25 dic 2016

Tragedia en Tultepec


El responsable es el Estado/PATRICIA DÁVILA
Revista Proceso 2095, a 24 de diciembre de 2016
La tragedia del martes 20 en Tultepec vuelve a traer a colación el tema de la seguridad y la reglamentación en torno a la fabricación y venta de pirotecnia. Antonio Macías, experto de la Asociación Nacional de Protección contra Incendios, señala que no hay una ley adecuada en la materia, sino una serie de normas obsoletas y poco rigurosas, además de burocracias e indolencia que impiden la materialización de cualquier iniciativa seria al respecto. Y esa falta, advierte, no es responsabilidad más que de un Estado al cual le ha faltado voluntad política para afrontar el problema.

México tiene una legislación “insuficiente y escueta” tanto para la prevención de incendios como para la producción y manejo de fuegos artificiales.
Esta opinión la emite Antonio Macías, experto en regulación de pirotecnia y director para América Latina de la Asociación Nacional de Protección contra Incendios (NFPA, organización fundada en Estados Unidos), quien en entrevista con Proceso explica:
“La falta de un reglamento extenso, detallado, comprensible, que tenga la capacidad de lograr niveles de seguridad adecuados en la producción, traslado y venta de fuegos artificiales ha sido falta de voluntad política del Estado mexicano. Tultepec es una fuente de trabajo muy importante para artesanos mexicanos que son reconocidos en el mundo; el problema es que no cuentan con la seguridad que deben tener. Lo que sucede en este tipo de lugares en realidad es responsabilidad de las autoridades.”

El experto muestra a la reportera un formato de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) en el que se advierte lo fácil que es obtener un permiso para dedicarse a la compra, almacenamiento, venta y consumo de artificios pirotécnicos: basta con que el solicitante presente una constancia expedida por el gobierno municipal en la que conste que cumple con los estándares de seguridad y ubicación para no ser un peligro para la comunidad.
Menciona también que en el reglamento del Instituto Mexiquense de la Pirotecnia y en la Ley de Protección Civil no todo es correcto: “Hubo un tiempo en que los comerciantes estaban establecidos en casitas de madera… se tomaron algunas medidas, como separar los kioscos y construirlos de material (tabique), lo cual fue correcto, pero dejaron techos de lámina y eso no debe ser así, porque una vez que arranca (una conflagración) de una forma tan agresiva y violenta, se puede hacer muy poco para contenerla. Esto sólo se puede evitar con prevención.
“Nosotros conocemos a esta gente desde hace mucho, y al que no le falta un dedo le falta una mano o un ojo; así hay muchas personas en Tultepec, que en más de una ocasión han estado heridas. Aquí la pirotecnia es una tradición histórica y créame que son unos expertazos. Son gente cuyo trabajo es valorado internacionalmente, pero carecemos de las normas de seguridad adecuadas para protegerlos y ésta es la primera función del Estado: darle seguridad al pueblo.”
Refiere que en México hay 2 mil 400 permisos para producir o vender pirotecnia, de los cuales 544 se concedieron a habitantes de Tultepec, el lugar de producción de fuegos artificiales más grande del país.
En busca de culpables
San Pablito Tultepec, en el estado de México, es el sitio de venta legal de material pirotécnico más grande del país.
Este mes, por tercera ocasión en 11 años, un depósito explotó y dejó un saldo, al cierre de esta edición, de 35 muertos. El estallido, cuyas causas aún indaga la Procuraduría General de la República (PGR), se inició alrededor de las 14:50 horas, cuando había muchos clientes que se surtían de fuegos artificiales para la temporada navideña. Las explosiones más intensas duraron unos 25 minutos e hicieron desaparecer los 300 puestos de este tianguis que operaba con permiso del gobierno estatal y de la Sedena.
La vibración provocada por la explosión se sintió en los municipios vecinos de Coacalco, Tultitlán y Cuautitlán, desde donde se veía una gigantesca columna de humo. El fuego no fue controlado hasta las 17:00 horas. En la zona se desplegaron 450 policías estatales, 250 municipales y 50 federales, además de 180 militares que aplicaron el Plan DN-III, creado para atender desastres naturales, no para eventos de esta naturaleza.
La PGR informó que en total ocurrieron seis explosiones. Se abrió una carpeta de investigación por posibles violaciones a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
Dos semanas antes de la explosión, en una reunión en el Estado de México –en la que no hubo representantes de la Sedena ni de la Secretaría de Gobernación–, la PGR y directivos del consejo del Instituto Mexiquense de la Pirotecnia destacaron la “importancia” de dar asesoría al sector pirotécnico en los municipios de Chimalhuacán, Tultepec, Valle de Bravo, Texcoco, Tenancingo y Amecameca, para “la unificación de criterios de regulación”. Para San Pablito fue muy tarde.
–La PGR dice que sancionará al responsable de la explosión con base en la Ley de Armas de Fuego y Explosivos –se le comenta a Macías.
–Sí, pero ¿quién puede ser el responsable?, ¿una persona de uno de los locales que se descuidó porque no está capacitada? No le puedo decir quién es el responsable, pero somos muy hábiles en manejar eso de las responsabilidades y no llegamos a ningún lado. Necesitamos pensar qué hacer para que no vuelva a suceder.
“Estoy de acuerdo en que busquen a los responsables y los castiguen conforme a la ley, si pueden, porque luego ni los encuentran. Pero esa no es la medicina. En este caso exhibir al culpable material es quitarse el coraje, cuando el responsable es el Estado mexicano que se niega a emitir la reglamentación que puede normar este tipo de mercados.
“La NFPA es una organización sin fines de lucro que se dedica a hacer códigos y reglamentos para proteger personas y propiedades; su misión es ayudar a salvar vidas y reducir pérdidas, a base de información”, y tiene normas como el Código NFPA 11 24 para la Fabricación, Transporte, Almacenamiento y Ventas Minoristas de Fuegos Artificiales y Pirotecnia. “Por eso le digo que es un poco de voluntad política, de decir: ‘Vamos a poner un reglamento extenso, detallado, comprensible, que tenga la capacidad de lograr niveles de seguridad adecuados en este lugar’”.
Macías asegura que si tal normativa se aplicara en México, podría evitarse la pérdida de muchas vidas.
En el país existe una gran cantidad de polvorines. Incluso un día después del desastre de Tultepec estalló uno en Hidalgo: falleció una persona. Hay muchos casos que han implicado un gran número de muertes; San Pablito mismo en 2005 y 2006.
Macías considera que si hubiera instalaciones y capacitación adecuadas en estos mercados de pirotecnia, no se hubieran perdido vidas. Y se remite también a otro tipo de conflagraciones, como la del 29 enero de 2015, cuando una pipa de gas explotó en el Hospital Materno Infantil de Cuajimalpa; o los incendios de la guardería ABC, en Sonora, del casino Royale, en Monterrey; o en el centro nocturno Lobohombo, en la Ciudad de México.
“Hay gente que afirma que algunos fueron incendios provocados. Eso no importa. Si usted tiene sistemas de alarmas, de detección, de rociadores automáticos y de evacuación adecuada en número de salidas, distancias y ancho de las puertas, y se hacen los simulacros continuos, el incendio hubiera acabado con 50 o 100 metros, pero sin muertos”, afirma.
“En esta época navideña San Pablito iban a manejar 700 toneladas de material (explosivo); en septiembre fueron 300 toneladas las que se manejaron en este lugar. Este mercado distribuye a nivel nacional e internacional. Venden a todo el Valle de México. Imagínese: las iglesias de todos los lugares truenan cohetes. Hay otros lugares del país que fabrican explosivos, pero el más importante es Tultepec, donde tienen las cosas más modernas y sofisticadas para la fabricación de los fuegos artificiales.”
Cabildeo infructuoso
Macías también es integrante de la Asociación Mexicana de Rociadores Automáticos contra Incendios (AMRACI).
“Por lo que está pugnando la AMRACI es por tener un reglamento nacional de protección contra incendios, que no existe. Hay alguna norma en la Secretaría del Trabajo que se refiere a las condiciones de seguridad y prevención de incendios, y otro poquito de formación en el reglamento de construcciones para el Distrito Federal, pero no hay un reglamento general de prevención de incendios y seguridad de vida que abarque todo el país y todas las circunstancias, como hospitales, asilos, guarderías, empresas industriales, desde luego la venta de fuegos artificiales y pirotecnia, edificios de oficinas, comercios, diferentes centros de concentración pública.”
–¿Desde cuándo promueve que México adopte la regulación de la NFPA?
–Hace 16 años que trabajo para la NFPA desde la Ciudad de México. Es un organismo sin fines de lucro que funciona en muchos países. No estamos en un plan de obligar a las autoridades, sino de apoyarlas, de acompañarlas, porque ha habido muchas iniciativas pero no se ha llegado a la meta de tener un reglamento de prevención de incendios y seguridad.
“El problema es que van cambiando las prioridades. Ahora estamos muy interesados, pero dentro de 15 días o un mes esto se olvida y esperamos a que vuelva a ocurrir otra tragedia para retomarlo, cuando deberíamos dirigir esta energía a ver qué se tiene que hacer en el mercado de San Pablito para evitar este tipo de catástrofes”, indica.
–El gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila, declaró que las personas de San Pablito violaron los protocolos de seguridad y que no siguieron la reglamentación. ¿Se capacitó a los productores y trabajadores de la pirotecnia?
–No me consta pero tengo entendido que debió capacitarlos el Estado. La institución que debe regular este tipo de mercados puede ser el gobierno estatal o la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación.
“Como alcalde de Tultepec yo pondría una legislación local, porque la NFPA no le cobra nada al gobierno por usar la norma ni por asesorarla, ni eventualmente capacitar a los inspectores, ya que es una institución sin fines de lucro”, añade.
–¿Se ha acercado a legisladores para hacer la propuesta de reglamentación?
–Sí, más de una vez en las dos legislaturas pasadas. He trabajado con diferentes partidos, como el PAN, con algunos diputados del PRI en el Congreso federal; también gente del PRD ha participado, aunque no en esta Legislatura.
“En este momento hay una norma que llevamos proponiendo más de un año –y no ha terminado de salir publicada en el Diario Oficial de la Federación– sobre cómo se deben construir los sistemas de rociadores automáticos. Es algo en lo que ha trabajado muy fuerte la AMRACI y la norma está lista, sólo que nos han pedido cambios tras cambios. El hecho es que no termina de ser publicada porque cambian secretarios, directores… el caso es que no sacamos esta legislación porque nadie autoriza su publicación”, lamenta.
Lo cierto, afirma, es que el país no tiene los técnicos ni los contratistas para hacer un trabajo bien hecho para prevenir incendios, simplemente porque no existe una reglamentación adecuada.
“No es tan difícil poner en un reglamento que hay que aplicar la norma NFPA 11 24; lo importante es vigilar y constatar que se aplique esa norma. Pero si el técnico o el inspector no tiene dónde estudiar, no puede aprender. Primero tiene que haber una formación profesional para las personas. Es donde le digo que la NFPA puede aportar en capacitar a los inspectores del gobierno, sin costo alguno.”
–¿De México nadie ha asistido a capacitarse a la NFPA?
–No. No ha habido capacitación para los inspectores, específicamente de venta minorista de fuegos artificiales y pirotecnia, como los de San Pablito y los más de 2 mil que existen en el país, a pesar de que la supervisión debe ser constante: debe haber simulacros cada mes o cada tres meses, simulacros en los que la gente va aprendiendo y cada uno va tomando su lugar. Pero, insisto, primero debemos tener una regulación.
“Debe haber inspecciones regulares. El Estado de México afirma que una semana antes de la explosión hubo una inspección al mercado de San Pablito y todo estaba en orden, no encontraron ninguna cosa que objetar, pero la explosión significa que la regulación es insuficiente y es incapaz de darle a este negocio el nivel de seguridad que exige.”
El jueves 22 el presidente Enrique Peña Nieto afirmó que se reconstruirá el mercado: “¿Bajo qué condiciones lo reconstruirán? ¿Por qué no se sientan a plantear qué vamos a hacer para que esto no vuelva a ocurrir?”, concluye el experto#
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Tultepec ardía y en Palacio Nacional el brindis seguía/
ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
La tarde del martes 20 el Palacio Nacional estaba de fiesta. Como a las 15:00 horas, el gabinete legal y ampliado, junto con otros colaboradores, se dieron cita en el Patio Central para participar del brindis de fin de año con el presidente Enrique Peña Nieto.
Las primeras imágenes de Tultepec y su desastre empezaban a viralizarse en redes sociales. Bastaba ver el video de la explosión en el Estado de México –entidad natal y origen político del mandatario– para anticipar un saldo trágico que, al cierre de esta edición, contabilizaba 35 muertos, unos 70 heridos y 12 personas desaparecidas.
Minutos antes de que se iniciara la celebración presidencial, el mercado pirotécnico de San Pablito, en Tultepec, estalló. El incendio estuvo fuera de control hasta cerca de las 17:00 horas y arrasó con los 300 puestos del sitio.
Peña Nieto se reunió para brindar con la alta burocracia por el cierre de 2016 y el próximo 2017. Su brindis no fue otra cosa más que una recitación de cifras y logros de su gobierno, pero afirmaba que no eran mérito personal sino de todos los servidores públicos “que se la rifan por México”.
“Nos aprestamos para que llegue 2017 resueltos, decididos, bien comprometidos, por encima de los intereses personales que cualquiera pueda tener”; y añadió: “Lo importante es seguir cumpliendo con esta honrosa responsabilidad que hoy tenemos de servirle a México desde la tarea del servicio público”.
La explosión en Tultepec no fue tema de discurso ni siquiera a las 16:00 horas, cuando los portales informativos daban cuenta de la noticia, ya circulaban imágenes y se habían emitido los primeros reportes oficiales.
En las últimas semanas, el mandatario ha insistido en que el desánimo no debe afectar a los mexicanos. Emplea una jerga motivacional, de superación personal. Nunca admite que hay problemas, sino “retos y desafíos” que deben superarse, de ahí que se haya permitido bromear (según la columna “Bajo Reserva” de El Universal) respecto de la impuntualidad del secretario de Educación, Aurelio Nuño, y de una secretaria de Estado el miércoles 21: Peña Nieto dijo que se notaba “el desánimo de algunos”.
Rostros festivos de sonrisa ensayada posaron para selfies que se presumieron más tarde en cuentas de redes sociales. En los timelines de Twitter y en los muros de Facebook, esos retratos del “México bonito” aparecieron al lado de los videos de Tultepec. La burocracia del más alto nivel se despidió como suele hacer la clase política, con sonoras palmadas en la espalda, verbalización de parabienes y sonrisas complacidas.
Entre las 16:30 y las 17:00 horas, los convocados fueron desalojando el Patio Central y sólo hasta las 17:23, cuando ya había concluido el ágape, la cuenta de Peña Nieto en Twitter emitió su primer mensaje respecto del siniestro: “El Gobierno de México trabaja en coordinación con el gobierno del Estado de México para atender a los heridos y afectados en Tultepec”.
En dos micromensajes más informó que el Ejército y Protección Civil apoyaban en la atención de la emergencia y, finalmente, expresó sus condolencias a los deudos de los fallecidos.
Peña Nieto, en el desastre
En poco más de cuatro años que lleva al frente del gobierno, Peña Nieto ha suspendido en diferentes ocasiones sus actividades para atender contingencias o desastres.
Uno de los hechos más conocidos ocurrió la noche del 15 de septiembre de 2013, cuando la tormenta tropical Manuel golpeó Guerrero. Obstinado en pronunciar desde Palacio Nacional la arenga tradicional conmemorativa del alzamiento armado de 1810, el Ejército y la Policía Federal desalojaron por la fuerza el plantón que el magisterio inconforme con la reforma educativa mantenía en el Zócalo –violencia gratuita, pues los manifestantes ya se estaban retirando.
Así, Peña Nieto pudo dirigir su primera ceremonia del Grito de Independencia. El Centro Histórico capitalino fue cercado por un enorme dispositivo de seguridad y el Zócalo se llenó con acarreados procedentes de localidades mexiquenses, entre otras, Tultepec.
Con el gabinete legal y ampliado, así como con invitados especiales acomodados para la cena del Patio Central, el presidente dirigió un breve saludo y se disculpó para ir a atender los daños del huracán.
En los días siguientes suspendió otras actividades, incluida una gira internacional por Nueva York, Estados Unidos, cuya cancelación se anunció el 19 de septiembre, es decir, dos días después del paso del meteoro.
El 23 de octubre de 2015, Peña Nieto canceló también todas sus actividades públicas ante el desastre que se anticipaba por el ciclón Patricia. No obstante, el fenómeno perdió fuerza y los daños fueron menores.
En otras ocasiones, Peña Nieto acudió a zonas de desastre. El 31 de enero de 2013 visitó la Torre de Pemex, donde aquel día hubo una explosión que mató a 37 personas y dejó más de un centenar de heridos. Estaba en Colima, donde puso en marcha el Programa Nacional Forestal, pero a su regreso a la Ciudad de México visitó las instalaciones siniestradas. Al día siguiente, decretó duelo nacional de tres días.
Un tornado devastó Ciudad Acuña, Coahuila, el 25 de mayo de 2015. El saldo: 14 muertos y miles de damnificados. Ese día, Peña Nieto canceló sus actividades, visitó la zona, caminó entre la destrucción, saludó gente y se mantuvo hasta el día siguiente en el lugar.
Y este año el mandatario visitó el Complejo Petroquímico Pajaritos, que explotó en abril, aunque entonces se puso en duda su asistencia porque las fotografías difundidas por la Presidencia parecían fotomontajes. También supervisó las afectaciones en Huauchinango, Puebla, por el paso del huracán Earl, en agosto.
Tultepec no mereció la misma atención. Peña Nieto sólo emitió tres tuits; al día siguiente, el miércoles 21, la Presidencia difundió un comunicado en el que infomó que el mandatario cancelaría actividades durante 10 días, para tomarse vacaciones.
El brindis no se suspendió, como tampoco su agenda, que transcurrió con normalidad: el miércoles 21 fue a Tlaxcala, donde pidió un minuto de silencio por los fallecidos y, hasta el jueves 22 decidió visitar a algunos heridos en el Hospital de Alta Especialidad de Zumpango –por cierto, construido durante su administración y concesionado desde entonces a Grupo Higa, propiedad de Juan Armando Hinojosa Cantú, el polémico contratista vendedor de la Casa Blanca, el escándalo que marca la administración de Peña Nieto.

Luego continuó con su agenda en Ecatepec, donde recordó los 201 años de la ejecución de José María Morelos y Pavón. Desde ahí “reiteró su apoyo” en la atención médica y anunció apoyos para reconstruir el mercado de San Pablito.

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