5 nov 2014

Luis Cernuda, a 51 años de difunto...

Luis Cernuda, a 51 años de difunto.../Fa
Publicado en La Otra Opinión, 5 de noviembre de 2014 
Mujer de noviembre
“…Tú justificas mi existencia
si no te conozco no he vivido
si muero sin conocerte, no muero,  porque no he vivido…“Luis Cernuda
Una tarde caminando por el panteón jardín me topé con la tumba abandonada del poeta Luis Cernuda Bidón. Su última morada se encuentra en la fosa 48, fila 4, sector C. Está abandonada en el Panteón Jardín de la Ciudad de México; debería estar en Sevilla, con todo respeto. En la lápida dice: “Luis Cernuda Bidon. Poeta. Sevilla 1902-México 1963

Y es que hoy miércoles 5 de noviembre se conmemora el 51 aniversario luctuoso del poeta Luis Cernuda Bridón, originario de Sevilla  (21 de septiembre de 1902) y miembro de la generación del 27, a la que pertenecieron Federico García Lorca, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre,  entre otros.
Murió de repente en la mañana del 5 de noviembre de 1963 en la casa de su amiga Concha Méndez,  en la calle Tres Cruces 11 en  Coyoacán, Distrito Federal.  Al lado de donde quedó inmóvil estaba una máquina de escribir y un libro –Novelas y cuentos- de Emilia Pardo Bazán. Dentro del ejemplar había dos marcadores de página -uno con el David de Miguel Ángel y otro con el retrato de Francisco I por Tiziano- que desvelaban en qué página había quedado interrumpida la lectura:  “el cuerpo del poeta estaba en el suelo, vestido aún con su batín, el pijama, las zapatillas y al lado, la pipa y unas cerillas. La muerte lo había sorprendido intentando fumar. En la máquina de escribir había frases por terminar, anotaciones sobre el teatro de los hermanos Álvarez Quintero….” escribió Eva Díaz Pérez  en El Mundo (03/11/2013).
El día de su funeral en el sur de la Ciudad de México acudieron muy pocas personas: 17 a decir de Ali Chumacero, uno de ellos fue él, dijo hace años:

Yo conocí mucho a Luis Cernuda, porque estuve encargado de la primera edición de su poesía completa para el FCE: La realidad y el deseo. Corregimos juntos las pruebas. Fue una edición bastante bien hecha. Ahora sé que han hecho una edición en España que todavía no conozco. Él era un hombre muy huraño, muy extraño. No se llevaba con los españoles. Peleaba con todos. Cuando murió, aquí en México, fuimos a su entierro 17 personas. (…) Yo hice la observación en el camposanto y me dijeron: ‘No, es que toda la gente fue a (la funeraria) Gayosso. Por eso no vienen’. Pero cuando a un muerto no lo acompañan más que 17 personas, eso quiere decir que no es precisamente un personaje muy popular”. (Proceso, no.1651, 22 de junio de 2008).
Seguramente hoy habrá homenajes en todos el mundo.
Cernuda perteneció junto con Federico García Lorca, Vicente Aleixandre, Pedro Salinas a la generación del 27.
Su estancia en México
Luis Cernuda llegó a México exiliado y para quedarse. Nació en Sevilla en 1902 y vivió allí hasta 1928; después todo fue exilio eterno, pero siempre pensando en volver a Sevilla. Inició sus estudios de Derecho en la Universidad de Sevilla, donde conoció a Pedro Salinas, que fue su profesor. Ya en los años veinte se trasladó a la ciudad de Madrid, donde entró en contacto con los ambientes literarios de lo que luego se llamará Generación del 27.
Durante un año trabajó como lector de español en la Universidad de Toulouse. Cuando se proclamó la República se mostró dispuesto a colaborar con todo lo que fuera buscar una España más tolerante, liberal y culta. Durante la Guerra Civil participó en el II Congreso de Intelectuales Antifascistas de Valencia, y en 1938 fue a dar unas conferencias a Inglaterra, de donde ya no regresó a España, iniciando un triste exilio después de la guerra civil. Fue profesor de Literatura en Glasgow, Cambridge, Londres, Estados Unidos y  llegó a establecerse en México en noviembre de 1952, con 500 dólares en la bolsa; antes había estado de vacaciones; la primera vez fue verano de 1949. El poeta entonces vivía y trabajaba “bien” en Mount Holyoke, un colegio para mujeres en Massachusetts, Nueva Inglaterra.
En ese tiempo Cernuda vivió en varios lugares en México
Durante el primer año vivió en un departamento en la calle Madrid pero luego, hacia finales de 1953, animado por su amigo Manuel Altolaguirre (quien entonces vivía con su segunda esposa, María Luisa Gómez Mena), Cernuda fue a vivir a casa de Concha Méndez y su hija, Paloma Altolaguirre, en Coyoacán.
Con algunas breves interrupciones, ésta había de ser su casa durante los once años que le quedaban de vida. Dichos años resultaron ser un período muy fructífero, aunque más productivo, tal vez, en trabajos críticos que en poesía.
Y como era de esperarse Cernuda se reencontró en México con amigos españoles como Altolaguirre, Méndez, José Moreno Villa, Ramón Gaya y Emilio Prados, a quienes no había visto desde su salida de España, en plena Guerra Civil, en febrero de 1938.
Fortaleció su amistad con Octavio Paz e hizo relación con el pintor Manuel Rodríguez Lozano, los músicos Salvador Moreno e Ignacio Guerrero, y el poeta Enrique Asúnsolo y Guadalupe Dueñas.
Sus grandes amigos fueron Octavio Paz y Concha Méndez.
A Paz incluso le dedico un poema: Limbo. (abajo)
En 1954 y gracias a la intervención de Octavio Paz, Luis Cernuda entró a trabajar como profesor en la UNAM, a la vez que como becario en El Colegio de México. Paz fue el protector y padrino y ayudó a Cernuda sin condición alguna.
¡Sólo por ayudar!
¿Cómo le hizo Paz?
Muy fácil. Le solicitó a su amigo Alfonso Reyes, entonces presidente de El Colegio de México, que acogiera  al poeta sevillano, y Reyes le concedió  de inmediato una beca, misma que le fue con cedida de inmediato por 450 pesos mensuales –de entonces- y para justificarla lo consideró “investigador independiente”.
Para mantener la bequita, Cernuda propuso y el Colegio aceptó un estudio sobre poesía inglesa del siglo XIX. Y cuatro años después, en 1958, Alfonso Reyes decide por problemas de salud darle carácter honorario a su cargo de presidente del COLMEX y crear el puesto de director, para el que se escogió a Daniel Cosío Villegas. A él se dirigió don Alfonso en diciembre de ese mismo año  para “hacerle tres súplicas”, una de las cuales era sostenerle la beca a Luis Cernuda, “que vive muy pobremente” y “es cumplido en su trabajo”.
Cernuda ya había empezado también a escribir en la prensa mexicana, notablemente en las dos principales revistas de esa época: México en la Cultura y Universidad de México. No es casual que el fruto destacado de su labor de estos años son dos libros de crítica literaria: Estudios sobre poesía española contemporánea (1957) y Pensamiento poético en la lírica inglesa (Siglo XIX) (1958). Al publicarse en España, el primero causó verdadero asombro y consternación por la dureza con que el sevillano enjuició a varios de sus contemporáneos, sobretodo a sus maestros Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas.
Hay en las Obras Completas de Pedro Salinas una carta muy dura contra Cernuda. Se la escribió a
a su amigo Jorge Guillén, esta fechada en abril de 1927, y dice:
 “Si Cernuda hace versos es casi por mi influencia, si te leyó a ti y se entusiasmo por tu lenguaje fue por mí, y si ha publicado en alguna parte por mi ha sido también. Y yo hacedor inconsciente, estaba formando una criatura poética a tu semejanza literaria (…) Pero si tu contrariedad persiste, yo culpable de todo, estoy dispuesto a matar a Cernuda, y a comparar la edición integra de su obra póstuma para regalarla a una biblioteca pública, y evitar que así se lea”.
Un año después –el 27 de diciembre de 1959- muere Alfonso Reyes y en agosto de 1961 Daniel Cosío le cancela la beca al poeta español. No da mayores datos, simplemente lo hace, quizá porque no le caían bien los poetas.
En  una entrevista con Enrique Krauze  le habla de ese asunto.
Discusión pública.
Al fallecer Cernuda, apareció en la Revista de la Universidad (julio de 1964) un artículo en el que Octavio Paz afirmaba del poeta español que “a la muerte de Reyes, el nuevo director (de El Colmex) lo despidió sin mucha ceremonia”.
Entonces Cosío Villegas envió una carta de respuesta a Octavio Paz, la que apareció en el número de octubre de la misma publicación y tachaba de “falsa de toda falsedad la acusación” de que hubiera quitado el apoyo económico a Cernuda, pues argüía la existencia de una carta de éste en la que anunciaba que iría a Estados Unidos como profesor visitante de una universidad “que no nombra”, lo que motivó que le suspendieran la beca.
Mmm.
En el mismo número de Revista de la Universidad, Octavio Paz contestó con un texto fulminante: “Por lo visto Cernuda no fue despedido por El Colegio de México. Me alegra saberlo. Mis noticias eran otras y uno de mis informantes fue el mismo Cernuda. Como el poeta muerto era todo menos un mentiroso (y como tampoco lo es el señor Cosío Villegas) no hay más remedio que atribuir el incidente a un equívoco:...
Pero Paz perdonó a Cosio Villegas por lo que le hizo a su amigo sevillano. Ordenó retirar ese texto de sus Obras completas.
Para conocer bien a Cernuda el mejor libor es de mi amigo en Facebook :el escritor y biógrafo de Cernuda, Antonio Rivero Taravillo quien escribió: Años de exilio (1938-1963, Ed. Tusquets.)
Taravillo describe en síntesis a Luis Cernuda: “moderno, primero surrealista, luego metafísico, poeta del amor, "romántico por excelencia", admirador de Bécquer.
Y recoge unas palabras de Cernuda que dejan ver muy bien su sentir vital: "Una constante en mi vida ha sido actuar por reacción contra el medio donde me hallaba. Eso me ayudó a escapar al peligro de lo provinciano..."
Agrega que fue gran amigo de Federico García Lorca, y también de Alberti, de quien dijo que era "el cristal capaz en un instante de romperse", pero siempre le reprochó a Vicente Aleixandre que no hablara de su homosexualidad.
Creo que los restos de Cernuda deberían estar en Sevilla. En el Panteón Jardín hay hoy una tumba modesta, ya la arreglaron, pero siempre que voy por ahí esta abandonada. Me detengo deposito una flor y leo un poema del poeta.
Debo precisar que parte de este texto le escribí hace un año para la pagina del Archivo Tomás Montero Torres para conmemorar el 50 aniversario del poeta sevillano.
En ese momento se publicaron dos fotografías del  sevillano tomadas por Tomás Montero. Por el Facebook le compartí mi texto al biógrafo de Cernuda. La respuesta de Taravillo fue inmediata, me agradeció, y quizá no por mis líneas sino por las imágenes inéditas. Me dijo que si podía publicar las fotos. Le dije que no, que debía pedir permiso, y de inmediato lo contacte con Patricia Montero. (la imagen de arriba es del archivo Tomás Montero DR).
Semanas después la Fundación Cajasol publicó 'A Luis Cernuda desde Sevilla, 1963-2013', sumándose así a la celebración del quincuagésimo aniversario de la muerte de uno más ilustres poetas españoles del siglo XX. Dice una nota: “el libro recoge documentos y datos inéditos, que nunca antes habían visto  la luz: la partida de nacimiento de Cernuda, dos fotos del escritor que aparecieron en México y que han sido donadas por el fotógrafo Tomás Montero, así como fotografías de la casa donde nació.“
La verdad es que nosotros lo publicamos primero, dicho sea con todo respeto.
Hoy a cincuenta y un años de difunto me beberé un trago –un tinto– en honor de Cernuda, y leeré algunos de sus poemas. Y es que lo mejor para el poeta es leerlo y con ellos revivirlo.
Salud!
 “..Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido...
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz...”
∞∞
«Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo...«
∞∞
No es el amor quien muere,
somos nosotros mismos.
(...)
Sólo vive quien mira
Siempre ante sí los ojos de su aurora,
Sólo vive quien besa
Aquel cuerpo de ángel que el amor levantara.
∞∞
“Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.
(...)
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.
Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo.
Los marineros son las alas del amor,
son los espejos del amor,
el mar les acompaña,
y sus ojos son rubios lo mismo que el amor
rubio es también, igual que son sus ojos.
∞∞
«No quiero, triste espíritu, volver
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.
No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.
Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niño,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.
No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.
∞∞
Limbo
A Octavio Paz
La plaza sola (gris el aire,
negros los árboles, la tierra
manchada por la nieve),
parecía, no realidad, mas copia
triste sin realidad. Entonces,
ante el umbral, dijiste:
viviendo aquí serías
fantasma de ti mismo.
Inhóspita en su adorno
parsimonioso, porcelanas, bronces,
muebles chinos, la casa
oscura toda era,
pálidas sus ventanas sobre el río,
y el color se escondía
en un retablo español, en un lienzo
francés, su brío amedrentado.
Entre aquellos despojos,
proyecto, el dueño estaba
sentado junto a su retrato
por artista a la moda en años idos,
imagen fatua y fácil
del diletante, divertido entonces
comprando lo que una fe creara
en otro tiempo y otra tierra.
Allí con sus iguales,
damas imperativas bajo sus afeites,
caballeros seguros de sí mismos,
rito social cumplía,
y entre el diálogo moroso,
tú oyendo alguien me dijo: "Me ofrecieron
la primera edición de un poeta raro,
y la he comprado", tu emoción callaste.
Así, pensabas, el poeta
vive para esto, para esto
noches y días amargos, sin ayuda
de nadie, en la contienda
adonde, como el fénix, muere y nace,
para que años después, siglos
después, obtenga al fin el displicente
favor de un grande en este mundo.
Su vida ya puede excusarse,
porque ha muerto del todo;
su trabajo ahora cuenta,
domesticado para el mundo de ellos,
como otro objeto vano,
otro ornamento inútil;
y tú cobarde, mudo
te despediste ahí, como el que asiente,
más allá de la muerte, a la injusticia.
Mejor la destrucción, el fuego.
∞∞∞∞
“Bien sé ahora que tú eres
quien me dicta esta forma y este ansia;
sé al fin que el mar esbelto,
la enamorada luz, los niños sonrientes,
no son sino tú misma;
que los vivos, los muertos,
el placer y la pena,
la soledad, la amistad,
la miseria, el poderoso estúpido,
el hombre enamorado, el canalla,
son tan dignos de mí como de ellos yo lo soy;
mis brazos, tierra, son ya más anchos, ágiles,
para llevar tu afán que nada satisface.
El amor no tiene esta o aquella forma,
no puede detenerse en criatura alguna;
todas son por igual viles y soñadoras.
Placer que nunca muere
beso que nunca muere,
sólo en ti misma encuentro, tierra mía.
Nimbos de juventud, cabellos rubios o sombríos,
rizosos o lánguidos como una primavera,
sobre cuerpos cobrizos, sobre radiantes cuerpos
que tanto he amado inútilmente,
no es en vosotros donde la vida está, sino en la tierra,
en la tierra que aguarda, aguarda siempre
con sus labios tendidos, con sus brazos abiertos.
Dejadme, dejadme abarcar, ver unos instantes
este mundo divino que ahora es mío,
mío como lo soy yo mismo,
como lo fueron otros cuerpos que estrecharon mis brazos,
como la arena, que al besarla los labios
finge otros labios, dúctiles al deseo,
hasta que el viento lleva sus mentirosos átomos.
Como la arena, tierra,
como la arena misma,
la caricia es mentira, el amor es mentira, la amistad es mentira.
Tú sola quedas con el deseo,
con este deseo que aparenta ser mío y ni siquiera es mío,
sino el deseo de todos,
malvados, inocentes,
enamorados o canallas.
Tierra, tierra y deseo.


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