídico, político e ideológico que en algunos momentos ha sido adverso, es tradición viva y una constante histórica, señalaron la necesidad de impulsar la tarea educativa que caracterizó la primera evangelización, "para promover la concordia, la cultura del encuentro, del diálogo y de la paz".
El Cardenal Robles Ortega concluyó encomendando al papa a la Virgen de Guadalupe –la Morenita del Teyac-, y pidiendo la bendición para los Obispos y para el pueblo mexicano.
Este discurso consolida al arzobispo de Guadalajara como el líder de la iglesia católica.
Seguramente habrá reacciones.

¿Qué es la visita Ad limina?
Es la obligación -salvo excusas justificables - que tienen los obispos en funciones de visitar cada cinco años “los umbrales de los Apóstoles”, santos Pedro y Pablo, y de su presentación en persona ante el papa para dar cuenta del estado en que se encuentran sus diócesis.
Durante esta visita, el obispo debe dar cuenta del estado moral y espiritual de su diócesis y todo lo relacionado con su gobierno. Pueden abordar otros temas, y responder las preguntas del papa.
La visita está regulada por el Código de Derecho Canónico en los Cánones 399 y 400.
399 § 1. Cada cinco años el Obispo diocesano debe presentar al Romano Pontífice una relación sobre la situación de su diócesis, según el modelo determinado por la Sede Apostólica y en el tiempo establecido por ella.
§ 2. Si el año establecido para presentar la relación coincide en todo o en parte con los dos primeros años desde que asumió el gobierno de la diócesis, el Obispo puede por esa vez prescindir de preparar y presentar la relación.
400 § 1. El Obispo diocesano, el año en que debe presentar la relación al Sumo Pontífice, vaya a Roma, de no haber establecido otra cosa la Sede Apostólica, para venerar los sepulcros de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y preséntese al Romano Pontífice.
§ 2. El Obispo debe cumplir personalmente esta obligación, a no ser que se encuentre legítimamente impedido: en este caso lo hará por medio del coadjutor, si lo tiene, o del auxiliar, o de un sacerdote idóneo de su presbiterio, que resida en su diócesis.
§ 3. El Vicario apostólico puede cumplir esta obligación por medio de un procurador, incluso uno que viva en Roma; el Prefecto apostólico no tiene esta obligación.
En México  hay  91 arquidiócesis, diócesis y prelaturas; en total son hoy 160 obispos, pero 40 son eméritos y éstos no tienen esta obligación. La visita con el papa no es personal sino por grupos; cada grupo, tiene oportunidad de un encuentro más dialogal, durante hora y media, así como con los dicasterios de la Curia Romana, sus colaboradores más inmediatos.
El discurso completo del papa:

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