3 mar 2016

El profe Alejandro Avilés/Jesús González Schmal


El profe Alejandro Avilés/Jesús González Schmal
Viernes, 23 Octubre 2015
El pasado 15 de octubre, en la Capilla Alfonsina del INBA, se celebró una velada para conmemorar el centenario del natalicio de Alejandro Avilés Inzunza. Hacía diez años, que se nos había adelantado. En el marco de la música que el mismo homenajeado había compuesto, interpretada con excelencia por su hija la cantautora María Eva, nos reunimos sus amigos, discípulos, paisanos y quienes lo conocieron y admiraron por su gran don de darse a los demás, por su amplísima cultura igual que su sencillez y generosidad, por su entrega y profesionalismo en todas las actividades que con brillante desempeño realizó en sus noventa años de fructífera existencia terrenal.
A mi me correspondió abordar la faceta política del que fue por antonomasia poeta, además de maestro, escritor, periodista; cofundador y rector de la escuela de periodismo Carlos Septién García. Fue director de la revista “La Nación” del Partido Acción Nacional en la época más importante por su aportación y apertura a la crítica-política. Recordé que el profe Alejandro Avilés -como todos lo conocíamos-, fue prácticamente de las generaciones fundadoras del PAN al que ingresó en 1941 a solo dos años de su creación. Ahora conociendo con más amplitud su biografía, con las inquietudes y aspiraciones juveniles advierto que le fue fácil coincidir con el ideario de un partido que había nacido de la decisión de un grupo de intelectuales y maestros universitarios, que se oponían a la perpetuación de un partido oficial, hegemónico, único, presidencialista, que no ofrecía ningún buen futuro a la vida política y económica del país.

El entonces Partido Nacional Revolucionario de 1929, se aproximaba rápidamente al modelo de los de Europa de la preguerra que se iban consolidando como partidos corporativos, ultranacionalistas, con único control de mando por el führer, el duce o por el líder supremo quién manipulando los símbolos patrios, degeneraban en totalitarismos. El ahora PRI nació bajo ese signo con su presidencialismo exacerbado al grado de jefe máximo con Plutarco Elías Calles que asfixiaba la vida pública e impedía la oxigenación democrática.
Cómo no recordar al Profesor Avilés hablándonos de ese sentido recto, ético, humanista de la política frente a la depredación de su práctica por la ambición, lucro y el sectarismo que desde entonces prevalece en México. Cómo no revivir la satisfacción de encontrar en las páginas de la Revista “La Nación”, que magistralmente dirigía, no solo sus estupendos y profundos editoriales sino la reproducción de los discursos de los fundadores del PAN Efraín González Luna, Manuel Gómez Morín, Rafael Preciado Hernández, Miguel Estrada Iturbide, y después Jesús Sanz Cerrada, José González Torres Arias, Alfonso Ituarte Servín y de una pléyade de mexicanos decididos a representar el pensamiento avanzado de una democracia participativa en lo político, en lo económico, en lo cultural; para la ciudad, para el campo; para las viejas, nuevas y próximas generaciones. Una democracia que reencauzara al país hacia su mejor época en el progreso bien distribuido, en la honestidad política; en el pleno ejercicio de la soberanía nacional en el concierto mundial. Toda una inmensa gama de análisis, debates, deliberaciones, ensayos y noticias del día, nos ofrecía el Profesor Avilés en su docta y conducción del órgano de información del partido que entonces, independiente y de verdadera oposición, circulaba por todos los países latinoamericanos. Era una publicación intransigente contra las vendettas y corrupciones del control oficial, que cooptaba a cuanta sociedad intermedia se doblegaba a la colusión. Encontrábamos en cada número semanal los jóvenes que en los años 60´s iniciábamos nuestra propia valoración, la información y elementos de juicio para estrenar nuestro derecho al voto que entonces se obtenía hasta la edad de veintiún años.
Siempre amable, atento, paternal el profesor parecía tener el mismo interés para cada uno de los jóvenes que nos le acercábamos o le escuchábamos en sus conferencias. La figura del político no convencional, no común; la del político de ideas, de compromiso moral, del político poeta, periodista, maestro. Por sus análisis objetivos e inspirados en el deber ser de la política de servicio, nunca por afanes personalistas.
 Fue un político que rompió moldes porque vivió a plenitud la congruencia entre el pensar y el hacer. Un mexicano patriota que amaba la verdad por la que empeñó su vida. El poeta, que no se conformo con solo serlo para él y que indujo a otros como seguidores tan cercanos, que lo fue en los tiempos del PAN autentico, gente como Hugo Gutiérrez Vega que siguió los pasos de su mentor, para consagrarse también como dilecto y fecundo hacedor de la poesía.
 Promotor incansable, fue artífice de un periodismo superior de convicción, independencia y valor contra todo riesgo de represión y persecución. Su pluma trascendió fronteras y fue baluarte en los mejores movimientos de la verdadera Democracia Cristiana en América Latina y con Rafael Caldera y Arístides Calvani en Venezuela; Freyre y Allende en Chile, cuando estos marcaron la lucha democrática antiimperialista reivindicaba su propio proyecto continental.

 ¡El Profesor Avilés vive!, no se ha ido. Vive y vivirá en el México que soñó como político, que descubrió como periodista y que elevó para llegar al cielo con su poesía, con su palabra y voz perenne, que se funde en la inmortalidad de su espíritu.

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