15 feb 2018

El Papa se encuentra los viernes con víctimas de abusos; “¡qué vergüenza!”

El Papa se encuentra los viernes con víctimas de abusos; “¡qué vergüenza!”

  • Francisco, en su charla con los jesuitas de Chile habló sobre el escándalo de la pederastia e invitó a escuchar a quienes han sufrido violencias y a no consolarse con las estadísticas

Vatican Insider, 15/02/2018
ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO
No tiene desperdicio, y es muy actual, la respuesta que el Papa Francisco dio a uno de los jesuitas con los que se reunió el pasado 16 de enero en Santiago de Chile, durante el encuentro a puertas cerradas. La transcripción fue publicada por la revista de los jesuitas “La Civiltà Cattolica”. 
«Es la desolación más grande que está pasando la Iglesia –afirmó Bergoglio. Y esto nos lleva a pasar vergüenza, pero hay que recordar que la vergüenza es también una gracia muy ignaciana, algo que San Ignacio nos hace pedir en los tres coloquios de la primera semana. Así que tomémoslo como gracia y avergonzémonos profundamente. Debemos amar una Iglesia con llagas. Muchas llagas…». 

  Francisco también citó una anécdota que vivió cuando era arzobispo de Buenos Aires. «Te cuento un hecho. El 24 de marzo en Argentina es la memoria del golpe de estado militar, de la dictadura, de los desaparecidos… Y todos los 24 de marzo la Plaza de Mayo se llena recordando eso. En uno de estos 24 de marzo salí del Arzobispado y fui a confesar a las monjas carmelitas. Cuando volvía tomé el subterráneo y bajé no en Plaza de Mayo sino seis cuadras antes. Estaba llena la plaza… y caminé esas cuadras para entrar por el costado. Cuando iba a cruzar la calle, estaba un matrimonio con un nene de dos años y medio o tres años, más o menos. El chico corre por delante y el papá le dice: “Vení, vení, vení… Cuidado con los pedófilos!”. ¡La vergüenza que pasé! No se dieron cuenta de que yo era el arzobispo, era un cura y… ¡qué vergüenza!» 
  El Pontífice después se refirió al tema de las estadísticas, de las que se deduce que la mayor parte de los abusos sexuales contra menores sucede en las familias y que afecta a otras categorías de personas, antes que a los sacerdotes: « A veces se dicen cosas como “recurso consuelo” y alguno llega a decir: “Bueno, mirá las estadísticas… el… no sé… 70 % de los pedófilos son del entorno familiar, vecinal. Después en los clubes, en los natatorios. La porcentual de los pedófilos que son sacerdotes no llega al 2 %, es el 1,6 %. No es para tanto…”. ¡Pero es terrible aunque fuese solo uno de estos hermanos nuestros! Porque Dios lo ungió para santificar a los chicos y a los grandes y él, en vez de santificarlos, los destruyó». 
 Estas palabras del Papa están particularmente llenas de significado y retratan la costumbre que ha invadido a la Iglesia de citar las estadísticas para disminuir las responsabilidades y para afirmar que el fenómeno está muy difundido en otros ambientes. Contar con un marco de referencia estadístico claro sobre el fenómeno, evidentemente, es necesario, pero cuando los números se utilizan para minimizar, se comete un error muy grave. Que sacerdotes o religiosos abusen de menores de edad no se puede comparar con los abusos que cometen otras categorías de personas, precisamente debido a la especial consagración de los clérigos y por la confianza que las familias ponen en ellos. No es ninguna casualidad que monseñor Charles Scicluna, el arzobispo de Malta ahora enviado por Francisco a Chile para indagar sobre el “caso Barros”, en una entrevista con “La Stampa” y “Vatican Insider” de hace algunos años hubiera afirmado que los abusos cometidos por religiosos «matan la fe»: «Si el abuso lo ha cometido un sacerdote, la huella en la víctima es mucho más grande, hay una confianza espiritual que ha sido destrozada, una fe que ha sido asesinada». 
 Por ello es importante no minimizar el fenómeno. Y, sobre todo, es necesario, más allá de las normas casi de emergencia introducidas en la legislación canónica por Benedicto XVI y Francisco, cuidar a las víctimas, encontrarse con ellas, escucharlas y asistirlas. Una actitud que exige un verdadero cambio de mentalidad con respecto al pasado y con respecto a las prácticas para ocultar los abusos, mismas que terminaban haciendo que las víctimas y sus familiares se sintieran “culpables” de crear escándalo y de dañar el buen nombre de la Iglesia. En cambio, es la Iglesia la que debe arrodillarse frente a ellos e implorar su perdón. 
 El Papa Francisco concluyó revelando por primera vez que acostumbra reunirse con las víctimas de los abusos de religiosos, incluso aunque no se sepa: «Es horrible. Hay que escuchar lo que siente un abusado o una abusada. Los viernes, a veces se sabe y a veces no se sabe, me encuentro habitualmente con algunos de ellos. En Chile tuve un encuentro. Como su proceso es tan duro, quedan destrozados. Quedan destrozados. Para la Iglesia es una gran humillación. Muestra no solamente nuestra fragilidad, sino también —digámoslo claramente— nuestro nivel de hipocresía. Sobre los casos de corrupción en el sentido del abuso más de tipo institucional, es singular el hecho de que haya varias congregaciones, relativamente nuevas, cuyos fundadores cayeron en estos abusos. Son públicos los casos […] El abuso en estas congregaciones es siempre el fruto de una mentalidad ligada al poder que debe ser sanada en sus raíces malignas. Y agrego que son tres niveles de abuso que van juntos: abuso de autoridad —con lo que significa mezclar los fueros interno y externo—, abuso sexual y enredos económicos. Siempre está la plata de por medio: el diablo entra por el bolsillo». 
 Con respecto a los encuentros del Pontífice con las víctimas de abusos, el director de la Sala de Prensa Greg Burke confirmó las palabras de Francisco en una nota: «Puedo confirmar que, varias veces al mes, el Santo Padre se encuentra con víctimas de abusos sexuales tanto individualmente como en grupo. El Papa Francisco escucha a las víctimas y trata de ayudarlas a sanar las graves heridas provocadas por los abusos sufridos. Los encuentros se llevan a cabo con la mayor reserva, en el respeto de las víctimas y de sus sufrimientos». ..

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