El papa Francisco recordó este viernes 26 de diciembre al primer mártir, San Esteban, y todos los
cristianos perseguidos por la fe; y afirmó que las palabras de Jesús de que sus
discípulos serán odiados a causa de su Nombre, “no turban la celebración de la
Navidad, sino que la despojan del falso revestimiento empalagoso que no le
pertenece”.
Pidió orar “por cuantos son discriminados, perseguidos y
asesinados por su testimonio de Cristo. Quisiera decir a cada uno de ellos: si
llevan esta cruz con amor, han entrado en el misterio de la Navidad, han
entrado en el corazón de Cristo y de la Iglesia”.
Serán
odiados. El Evangelio de esta fiesta recuerda un parte de las palabras de Jesús
a sus discípulos en el momento en que los envía en misión. Dice, entre otras
cosas: ‘Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que
persevere hasta el fin se salvará’.
Estas
palabras del Señor no turban la celebración de la Navidad, sino que la despojan
del falso revestimiento empalagoso que no le pertenece. Nos hacen comprender
que en las pruebas aceptadas a causa de la fe, la violencia es derrotada por el
amor, la muerte por la vida.
Para
acoger verdaderamente a Jesús en nuestra existencia y prolongar la alegría de
la Nochebuena, el camino es justo el que indica este Evangelio. Es decir,
testimoniar a Jesús en la humildad, en el servicio silencioso, sin miedo a ir
contracorriente y pagar en persona. Y, si no todos están llamados, como san
Esteban, a derramar su propia sangre, a todo cristiano se le pide sin embargo
que sea coherente, en cada circunstancia, con la fe que profesa.
Coherencia.
Es la coherencia cristiana, es una gracia que debemos pedir al Señor: ser
coherentes, vivir como cristianos. Y no decir soy cristiano y vivir como
pagano. La coherencia es una gracia que hay que pedir hoy.
Seguir
el Evangelio es ciertamente un camino exigente – pero ¡bello, bellísimo! - el que lo recorre con fidelidad y valentía
recibe el don prometido por el Señor a los hombres y a las mujeres de buena
voluntad. Como cantan los ángeles el día de Navidad: ¡paz, paz!
Paz
Esta paz donada por Dios es capaz de apaciguar la conciencia de todos los que,
a través de las pruebas de la vida, saben acoger la Palabra de Dios y se
comprometen en observarla con perseverancia hasta el final.
Hoy,
hermanos y hermanas, oremos, en particular, por cuantos son discriminados,
perseguidos y asesinados por su testimonio de Cristo. Quisiera decir a cada uno
de ellos: si llevan esta cruz con amor, han entrado en el misterio de la
Navidad, han entrado en el corazón de Cristo y de la Iglesia.
Sacrificio
de los mártires. Recemos también para que, gracias al sacrificio de estos
mártires de hoy – son tantos, tantísimos - se fortalezca en todo el mundo el
compromiso para reconocer y asegurar concretamente la libertad religiosa, que
es un derecho inalienable de toda persona humana.
Queridos
hermanos y hermanas, les deseo que pasen serenamente las fiestas navideñas. Que
san Esteban, diácono y protomártir, nos sostenga en nuestro camino cotidiano,
que esperamos coronar, al final, en la fiesta alegre de la asamblea de los
santos en el Paraíso.
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