Carta
abierta del Secretario Ejecutivo de la CIDH sobre decisión de no presentarse a
reelección
viernes,
enero 15, 2016
Carta
abierta del Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) sobre la
decisión de no presentarse a la reelección
Washington,
DC, a 15 de enero de 2016
El
próximo 16 de agosto se cumplen cuatro años desde que asumí el cargo de
Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH),
con lo cual termina el período para el que fui designado. Si bien la
normatividad aplicable establece la posibilidad de una reelección para quien
ocupa este cargo, he decidido no postularme a la reelección y terminar mi
encargo en la fecha prevista.
Han
sido cerca de cuatro años de servicio en una experiencia extremadamente
interesante, con un grande crecimiento en lo personal y lo profesional. Me
siento muy honrado de haber gozado de la confianza de la Comisión para
coordinar y dirigir los trabajos de un gran grupo de profesionales
caracterizado por un ejemplar compromiso y sensibilidad con los derechos
humanos y la justicia, a pesar de las enormes limitaciones con las que trabaja.
Me cuesta encontrar las palabras para describir mi agradecimiento a la CIDH por
esta oportunidad. También agradezco al anterior y al actual Secretario General
de la Organización de los Estados Americanos (OEA), ya que con su apoyo
reforzaron y ratificaron la autonomía e independencia de la CIDH.
Decido
comunicar esto para que la CIDH tenga las mejores condiciones para llevar a
cabo un proceso de selección de un(a) nuevo(a) titular de la Secretaría
Ejecutiva con la debida anticipación.
Esta
no ha sido una decisión sencilla. Todo lo contrario. La precede una pausada
reflexión. Son dos las razones principales que deseo compartir.
La
primera razón obedece al interés de retomar mis actividades directamente en
México. Las visitas que hemos realizado recientemente y el seguimiento de lo
que sucede en mi patria me interpela con fuerza. Mi país me duele
profundamente. Quiero dedicar mis esfuerzos y capacidades a trabajar directa y
cercanamente para transformar la crisis de derechos humanos que ahí se vive. Si
bien la CIDH me brinda una oportunidad privilegiada de trabajar también por la
gente de México, la grave situación que se vive me exige una prioridad en mi
tiempo y agenda. Lo que veo y siento en mi país me ha hecho pensar que es mi
obligación ética hacer lo que esté a mi alcance por transformar esa situación.
No
tengo certeza aún desde dónde lo haré, pero tengo claro qué quiero y qué no
quiero para mi gente y mi país. Quiero dedicar los próximos años de mi vida,
con toda mi energía y capacidad, a sumarme al esfuerzo de hombres y mujeres
valiosos que no aceptan la injusticia, la impunidad ni corrupción como realidad
y norma de vida. Puede sonar utópico, pero sobre esos valores y principios he
construido toda mi carrera profesional y he basado las grandes y pequeñas
decisiones. Siempre he trabajado y me he dedicado a lo que he considerado que
debo hacer. Quiero sumar mis fuerzas a los procesos que he visto en América
Latina, donde los derechos humanos han ido ganando terreno en forma y fondo.
La
segunda razón, obedece a mi entorno familiar y pacto conyugal. Mi estancia
inicial en la CIDH obedeció a una decisión conjunta con mi esposa y familia, y
ahora consideramos que es tiempo de regresar a México. Raquel, mi esposa, tiene
varios proyectos a desarrollar y en Estados Unidos ha visto disminuido o
frenado su crecimiento profesional por estos cuatro años. Otros cuatro años
resultan cuesta arriba en estas condiciones. Adicionalmente, consideramos
prioridad atender a nuestras hijas, hijo y familias en los mejores términos
posibles. Somos de la opinión de que eso se puede hacer más adecuadamente allá.
La estancia permanente en Estados Unidos no está en nuestro plan de vida.
Sé
y entiendo perfectamente que hay aún trabajo por hacer. Siempre lo habrá. Tengo
la satisfacción de que he dedicado toda mi energía, capacidad y tiempo a servir
y atender a la CIDH. Confío que una entidad de casi 60 años de historia tendrá
la sabiduría, capacidad y condición de continuar protegiendo los derechos
humanos de los pueblos de América, en particular de las víctimas y las personas
más desfavorecidas.
No
minimizo los desafíos que implica un cambio de esta naturaleza en la vida de la
institución. Sin embargo, considero que la nueva integración de la Comisión y
el valioso personal de la Secretaría Ejecutiva podrán enfrentarlos
exitosamente. De acuerdo a los establecido en el Artículo 11 del Reglamento de
la CIDH, la Comisión Interamericana llevará adelante el proceso de selección a
fin de identificar el o la candidato/a más calificado/a para sucederme en el
puesto.
En
mi corazón no tengo sino agradecimiento por el trabajo que hemos desarrollado
juntos en la CIDH, por la confianza en mí depositada, por los proyectos, las
esperanzas y los sueños compartidos. En los meses por venir y hasta el último
día de mi gestión, continuaré trabajando como Secretario Ejecutivo de la CIDH
con mi compromiso y dedicación de siempre, al servicio de la causa de los
derechos humanos.
Fraternalmente,
Emilio
Alvarez Icaza Longoria
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