16 ene 2021

Los últimos días de Trump/Jorge Ramos Ávalos

Los últimos días de Trump/Jorge Ramos Ávalos

en REFORMA, 16 Ene. 2021

Este es el último artículo que escribo con Donald Trump como Presidente. Y hay, lo reconozco, un cierto orgullo y satisfacción por haber sobrevivido su fatídica, divisiva y racista Presidencia. Confesión: como periodista quería resistir, informar y denunciar sus mentiras e insultos hasta que él se fuera. Al final, Trump perdió, se va en desgracia y nosotros nos quedamos.

Fui de los primeros en denunciar su peligrosidad para la democracia y para la libertad de prensa -luego de que él llamara "violadores" a los inmigrantes mexicanos y me expulsara de una conferencia de prensa en agosto del 2015- y hay una especie de reivindicación al confirmar, al final de su mandato, que no estábamos exagerando.

Trump se comportó como un bully y un caudillo. Hizo todo lo posible para cambiar el resultado de las pasadas elecciones presidenciales, que perdió ampliamente frente a Joe Biden. En una llamada con funcionarios republicanos de Georgia, les pidió que "encontraran 11,780 votos" que le faltaban para ganar ese estado. Los funcionarios, a pesar de las amenazas presidenciales, no le hicieron caso.

Trump también empujó a sus seguidores a realizar una rebelión antidemocrática. Cinco personas murieron luego de que una turba invadió el Capitolio el pasado 6 de enero. Y todo ocurrió luego de que ese mismo día Trump les pidiera a miles de sus simpatizantes, durante un evento frente a la Casa Blanca, que "marcharan hacia el Capitolio". Y les dio la razón para hacerlo: "Porque nunca van a recuperar su país si son débiles".

Usar la fuerza para mantenerse en el poder y negar los resultados legales de una elección es lo que en América Latina llamamos un "intento de golpe de Estado", con tres importantes diferencias: ese intento fracasó en Estados Unidos y nunca tuvo la participación de los militares ni el apoyo de las cortes. Trump pasará a la historia como el único presidente de Estados Unidos en haber enfrentado dos veces un proceso de destitución. El último y gravísimo cargo es por "incitación a la insurrección".

Trump pasó sus últimas semanas jugando golf, viendo tele y promoviendo sus teorías de conspiración en medio de una pandemia que le ha costado más de 380 mil vidas a Estados Unidos. Trump quería quedarse cuatro años más en un trabajo que descuidó y que no parece gustarle. Sus faltas y ausencias me recuerdan tanto al disminuido y errático personaje de El otoño del patriarca, de Gabriel García Márquez, que gobierna en "una casa sin autoridad" y que protesta porque "este no es el poder que yo quería".

Uno de los golpes más fuertes a la capacidad de Trump de transmitir sus mentiras y mensajes fue la decisión de Twitter, Facebook e Instagram de suspender sus cuentas en redes sociales. Twitter, por ejemplo, decidió que dos tuits de Trump violaban su regla en contra de la "glorificación de la violencia" y así el Presidente perdió permanentemente a sus más de 88 millones de seguidores. Aunque le queda el aparato de la Casa Blanca para comunicarse.

Aquí hay una aclaración. Nuestro papel como periodistas es muy distinto al de las benditas redes sociales. Son empresas privadas y, como en una casa, imponen sus propias reglas de admisión. Pero urge que aclaren sus políticas. ¿Por qué expulsan a Trump y no a un dictador como Nicolás Maduro acusado por la ONU de crímenes contra la humanidad? ¿Cómo un pequeñísimo grupo, no elegido por nadie, decide qué contenidos se permiten a nivel global? Hasta el mismo presidente de Twitter, Jack Dorsey, reconoció que su decisión de censurar a Trump "sienta un precedente que, siento, es peligroso". Hay muchas preguntas.

Los periodistas, en cambio, no podemos ni debemos censurar nunca. Ni a Trump ni a nadie. Pero sí tenemos la obligación de indicar y denunciar inmediatamente cuando un Presidente o político miente, incita a la violencia o ataca a la democracia. Nuestro trabajo es cuestionarlos, no ser una simple grabadora. Y sin duda, debimos haber sido mucho más duros con Trump desde un principio.

Trump deja un legado de racismo, división, violencia y autoritarismo.

¡Sobrevivimos a Trump! Y lo digo con un largo respiro de alivio. Como si hubiéramos salido de una guerra. Ahora nos toca a todos asegurarnos de que este trauma nunca más se vuelva a repetir.

@jorgeramosnews

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