Sin
familia, caos social/de
Felipe Arizmendi Esquivel, obispo
de San Cristóbal de las Casas
VER
Tener
hijos por aquí y por allá; iniciar y terminar convivencias maritales sin
estabilidad; cambiar de pareja con relativa facilidad e irresponsabilidad;
estar pocas horas en casa por los horarios del trabajo de papá y mamá… Todo
esto hace que los niños crezcan sin cariño, inseguros, descontrolados,
aprendiendo que la única forma de sobrevivir es la violencia, sin consideración
a los derechos de los demás. Sin
familia, no hay un futuro esperanzador.
Y
ahora que quieren minar en su misma base la familia, diciendo que cualquier
relación puede ser un “matrimonio igualitario”, ¡a dónde vamos a parar! Eso no
es familia; eso no es matrimonio; eso es propiciar un caos social, que se nos
viene encima. Hay quienes dicen que la derrota tan notable que sufrió el
partido en el poder federal, en las elecciones del domingo pasado, son una
reacción por la iniciativa presidencial.
PENSAR
El
Papa Francisco, en su Exhortación La alegría del amor, dice: “La sociedad y la
política no terminan de percatarse de que una familia en riesgo pierde la
capacidad de reacción para ayudar a sus miembros. Notamos las graves
consecuencias de esta ruptura en familias destrozadas, hijos desarraigados,
ancianos abandonados, niños huérfanos de padres vivos, adolescentes y jóvenes
desorientados y sin reglas. Como indicaron los Obispos de México, hay tristes
situaciones de violencia familiar que son caldo de cultivo para nuevas formas
de agresividad social, porque las relaciones familiares también explican la
predisposición a una personalidad violenta. Las familias que influyen para ello
son las que tienen una comunicación deficiente; en las que predominan actitudes
defensivas y sus miembros no se apoyan entre sí; en las que no hay actividades
familiares que propicien la participación; en las que las relaciones de los
padres suelen ser conflictivas y violentas, y en las que las relaciones
paterno-filiales se caracterizan por actitudes hostiles. La violencia
intrafamiliar es escuela de resentimiento y odio en las relaciones humanas
básicas” (No. 51).
“Nadie
puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el
matrimonio es algo que favorece a la sociedad. Ocurre lo contrario: perjudica
la maduración de las personas, el cultivo de los valores comunitarios y el
desarrollo ético de las ciudades y de los pueblos. Ya no se advierte con
claridad que sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer
cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer
posible la fecundidad” (No. 52).
“El
varón juega un papel igualmente decisivo en la vida familiar, especialmente en
la protección y el sostenimiento de la esposa y los hijos. La ausencia del
padre marca severamente la vida familiar, la educación de los hijos y su
integración en la sociedad” (No. 55).
ACTUAR
Quienes
amamos nuestro país y no dependemos de consignas económicas externas, salvemos
la familia, no sólo defendiendo que debe estar formada por un hombre y una
mujer, sino procurando que haya amor, diálogo, responsabilidad y educación en
valores. La fe nos inspira.
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