QUE LA PALABRA SEA LA ÚNICA ARMA DE
LOS COLOMBIANOS
Fecha:
2016 11 24
Grupo:
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP)
País:
Colombia
Son
artífices de este Acuerdo Definitivo las organizaciones de mujeres de Colombia,
que se manifestaron en muchas formas para dar a conocer el verdadero sentido de
sus aspiraciones. Igual podemos decir del movimiento LGTBI. Nos reunimos en La
Habana con delegaciones de diversos credos cristianos, de movimientos sociales
y distintos partidos políticos. Varias personalidades de la política colombiana
también se hicieron presentes para aportar sus puntadas en el anhelo común de tejer
las más sabias fórmulas.
Nuestro
sentimiento de solidaridad y admiración a las y a los miles de compatriotas que
salieron a las calles y plazas de ciudades y pueblos, a manifestar su condena a
la guerra, su respaldo a los fundamentos del Acuerdo Final, y a exigir a las
partes sentadas a la Mesa no pararse hasta firmar un Acuerdo Definitivo. A los
y a las jóvenes y estudiantes universitarios que consiguieron despertar una
auténtica movilización nacional en defensa de la solución política, y que
promovieron y conquistaron un Pacto Juvenil por la Paz, entre la mayoría de las
representaciones políticas de los distintos partidos y movimientos, incluidos
el Partido Conservador y el Centro Democrático.
A
las comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes, a los líderes
agrarios y comunales con amplia trayectoria en el trabajo por la paz en los
territorios, a las decenas de miles de familias que se unieron a las FARC en
las vigilias por la paz, a las personalidades de la iglesia católica, la
ciencia y el mundo del arte, a los académicos de diferentes universidades, a
las plataformas por la paz que brotaron en las ciudades del país, a quienes se
unieron a las marchas del silencio, de las flores, de las víctimas de la Unión
Patriótica, a quienes fundaron los campamentos por la paz y se sembraron en
ellos, a quienes convocaron actos por la paz en distintas ciudades del mundo.
Este Acuerdo Final les pertenece porque ayudaron a construirlo con sus esperanzas
y acciones.
El
pueblo de este país está harto de la violencia, de la intolerancia, de los
estigmas y señalamientos. Quiere y exige un cambio profundo en las costumbres
políticas, que cesen la corrupción, la mentira, el engaño. La primera demanda
nacional es que se ponga fin al uso de las armas en la política, que se
garantice el derecho a disentir, a hacer oposición, a protestar contra la mala
administración, contra las leyes injustas, contra la arbitrariedad y el abuso
de los funcionarios en el poder. Que la vida, la integridad personal, las
libertades de movimiento y pensamiento sean reales. Por eso Colombia cierra
filas en torno a este Acuerdo Definitivo.
Porque
implicó debates profundos con todas las voces del Establecimiento, involucró a
prestantes miembros de las fuerzas armadas, tensó las posiciones a los puntos
más extremos, requirió singulares esfuerzos de aproximación. Nadie debería
quedarse por fuera de él. Con este Acuerdo no se deponen posiciones
ideológicas, políticas o de conciencia, sólo ponemos fin de manera definitiva a
la guerra. Para confrontar civilizadamente las contradicciones.
Por
eso reclamamos su implementación pronta y eficaz, a fin de desatar la
edificación de la convivencia democrática, la paz y la justicia social en
nuestro país. No más asesinatos de dirigentes sindicales, agrarios o populares,
de reclamantes de tierras, de activistas sociales, de opositores políticos de
izquierda. No más amenazas ni hostilidades. Es inaudito que a estas alturas
sigan cayendo guerrilleros de las FARC con extraños argumentos, que las
denuncias por violaciones a los derechos humanos sean pan de cada día, que de
todas partes broten quejas de comunidades por los planes de ocupación militar,
por operaciones de erradicación forzada de sus cultivos pese a lo pactado.
Asombran al país el desalojo violento del campamento por paz de la Plaza de
Bolívar, la indolencia del gobierno nacional frente a los asesinatos de
dirigentes campesinos y activistas de la Marcha Patriótica. Mientras se
felicita al Ejército Nacional por propinar golpes al ELN, es nula la
solidaridad hacia las familias de los activistas populares y guerrilleros de
las FARC dados de baja.
Confiamos
en tomar parte activa, en plena legalidad, en los ya próximos debates y justas
políticas. Destacamos la importancia que tendría para el país la conformación
de un gobierno de transición, cuyo propósito fundamental sea el cumplimiento
cabal de los Acuerdos de La Habana, el cual debería estar integrado por todas
las fuerzas y sectores que han trabajado sin tregua por ellos.
Extendemos
nuestro saludo a Donald Trump por su elección como nuevo Presidente de los
Estados Unidos y aspiramos a que su gobierno pueda jugar un destacado papel en
beneficio de la paz mundial y continental. Esperamos que el propósito superior
de la paz en Colombia, que contribuirá decisivamente al entendimiento en toda
Latinoamérica y el Caribe, siga contando con el respaldo y la aquiescencia del
nuevo gobierno de Washington.
Reiteramos
nuestra solidaridad con todas las víctimas de esta larga guerra, sea cual sea
el bando al que hayan pertenecido, así como nuestra petición de perdón por las
consecuencias que para ellos hayan podido provenir de nuestras manos. A
nuestros adversarios políticos nuestro respeto, nuestro ramo de olivo, nuestra
invitación fraternal a convivir en la diferencia. No habrá más violencia entre
colombianos por razones políticas, ese sólo hecho debe llenarnos de ánimo para
trabajar por hacer de nuestra patria un país muchísimo mejor. Creemos
indispensable que para el bien del país, la palabra sea la única arma que nos
permitamos usar los colombianos.
Secretariado
Nacional de las FARC-EP
Bogotá,
24 de noviembre de 2016
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