En el campo de
refugiados de Moria, en Lesbos, el papa Francisco firmó este sábado 16 de abril junto al
patriarca Bartolomé I y del arzobispo de Atenas, Jerónimo II, un documento.
DECLARACIÓN CONJUNTA
“Nosotros,
el Papa Francisco, el Patriarca Ecuménico Bartolomé y el Arzobispo de Atenas y
de Toda Grecia Ieronymos, nos hemos encontrado en la isla griega de Lesbos para
manifestar nuestra profunda preocupación por la situación trágica de los
numerosos refugiados, emigrantes y demandantes de asilo, que han llegado a
Europa huyendo de situaciones de conflicto y, en muchos casos, de amenazas
diarias a su supervivencia.
La
opinión mundial no puede ignorar la colosal crisis humanitaria originada por la
propagación de la violencia y del conflicto armado, por la persecución y el
desplazamiento de minorías religiosas y étnicas, como también por despojar a
familias de sus hogares, violando su dignidad humana, sus libertades y derechos
humanos fundamentales.
La
tragedia de la emigración y del desplazamiento forzado afecta a millones de
personas, y es fundamentalmente una crisis humanitaria, que requiere una
respuesta de solidaridad, compasión, generosidad y un inmediato compromiso
efectivo de recursos. Desde Lesbos, nosotros hacemos un llamamiento a la
comunidad internacional para que responda con valentía, afrontando esta crisis
humanitaria masiva y sus causas subyacentes, a través de iniciativas
diplomáticas, políticas y de beneficencia, como también a través de esfuerzos
coordinados entre Oriente Medio y Europa.
Como
responsables de nuestras respectivas Iglesias, estamos unidos en el deseo por
la paz y en la disposición para promover la resolución de los conflictos a
través del dialogo y la reconciliación. Mientras reconocemos los esfuerzos que
ya han sido realizados para ayudar y auxiliar a los refugiados, los emigrantes
y a los que buscan asilo, pedimos a todos los líderes políticos que empleen
todos los medios para asegurar que las personas y las comunidades, incluidos
los cristianos, permanezcan en su patria y gocen del derecho fundamental de
vivir en paz y seguridad.
Es
necesario urgentemente un consenso internacional más amplio y un programa de
asistencia para sostener el estado de derecho, para defender los derechos
humanos fundamentales en esta situación que se ha hecho insostenible, para
proteger las minorías, combatir la trata y el contrabando de personas, eliminar
las rutas inseguras, como las que van a través del mar Egeo y de todo el
Mediterráneo, y para impulsar procesos seguros de reasentamiento. De este modo
podremos asistir a aquellas naciones que están involucradas directamente en
auxiliar las necesidades de tantos hermanos y hermanas que sufren. Manifestamos
particularmente nuestra solidaridad con el pueblo griego que, a pesar de sus
propias dificultades económicas, ha respondido con generosidad a esta crisis.
Juntos
imploramos firmemente por fin de la guerra y la violencia en Medio Oriente, una
paz justa y duradera, así como el regreso digno de quienes fueron forzados a
abandonar sus hogares. Pedimos a las comunidades religiosas que incrementen sus
esfuerzos para recibir, asistir y proteger a los refugiados de todas las
confesiones religiosas, y que los servicios de asistencia civil y religiosa
trabajen para coordinar sus esfuerzos. Hasta que dure la situación de
necesidad, pedimos a todos los países que extiendan el asilo temporal, ofrezcan
el estado de refugiados a quienes son idóneos, incrementen las iniciativas de
ayuda y trabajen con todos los hombres y mujeres de buena voluntad por un final
rápido de los conflictos actuales.
Europa
se enfrenta hoy a una de las más graves crisis humanitarias desde el final de
la Segunda Guerra Mundial. Para afrontar este desafío serio, hacemos un
llamamiento a todos los discípulos de Cristo para que recuerden las palabras
del Señor, con las que un día seremos juzgados: «Porque tuve hambre y me disteis
de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y
vinisteis a verme… Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos,
mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,35-36.40).
Por
nuestra parte, siguiendo la voluntad de Nuestro Señor Jesucristo, decidimos con
firmeza y con todo el corazón de intensificar nuestros esfuerzos para promover
la unidad plena de todos los cristianos. Reiteramos nuestra convicción de que
«la reconciliación (entre los cristianos) significa promover la justicia social
en todos los pueblos y entre ellos… Juntos queremos contribuir a que los
emigrantes, los refugiados y los demandantes de asilo se vean acogidos con
dignidad en Europa» (Charta Oecumenica, 2001).
Deseamos
cumplir la misión de servicio de las Iglesias en el mundo, defendiendo los
derechos fundamentales de los refugiados, de los que buscan asilo político y
los emigrantes, como también de muchos marginados de nuestra sociedad.
Nuestro
encuentro de hoy se propone contribuir a infundir ánimo y dar esperanza a quien
busca refugio y a todos aquellos que los reciben y asisten. Nosotros instamos a
la comunidad internacional para que la protección de vidas humanas sea una
prioridad y que, a todos los niveles, se apoyen políticas de inclusión, que se
extiendan a todas las comunidades religiosas. La situación terrible de quienes
sufren por la crisis humanitaria actual, incluyendo a muchos de nuestros
hermanos y hermanas cristianos, nos pide nuestra oración constante.
Lesbos,
16 de abril de 2016
Ieronymos
II
Francisco
Bartolomé
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